Bloque
5 La época de entreguerras (1919-1939)
Contenidos
La
difícil recuperación de Alemania.
El
fascismo italiano.
El
crash de 1929 y la gran depresión.
El
nazismo alemán.
La
II República en España.
La
guerra civil española.
Criterios
de evaluación
1.
Conocer y comprender los acontecimientos, hitos y procesos más importantes del
período de entreguerras, o las décadas de 1919 a 1939, especialmente en Europa.
2.
Estudiar las cadenas causales que explican la jerarquía causal en las
explicaciones históricas sobre esta época, y su conexión con el presente.
3.
Analizar lo que condujo al auge de los fascismos en Europa.
Estándares
de aprendizaje evaluables
1.1.
Analiza interpretaciones diversas de fuentes históricas e historiográficas de
distinta procedencia.
1.2.
Relaciona algunas cuestiones concretas del pasado con el presente y las
posibilidades del futuro, como el alcance de las crisis financieras de 1929 y
de 2008.
1.3.
Discute las causas de la lucha por el sufragio de la mujer.
2.1.
Explica las principales reformas y reacciones a las mismas durante la II
República española.
2.2.
Explica las causas de la guerra civil española en el contexto europeo e
internacional.
3.1.
Explica diversos factores que hicieron posible el auge del fascismo en Europa.
LA
II REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL EN ESPAÑA
1.
La
Restauración borbónica. El sistema político
1.1. La época de la Restauración
En 1875 se restauró en España la
monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón (1875-1885), hijo de Isabel
II. La Restauración borbónica fue posible gracias a un doble proceso:
La actuación política de Antonio Cánovas
del Castillo, el jefe del futuro Partido Conservador, que logró la abdicación
de Isabel II en su hijo, y el apoyo de la burguesía y del ejército al nuevo
rey, ansiosos de tranquilidad política. El 1 de diciembre de 1874, Cánovas
redactó un manifiesto, que el príncipe firmó en Sandhurst,
donde prometía un gobierno constitucional.
Un pronunciamiento militar del general
Martínez Campos, el 29 de diciembre de 1874, en Sagunto. En él proclamaba rey a
Alfonso XII.
Tras la muerte de Alfonso XII en 1885,
la Restauración se mantuvo con la regencia de María Cristina (1885-1902),
ejercida durante la minoría de edad de su hijo Alfonso XIII.
1.2.
El funcionamiento del sistema político
El sistema político de la Restauración
se basó en dos pilares: la Constitución de 1876 y el turnismo de partidos.
La Constitución de 1876
Era una constitución moderada, pero la
bastante flexible como para que cualquier partido pudiese gobernar sin
necesidad de cambiarla. Establecía una amplia declaración de derechos, que
podían restringirse más o menos en función del partido gobernante; la soberanía
compartida entre el rey y las Cortes; y un sufragio a determinar por el partido
gobernante: restringido o universal.
El turnismo de los partidos políticos
El turnismo o turno pacífico consistía
en la alternancia en poder del Partido Conservador, heredero de los moderados,
liderado por Cánovas del Castillo y apoyado por las clases altas; y del Partido
Liberal, heredero de los progresistas, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta y
sostenido por la burguesía y las clases medias urbanas.
Cuando el Gobierno se desgastaba, el rey
encargaba formar nuevo Gobierno al jefe de la oposición, que convocaba y
amañaba las elecciones para obtener la victoria. Para ello, recurría a trampas
electorales y a la manipulación de los votos: el pucherazo, consistente en
guardar en un puchero papeletas electorales que se añadían o quitaban de la
urna electoral según el resultado deseado; el voto de los "lázaros" o
fallecidos, que se inscribían en la lista electoral; y el voto de los
"cuneros" o electores que se inscribían irregularmente en una
circunscripción territorial que no les correspondía.
También se recurría a la presión sobre
los electores, ejercida a través de caciques o personas de gran poder económico
y social a nivel comarcal o local.
2.
Los problemas políticos en la Restauración
2.1. Los problemas interiores.
El sistema político implantado durante
la Restauración se enfrentó a serios problemas políticos.
