https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2020-09-23/pedro-de-tena-la-guerra-civil-en-malaga-un-ejemplo-de-investigacion-historica-rigurosa-6662591/
TEXTO ORIGINAL
'La
Guerra Civil en Málaga', un ejemplo de investigación histórica rigurosa
Pedro
de Tena, 23 de septiembre de 2020
Este próximo día 25 de septiembre tendrá lugar el homenaje a
las 270 víctimas de la "saca" de la vieja cárcel de san Rafael
de Málaga entre el 22 de agosto y el 24 de septiembre de 1936 y, por extensión
y decisión, a las 3.406 personas civiles,
religiosas y militares, vinculadas o relacionadas con las derechas y el bando
nacional, muertas en la provincia de Málaga durante el mandato de los
gobernantes republicanos.
Es el primer acto de homenaje a estas víctimas que se
recuerda en los más de 40 años de democracia. Si buscan en las páginas web dedicadas a relacionar
los acontecimientos previstos en Málaga para el próximo día 25 no lo
encontrarán anunciado en parte alguna. Es como si no existiera el acto ni
hubieran existido nunca las 3.406 personas que murieron víctimas de la
represión republicana.
Para que nos hagamos idea de la virulencia con que
reaccionaron los milicianos y autoridades de Málaga a la inminencia de la
llegada de las tropas de Franco, digamos que, desde febrero de 1937 a al 14 de
junio de 1940, tres años largos, el bando nacional ejecutó a muy
poco más de 2.500 personas que estaban encarceladas, estando todas ellas documentadas. En sólo seis meses, los ejecutados bajo
el mando republicano fueron 2.306.
Ciertamente las víctimas del bando republicano fueron
bastantes más porque a las ya referidas hay que unir las hoy por hoy
desconocidas de los que se opusieron a la entrada del Ejército de Franco, como
seguramente las hay igualmente desconocidas en el bando franquista, y a las que
se produjeron entre quienes huyeron de Málaga a la zona republicana que
comenzaba en Motril por la conocida como "carretera de la
muerte" que llevaba a Almería.
En un ejemplo evidente de doble rasero e injusta parcialidad,
desde 2014, un monolito situado en la puerta de esta antigua prisión provincial
de Málaga, recuerda a los republicanos que fueron encarcelados, muchos de ellos
fusilados como ya hemos anticipado, por las nuevas autoridades franquistas. La
inauguración contó con la presencia del director general de la Memoria
Democrática de la Junta de Andalucía, Luis Naranjo; el delegado del Gobierno
andaluz en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, e incluso del alcalde de la ciudad y
ex presidente de la Diputación de Málaga durante el franquismo, Francisco de la
Torre, del Partido Popular.
Naturalmente el acto fue apoyado por la presencia
de dirigentes de Izquierda Unida, como su coordinador andaluz, Antonio Maíllo,
su portavoz en el Parlamento andaluz, José Antonio Castro, y el portavoz
municipal de IU en el Ayuntamiento de Málaga, Eduardo Zorrilla, así como
miembros de la Asociación contra el Silencio y el Olvido y por la Recuperación
de la Memoria Histórica de Málaga.
Que estamos ante una enfermedad moral e intelectual lo demuestra, no sólo el deseo de impedir la
investigación de todos los hechos, de no tener en cuenta a todas las víctimas,
de no asumir la responsabilidad que se tuvo en el desencadenamiento de la
contienda, sino en la obstrucción a todo intento de equilibrio y reconciliación
arrinconando de ese modo el llamado espíritu de la Transición.
El alcalde de Málaga, el popular Francisco de la Torre,
intentó estos días en Twitter, como hizo el año pasado, aludir a la concordia
y al recuerdo de las víctimas de una y otra represión, la republicana y la franquista. De hecho, fue dentro de la
prisión de Málaga donde se ejecutaron a unos y a otros.
