Estas son las ventajas geográficas que
favorecen a Estados Unidos. Consideremos ahora nuestras ventajas políticas, que
empiezan por el hecho de que nuestro Gobierno lleva siendo ininterrumpidamente
una democracia durante los 230 años de existencia del país. Por el contrario,
China ha tenido ininterrumpidamente gobiernos dictatoriales no democráticos
durante sus 2.240 años de existencia.
¿Cuáles son las ventajas reales de la
democracia o al menos sus ventajas potenciales? (Insisto en lo de “potenciales”
porque, como veremos, nuestro gobierno es supuestamente democrático, pero está
desaprovechando alguna de estas ventajas alejándose de la democracia real). Hoy
en día, es cada vez más fácil sentirse desilusionado con el sistema democrático
y hay estadounidenses que a veces envidian la dictadura china por su capacidad
para tomar decisiones e implementar buenas políticas de forma ágil. No hay duda
de que la toma de decisiones y la implementación de medidas requiere más tiempo
en un sistema democrático que en uno dictatorial, porque la esencia de la
democracia está precisamente en la consulta, la búsqueda de equilibrios y la
toma de decisiones con amplios consensos (de ahí que sus procesos lleven tiempo).
Por ejemplo, en China, la adopción de la gasolina sin plomo se produjo tan solo
en un año, mientras que en Estados Unidos conllevó toda una década de debates y
recursos judiciales. Envidiamos a China porque nos supera en la construcción de
redes de transporte ferroviario de alta velocidad, sistemas de metro urbano y
transmisión de energía a larga distancia. Por otro lado, los escépticos de la
democracia también pueden señalar ejemplos de líderes terriblemente dañinos que
llegaron al poder por medio de elecciones democráticas.
Todas estas desventajas de la democracia
son reales. Sin embargo, las dictaduras acusan una desventaja mucho peor, a
menudo fatal. Nadie, en los 5.400 años de historia de los gobiernos
centralizados en cualquier continente, ha encontrado una forma de asegurar que
esas políticas que las dictaduras permiten poner en práctica con una velocidad
envidiable sean en su mayoría buenas políticas. Sólo hay que pensar en la serie
de políticas terriblemente autodestructivas que China llegó a implementar con
gran rapidez y cuyas consecuencias no tienen paralelismos en ninguna de las
grandes democracias del primer mundo.
Entre esas políticas autodestructivas
chinas se encuentran las que terminaron provocando una hambruna a gran escala
entre 1958 y 1962 que produjo decenas de millones de muertos, la paralización
del sistema educativo, el envío de los profesores a los campos para que
trabajaran junto a los campesinos y, por último, los mayores niveles de
contaminación del aire del mundo. Si en Estados Unidos la contaminación del
aire llegara a alcanzar la mitad del nivel al que a menudo se llega hoy en muchas
grandes ciudades chinas, los votantes indignarían echarían al gobierno en las
siguientes elecciones. Pensemos también en las políticas aún más
autodestructivas que los gobiernos dictatoriales de Alemania y Japón mantuvieron
en la década de 1930 aun sin contar con un amplio consenso y que acabaron
metiendo a estos países en una guerra que ocasionó la muerte a millones de sus
ciudadanos (y eso sin mencionar a los más de 20 millones de víctimas que eran
ciudadanos de otros países). Por eso Winston Churchill dijo en broma, respondiéndole
a alguien que expresaba las habituales protestas por las desventajas de la
democracia, que la democracia es sin duda la peor forma de gobierno, exceptuando
todas las demás formas de gobierno alternativas que se han ensayado en un
momento u otro de la historia.