La oposición al turnismo
Partidos políticos como el republicano,
el carlista o el socialista no aceptaron el funcionamiento del sistema electoral
fijado en la Constitución de 1876.
El partido republicano estaba dividido
en varias tendencias, dirigidas por Castelar, Pi y Margall, Ruiz Zorrilla y
Nicolás Salmerón. Todas ellas proponían un modelo de Estado republicano.
El partido carlista se levantó en una
nueva guerra contra Alfonso XII. Sus núcleos en el Maestrazgo, la Seo de Urgel
y el norte fueron vencidos por el Ejército.
El Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) fue fundado por Pablo Iglesias en 1879, y se consolidó gracias al auge
alcanzado en la época por el movimiento obrero.
El movimiento obrero
Cobró fuerza tras el reconocimiento de
los derechos de reunión y de asociación por la Constitución de 1876 y la
promulgación de la Ley de Asociaciones de 1887.
El socialismo se difundió tras la
fundación de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888. Arraigó sobre todo
en Madrid, el País Vasco y Asturias. El anarquismo, por su parte, fundó en 1881
la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).
Se difundió especialmente entre los obreros industriales catalanes y el
campesinado andaluz.
Los regionalismos y los nacionalismos
Surgieron como reacción frente a la
política centralista de la Restauración.
El nacionalismo catalán reivindicó su
idioma como lengua oficial, la existencia de partidos políticos y de tribunales
catalanes, y la autonomía de Cataluña. En 1892 proclamó sus propuestas en las
Bases de Manresa,
formuladas por Prat de la Riba.
El nacionalismo vasco, impulsado por
Sabino Arana, fue católico y conservador y defendió sus fueros y tradiciones.
En 1897 se fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
El nacionalismo gallego buscó la
solución a los problemas económicos y sociales.
2.2. La "crisis del 98". Un
problema exterior con repercusiones internas
La pérdida de las últimas colonias
españolas se inició con una insurrección en Cuba en 1895, el llamado
"grito de Baire"; y otra en Filipinas en 1896. Estuvieron causadas
por el descontento económico y la negativa española a concederles cierta
autonomía.
Los rebeldes contaron con el apoyo de
Estados Unidos. Este país declaró la guerra a España tras la voladura del
acorazado americano Maine en el puerto de La Habana en abril de 1898, al
considerarla un sabotaje español.
La guerra se desarrolló en el Pacífico
(Filipinas) y en el Atlántico (Cuba y Puerto Rico). En los dos escenarios, las
flotas españolas fueron destrozadas por los estadounidenses. España tuvo que
firmar el Tratado de París en 1898, donde reconoció la independencia de Cuba,
Puerto Rico y Filipinas.
La guerra ocasionó la muerte de 50.000
combatientes y perjudicó a las exportaciones españolas. Además, provocó una
honda crisis moral e ideológica y propició el nacimiento del regeneracionismo,
un movimiento intelectual y político que pretendía acabar con la corrupción política
y solucionar los graves problemas que padecía el país.
3. Alfonso XIII y la dictadura de Primo
de Rivera
3.1. El reinado de Alfonso XIII
Alfonso XIII accedió al trono en 1902 en
un ambiente político caracterizado por la crisis del sistema canovista, la
influencia regeneracionista y la desaparición de Cánovas (1897) y de Sagasta
(1903). En su reinado, se suelen distinguir dos etapas, separadas por la crisis
de 1917.
El mantenimiento del turno de partidos
(1902-1917)
Hasta 1917 se mantuvo la alternancia
bipartidista entre el Partido Conservador, dirigido por Antonio Maura, y el
Partido Liberal, a cuyo frente se situó José Canalejas. Ambos emprendieron una
política regeneracionista, que intentó sin éxito acabar con el caciquismo e
implantar ciertas mejoras sociales.
El principal problema del período fue la
guerra de Marruecos. El Tratado de Algeciras (1906) dividió Marruecos en dos
protectorados: uno francés, al norte; y otro español, al sur.