Pero
Daniel Pérez, portavoz municipal del PSOE de Málaga, ya le ha dejado claro que
hablar de concordia nacional y de respeto a las víctimas de uno y otro bando es
hacer cesiones a la extrema derecha porque la Ley de Memoria
Histórica - no digamos nada la que se avecina de la
Memoria Democrática -, está pensada para dignificar únicamente la memoria de
los represaliados por el franquismo y de nadie más.
De
este modo, no se puede hacer referencia a nada de lo que ocurrió desde 1930 a
1936, hechos que, al parecer, no tuvieron nada que ver con el conflicto. Sólo
tuvo que ver con él la decisión del general Franco y su cúpula militar de
levantarse contra la II República, lo que conduce al absurdo de no entender ni
explicarse nada y a hacer desaparecer hechos reales para “blanquear” el
comportamiento de muchos de los partidos de la izquierda.
Así,
por poner un único ejemplo, los memoriosos de esta sinrazón histórica no harán
jamás mención de que ya se intentó quemar el Palacio Arzobispal de Málaga en 1930
y que el mismo 14 de abril se asaltó un periódico La Unión mercantil y se intentaron asaltar la
residencia de los jesuitas y el Seminario. Y así sucesiva y copiosamente hasta
el 18 de julio de 1936.
Se
trata, pues, de imponer la creencia de que la II República fue una arcadia
política y democrática feliz que colmó
de seguridad y prosperidad a la sociedad española. Así, la sublevación
franquista no puede ser otra cosa que una operación fascista de destrucción de
la democracia obviando el golpe de estado de las izquierdas y el separatismo
catalán en 1934 y otros hechos lamentables.
El
problema es que, como ya señaló el periodista Manuel Chaves Nogales e intuyeron
algo antes Unamuno, Ortega y otros muchos, no había apenas demócratas en aquel
régimen de nacimiento irregular, de inclinación a la imposición y a la
eliminación del adversario y trágico final.
El rigor frente al mezquino sectarismo político
Es la existencia de este libro, La
guerra civil en Málaga, editorial Arguval, colección Alcazaba, Málaga,
1993, cuyo autor es el catedrático de Historia contemporánea de la Universidad
de Málaga, Antonio Nadal Sánchez, el que evidencia que la intención de la pretendida e
inquisitorial "memoria histórica" no es recordar sino
seleccionar los recuerdos que deben ser tenidos en cuenta y hacer desaparecer
en los agujeros orwelianos de la memoria aquellos que no conviene tener
presentes.
A la historia le compete comprender, tras la exposición de
todos los hechos reales acaecidos y comprobados sin ocultar los que no encajan
en una estrategia política. El intento no es nada nuevo porque está en la raíz
del totalitarismo la deformación de la realidad. De hecho, el libro de
Nadal es un alegato contra una
memoria hemipléjica que no quiere recordar ni comprender por qué
se llegó a una Guerra Civil, limitando el período a considerar desde julio de
1936 y borrando hechos decisivos.
Pero es que ni siquiera se respetan los hechos ocurridos
desde tal fecha, sino que se apartan todos aquellos que hacen dudar de la
visión oficial de la izquierda. El libro del profesor Nadal consuma una
detallada investigación documental sobre la guerra civil en Málaga que incluye
el nombre y los apellidos de todos los asesinados en la cárcel de Málaga de uno
y otro bando.
Si los represaliados y ejecutados por Franco tienen un
monolito en la antigua cárcel de san Rafael, los 3.406 ejecutados y
muertos en la provincia por orden, con permiso o complicidad de las autoridades
republicanas, no tienen ningún monolito ni símbolo
público que los recuerde. Se quiere, pues, que sus nombres sean
relacionados y conocidos por todos los malagueños y españoles.
Dice el profesor Nadal en su libro que el total de las
ejecuciones ocurridas durante el gobierno republicano en la provincia de Málaga
fue de 2.306, alcanzándose el total de 3.406 entre muertes de guerra y
ejecuciones.
Es
por ello que el catedrático de Historia, Antonio Nadal, con la Coordinadora de
Familiares de las Víctimas, pidió al alcalde Francisco de la Torre hace unas
semanas que se celebrara un homenaje el próximo día 25 de septiembre para poner
fin a un olvido sin justificación, 84 años y un día después de que tuvieran
lugar las terribles sacas de 1936.
