TEMA LA
REVOLUCIÓN RUSA
EL
IMPERIO ZARISTA
Durante
el siglo XIX Rusia no se vio afectada por las revoluciones liberales que hubo
en Europa occidental, por eso a principios del siglo XX el Imperio ruso seguía
siendo una monarquía absoluta de derecho divino.
Sin
embargo, existían varios problemas políticos y económicos que empeoraron cuando
Rusia entró en la Primera Guerra Mundial. Todo lo anterior acabó provocando una
revolución en 1917 que eliminó el Imperio ruso y estableció el primer Estado
comunista de la historia.
Las
características del Imperio ruso a finales del siglo XIX y principios del XX
eran:
El
sistema político en Rusia era una monarquía absoluta de derecho divino en la
que el zar gobernaba el imperio con decretos [=leyes que proceden del poder
ejecutivo y no de un parlamento]. Sus principales apoyos eran el ejército, la
burocracia [=el conjunto de los funcionarios del Estado] y la Iglesia cristiana
ortodoxa.
Los
habitantes de Rusia eran súbditos y no ciudadanos, por eso no se les reconocían
derechos individuales. Igualmente, los partidos políticos estaban prohibidos, y
los que existían eran perseguidos.
La
economía rusa era semejante a la del Antiguo Régimen. La mayoría de la
población vivía en el campo y eran campesinos analfabetos que trabajaban las
tierras de cultivo que pertenecían a una minoría rica de terratenientes. El
feudalismo había existido en Rusia hasta mediados del siglo XIX.
En la
segunda mitad del siglo XIX el Imperio ruso empezó a industrializarse, pero
para hacerlo dependió de los capitales de bancos franceses. Solo existía
industria en Moscú, San Petersburgo y alguna otra ciudad, así pues, el
proletariado industrial y la burguesía urbana eran clases sociales muy poco numerosas.
A
principios del siglo XX el gobierno del zar Nicolás II era combatido por varios
partidos políticos ilegales. En 1898 se había fundado el Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia (POSDR), de ideología marxista, que buscaba establecer
un Estado socialista (una dictadura del proletariado). Sin embargo, pronto
comenzaron tensiones dentro del partido que entre 1903 y 1912 llevaron a su
ruptura en dos grupos distintos:
Los
mencheviques, dirigidos por Mártov, estaban en contra de la idea de la lucha
armada, y se centraban en tratar de formar un partido legal. Esperaban que una
revolución burguesa destruiría el zarismo y que, más tarde, a través de
reformas graduales, se podría alcanzar un Estado marxista o socialista.
Los
bolcheviques, dirigidos por Lenin, eran partidarios de una revolución inmediata
para eliminar el poder del zar y establecer un Estado socialista. Para lograr
esta revolución social defendían la alianza de los obreros industriales con los
campesinos sin tierras.
En 1904
el Imperio Ruso entró en guerra con el Imperio japonés por la región de
Manchuria, al norte de China. En 1905 Rusia fue derrotada y su gobierno perdió
prestigio ante la población, lo que dio origen a una serie de protestas
ciudadanas y de huelgas obreras. En la capital, San Petersburgo, obreros y
soldados formaron un consejo o asamblea revolucionaria, llamada en ruso sóviet.
Finalmente, la Revolución de 1905 fue aplastada por el gobierno zarista, aunque
se consiguió que el zar aceptara la creación de un parlamento llamado en ruso
la Duma.
LA
REVOLUCIÓN DE FEBRERO
En 1914
el Imperio ruso entró en la Primera Guerra Mundial. La participación de Rusia
en el conflicto causaría una revolución, pues los efectos de la contienda
mundial en Rusia fueron:
Primero,
derrotas militares.
Al
mismo tiempo, descenso de la producción agrícola al faltar campesinos, que
ahora estaban en el ejército, lo que produjo la aparición del hambre, que
afectó sobre todo a los obreros de las ciudades.
Por
último, quejas de los soldados rusos porque no tenían bastante comida o equipo
militar (uniformes, municiones…).
La
causa principal de las tres situaciones anteriores era la falta de desarrollo
industrial de Rusia, pues su pequeña red de ferrocarriles no permitía el
desplazamiento rápido y seguro de tropas, alimentos o cualquier otra cosa.