La ocupación española de su protectorado
provocó una guerra con los habitantes del Rif
que, en 1909, obligó a movilizar a los reservistas,
en su mayoría padres de familia. Este hecho originó violentos disturbios en
Barcelona, conocidos como la Semana Trágica. Su dura represión por el Gobierno
conservador de Maura llevó a los liberales a romper su pacto de turno con él.
La crisis del sistema canovista
(1917-1923)
En 1917 se produjo una grave crisis que
tuvo una triple dimensión:
Militar, en la que el Ejército reclamó
la subida de salarios y el ascenso por antigüedad y no por méritos de guerra.
Política, cuando una asamblea de
parlamentarios catalanes exigió un Estado descentralizado con autonomías.
Social, en la que los partidos y
sindicatos de izquierda convocaron el 13 de agosto una huelga general para protestar
por la subida de precios y derrocar al Gobierno.
Solucionada la crisis, entre 1919 y
1923, el deterioro político obligó a formar gobiernos de concentración
integrados por personalidades de los distintos partidos. Estos gobiernos apenas
duraban en el poder, y tuvieron que hacer frente a numerosos problemas internos
y externos.
En el interior, aumentó la
conflictividad social, en respuesta a la crisis económica que siguió a la
Primera Guerra Mundial y a la influencia de la Revolución Rusa. Ambas provocaron
violentos enfrentamientos entre obreros y patronos y numerosas huelgas.
En el exterior, se produjo el Desastre
de Anual en la guerra de Marruecos (1921), una derrota militar que causo 10.000
muertos y provocó una enorme conmoción en la opinión pública.
En esta situación, el general Primo de
Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 e impuso una
dictadura con el apoyo del rey.
3.2. La dictadura y el fin de la
monarquía
La dictadura de Primo de Rivera pasó por
dos etapas, diferenciadas por la composición del gobierno.
El directorio militar (1923-1925). En
esta etapa, Primo de Rivera suspendió la constitución, disolvió las Cortes,
prohibió los partidos políticos, reprimió el movimiento obrero y derrotó a los
marroquíes tras el desembarco de Alhucemas (1925).
El directorio civil (1925-1930). La
victoria militar en Marruecos y la bonanza económica de los años veinte
ayudaron a Primo de Rivera a perpetuarse en el poder hasta 1930.
En enero de 1930, Primo de Rivera
dimitió, acuciado por la crisis económica de 1929, el incremento del paro y del
movimiento obrero, los problemas nacionalistas, y el rechazo de muchos
intelectuales.
Alfonso XIII intentó entonces volver al
sistema parlamentario con los gobiernos del genera Dámaso Berenguer, primero, y
del almirante Aznar, después. Pero el desprestigio del rey por su apoyo a la
dictadura, hizo que en las elecciones municipales de 1931 triunfasen los
republicanos en las grandes ciudades. En estas circunstancias, el rey abandonó
el país, y el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República.
4. La Segunda República. De 1931 a 1933
4.1. La República y la Constitución de
1931
Tras la proclamación de la Segunda
República, se formó un Gobierno provisional integrado por republicanos,
socialistas y nacionalistas que convocó elecciones a Cortes Constituyentes en
junio de 1931.
Estas dieron mayoría a los partidos de
izquierda, que redactaron una nueva constitución.
La Constitución de 1931
Establecía una amplia declaración de
derechos (expresión, reunión y asociación), la soberanía popular, la división
de poderes, el sufragio universal masculino y femenino, la autonomía regional
reflejada en un estatuto de autonomía, y la separación Iglesia-Estado. Además,
definía a España como una “República de trabajadores”.
Desde este momento, la evolución de la
República pasó por tres etapas: el Bienio Reformista, el Bienio Conservador y
el Frente Popular.
4.2. El Bienio Reformista (1931-1933)
Aprobada la constitución, Niceto
Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República, y Manuel Azaña jefe de un
Gobierno de coalición formado por republicanos de izquierda y socialistas.
El gobierno de Azaña puso en marcha una
ambiciosa política reformista, tendente a solucionar los problemas de la
sociedad de la época.
Reformas políticas. Se emprendió la
descentralización política, aprobando un estatuto de autonomía para Cataluña y
proyectos de estatuto para el País Vasco y Galicia.