"Sacas", numerosas y
simbólicas
Cuando
se habla de la Guerra Civil en Málaga, pocas veces se habla de estas
"sacas" que fueron numerosas y simbólicas. Casi siempre, si la
perspectiva no es la de un historiador riguroso sino de propagandistas, se
habla, sobre todo, de la "carretera de la muerte", la tragedia
vivida por miles de milicianos y civiles con vínculos o ideas republicanas que
huyeron de Málaga cuando el ejército sublevado entró en la ciudad. De lo que
allí ocurrió hablaremos enseguida.
Pero
las sacas, investigadas minuciosamente por Antonio Nadal, fueron de la manera
que sigue:
22
de agosto de 1936 – 46 personas
30
de agosto de 1936 – 53 personas
20
de septiembre de 1936 – 47 personas
21
de septiembre de 1936 – 17 personas
24
de septiembre de 1936 – 107 personas
En
total, 270 personas de las "derechas" fueron ejecutadas sin juicio en
poco más de un mes. Escandalosamente, a pesar de que una gran parte (106
personas) de los “sacados” fueron sacerdotes o religiosos -junto con la de Bobastro, la Iglesia de Málaga fue la más castigada por los
ataques de la izquierda desde 1931 -, los organizadores del homenaje no han
encontrado por ahora a cura o religioso alguno que quiera representar a la Iglesia
en el homenaje del día 25.
El
libro de Nadal, libro que ya tiene 27 años y sigue siendo un desconocido,
aunque fuese elogiado por su objetividad por el mismísimo Ian Gibson, es un libro de historia elaborado con
rigor científico y pretensión de servicio a la democracia española y
al conocimiento de los hechos. Por ello, se exponen todos los hechos y se
nombran todas las víctimas, las del mando republicano y las ocasionadas por la
represión franquista que siguió a la toma de Málaga.
Ataque por mar y aire
Naturalmente,
el libro considera, cómo no y entre otros, los terribles acontecimientos de la
"carretera de la muerte" de Málaga a Almería donde miles de personas,
entre milicianos, tanto malagueños como refugiados de otras provincias
andaluzas, y población civil temerosa de represalias, fueron atacadas por
mar y aire por el ejército de Franco provocándose
un número elevado de muertos sin determinar con precisión a día de hoy. Aun
así, nadie cree, tampoco Nadal, que su número fuera inferior a los 3.000.
Si
la democracia española estuviera sostenida por partidos de auténticas
convicciones democráticas y voluntad reconciliadora, ¿qué problema podría haber
en asumir la historia global de lo ocurrido en la España del siglo XX hasta
1939 y exponer todos los hechos de modo que se comprenda por qué esta nación
llegó a un enfrentamiento civil tan cruel y duradero? ¿Qué inconveniente habría
en lamentar la muerte de todas las víctimas y en rendir honor a todos los
muertos?
En
otra carretera de la muerte, esta vez la imaginada por Federico García Lorca, se desfiguró deliberadamente, como se pretende ahora, lo
ocurrido en una reyerta:
Ahora monta cruz de
fuego,
carretera de la muerte.
El juez con guardia
civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de
serpiente.
Señores guardias
civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro
romanos
y cinco cartagineses.
El
poeta granadino murió asesinado poco antes de las sacas de Málaga, el día 18 de
agosto de 1936. Su amigo, también poeta e introductor del surrealismo en la
generación del 27, José María Hinojosa, de derechas, fue “sacado” de la prisión
de Málaga el 22 del mismo mes, pocos días después. De la muerte de Lorca se han
escrito millones de páginas. De la de su buen amigo Hinojosa, apenas unas
pocas, entre ellas las muy meritorias de Alfonso Sánchez Rodríguez.