En
febrero de 1917 estallaron una serie de huelgas y protestas en San Petersburgo
a causa de la escasez de alimentos. Esta rebelión se convirtió en revolución
cuando el ejército, cansado de la guerra, apoyó las protestas y el zar, al no
poder imponerse, abdicó. A continuación, los diputados de la Duma (=el
parlamento ruso) formaron un Gobierno provisional, dirigido por los
mencheviques, que inició reformas como legalizar todos los partidos políticos
para convertir a Rusia en una república democrática.
En San
Petersburgo se organizó otra vez un sóviet de obreros y soldados que funcionó
como un gobierno alternativo junto al Gobierno provisional.
LA
REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
Aunque
el Gobierno provisional aprobó medidas importantes como permitir la libertad de
expresión, acabar con la pena de muerte o liberar a miles de presos políticos,
Rusia no abandonó la Primera Guerra
Mundial
porque el Estado ruso debía cantidades enormes por los préstamos de guerra que
le habían hecho los Aliados. Además, la reforma agraria, el reparto de tierra entre
los campesinos, tardaba en realizarse. Por último, continuaba la escasez de
comida, así que mucha gente estaba descontenta con el Gobierno provisional.
Durante
el año 1917 el Partido Bolchevique consiguió controlar el Sóviet de San
Petersburgo y obtener respaldo popular gracias a propuestas muy sencillas:
“Paz,
pan y tierra”, es decir paz para los soldados, pan para los obreros, y tierra
para los campesinos.
“La
tierra para los que la trabajan”, o sea reparto de tierras inmediato.
“Todo
el poder para los sóviets”.
Finalmente,
el Partido Bolchevique organizó un golpe de Estado y tomó el poder el 25 de
octubre de 1917. Lenin, el jefe del partido, se convirtió en el dirigente de
Rusia. Lenin formó un gobierno apoyado en los sóviets y aplicó las primeras medidas
revolucionarias:
Se
expropiaron las tierras de los latifundios para repartirlas entre los
campesinos.
Las
fábricas quedaron bajo el control de los obreros.
Se
nacionalizaron la banca y los transportes.
De
todos modos, los bolcheviques lo que hicieron fue legalizar una situación que
ya existía de facto. Los campesinos ya estaban ocupando los latifundios antes
de que se legalizase y los obreros ya dirigían las fábricas mediante los
soviets.
A
continuación, el gobierno de Lenin retiró a Rusia de la Primera Guerra Mundial.
En 1918 firmó el Tratado de Brest-Litovsk con el Imperio alemán. Este acuerdo
permitió al gobierno bolchevique sacar a Rusia de una guerra impopular, pero a
cambio tuvo que dar la independencia a Finlandia, Estonia, Letonia, Ucrania y entregar
Lituania y Polonia a Alemania. De esta manera Rusia perdió prácticamente el
territorio donde vivía un tercio de su población, un tercio de sus tierras
cultivadas, y el 75% de sus zonas industriales. A los pocos meses, tras el
final de la guerra mundial, las tropas alemanas se retiraron de Lituania y
Polonia donde surgieron Estados independientes.
LA
GUERRA CIVIL RUSA (1917-1923)
La toma
del poder por los bolcheviques fue el inicio de una guerra civil. La Guerra
Civil Rusa (1917-1923) causó más daño a los rusos que la I Guerra Mundial. Se
calcula que murió en la contienda civil el doble de personas que en el
conflicto mundial, y la mayoría de las defunciones pueden atribuirse al hambre
producida por la imposibilidad de abastecer de comida las ciudades a causa de
los combates[1].
Para
vencer los bolcheviques convirtieron el Estado soviético en una dictadura de
partido único. Eliminaron uno tras otro los diferentes derechos y libertades
concedidas a los ciudadanos durante la Revolución de octubre y concentraron
todo el poder del Estado en el Partido.
Los
contrarrevolucionarios, enemigos del gobierno bolchevique, organizaron varios ejércitos
para derribarlo. Estos eran:
Ejércitos
zaristas, llamados ejércitos blancos, que buscaban restaurar la monarquía absoluta.
Milicias
socialistas y anarquistas enemigas del sistema de partido único establecido por
los bolcheviques.
Independentistas
armenios y georgianos.
El
ejército de la recién nacida República de Polonia.
Tropas
extranjeras (ingleses, franceses, norteamericanos, japoneses, checos...) mandadas
por gobiernos enemigos de los revolucionarios rusos[2].
En
cuanto comenzó el conflicto el gobierno bolchevique se trasladó de Petrogrado a
Moscú, ciudad que estaba situada en el centro del país y más alejada de los
diferentes grupos contrarrevolucionarios.
