Parir en el pueblo antes de 1970: jugarse la vida para darla
cuando aquello eran "cosas de mujeres"
Óscar Senar Canalís
Zaragoza —
8 de febrero de 2020
Presentación se sonríe al recordarlo: "En el primer
parto, estaba sola en casa; estaban todos vendimiando menos mi madre, que
estaba enferma. Puse un puchero a calentar con agua, preparé la cama y me puse
todo lo que me dijo mi madre. Cuando me venían las agarradas, pegué en el
cristal que daba a la calle, donde estaban las vecinas haciendo media, y al
verme colorada echaron a correr imaginando que estaba de parto. Entonces
llamamos al médico". Este es uno de los testimonios del audiovisual Parir
en el pueblo antes de 1970. Relato de mujeres de Lécera, un trabajo de la
periodista Elisabeth López Orduña que trata de recuperar la memoria de aquel
momento trascendental que se despachaba como "cosas de mujeres".
López Orduna ha recogido el testimonio de siete mujeres de
su pueblo, Lécera, en Zaragoza, en un proyecto que, acompañado de una charla,
está difundiendo en diversos puntos de la geografía aragonesa. "La idea
surge de la convivencia diaria con mi madre. Ella me tuvo muy mayor para la
época, con 42 años, y venía de una España en la que no tenían nada, frente a mi
generación, que hemos disfrutado de muchas oportunidades. Me llevó a pensar que
ahora, como mujer, tengo acceso a médicos, información, anticonceptivos...
Entonces se enteraban de que estaban embarazadas porque dejaban de tener la
regla, y se enfrentaban a lo desconocido".
La periodista contó con la suerte de haberse criado y vivir
en Lécera, de manera que las puertas se abrieron con facilidad cuando preguntó
por el tema: "Lo narran con autenticidad y sentido de humor, sin ningún
dramatismo, porque era lo que había". Las siete mujeres que le explicaron
sus historias coincidieron en destacar la falta de información con la que
afrontaban la gestación. "Era un tema que, por el propio pudor que
causaba, no se hablaba ni siquiera entre madres e hijas". Así, si les
faltaba la regla un mes, "¡uf!", dos meses... "¡Madre mía! Ya
hemos caído".
Era entonces cuando acudían al médico, que confirmaba lo que
ya sabían y, si no había sustos de por medio, no las volvía a ver hasta el día
del parto. Si eran primerizas, con 20 o 21 años, había más riesgo de que el
parto se atascara...". Aquello podía acabar bien, mal o muy mal: con el
feto muerto, corriendo al hospital a Zaragoza, con graves desgarros, con
episiotomías sin ningún control ni anestesia. "Como aquello ya pasó, ahora
lo cuentan con tranquilidad, pero tenía que ser tremendo", reflexiona
López Orduna. Como dice María, una de las protagonista del audiovisual:
"Hoy vivimos muy distinto, no tenemos nada que envidiar a los de la
capital".
Red de ayuda entre mujeres
El embarazo y el parto eran uno de los momentos clave en los
que se ponía de manifiesto la red de ayuda que las mujeres rurales tejían para
apoyarse mutuamente. "La nombran de forma muy sutil, pero está presente en
todos los testimonios. Vecinas, hermanas, cuñadas, suegras... Curiosamente,
quizás las madres, aunque las nombran, eran con las que la relación era más
diferente en este momento. También aparece la figura de las madres de leche, en
el caso de una de ellas, que tuvo que permanecer ingresada en Zaragoza dos
meses tras el parto".
Siempre hubo tiempos peores. La abuela de Presentación, que
tuvo doce hijos, le explicaba que paría en la cuadra, en posición vertical,
agarrándose a los palos del pesebre y preparando a sus pies un colchón mullido
de paja cubierto de una sábana limpia, por si el bebé se le caía.
Los bebés, un día, dejaron de nacer en los pueblos, salvo
aquellos impetuosos por ver la luz o los que, con connivencia administrativa,
pueden lucir en sus DNI su localidad como lugar de nacimiento, en lugar de la
ciudad en cuyo hospital en realidad llegaron al mundo. "Cuando se
generaliza la Seguridad Social, los médicos y practicantes rurales dejan de
atender partos y los derivan a los hospitales, porque existen los medios para
desplazarse y se es consciente del riesgo que supone parir en una cama sin
atención especializada", indica López Orduna.
La periodista recuerda el escalofriante dato de que en 1939
murieron 3.000 mujeres en España por causas relacionadas con el parto y 17.000
críos, frente a la tasa actual de cinco mujeres fallecidas por cada 100.000
niños nacidos vivos, uno de los índices más bajos del mundo. López Orduna
lamenta que lo que ahora es pasado aquí es todavía presente en muchos lugares
del planeta: el 99% de las muertes maternas ocurre en países en desarrollo.
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