La
izquierda española y este gobierno siguen empeñados en que se hable sólo de
Lorca, pero que el mutismo sobre Hinojosa sea total. La libertad y la decencia
exigen hablar de todo y de todos para que los ciudadanos de la democracia
tengan referencias, experiencia e inteligencia antes que invidencias u
ocurrencias. Antonio Nadal sí lo hace. Es la diferencia entre la historia de
verdad y la historieta ideológica de quien quiere desfigurar el pasado para
ocultar sus gravísimas responsabilidades.
TEXTO ADAPTADO POR EL PROFESOR
'La
Guerra Civil en Málaga', un ejemplo de investigación histórica rigurosa
Pedro
de Tena, 23 de septiembre de 2020
Este próximo día 25 de septiembre tendrá lugar el homenaje a
las 270 víctimas de la "saca" de la vieja cárcel de san Rafael
de Málaga entre el 22 de agosto y el 24 de septiembre de 1936 y, por extensión
y decisión, a las 3.406 personas civiles, religiosas y militares, vinculadas o relacionadas con las
derechas y el bando nacional, muertas en la provincia de Málaga durante el
mandato de los gobernantes republicanos.
Es el primer acto de homenaje a estas víctimas que se
recuerda en los más de 40 años de democracia. Si buscan en las páginas web dedicadas a relacionar los
acontecimientos previstos en Málaga para el próximo día 25 no lo encontrarán anunciado
en parte alguna. Es como si no existiera el acto ni hubieran existido nunca las
3.406 personas que murieron víctimas de la represión republicana.
Para que nos hagamos idea de la virulencia con que
reaccionaron los milicianos y autoridades de Málaga a la inminencia de la
llegada de las tropas de Franco, digamos que, desde febrero de 1937 a al 14 de
junio de 1940, tres años largos, el bando nacional ejecutó a muy poco más de 2.500 personas que
estaban encarceladas, estando todas ellas documentadas. En sólo
seis meses, los ejecutados bajo el mando republicano fueron 2.306.
Ciertamente las víctimas del bando republicano fueron
bastantes más porque a las ya referidas hay que unir las hoy por hoy
desconocidas de los que se opusieron a la entrada del Ejército de Franco, como
seguramente las hay igualmente desconocidas en el bando franquista, y a las que
se produjeron entre quienes huyeron de Málaga a la zona republicana que
comenzaba en Motril por la conocida como "carretera de la muerte" que llevaba a Almería.
En un ejemplo evidente de doble rasero e injusta parcialidad,
desde 2014, un monolito situado en la puerta de esta antigua prisión provincial
de Málaga, recuerda a los republicanos que fueron encarcelados, muchos de
ellos fusilados como ya hemos anticipado, por las nuevas autoridades
franquistas. La inauguración contó con la presencia del director general de la
Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, Luis Naranjo; el delegado del
Gobierno andaluz en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, e incluso del alcalde de la
ciudad y ex presidente de la Diputación de Málaga durante el franquismo,
Francisco de la Torre, del Partido Popular.
Naturalmente el acto fue apoyado por la
presencia de dirigentes de Izquierda Unida, como su coordinador andaluz,
Antonio Maíllo, su portavoz en el Parlamento andaluz, José Antonio Castro, y el
portavoz municipal de IU en el Ayuntamiento de Málaga, Eduardo Zorrilla, así
como miembros de la Asociación contra el Silencio y el Olvido y por la
Recuperación de la Memoria Histórica de Málaga.
[…]
El alcalde de Málaga, el popular Francisco de la Torre,
intentó estos días en Twitter, como hizo el año pasado, aludir
a la concordia y al recuerdo de las víctimas de una y otra represión,
la republicana y la franquista. De hecho, fue dentro de la prisión de Málaga
donde se ejecutaron a unos y a otros.
Pero
Daniel Pérez, portavoz municipal del PSOE de Málaga, ya le ha dejado claro que
hablar de concordia nacional y de respeto a las víctimas de uno y otro bando es
hacer cesiones a la extrema derecha porque la Ley
de Memoria Histórica -no digamos nada la que se avecina de
la Memoria Democrática-, está pensada para dignificar únicamente la memoria de
los represaliados por el franquismo y de nadie más.