Para
ganar la guerra el gobierno soviético, dirigido por Lenin, tomó varias medidas:
Se creó
el Ejército Rojo, organizado por Trotski. Este ejército se formó volviendo a
imponer el servicio militar obligatorio, abolido justo tras la Revolución, y
usando a antiguos oficiales zaristas, controlados por comisarios políticos,
miembros del Partido Comunista que se aseguraban de su fidelidad.
El
Ejército Rojo acabó ganando la Guerra Civil Rusa porque los bolcheviques
dominaban la parte más poblada e industrializada del país y sus enemigos no
colaboraron entre sí.
Para
funcionar el ejército debía ser alimentado, armado y pertrechado (uniformes, vehículos…)
por ello se estableció un nuevo modelo económico: el “comunismo de guerra”, que
duró de 1918 a 1921. Para asegurar la producción se prohibieron las huelgas, se
estableció la requisa[3]
de productos agrícolas, se pusieron las empresas con más de cinco empleados
bajo el control del gobierno, se estableció el racionamiento.
Otro
elemento que explica la victoria de los bolcheviques en el conflicto civil fue
la creación de la Cheka (la policía política), que se encargó de perseguir a
todos sus oponentes políticos (encarcelamientos, torturas, ejecuciones…). Un
ejemplo de su actuación es lo que pasó a la antigua familia real. Por miedo a
que el zar se uniese al Ejército Blanco, Lenin ordenó en julio de 1918 el
asesinato del zar Nicolás II y su familia.
En 1918
el Partido Bolchevique adoptó el nombre de Partido Comunista Ruso. A partir de ahí
comenzó la confusión entre el comunismo tal como lo entendía Marx y el
comunismo ruso que se correspondería con la dictadura del proletariado según
las teorías de Marx.
En 1921
se produjo una rebelión en la base naval de Kronstadt. La insurrección se debió
al hartazgo de la población por el “comunismo de guerra” y la represión de la
Cheka en un momento en que los revolucionarios estaban ganando la guerra civil.
Los sublevados estaban a favor de la Revolución, pero querían que esta fuera
más democrática, que los comunistas (antiguos bolcheviques) permitieran la
existencia de otros partidos y se permitiera la libertad de expresión.
Aunque
la rebelión fue aplastada el gobierno comunista decidió acabar con el
“comunismo de guerra”. Se estableció una Nueva Política Económica (NEP), que
permitió la aparición de pequeñas empresas privadas y de un mercado libre para
sus productos, mientas que el Estado seguía controlando el comercio exterior,
los bancos y las grandes industrias. La NEP duró desde 1921 a 1928. Gracias a
ella se recuperaron los niveles de producción y consumo anteriores a la guerra
mundial.
LA
CREACIÓN DE LA URSS
En 1922
se creó la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) o Unión Soviética.
Era un Estado formado por los territorios del antiguo Imperio ruso que
controlaban los bolcheviques. Junto a Rusia y Bielorrusia estaban las
repúblicas del Cáucaso (Transcaucasia). Según iba avanzando la guerra civil y
se conquistaban nuevos territorios la URSS se fue ampliando con la
incorporación de nuevas repúblicas. En teoría era un Estado federal con amplia autonomía
política y cultural para cada una de las repúblicas que lo formaban, pero en
realidad el gobierno estaba centralizado en Moscú donde se situaba la dirección
del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética.
La
Unión Soviética tenía un sistema político de partido único, pues el resto de
los partidos estaban prohibidos. Existía un parlamento, el Sóviet Supremo, que
supuestamente representaba a todos los sóviets del país, pero durante la guerra
civil los sóviets habían perdido su carácter democrático y habían caído bajo el
control del Partido Comunista.
En 1924
se promulgó la constitución de la URSS basada en principios marxistas. Las
ideas de Marx sobre la dictadura del proletariado fueron puestas en práctica a
través de un sistema en el que los intereses de los obreros estaban
representados por un único partido político: el Partido Comunista de la Unión
Soviética. Sin embargo, los derechos recogidos en ese documento no fueron
aplicados en muchos casos porque el Partido ejercía una dictadura en la que
concentraba todo el poder.