Reforma del Ejército. Se redujo el
número de oficiales del Ejército y se garantizó su lealtad a la república,
jubilando con sueldo íntegro a quienes no quisieran jurarle fidelidad.
Reformas económicas. En 1932 se elaboró
una reforma agraria, que expropiaba con indemnización los latifundios mal
explotados y asentaba a ellos a campesinos individuales o en cooperativas.
Reformas sociales. Se mejoraron las
condiciones laborales de los obreros. Para ello, se fijó la jornada laboral en
40 horas semanales, se subieron los salarios y se crearon seguros.
También se limitó la influencia de la
Iglesia, autorizando el matrimonio civil y el divorcio, eliminando el pago a
los sacerdotes, y prohibiendo la enseñanza a las órdenes religiosas.
Reformas culturales. Se impulsó la
educación pública, creando 10.000 escuelas e incrementando el número de
maestros.
Estas reformas provocaron movilizaciones
tanto de la derecha, que las consideraba radicales, como de la izquierda, que
pensaba que se habían quedado cortas. Ante esta situación, Azaña dimitió y se
convocaron elecciones en noviembre de 1933.
5. La Segunda República. De 1933 a 1936
5.1. El Bienio Conservador (1933-1936)
Las elecciones de 1933 dieron el triunfo
a la derecha y al centro político. El Gobierno consiguiente lo formó el Partido
Radical, de centro, presidido por Alejandro Lerroux, que contó con el apoyo parlamentario
de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), una coalición de
partidos de derecha.
El nuevo Gobierno paralizó la mayoría de
las reformas anteriores, lo que provocó un incremento de las huelgas y la
movilización de los partidos de izquierda. La CEDA exigió entonces entrar en el
Gobierno. Este hecho provocó la Revolución de Octubre de 1934, que alcanzó su
mayor intensidad en Asturias y en Barcelona.
En Asturias, los mineros protagonizaron
una revolución social, y sitiaron Oviedo durante dos semanas. El Gobierno
reprimió duramente la revuelta con apoyo del ejército de África.
En Barcelona, el Gobierno autónomo
proclamó la República catalana dentro de la República española. Tras ser
sofocado el movimiento, se suspendió el Estatuto de autonomía y se disolvió la
Generalitat.
El descontento de la izquierda ante la
represión y el encarcelamiento de numerosas personas, los problemas económicos
y los escándalos de corrupción de algunos políticos del Partido Radical
(estraperlo), obligaron a convocar elecciones en febrero de 1936.
La izquierda se presentó a las
elecciones unida en una gran coalición, el Frente Popular, y logró la victoria.
5.2. El Frente Popular (febrero-junio 1936)
El nuevo Gobierno, presidido primero por
Manuel Azaña y después por Santiago Casares Quiroga, decretó una amnistía para
los presos políticos de la revolución de 1934 y reanudó las reformas
interrumpidas durante el Bienio Conservador; entre otras, la reforma agraria. Estas
actuaciones ocasionaron una creciente radicalización política. En la izquierda,
ganó peso el sector radical del PSOE. En la derecha, se fundó Falange Española,
un partido ultraderechista creado por José Antonio Primo de Rivera, hijo del
dictador, que quería implantar un régimen fascista.
La violencia política del momento se
manifestó en la llamada Primavera Trágica de 1936, una oleada de atentados y
choques callejeros entre militantes falangistas, comunistas y anarquistas.
Por su parte, los sectores más
conservadores del Ejército, que desde la victoria del Frente Popular
conspiraban contra el Gobierno, decidieron acabar con la República mediante un
golpe de Estado dirigido por el general Emilio Mola.
El asesinato en Madrid de José Calvo
Sotelo, el 13 de julio de 1936, proporcionó el pretexto para la insurrección
militar.
6. La Guerra Civil (1936-1939)
6.1. La sublevación militar
El golpe de Estado se inició en Melilla,
Tetuán y Ceuta el 17 de julio de 1936. Al día siguiente, se extendió por toda
España, donde triunfó en las zonas rurales y fracasó en las más
industrializadas. El país quedó así dividido en dos zonas, la republicana y la
sublevada o «nacional», y el golpe militar se convirtió en una larga Guerra
Civil.