De
este modo, no se puede hacer referencia a nada de lo que ocurrió desde 1930 a
1936, hechos que, al parecer, no tuvieron nada que ver con el conflicto. Sólo
tuvo que ver con él la decisión del general Franco y su cúpula militar de
levantarse contra la II República, lo que conduce al absurdo de no entender ni
explicarse nada y a hacer desaparecer hechos reales para “blanquear” el
comportamiento de muchos de los partidos de la izquierda.
Así,
por poner un único ejemplo, los memoriosos de esta sinrazón histórica no harán
jamás mención de que ya se intentó quemar el Palacio Arzobispal de Málaga en
1930 y que el mismo 14 de abril se asaltó un periódico La
Unión mercantil y se intentaron asaltar la residencia de los
jesuitas y el Seminario. Y así sucesiva y copiosamente hasta el 18 de julio de
1936.
Se
trata, pues, de imponer la creencia de que la II República fue una arcadia
política y democrática feliz que colmó de seguridad y
prosperidad a la sociedad española. Así, la sublevación franquista no puede ser
otra cosa que una operación fascista de destrucción de la democracia obviando
el golpe de estado de las izquierdas y el separatismo catalán en 1934 y otros
hechos lamentables.
El
problema es que, como ya señaló el periodista Manuel Chaves Nogales e intuyeron
algo antes Unamuno, Ortega y otros muchos, no había apenas demócratas en aquel
régimen de nacimiento irregular, de inclinación a la imposición y a la eliminación
del adversario y trágico final.
El rigor frente al mezquino sectarismo político
Es la existencia de este libro, La guerra civil en Málaga, editorial
Arguval, colección Alcazaba, Málaga, 1993, cuyo autor es el catedrático de
Historia contemporánea de la Universidad de Málaga, Antonio
Nadal Sánchez, el que evidencia que la intención de la
pretendida e inquisitorial "memoria histórica" no es recordar
sino seleccionar los recuerdos que deben ser tenidos en cuenta y hacer
desaparecer en los agujeros orwelianos de la memoria aquellos que no conviene
tener presentes.
A la historia le compete comprender, tras la exposición de
todos los hechos reales acaecidos y comprobados sin ocultar los que no encajan
en una estrategia política. El intento no es nada nuevo porque está en la raíz
del totalitarismo la deformación de la realidad. De hecho, el libro de
Nadal es un alegato contra una memoria hemipléjica que
no quiere recordar ni comprender por qué se llegó a una Guerra Civil, limitando
el período a considerar desde julio de 1936 y borrando hechos
decisivos.
Pero es que ni siquiera se respetan los hechos ocurridos
desde tal fecha, sino que se apartan todos aquellos que hacen dudar de la
visión oficial de la izquierda. El libro del profesor Nadal consuma una detallada
investigación documental sobre la guerra civil en Málaga que incluye el nombre
y los apellidos de todos los asesinados en la cárcel de Málaga de uno y otro
bando.
Si los represaliados y ejecutados por Franco tienen un
monolito en la antigua cárcel de san Rafael, los 3.406 ejecutados y
muertos en la provincia por orden, con permiso o complicidad de las autoridades
republicanas, no tienen ningún monolito ni símbolo público que los recuerde.
Se quiere, pues, que sus nombres sean relacionados y conocidos por todos los
malagueños y españoles.
Dice el profesor Nadal en su libro que el total de las
ejecuciones ocurridas durante el gobierno republicano en la provincia de Málaga
fue de 2.306, alcanzándose el total de 3.406 entre muertes de guerra y ejecuciones.
Es
por ello que el catedrático de Historia, Antonio Nadal, con la Coordinadora de
Familiares de las Víctimas, pidió al alcalde Francisco de la Torre hace unas
semanas que se celebrara un homenaje el próximo día 25 de septiembre para poner
fin a un olvido sin justificación, 84 años y un día después de que tuvieran
lugar las terribles sacas de 1936.