La URSS
se convirtió en un estado totalitario. El poder lo ejercía el Partido Comunista
que, en teoría, era el representante de los obreros, la mayor parte de la
población. El Partido controlaba a los sóviets, que dirigían todas las
instituciones del Estado. Bajo este sistema comunista, el Estado también
controlaba los medios de producción, como fábricas y fuentes de energía, así
como el comercio y las finanzas. El Estado controlaba no solo la economía de
todo el país sino las vidas de los individuos a través de una policía política
(la Cheka). Para asegurar la fidelidad de toda la población se estableció un
sistema de campos de trabajo a los que eran enviados todos los enemigos
políticos.
En
1924, cuando murió Lenin, la U.R.S.S. era un Estado sólido, con un gobierno respaldado
por un ejército poderoso (el Ejército Rojo) y sin oposición en el interior del
país.
LA
LUCHA POR EL PODER DENTRO DEL PARTIDO COMUNISTA
Tras la
muerte de Lenin en 1924 estalló una lucha de poder dentro del PCUS (Partido Comunista
de la Unión Soviética) para ver quien lo sucedería como jefe del Partido y
gobernante de la U.R.S.S. Los dos políticos mejor situados eran Stalin y
Trotski.
Stalin
era Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, el nuevo
nombre del antiguo Partido Bolchevique, y Trotski había sido el organizador el
Ejército Rojo vencedor de la Guerra Civil Rusa.
La
lucha por el poder dentro del P.C.U.S. no era una confrontación democrática,
sino un enfrentamiento entre individuos poderosos. Pero los debates trataron
sobre asuntos como si la NEP debía mantenerse o eliminarse. Stalin consiguió
hacerse finalmente con el poder en 1929 al tiempo que Trotski abandonaba la
U.R.S.S.
Stalin
venció manipulando a sus adversarios al hacer que se enfrentaran entre sí. Su
otra estrategia fue nombrar para puestos importantes dentro del PCUS a gente
cuyo único mérito era serle fiel. El exilio de Trotski acabó llevándolo a
México donde en 1940 fue asesinado por un agente de Stalin.
EL
ESTALINISMO (1929-1953)
Stalin
gobernó la URSS desde 1929 hasta su muerte en 1953. Bajo su gobierno se consolidó
el Estado soviético y éste se convirtió en un régimen totalitario.
Stalin
se apoderó de todos los poderes del Estado. Sus dos principales herramientas
para controlar a los habitantes de la U.R.S.S. fueron: el Ejército Rojo, que
usó tanto contra sus oponentes políticos como contra el conjunto de la
población, y la Cheka, la policía política. Las personas que criticaban o se
oponían al régimen de Stalin eran ejecutadas o enviadas a campos de trabajo en
Siberia (Rusia asiática).
El
sistema que incluía a todos los campos de prisioneros en la U.R.S.S. se llamaba
Gulag. El Gulag fue el organismo del gobierno de la URSS que administraba el
sistema de campos de trabajo forzado.
Durante
el gobierno de Stalin (1929-1953) más de catorce millones de personas pasaron por
el Gulag, de las cuales más de un millón murieron entre 1934 y 1953, a causa de
la dureza de los trabajos forzados, la mala alimentación y otras causas, aunque
la finalidad del Gulag no era matar a sus prisioneros, sino aterrorizar a
cualquiera que no estuviera a gusto en aquel régimen y usar la mano de obra
prisionera para realizar infraestructuras (carreteras, presas, minas…).
En el
Gulag acabaron tanto criminales comunes como enemigos políticos, por ello igual
que entraban nuevos prisioneros otros eran liberados. Por ejemplo, en 1939
había 1.300.000 prisioneros de los que fueron liberados 300.000, en 1952 había
1.700.000 y se liberó a 500.000.
Stalin
intentó convertir a la URSS de forma rápida en una gran potencia industrial. Consideraba
que era necesario industrializar el país cuanto antes para desarrollar una
industria de guerra fuerte por si el país era atacado. La finalidad era
conseguir que la producción industrial soviética alcanzase en cantidad y
calidad a la de países como Alemania, Francia o Gran Bretaña. Para ello anuló
la NEP y prohibió la propiedad privada de todos los medios de producción; las
tierras, las fábricas, las minas y los transportes se convirtieron propiedad
del Estado.
Para realizar
su proyecto industrializador Stalin necesitaba asegurar un abastecimiento de alimentos
y materias primas para los obreros y las fábricas. Por tanto, la agricultura
fue subordinada a la industria.
