Durante casi todo el siglo XIX los obreros industriales europeos tuvieron prohibido por sus gobiernos organizarse en sindicatos. En cambio, la mayoría de los estados europeos permitieron pronto las mutuas obreras.
Una mutua o mutualidad era una asociación a la que sus miembros financiaban con una cuota que pagaban regularmente. Durante la mayor parte del siglo XIX los obreros industriales o proletarios carecían de cualquier ley que los protegiese contra casos de accidente laboral, enfermedad o despido. Básicamente, si no trabajabas no cobrabas. Para protegerse contra esas situaciones, los obreros de una fábrica o de un lugar pagaban una cuota fija para poder cobrar una cantidad cuando no pudieran trabajar.
Al contrario que los sindicatos, las mutulidades eran asociaciones que no planteaban reclamaciones de cambio al gobierno ni a los dueños de las empresas, por ello fueron pronto legalizadas.
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