Las ventajas que tiene el sistema
democrático de gobierno son numerosas. En una democracia, los ciudadanos pueden
someter a debate prácticamente cualquier idea, incluso si en un principio esta
es anatema para el Gobierno en el poder. El debate y la protesta pueden
terminar revelando que dicha idea era la mejor política, mientras que en una
dictadura nunca se sometería a debate y sus virtudes no se aceptarían jamás. El
principal ejemplo de ello que nos ofrece la historia reciente de Estados
Unidos, por la tenacidad con la que nuestro gobierno se empeñó en mantener una
política que se reveló errónea, y por el vigor que adquirieron las protestas
contra ella, fue la decisión final que adoptó el gobierno de poner fin a la
guerra de Vietnam. Por el contrario, los alemanes de 1941 no tuvieron
oportunidad de debatir la locura que suponía la decisión de Hitler de invadir
la Unión Soviética y declarar después la guerra a Estados Unidos estando ya en
guerra contra el Reino Unido.
Otra de las ventajas fundamentales de la
democracia es que los ciudadanos saben que sus ideas están siendo escuchadas y
debatidas. Incluso si estas ideas no se adoptan de forma inmediata, saben que
tendrán otras oportunidades de hacerlas prevalecer en elecciones futuras. En
ausencia de democracia, hay más probabilidades de que los ciudadanos
desarrollen una sensación de frustración y concluyan acertadamente que su única
opción es recurrir a la violencia o incluso tratar de derrocar al gobierno.
Saber que existen espacios pacíficos para la libre expresión reduce el riesgo
de que estalle la violencia civil. Un amigo mío, cínico pero políticamente
sagaz, me dijo una vez: “Lo que cuenta en una democracia es la apariencia de
democracia”. Con ello, mi amigo quería decir que la apariencia de la existencia
de la democracia puede ser suficiente para disuadir a los ciudadanos del
recurso a la violencia, aun cuando (como es el caso en Estados Unidos
actualmente) en realidad la democracia está siendo pervertida de forma menos
visible.
Otra ventaja fundamental de la democracia
es que la negociación, la búsqueda de acuerdos y la capacidad de ceder son
clave para su funcionamiento. La necesidad de llegar a acuerdos minimiza la
posibilidad de que quienes ostentan el poder mantengan comportamientos
tiránicos, mientras que en ausencia de esa necesidad podrían ignorar los puntos
de vista contrarios a los suyos. Y viceversa, esa búsqueda de acuerdos también
supone que una minoría frustrada consienta en no paralizar al gobierno.
Otra ventaja fundamental es que, en las
democracias modernas en las que existe el sufragio universal, todos los
ciudadanos pueden votar. Por tanto, el gobierno en el poder tiene incentivos
para invertir en todos los ciudadanos, que así obtienen oportunidades para
desarrollar su productividad, en lugar de que dichas oportunidades se le
brinden únicamente a una pequeña élite dictatorial.
Además de estas ventajas generales de la
democracia, Estados Unidos cuenta también con otras que derivan de la forma
específica que adquiere su democracia, a saber, el gobierno federal. En un
sistema federal hay funciones importantes del gobierno que están reservadas a
las unidades democráticas regionales y que no son prerrogativa de un gobierno
nacional centralizado. La versión estadounidense del sistema federal tiene cincuenta
estados, lo que, en la práctica, a menudo significa que existen cincuenta
formas simultáneas de probar soluciones distintas para el mismo problema común
y, de esta forma, puede comprobarse qué solución funciona mejor. Por ejemplo,
algunos estados estadounidenses permiten (Oregón) y otros prohíben (Alabama) el
suicidio asistido, y unos imponen impuestos estatales altos (California) y
otros bajos (Montana). Otro ejemplo: durante mi infancia en Massachusetts, en
el noreste de Estados Unidos, el primer californiano que conocí me contó que
California era el único estado que había adoptado una ley que permitía que los
coches giraran, después de hacer una parada completa en un cruce, a la derecha
estando el semáforo en rojo. En Estados Unidos, las normas de circulación son
prerrogativa de cada uno de los estados, no del gobierno nacional. A mis
conciudadanos de Massachusetts de principios de los años sesenta, y a los
ciudadanos de los demás estados de Estados Unidos, les parecía una idea
tremendamente peligrosa que sólo se les podía ocurrir a aquellos tarados
californianos. Pero cuando California hizo aquel experimento y resultó ser
seguro, otros estados aprendieron de California y todos terminaron adoptando la
misma legislación.