"Sacas", numerosas y
simbólicas
Cuando
se habla de la Guerra Civil en Málaga, pocas veces se habla de estas
"sacas" que fueron numerosas y simbólicas. Casi siempre, si la
perspectiva no es la de un historiador riguroso sino de propagandistas, se
habla, sobre todo, de la "carretera de la muerte", la tragedia
vivida por miles de milicianos y civiles con vínculos o ideas republicanas que
huyeron de Málaga cuando el ejército sublevado entró en la ciudad. De lo que
allí ocurrió hablaremos enseguida.
Pero
las sacas, investigadas minuciosamente por Antonio Nadal, fueron de la manera
que sigue:
22
de agosto de 1936 – 46 personas
30
de agosto de 1936 – 53 personas
20
de septiembre de 1936 – 47 personas
21
de septiembre de 1936 – 17 personas
24
de septiembre de 1936 – 107 personas
En
total, 270 personas de las "derechas" fueron ejecutadas sin juicio en
poco más de un mes. Escandalosamente, a pesar de que una gran parte (106
personas) de los “sacados” fueron sacerdotes o religiosos -junto con la
de Bobastro, la Iglesia de Málaga fue la más
castigada por los ataques de la izquierda desde 1931 -, los organizadores del
homenaje no han encontrado por ahora a cura o religioso alguno que quiera
representar a la Iglesia en el homenaje del día 25.
El
libro de Nadal, libro que ya tiene 27 años y sigue siendo un desconocido,
aunque fuese elogiado por su objetividad por el mismísimo Ian Gibson, es
un libro de historia elaborado con rigor científico y pretensión de
servicio a la democracia española y al conocimiento de los
hechos. Por ello, se exponen todos los hechos y se nombran todas las víctimas,
las del mando republicano y las ocasionadas por la represión franquista que
siguió a la toma de Málaga.
Ataque por mar y aire
Naturalmente,
el libro considera, cómo no y entre otros, los terribles acontecimientos de la
"carretera de la muerte" de Málaga a Almería donde miles de personas,
entre milicianos, tanto malagueños como refugiados de otras provincias
andaluzas, y población civil temerosa de represalias, fueron
atacadas por mar y aire por el ejército de Franco provocándose
un número elevado de muertos sin determinar con precisión a día de hoy. Aun
así, nadie cree, tampoco Nadal, que su número fuera inferior a los 3.000.
Si
la democracia española estuviera sostenida por partidos de auténticas
convicciones democráticas y voluntad reconciliadora, ¿qué problema podría haber
en asumir la historia global de lo ocurrido en la España del siglo XX hasta
1939 y exponer todos los hechos de modo que se comprenda por qué esta nación
llegó a un enfrentamiento civil tan cruel y duradero? ¿Qué inconveniente habría
en lamentar la muerte de todas las víctimas y en rendir honor a todos los
muertos?
En
otra carretera de la muerte, esta vez la imaginada por Federico García Lorca,
se desfiguró deliberadamente, como se pretende ahora, lo ocurrido en una
reyerta:
Ahora monta cruz de
fuego,
carretera de la muerte.
El juez con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de
serpiente.
Señores guardias
civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro
romanos
y cinco cartagineses.
El
poeta granadino murió asesinado poco antes de las sacas de Málaga, el día 18 de
agosto de 1936. Su amigo, también poeta e introductor del surrealismo en la
generación del 27, José María Hinojosa, de derechas, fue “sacado” de la prisión
de Málaga el 22 del mismo mes, pocos días después. De la muerte de Lorca se han
escrito millones de páginas. De la de su buen amigo Hinojosa, apenas unas
pocas, entre ellas las muy meritorias de Alfonso Sánchez Rodríguez.
La
izquierda española y este gobierno siguen empeñados en que se hable sólo de
Lorca, pero que el mutismo sobre Hinojosa sea total. La libertad y la decencia
exigen hablar de todo y de todos para que los ciudadanos de la democracia
tengan referencias, experiencia e inteligencia antes que invidencias u ocurrencias.
Antonio Nadal sí lo hace. Es la diferencia entre la historia de verdad y la
historieta ideológica de quien quiere desfigurar el pasado para ocultar sus
gravísimas responsabilidades.