En España, la sublevación fue apoyada por
los militares conservadores; los propietarios agrarios; la burguesía; y los
monárquicos, los carlistas y muchos católicos. Por su parte, la legalidad
republicana fue apoyada por los militares progresistas; los campesinos sin
tierra; la pequeña burguesía; y los republicanos y los partidos de izquierda.
En el exterior, se quiso impedir que la ayuda
extranjera a cada contendiente derivase en una guerra mundial. Con este fin, se
formó un Comité de No Intervención. Sin embargo, no pudo evitar que los
sublevados recibiesen ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista; y el
Gobierno republicano de la URSS y de las Brigadas Internacionales, integradas
por voluntarios de diversos países.
6.2. Las etapas de la guerra
El objetivo de los golpistas era tomar
Madrid. Para lograrlo, enviaron contra la capital un ejército desde Navarra,
dirigido por el general Emilio Mola; y otro desde África, mandado por el
general Franco. Pero la resistencia encontrada a las puertas de Madrid, y la
derrota en las batallas de Jarama (1936) y de Guadalajara (1937), les obligaron
a cambiar de planes.
La guerra se desplazó entonces a la
cornisa cantábrica (Bizkaia, Santander, Asturias), donde la dureza de los
combates se reflejó en el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor, de la
aviación alemana, el 26 de abril de 1937. Su incorporación permitió a los
sublevados controlar importantes zonas industriales y mineras.
Después, la guerra se trasladó al
Mediterráneo con la intención de dividir en dos la zona republicana. Para
evitarlo, los republicanos lanzaron la ofensiva del Ebro en 1938, que causó
muchas bajas en ambos contendientes. Los rebeldes vencieron, tomaron Cataluña
en 1939, y entraron sin resistencia en Madrid. La Guerra Civil finalizó el 1 de
abril de 1939.
6.3. La evolución republicana y nacional
La zona republicana
Se produjo una revolución social que colectivizó
las tierras y las industrias y causó multitud de desórdenes; se suscitó un
fuerte anticlericalismo; y se aprobó el estatuto de autonomía vasco. El
Gobierno, dirigido por el Partido Socialista, recayó hasta 1937 en Largo Caballero
con el apoyo de todos los partidos de izquierda.
Posteriormente, pasó a Juan Negrín, y se
debilitó por la división entre los anarquistas, que querían realizar la
revolución para ganar la guerra; y los comunistas, que querían ganar la guerra
para hacer la revolución.
La zona nacional
Estaba controlada por los rebeldes, que
anularon las reformas republicanas. El general Francisco Franco, que había sido
nombrado «Generalísimo» de los ejércitos, concentró el poder civil y militar,
unificó todas las fuerzas que lo apoyaban en un solo partido, Falange Española
Tradicionalista y de los JONS, y concentró todos los esfuerzos en ganar la
guerra, lo que favoreció su victoria militar.
6.4. Las repercusiones de la contienda
La guerra ocasionó unos 380.000 muertos
y unos 350.000 exiliados. Destruyó campos, industrias, transportes, edificios e
infraestructuras. Supuso el triunfo social de los grupos más conservadores y de
la Iglesia, que apoyó a los sublevados. Además, ocasionó un empobrecimiento
cultural y del arte, ante el exilio de destacadas personalidades de la cultura
y el arte. Terminada la guerra civil, Franco impuso un sistema político
dictatorial
Las consecuencias de la guerra
Pérdidas humanas de la guerra
Represalias
en zona sublevada. 200.000
Muertos
en campo de batalla. 100.000
Por
incursiones aéreas. 10.000
Por
enfermedades y desnutrición (durante la guerra). 50.000
Represalias
en zona republicana. 20.000
Prisioneros
«rojos» muertos por ejecución o
enfermedades de 1939 a 1943. 200.000
Total
580.000
7.
Población, economía y sociedad entre 1875 y 1939
7.1.
La evolución demográfica
La población española pasó de 16,4 a 26
millones entre 1875 y 1939.