Se podría aducir que el hecho de que está
permitido o prohibido girar a la derecha en un semáforo en rojo después de
haber detenido el coche por completo tampoco es algo tan importante como para
convencernos de las ventajas de nuestro sistema federal. Un experimento
reciente de mayor envergadura tuvo lugar en el estado de Kansas, cuando el
gobernador Brownback sostuvo que era más importante para el bienestar de sus
ciudadanos reducir los impuestos estatales que contar con un sistema bien
financiado de educación pública. Así, a partir de 2012, impulsó una reducción
de los ingresos fiscales estatales que obligó a realizar drásticos recortes en
la educación pública. Los demás estados observaron el resultado del experimento
con interés. Para 2017, los resultados de Kansas habían convencido incluso a
los propios legisladores del partido político de Brownback de que los recortes
en la educación pública no son una buena idea, de modo que votaron a favor de
volver a aumentar los impuestos estatales. La cuestión es que la existencia de
nuestro sistema federal permitió que esta idea la probara por su cuenta un solo
estado y que los cuarenta y nueve estados restantes aprendieran de la
experiencia.
Estas son algunas de las grandes ventajas
que ofrece la democracia y de las que Estados Unidos disfruta y China no. Es la
ausencia de estas ventajas lo que constituye, en mi opinión, la desventaja
crucial que, por sí sola, impedirá que China llegue alguna vez a alcanzar el
nivel de renta media per cápita de Estados Unidos…, siempre y cuando Estados
Unidos siga siendo un país democrático y China siga siendo un país no
democrático. Esto me recuerda que debo hacer hincapié en la siguiente idea: un
país que se dice democrático pierde todas estas ventajas cuando su sistema
democrático sufre graves infracciones; a continuación hablaremos más sobre esto.
También reconozco que la democracia no es necesariamente la mejor opción para
todos los países; es difícil que prevalezca en países que no cuentan con los
requisitos previos de tener un electorado alfabetizado y una identidad nacional
ampliamente aceptada.
Mencionaré brevemente otras dos ventajas
políticos que Estados Unidos tiene a su favor, más allá de su gobierno
democrático. Durante toda nuestra historia, en Estados Unidos las Fuerzas
Armadas han estado bajo control civil. No ha sido así en el caso de China ni de
la mayoría de los países de América Latina y tampoco lo fue (con consecuencias
desastrosas) en el caso de Japón durante el período comprendido entre los años
1930 y 1945. La corrupción en Estados Unidos es relativamente baja en
comparación con los niveles mundiales, aunque a ese respecto está por detrás de
Dinamarca, Singapur y otra veintena de países. La corrupción es algo malo tanto
para un país como para una empresa, porque las decisiones se ven condicionadas
por el beneficio propio de los políticos o de los empresarios corruptos,
independientemente de que se trate de decisiones perjudiciales para el país o
para la empresa en su conjunto. La corrupción también perjudica a las empresas
porque significa que no pueden contar con el cumplimiento de los contratos. Esa
es otra grandísima desventaja de China, que tiene unos niveles manifiestamente
altos de corrupción. Mientras tanto, en Estados Unidos existe un alto nivel de
corrupción encubierta, porque tanto Wall Street como otras entidades e
individuos ricos influyen en la política y en las acciones del gobierno por
medio de los lobbies y de las
contribuciones económicas a la financiación de campañas electorales. Aunque en
Estados Unidos estas contribuciones son legales, las consecuencias que produce
son similares a las de la corrupción ilegal. Es decir, los legisladores o los
funcionarios terminan adoptando políticas o acciones que son perjudiciales para
el bien público, pero beneficiosas para el donante y, en ocasiones, también
para los propios legisladores o los funcionarios.
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