Este
legionario, un veterano de la Legio V Alaudae, ha servido bajo Marco Antonio
desde los Idus de Marzo, en el 44 a. C. Sólo ha experimentado la victoria en
campaña antes, pero ahora se encuentra cogido en una retirada desesperada del
fallido asedio de fraaspa a través de las altas montañas de Armenia en el año
36 a. C. En la lucha para mantener al enemigo parto siempre elusivo a raya, se
planta para lanzar su arma ofensiva primaria, el pilum (jabalina).
Armas, vestido y
equipo
Con
alrededor de dos metros de longitud,, consistiendo en una espiga de hierro de
unos siete milímetros de diámetro y sesenta centímetros de longitud con una
punta piramidal, el pilum (1) tenía un alcance efectivo máximo de treinta
metros cuando era lanzado. También podía guardarse para el combate cuerpo a
cuerpo, pero el arma preferida del legionario cuando se acercaba al enemigo era
su espada, el gladius (2), un arma recta y de doble filo que servía para
pinchar y tajar con una medida aproximada de sesenta centímetros de largo y
colgada de una vaina de su cintura en la cadera derecha. En caso de
emergencias, un legionario también mantenía una daga, el pugio (3), de 18 a 28
centímetros de largo y cinco centímetros o más de ancho, colgado de una vaina
de su cinturón en la cadera derecha.
Para
su protección personal, cada legionario llevaba un gran escudo oval, el scutum
(4). Estaba compuesto de planchas pegadas juntas antes que con el moderno
plywood, rodeado por un borde de hierro que podía aguantar golpes en su filo, y
con un umbo de hierro atravesándolo todo a lo largo, más ancho en el medio, que
podía usarse ofensivamente para golpear a un oponente. El emblema de la Legio V
era un elefante, pero su cognomen, Alaudae, derivaba de sus orígenes en la
Guerra de las Galias de César. Este legionario usa un casco de estilo
Montefortino. La cimera de crin de caballo alzándose del casco señalaba a una
subunidad en concreto, y podía ser negra, blanca o roja. Un equipo estándar
para los legionarios romanos de la república tardía era la cota de malla (6), usada
sobre una simple túnica. Estos –y las botas abiertas con clavos o caligae (7)-
suministra poca protección contra los elementos mientras la estación proseguía
hacia el invierno y la escalada de las montañas llegó a ser más ardua; morirían
muchos más legionarios de enfermedad e inanición starvation que de la acción
enemiga durante la retirada.
Arquero a caballo
parto
Reflejando
la base más descentralizada de su cultura, no había uniformidad en el ejército
parto, cada guerrero cabalgaba a la refriega vestido lo mejor que podía según
sus posición y medios lo permitían. Sin embargo, podemos reconstruir con alguna
confianza un ejemplo típico de la hueste parta que derrotó la invasión romana
del año 36 a. C. Este hombre está steering su caballo lejos de su enemigo a
pleno galope mientras simultáneamente se vuelve en la silla y dispara hacia
atrás sobre sus cuartos traseros-grupa –el legendario tiro parto, del cual se
deriva…
Punto de vista
romano.
Todo lo que la mayoría de los romanos pueden ver en Carrae son las nubes de
polvo levantadas por las pezuñas de los caballos partos. En intervalos
aparentemente azarosos, los arqueros a caballo partos galoparían fuera de la
pantalla para asaetear las filas romanas con una andanada de tiros bien
dirigidos, y luego desaparecerían en el tumulto. La fuerza de la legión
dependía de su cohesión, pero en estas circunstancias sin precedentes, hasta la
famosa disciplina romana estuvo a punto de hundirse por completo. Los
legionarios en las filas frontales cada vez más deshidratados y exhaustos no
tenían opciones buenas. Han lanzados sus pila (con poco efecto), no tienen
arqueros o honderos para enfrentarse al enemigo a distancia; y los partos no se
acercan, haciendo sus espadas inútiles. Si mantenían su terreno, serían
acribillados, mientras las flechas partas continuaban atravesando sus escudos.
Goaded más allá de su resistencia, algunos legionarios han roto filas para ir
tras un destacamento de jinetes arqueros que han galopado hasta una cercanía
tentadora.
Los
partos les permitirían acercarse lo justo para asegurarse de que cada una de
sus flechas encontraba un blanco. Detrás de las filas frontales dos tribunos se
han reunido en un consejo de guerra improvisado impromptu para ver que pueden
hacer para aliviar la situación. Ninguno tiene respuestas.
Carras, 53 a. C.
Vista desde los
partos.
Desde un punto de vista parto, el enemigo en Carras se limitaba a una masa de
escudos quietos. Las salidas romanas eran rápidamente rechazadas de vuelta el
cuerpo principal, siendo sus esfuerzos tan impotentes como los pila arrojados
sin efecto en los huidizos jinetes arqueros por los estrechamente agrupados
legionarios. Era característico de los romanos, que se enorgullecían de la
naturaleza metódica y estructurada de su método de guerrear, denigrar a sus
rivales partos como faltos de disciplina y autocontrol. Un ejército parto
estaba lejos de ser una simple multitud a caballo, sin embargo; la naturaleza
peligrosísima y velocísima de la guerra parta hacía necesaria una vida gastada
en entrenar el cuerpo y la mente, para alcanzar una comunión instintiva entre
cada jinete y su caballo, y entre cada guerrero montando que integraba un
formación táctica. Los miembros del destacamento de arqueros a caballo
representados son cuidadosos en permanecer a tiro de flecha de la línea frontal
romana y a mantener el contacto unos con otros mientras se mantenían bien
separados para evitar los choques mientras galopaban paralelos a la muralla de
escudos romana. Observese que el asalto en este sector está coordinado. Para
evitar el fuego amigo los arqueros a caballo a la derecha del destacamento
avanzado soltaron disparos al cielo que caerían en las filas traseras del
enemigo; en este momento, sin embargo, miembros del destacamento avanzado
dirigen tiros directos en las filas frontales.
Nisibis, 217 d. C.
Mientras
el sol se ponía en el tercer día de la batalla de Nisibis, ambos bandos
permanecían trabados, agarrándose hasta el final mientras los últimos rayos de
luz caían sobre la llanura desnuda donde tantos miles ya habían perdido sus
vidas luchando. Mientras los arqueros a caballo partos continuaban atravesando
el campo, saturando las filas romanas con una lluvia de flechas incesante, ola
tras ola de caballería pesada parta –los catafractos- chocaban con la línea
frontal romana. Jinete y caballo, envueltos en hierro de la cabeza a los pies,
eran en gran parte inmunes a las armas de filo, incluso a las puntas
penetrantes de los pilum. Cada guerrero montado maneja una lanza larga, el kontos,
y busca atravesar la armadura corporal usada por cada legionario para asestar
un golpe mortal desde fuera del arco cortante…
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