Las causas de dicho crecimiento fueron
el inicio de un suave descenso de la natalidad y una importante disminución de
la mortalidad gracias a las mejoras alimentarias y médicas. Las únicas
excepciones se produjeron durante la epidemia de gripe de 1918 y la Guerra
Civil.
Las migraciones interiores y exteriores
se intensificaron.
El éxodo rural afectó, sobre todo, a las
zonas del interior peninsular, y provocó el elevado crecimiento de la periferia
y de algunas ciudades, como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Bilbao.
Las migraciones al exterior se
dirigieron, especialmente, hacia América Latina. Fueron una forma de huir de la
pobreza agraria y del prolongado servicio militar.
7.2.
La evolución de la economía
La economía siguió la evolución
económica internacional: crisis de 1786 y de 1886, felices años veinte,
depresión de 1929, etc. No obstante, el desastre del 98 y la neutralidad de
España en la Primera Guerra Mundial explican algunos rasgos coyunturales
propios.
Las actividades agrarias continuaron
siendo mayoristas. Los rendimientos mejoraron por la incorporación de abonos
químicos y maquinaria; los regadíos se ampliaron (Plan Gasset de 1902); y en el
Mediterráneo se especializaron en cultivos comerciales como cítricos,
hortalizas, algodón, vino, y aceite.
Para compensar la pérdida del azúcar
cubano, la remolacha azucarera se extendió por los valles del Ebro y del Duero
y por la vega de Granada.
La industria se vio favorecida, primero,
por la repatriación de capitales procedentes de las colonias de Cuba y
Filipinas; y después, por la demanda de textiles, minerales y acero de los
países contendientes en la Primera Guerra Mundial.
Desde 1880, se introdujeron las
novedades de la Segunda Revolución industrial, como centrales hidroeléctricas y
térmicas, e industrias automovilísticas, químicas y de material eléctrico,
entre otras.
En su mayoría, las industrias se
localizaron en Cataluña, el País Vasco y Madrid, aunque hubo enclaves en Asturias,
Galicia, Aragón, Valencia y Cádiz.
Las actividades terciarias más
importantes fueron el transporte por carretera, los nuevos sistemas de
comunicación, la banca, las finanzas y el comercio.
El comercio exterior mantuvo el
superávit hasta la pérdida de las últimas colonias, en 1898, en que pasó a ser
deficitario, excepto durante la Primera Guerra Mundial, en la que España
permaneció neutral y abasteció de productos a los contendientes.
7.3.
La sociedad y sus conflictos
La clase alta. Mantuvo su hegemonía
social y su alto nivel de vida. Estaba integrada por los grandes propietarios
agrarios y la alta burguesía comercial, industrial y de negocios. A ellos se
sumaron algunos burgueses, enriquecidos con los negocios realizados durante la
Primera Guerra Mundial para abastecer a los países beligerantes.
La clase media. Se incrementó a lo largo
del período, aunque representaba un escaso porcentaje de la población total.
Incluía a los agricultores medios, profesionales liberales y funcionarios.
La clase baja. Vivió en la penuria
económica. Estaba constituida por un creciente número de obreros industriales,
que realizaron frecuentes huelgas y protagonizaron muchos tumultos callejeros;
por pequeños propietarios agrarios, y por jornaleros. Estos últimos
protagonizaron numerosos levantamientos, como el ocurrido en Casas Viejas
(Cádiz), en 1933.
8. La cultura y el arte. Arquitectura y
escultura
8.1. La Edad de Plata de la cultura
La cultura española vivió en el primer
tercio del siglo XX un período de esplendor conocido como Edad de Plata.
Las humanidades. Hubo grandes figuras en
esta etapa. En literatura, pertenecieron a la generación del 98, caso de
Unamuno, Maeztu, Baroja, Valle-Inclán y Azorín; al modernismo, como Juan Ramón
Jiménez y Jacinto Benavente; y a la generación del 27, representada por
Federico García Lorca, Rafael Alberti y Vicente Aleixandre. En filosofía,
destacaron notables personalidades, como Ortega y Gasset y María Zambrano. En
historia, sobresalieron Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro.
