martes, 18 de septiembre de 2012

Roman Soldier versus Parthian Warrior. Carrhae to Nisibis, 53 BC-AD 217

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Este legionario, un veterano de la Legio V Alaudae, ha servido bajo Marco Antonio desde los Idus de Marzo, en el 44 a. C. Sólo ha experimentado la victoria en campaña antes, pero ahora se encuentra cogido en una retirada desesperada del fallido asedio de fraaspa a través de las altas montañas de Armenia en el año 36 a. C. En la lucha para mantener al enemigo parto siempre elusivo a raya, se planta para lanzar su arma ofensiva primaria, el pilum (jabalina).




Armas, vestido y equipo

Con alrededor de dos metros de longitud,, consistiendo en una espiga de hierro de unos siete milímetros de diámetro y sesenta centímetros de longitud con una punta piramidal, el pilum (1) tenía un alcance efectivo máximo de treinta metros cuando era lanzado. También podía guardarse para el combate cuerpo a cuerpo, pero el arma preferida del legionario cuando se acercaba al enemigo era su espada, el gladius (2), un arma recta y de doble filo que servía para pinchar y tajar con una medida aproximada de sesenta centímetros de largo y colgada de una vaina de su cintura en la cadera derecha. En caso de emergencias, un legionario también mantenía una daga, el pugio (3), de 18 a 28 centímetros de largo y cinco centímetros o más de ancho, colgado de una vaina de su cinturón en la cadera derecha.

 

Para su protección personal, cada legionario llevaba un gran escudo oval, el scutum (4). Estaba compuesto de planchas pegadas juntas antes que con el moderno plywood, rodeado por un borde de hierro que podía aguantar golpes en su filo, y con un umbo de hierro atravesándolo todo a lo largo, más ancho en el medio, que podía usarse ofensivamente para golpear a un oponente. El emblema de la Legio V era un elefante, pero su cognomen, Alaudae, derivaba de sus orígenes en la Guerra de las Galias de César. Este legionario usa un casco de estilo Montefortino. La cimera de crin de caballo alzándose del casco señalaba a una subunidad en concreto, y podía ser negra, blanca o roja. Un equipo estándar para los legionarios romanos de la república tardía era la cota de malla (6), usada sobre una simple túnica. Estos –y las botas abiertas con clavos o caligae (7)- suministra poca protección contra los elementos mientras la estación proseguía hacia el invierno y la escalada de las montañas llegó a ser más ardua; morirían muchos más legionarios de enfermedad e inanición starvation que de la acción enemiga durante la retirada.




Arquero a caballo parto

Reflejando la base más descentralizada de su cultura, no había uniformidad en el ejército parto, cada guerrero cabalgaba a la refriega vestido lo mejor que podía según sus posición y medios lo permitían. Sin embargo, podemos reconstruir con alguna confianza un ejemplo típico de la hueste parta que derrotó la invasión romana del año 36 a. C. Este hombre está steering su caballo lejos de su enemigo a pleno galope mientras simultáneamente se vuelve en la silla y dispara hacia atrás sobre sus cuartos traseros-grupa –el legendario tiro parto, del cual se deriva…









Punto de vista romano. Todo lo que la mayoría de los romanos pueden ver en Carrae son las nubes de polvo levantadas por las pezuñas de los caballos partos. En intervalos aparentemente azarosos, los arqueros a caballo partos galoparían fuera de la pantalla para asaetear las filas romanas con una andanada de tiros bien dirigidos, y luego desaparecerían en el tumulto. La fuerza de la legión dependía de su cohesión, pero en estas circunstancias sin precedentes, hasta la famosa disciplina romana estuvo a punto de hundirse por completo. Los legionarios en las filas frontales cada vez más deshidratados y exhaustos no tenían opciones buenas. Han lanzados sus pila (con poco efecto), no tienen arqueros o honderos para enfrentarse al enemigo a distancia; y los partos no se acercan, haciendo sus espadas inútiles. Si mantenían su terreno, serían acribillados, mientras las flechas partas continuaban atravesando sus escudos. Goaded más allá de su resistencia, algunos legionarios han roto filas para ir tras un destacamento de jinetes arqueros que han galopado hasta una cercanía tentadora.

Los partos les permitirían acercarse lo justo para asegurarse de que cada una de sus flechas encontraba un blanco. Detrás de las filas frontales dos tribunos se han reunido en un consejo de guerra improvisado impromptu para ver que pueden hacer para aliviar la situación. Ninguno tiene respuestas.








Carras, 53 a. C.

Vista desde los partos. Desde un punto de vista parto, el enemigo en Carras se limitaba a una masa de escudos quietos. Las salidas romanas eran rápidamente rechazadas de vuelta el cuerpo principal, siendo sus esfuerzos tan impotentes como los pila arrojados sin efecto en los huidizos jinetes arqueros por los estrechamente agrupados legionarios. Era característico de los romanos, que se enorgullecían de la naturaleza metódica y estructurada de su método de guerrear, denigrar a sus rivales partos como faltos de disciplina y autocontrol. Un ejército parto estaba lejos de ser una simple multitud a caballo, sin embargo; la naturaleza peligrosísima y velocísima de la guerra parta hacía necesaria una vida gastada en entrenar el cuerpo y la mente, para alcanzar una comunión instintiva entre cada jinete y su caballo, y entre cada guerrero montando que integraba un formación táctica. Los miembros del destacamento de arqueros a caballo representados son cuidadosos en permanecer a tiro de flecha de la línea frontal romana y a mantener el contacto unos con otros mientras se mantenían bien separados para evitar los choques mientras galopaban paralelos a la muralla de escudos romana. Observese que el asalto en este sector está coordinado. Para evitar el fuego amigo los arqueros a caballo a la derecha del destacamento avanzado soltaron disparos al cielo que caerían en las filas traseras del enemigo; en este momento, sin embargo, miembros del destacamento avanzado dirigen tiros directos en las filas frontales.





Nisibis, 217 d. C.

Mientras el sol se ponía en el tercer día de la batalla de Nisibis, ambos bandos permanecían trabados, agarrándose hasta el final mientras los últimos rayos de luz caían sobre la llanura desnuda donde tantos miles ya habían perdido sus vidas luchando. Mientras los arqueros a caballo partos continuaban atravesando el campo, saturando las filas romanas con una lluvia de flechas incesante, ola tras ola de caballería pesada parta –los catafractos- chocaban con la línea frontal romana. Jinete y caballo, envueltos en hierro de la cabeza a los pies, eran en gran parte inmunes a las armas de filo, incluso a las puntas penetrantes de los pilum. Cada guerrero montado maneja una lanza larga, el kontos, y busca atravesar la armadura corporal usada por cada legionario para asestar un golpe mortal desde fuera del arco cortante…






  

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