Tras el
triunfo de la Revolución rusa los labriegos se habían repartido las fincas de
los latifundistas. Ahora el gobierno de Stalin pasó a colectivizar las tierras
agrícolas, es decir el gobierno arrebató sus tierras a los campesinos
propietarios y los obligó a trabajarlas formando parte de granjas colectivas,
llamadas koljoses, o de granjas que eran controladas por el Estado, llamadas
sovjoses. Los sovjoses eran explotaciones agrarias concebidas como empresas, en
las que tanto su director como sus planes de trabajo los ponía el Estado que
también era el dueño de los medios de producción (tierra, animales,
maquinaria…), siendo los labriegos los “obreros” de la empresa, y sus medios de
producción las tierras, herramientas de labor y animales que antes pertenecían
a los campesinos.
La mayoría
de los campesinos propietarios de tierras se resistieron al proceso de colectivización
y el gobierno soviético usó la fuerza para lograr sus fines. En los años 1932 y
1933 coincidieron malas cosechas con campesinos que escondían una parte de lo
recolectado, otros agricultores que mataban a sus animales o destruían
maquinaria para no entregarla al gobierno. A ello respondieron las autoridades
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con ejecuciones sumarias,
encarcelamientos en masa, deportaciones a los campos de concentración de
Siberia, y con la requisa de la mayor parte de las cosechas para alimentar a la
población urbana, sobre todo a los obreros industriales. Todos estos factores
provocaron una hambruna que mató a más de cinco millones de personas, sobre
todo en Ucrania, donde el Holodomor o Golodomor (“la muerte por hambre”) se ve
hoy como una tragedia nacional.
El
proceso de colectivización se produjo al mismo tiempo que la industrialización
de la URSS. El modelo económico soviético era el de economía planificada, en el
cual el Estado decidía qué producir y cómo distribuirlo. Para acelerar el
crecimiento industrial Stalin estableció varios planes quinquenales (por cinco
años). Se establecían los niveles de producción que se debían lograr tras cada
plan, es decir número de tractores o camiones, toneladas de acero o de trigo
producidos, los kilómetros de carretera construidos. El cumplimiento de los
planes quinquenales se aseguró mediante un sistema de premios y castigos. Para
potenciar el crecimiento industrial se crearon grandes complejos estatales
metalúrgicos, químicos y de armamento donde se concentraba la mano de obra y la
maquinaria; y la banca y los demás servicios se mantuvieron nacionalizados.
Los
planes quinquenales de Stalin fueron un éxito y en una década la URSS se
convirtió en un país industrializado como cualquiera de Europa occidental. Sin
embargo, la industrialización se centró en la industria pesada (maquinaria
agrícola, vehículos, barcos, armamento…) y hubo muy poco desarrollo de la
industria ligera o de consumo, por ello el nivel de vida de los ciudadanos
soviéticos era muy bajo debido a la falta de productos de consumo básicos. A lo
anterior ha de añadirse la escasa producción agrícola causada por el proceso de
colectivización. Sin embargo, la imagen exterior de la URSS en los años treinta
fue muy positiva, pues mientras las democracias occidentales sufrían el paro y
la pobreza causados por la Gran Depresión, la Unión Soviética, aparentemente,
era un país donde la producción económica crecía, así como el nivel de vida de
la población.
En
teoría, la Unión Soviética era una sociedad comunista, es decir sin clases, sin
diferencias sociales, igualitaria. Sin embargo, había enormes diferencias
sociales entre la élite gobernante, los miembros del Partido Comunista, que
tenía acceso a todo tipo de productos de consumo, y el resto de la población,
que sufría escasez de comida y otros productos básicos.
A pesar
de lo anterior, hubo un intento desde el principio de conseguir una sociedad
mejor. El gobierno bolchevique estableció un sistema de enseñanza que elevó el
nivel cultural de la población y mejoró la asistencia sanitaria para el
conjunto de la población. Además, durante la Revolución rusa las mujeres
consiguieron igualdad de derechos, nuevas leyes como la del divorcio, y muchas
formaron parte del Partido Bolchevique, incluso ministras. Cuando llegó al poder
Stalin restringió los derechos y libertades de las mujeres, suprimiendo las
medidas progresistas que se habían adoptado durante las primeras etapas de la
Revolución. La razón de lo anterior era el hundimiento demográfico que se había
producido en Rusia a causa de la I Guerra Mundial, la guerra civil y la
política de colectivización, que habían costado casi veinte millones de
muertos. Stalin fomentó que las mujeres se casaran, se quedaran en casa y tuvieran
hijos. Además, se recompensaba a las parejas si formaban familias numerosas y
se hizo más difícil conseguir el divorcio. Esa política natalista buscaba
aumentar la mano de obra disponible para la economía y el ejército soviéticos.