La medicina y la ingeniería. Los
principales científicos fueron Jaime Ferrán, descubridor de la primera vacuna
contra el cólera en 1884; y el neurólogo Santiago Ramón y Cajal. En ingeniería,
Leonardo Torres Quevedo creó el primer dirigible español en 1905; e Isaac Peral
el primer submarino de propulsión eléctrica en 1928.
8.2. La arquitectura y la escultura
La arquitectura
La arquitectura modernista se desarrolló
entre finales del siglo XIX y principios del XX. Su principal representante fue
Antoni Gaudí, que realizó edificios de formas ondulantes, decorados con motivos
inspirados en la naturaleza, como rocas, formas vegetales y animales. Sus obras
más conocidas son las Casas Batlló y Milá, el Parque Güell y la Iglesia de la
Sagrada Familia, todas ellas en Barcelona.
La arquitectura racionalista se
introdujo en España a principios del siglo XX a través de la asociación de
arquitectos GATEPAC. Su figura principal fue Lluís Sert, autor del Dispensario
antituberculoso. Otras obras de este grupo son la Casa Bloc (San Andrés,
Barcelona) y la urbanización madrileña de El Viso.
La escultura
Pablo Gargallo esculpió obras
figurativas en placas planas de metal, en las que el hueco forma parte de la composición, como La
gran bailarina (1929) y El gran profeta (1933). Julio González realizó
en hierro obras realistas, cubistas y abstractas, como Mujer peinándose
(1931).
9. La cultura y el arte. La evolución
pictórica
9.1. Impresionismo y primeras
vanguardias
En pintura, el impresionismo tuvo como
representante principal a Joaquín Sorolla, que pintó al aire libre las luces
claras y el colorido del Mediterráneo. Sus temas más conocidos son bañistas;
aunque también realizó algunos cuadros de denuncia social, como ¡Y aún dicen
que el pescado es caro!
Las primeras vanguardias contaron en
España con algunos seguidores del fauvismo, como Francisco Iturrino y Juan de
Echevarría; y del expresionismo, como José Gutiérrez Solana. Pero las
corrientes más destacadas fueron el cubismo, con Pablo Picasso y Juan Gris; y
el surrealismo, con Salvador Dalí y Joan Miró.
9.2. Pablo Ruiz Picasso (1881-1973)
Sus primeras obras se encuadran en dos
etapas, conocidas por el color predominante de sus obras. En la época azul (1901-1904)
pintó temas tristes, con personajes alargados y cuerpos huesudos, que muestran
sentimientos de pena, dolor y soledad. En la época rosa (1904-1907), pintó
figuras poéticas y melancólicas, procedentes en muchos casos del mundo del
circo. En 1906-1907 inicio el cubismo con el cuadro Las señoritas de Avignon.
Sus obras posteriores responden a dos fases del cubismo:
En el cubismo analítico (1907-1911), los
elementos del cuadro se descomponen en sus formas geométricas básicas,
representadas a la vez desde varios puntos de vista y utilizando una gama de
colores reducida. El cuadro resulta casi abstracto y es difícil reconocer sus
elementos.
En el cubismo sintético (1912-1921), la
imagen es una síntesis realizada a partir de la combinación de formas básicas,
y el colorido es más brillante y variado. Ahora el tema del cuadro resulta
fácilmente reconocible.
9.3. Salvador Dalí y Joan Miró
Salvador Dalí (1904-1989) realizó
siempre cuadros figurativos caracterizados por un magnífico dibujo. Su
originalidad reside en la temática, inspirada en el mundo de los sueños y en el
subconsciente. Para la ejecución de sus obras seguía el llamado método paranoicocrítico,
consistente en plasmar imágenes y asociaciones entre ellas creadas por la mente
en un estado de paranoia o delirio
Joan Miró (1893-1983) realizó obras que
parten de la fantasía, lo irracional y el mundo del sueño. A menudo, contienen
elementos humorísticos, imágenes distorsionadas, formas orgánicas retorcidas,
elementos de la naturaleza como el sol o la luna, o extrañas construcciones
geométricas. Las composiciones se organizan sobre fondos planos de color y
están pintadas con tonos brillantes. No fue nunca un surrealista ortodoxo y, a
partir de 1940, abandonó esta corriente pictórica para desarrollar un estilo
propio.
