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¿Cuál es el continente más peligroso?
MOISÉS NAÍM
18 MAY 2013
Como escribió León Tolstoi, las familias felices se parecen,
pero las infelices lo son cada una a su manera. Además, mientras que hay
familias cuya infelicidad solo les afecta a ellas, otras propagan sus
problemas. Las vicisitudes de la atribulada familia Tsarnaev, por ejemplo, se
desperdigaron por todo Boston. Los dos hijos, Tamerlán y Dzhokhar, decidieron
que la mejor forma de canalizar su infelicidad era asesinando a inocentes en el
maratón de Boston. Su manera de ser infelices hizo muy infelices a centenares
de otras familias.
A los continentes les pasa lo mismo. Hay algunos, como
África o América Latina, cuyas tragedias las sufren, principalmente, ellos
mismos. Claro, la emigración masiva de africanos a Europa o de latinoamericanos
a EE UU es un ejemplo de cómo los problemas de un continente tocan a otro. Pero
este contagio es menor que el que tuvo la crisis económica de Estados Unidos,
por ejemplo. Millones de personas en todas partes, pero sobre todo en Europa,
aún están pagando las consecuencias de este terremoto financiero.
El punto es que hay continentes que son más “sistémicos” que
otros, es decir, regiones cuyos problemas afectan a todos los que vivimos en
este planeta, sin importar cuán alejados de ellos estemos. La pregunta,
entonces, es: ¿cuál de los cinco continentes va a irradiar más infelicidad en
el futuro?
Una manera de contestar es pensando en cuáles son las
amenazas que viajan más fácilmente, y frente a las que no hay frontera,
fortificación o política pública que nos pueda proteger. Ya sabemos que las
crisis financieras pertenecen a esta categoría. Si China por ejemplo llegase a
sufrir un crash como el de EE UU, no hay rincón del mundo que pueda evitar las
consecuencias. Y si el joven tirano de Corea del Norte decide seguir jugando a
la guerra nuclear, pues tampoco.
Mi candidato al premio al continente que más amenaza el
mundo es Asia. Esto puede sorprender a quienes ven en el milagro económico
asiático una fuente de estabilidad y prosperidad globales. O a quienes piensan
que en Oriente Próximo están dadas las condiciones para una prolongada y
creciente ola de conflictos armados, radicalización religiosa y terrorismo que,
como sabemos, no se queda allí. Todo esto es cierto.
Pero me temo que los problemas que nos llegarán de Asia
serán aún más complicados, por más que sus gigantescas economías sigan creciendo.
En mi opinión, en estos tiempos, las principales amenazas
para la humanidad son: 1) el cambio climático; 2) la proliferación nuclear; 3)
el brote de una enfermedad sin cura conocida y que se extienda de un país a
otro y de un continente a otro cobrándose millones de víctimas; 4) las crisis
económicas globales y, por supuesto, 5) un conflicto armado entre dos o más
potencias militares, como China e India, por ejemplo. Claro que hay otras
amenazas: el terrorismo, la creciente escasez de agua, los Gobiernos
criminalizados, el desempleo estructural o la proliferación de Estados
fallidos. Pero ninguna de ellas tendría las enormes consecuencias que tienen
las cinco de mi lista.
Y Asia es el continente que tiene más países con el
potencial de crear y esparcir estos cinco problemas. El énfasis en el
extraordinario y muy bienvenido éxito económico de los tigres asiáticos opaca
el hecho de que esa región también alberga las principales amenazas a la
estabilidad mundial.
Según el Banco Asiático de Desarrollo, Asia va camino de
duplicar su consumo de petróleo, triplicar el de gas natural y aumentar en 81%
el uso de carbón altamente contaminante. Esto duplicaría sus emisiones de
dióxido de carbono (CO2 ) en 2035. Asia estaría así emitiendo, por sí sola, el
total del volumen de CO2 que los expertos calculan es el nivel máximo que
debería producir el planeta en su conjunto.
Asia es también el continente donde más proliferan las armas
nucleares. No solo tienen la bomba países de alto riesgo, como Corea del Norte
y Pakistán, sino que además son Gobiernos que han estado muy dispuestos a
venderle su tecnología nuclear al mejor postor.
Varios de los conflictos armados más prolongados del planeta
están en Asia. De Afganistán a Sri Lanka y de Cachemira a las interminables insurgencias
armadas en Indonesia y Filipinas, las guerras son comunes. Allí están las
fronteras más explosivas del mundo: China e India, Pakistán e India y entre las
dos Coreas.
La pandemia de gripe aviar se originó en Asia. Si bien no
produjo tantas víctimas mortales como se temía, alertó al mundo sobre el
potencial de ese continente para propagar rápidamente sus enfermedades a otras
partes.
¿Son inevitables estos accidentes y problemas originados en
Asia? Claro que no. Pero son mucho más importantes y urgentes que otros que
atraen mas frecuentemente la atención del mundo.
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