La Gran
Purga (1936-1938)
Tras
hacerse con el poder absoluto dentro del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética)
Stalin gobernó el país de forma absoluta llevando adelante su política de colectivización
y de planes quinquenales.
En los años treinta Stalin debió enfrentarse a
una variada oposición que provenía tanto de dentro como de fuera del Partido
Comunista. Por una parte, los bolcheviques veteranos que habían participado en
la Revolución de octubre, la Guerra Civil Rusa y el gobierno de Lenin consideraban
que la dictadura dentro del Partido, pensada para el tiempo de guerra, debía
dar paso a una democracia interna. Por otro lado, la clase obrera soviética, en
constante crecimiento a causa de la industrialización, se mostraba disgustada
del alto nivel de vida que disfrutaba la élite del Partido comparándola con sus
privaciones.
Tradicionalmente el Partido bolchevique, y
luego el Comunista, habían respondido a las luchas internas con purgas, es
decir con expulsiones del Partido; así en 1933 fueron echadas del Partido
400.000 personas. Pero Stalin actuó de un modo nuevo; entre 1936 y 1938 cientos
de miles de personas fueron purgadas en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, aunque entonces la purga ya no se limitó a la expulsión del
Partido, sino que iba unida al arresto, a condenas de prisión o a ejecuciones.
Además, la Gran Purga, como se le llamó, afectó a toda la sociedad soviética
incluyendo campesinos, intelectuales o mandos del Ejército Rojo.
En los archivos de la Policía política
soviética para los años 1937 y 1938 se registraron 681.692 ejecutados, una
media de 1.000 ejecuciones al día. Pero algunos estudiosos aumentan la cifra
hasta 1.200.00 muertos incluyendo a los que perecieron en los campos de
concentración (GULAG).
Además de todas las víctimas anónimas Stalin
organizó unos juicios públicos en Moscú en el periodo 1936-1938 en los cuales
se juzgó y condenó a muchos antiguos dirigentes bolcheviques. Estos, al igual
que otros cientos de miles de detenidos, fueron acusados de conspirar para
asesinar a Stalin, destruir la U.R.S.S. y restaurar el capitalismo en Rusia. Lo
sorprendente es que la inmensa mayoría de los falsamente acusados confesó sus
“crímenes”, pero esto fue porque se les obligó mediante torturas y amenazas a
sus familias.
La consecuencia de la Gran Purga fue la
desaparición, encarcelados o ejecutados, de casi todos los antiguos
bolcheviques que habían tenido un papel importante en la Revolución de octubre
o en el gobierno de Lenin, y por ello Stalin pudo controlar totalmente el
Partido Comunista de la Unión Soviética, mientras el resto de la sociedad lo
obedecía aterrorizada.
Stalin no sólo hizo matar físicamente a
quienes consideraba sus enemigos, sino que también intentó hacer desaparecer o
amañar la documentación que aludía a ellos para reescribir la Historia. El
ejemplo más conocido son los trucajes de fotos: cuando alguien perdía su poder dentro
del Partido Comunista de la Unión Soviética y acababa purgado también solía desaparecer
de las fotos en las que aparecía con los demás miembros del Partido.
[1] Menos de dos
millones de rusos murieron durante la Primera Guerra Mundial. En cambio,
durante la Guerra Civil Rusa murieron al menos siete millones de personas, hubo
como mínimo un millón de exiliados y se calcula que siete millones de niños
fueron abandonados.
[2] Los gobiernos de
Europa occidental consideraron al gobierno bolchevique su enemigo desde el
principio.
La propaganda de los comunistas rusos
hablaba de extender la revolución a todo el mundo y en 1919 crearon la
Internacional Comunista (Komintern) que pretendía coordinar a todos los
partidos comunistas.
El mismo año se produjo el
levantamiento espartaquista en Alemania que buscaba establecer un gobierno
soviético, aunque fue derrotado, y se estableció una república soviética en
Hungría que duró unos meses.
La victoria del Ejército polaco sobre
el Ejército Rojo impidió que la revolución soviética se extendiera por el resto
de Europa, y los gobiernos occidentales aislaron diplomáticamente a la URSS
estableciendo un “cordón sanitario”.
[3] Una requisa es una
expropiación forzosa que realiza un gobierno, sobre todo de alimentos y otros
bienes básicos.
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