10. Andalucía entre 1875 y 1939
10.1. La Restauración y el reinado de
Alfonso XIII
Andalucía desempeñó un papel esencial en
el sistema político canovista, debido especialmente a la importancia que en
ella tuvieron el caciquismo y el movimiento obrero.
El caciquismo fue una práctica habitual
en la región, donde estuvo muy extendida la compra de votos para asegurar los
resultados electorales. Una vez que la administración decidía qué candidatos
habían de salir en cada distrito, estos recorrían su circunscripción junto a
los caciques haciendo regalos. Cuando era necesario, se acudía al pucherazo y
al voto de "lázaros" o resucitados.
El movimiento obrero, como en el resto
de España, estuvo escindido en dos tendencias: la socialista y la anarquista.
El socialismo solo alcanzó cierta
implantación en los centros mineros, como Linares-La Carolina y Riotinto; y
entre los obreros de las ciudades. A partir de 1918 comenzó su penetración
entre el campesinado. El anarquismo arraigó sobre todo entre los campesinos de
Cádiz y de Málaga. Era partidario de la acción directa, llevada a cabo con
métodos violentos, como demuestra la actuación de la Mano Negra, una
organización secreta que actuó en la comarca de Jerez.
10.2. La Segunda República y la Guerra
Civil
Con la República, dio sus primeros pasos
en Andalucía la reforma agraria, que atravesó por momentos de avance y
retroceso: los repartos se iniciaron en 1932, se detuvieron en el Bienio
Conservador, y se aceleraron durante los meses de gobierno del Frente Popular.
La conflictividad social del período se
reflejó en los sangrientos sucesos de Casa Viejas, de 1933. Protagonizados por
población jornalera, los anarquistas fueron reprimidos por el gobierno de
Azaña, que quedó como represor.
Durante la Guerra Civil, Andalucía era
clave en los planes de los sublevados. La sublevación militar triunfó en
capitales como Sevilla, Granada, Córdoba, Cádiz y Huelva; otras, como Jaén,
Málaga y Almería, se mantuvieron fieles a la República. Durante la contienda,
el territorio andaluz estuvo dividido en dos zonas: la nacional y la
republicana. Los frentes fueron estables desde 1937.
10.3. La evolución económica
El sector primario predominó durante
todo este período; no obstante, la agricultura permaneció estancada debido a la
pervivencia del latifundismo y al lento avance del regadío. La minería alcanzó
cierta importancia en Sierra Morena, en torno a los núcleos de Linares y La
Carolina; en la comarca onubense del Andévalo, y en la sierra norte de Sevilla.
La industria se centró en el sector agroalimentario, ligado a la exportación de
vino y aceite; y a la artesanía, para el consumo local. La expansión
ferroviaria favoreció el comercio exterior, que se concentró en los puertos de
Málaga y Cádiz.
10.4. El nacionalismo andaluz
El nacionalismo andaluz hunde sus raíces
en el proyecto de constitución federal para Andalucía, aprobado en 1883 en una
asamblea en Antequera del ala andaluza del Partido Demócrata Republicano
Federal, liderado a nivel nacional por Pi y Margall.
En 1913, durante el reinado de Alfonso
XIII, nació Bética, la primera revista regionalista, y en 1915, Blas
Infante publicó Ideal Andaluz. Tres años después, en 1918, se celebró la
primera asamblea andalucista, la llamada Asamblea de Ronda, donde se adoptaron
el escudo, la bandera y el himno de Andalucía. El proyecto regionalista, sin
embargo, únicamente arraigó en una minoría de intelectuales y de burgueses.
Durante la República, resurgió el
nacionalismo y, en 1933, se redactó el anteproyecto de estatuto de autonomía
para Andalucía, impulsado por Blas Infante. Sin embargo, no pudo ser aprobado
por la Cortes debido al golpe militar.