sábado, 12 de junio de 2021

Análisis de la Selectividad

 https://elpais.com/economia/2021/06/02/actualidad/1622639841_700172.html

https://www.publico.es/sociedad/selectividad-debate-examen-descontento.html

La selectividad a debate: el examen del descontento

En los últimos años las quejas y reclamaciones alrededor de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) plantean un problema de fondo más complejo. ¿Estamos ante un examen que sigue los criterios de igualdad para nuestros estudiantes? ¿Hay una diferencia entre comunidades autónomas lo suficientemente expresiva como para llevar a cabo una prueba única? ¿Hasta dónde el nivel socioeconómico de los alumnos influye en el resultado final?

MADRID06/06/2019 23:06AGNESE MARRA @agnese_sp

Un junio más llegó la Selectividad y con ella la polémica. Ese examen de tres días que muchos jóvenes y sus padres viven como la sentencia de futuro de sus hijos. Nervios, llantos, preocupación, ese sentir de que se lo juegan todo, y una constante que se repite a lo largo de los años: una sensación de injusticia generalizada.

En esta ocasión han sido los alumnos de Valencia los que denunciaron que les había tocado el “examen de matemáticas más difícil de la historia” y crearon una petición en la plataforma change.org -que ya tiene 36.863 firmas- en la que pedían ayuda para resolver la prueba. El año pasado fueron los examinados de Andalucía los que consiguieron más de 40.000 firmas en la misma plataforma para que se repitiera su examen de matemáticas. No lo consiguieron.

Pero en los últimos años las quejas y reclamaciones alrededor de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) también conocido como EvAU superan el anecdotario, y plantean un problema de fondo más complejo. ¿Estamos ante un examen que sigue los criterios de igualdad para nuestros estudiantes? ¿Son justos los criterios de corrección? ¿Los jóvenes se preparan todo un año para preparar un examen y en qué lugar queda un aprendizaje más sólido? ¿Hay una diferencia entre comunidades autónomas lo suficientemente expresiva como para llevar a cabo una prueba única? Y otra pregunta que queda en el aire y se escucha menos: ¿Hasta dónde el nivel socioeconómico de los alumnos influye en el resultado final?

Examen único

Entre todas estas cuestiones la que genera más debate es la de si continuar con un examen diferente en cada comunidad o cambiar radicalmente y establecer una prueba única. Con las notas en la mano los estudiantes pueden acceder a cualquier universidad de España, es lo que se conoce como distrito único, sin embargo los exámenes son diferentes en cada comunidad, y las tasas, y las fechas, y de nuevo la sensación de injusticia: “Al final todos los jóvenes creen que en las otras comunidades es más fácil, es una barbaridad lo que estamos haciendo con ellos”, nos dice Pilar Álvarez, presidenta de la Asociación por un Acceso a la Universidad en Igualdad.

Esta semana la ministra de Educación y portavoz en funciones del gobierno, Isabel Celaa, reconoció que existían diferencias, pero también dijo que serían “fácilmente corregibles”. Los defensores de una prueba única, como es el caso de Álvarez -doctora en Castilla y León-, nos argumenta su propuesta con el siguiente planteamiento: “Nuestra comunidad es la tercera que saca mejores notas en el informe PISA (la evaluación que realiza la OCDE a los estudiantes de 15 años), cómo puede ser que dos años después los mismos alumnos estén entre los que sacan peor resultado en la Selectividad, y los que aparecían en los últimos puestos del PISA, como Canarias o Extremadura, estén entre los que tienen mejores notas en la prueba de acceso a la universidad”.

Castilla y León es una de las comunidades que se siente más perjudicada y la catedrática de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, Cristina Rueda, en el informe Manu que presentó en 2016, asegura que comprueba científicamente “las diferencias abismales" entre las comunidades: “Me encontré con datos alarmantes como que en Canarias el 30% de los alumnos sacaba un sobresaliente en el examen de selectividad de Biología, mientras que en Castilla y León, sólo un 3% conseguía esa nota en la misma materia. Unas diferencias tan grandes no las explica el azar. Los datos demostraron que sistemáticamente salían beneficiadas unas comunidades y otras más perjudicadas”, le explica a Público la catedrática. Rueda reconoce que ella no ha estudiado las causas que hay detrás de estas diferencias y dice que tampoco le corresponde porque no es su área, pero pide que alguien lo haga: “Hemos solicitado mil veces reunirnos con la gente del ministerio de Educación, con los rectores, pero no nos hacen caso. Lo único que pedimos es que se monte un grupo técnico de expertos y estudie el problema, yo tengo datos científicos que confirman la desigualdad”.

La catedrática de Valladolid dice que también tiene soluciones: “Soy partidaria de hacer una prueba única, pero entiendo que eso es como decir ‘quiero la paz en el mundo’, está bien aspirar a ello pero me parece imposible conseguirlo. Lo que sí se puede hacer es acabar con esas diferencias con una nueva forma de medición”. Ahí entran las matemáticas, y sigue: “Ahora mismo se evalúa con la nota neta, yo planteo que se haga con el percentil. Si un alumno saca un 7 pero el 90% de los alumnos han sacado menos, lo que digo que ese 7 se evalúe como un 9, es cambiar la forma de medir, como pasar de litros a galones”.

Los criterios de corrección

Los criterios de corrección están en entredicho. Lo señala un informe realizado por investigadoras de la de la Universidad Complutense de Madrid Judit Ruiz y Coral González que ponen como ejemplo las “diferencias sustanciales en la estructura, en los bloques de contenidos y en los criterios de corrección” del examen de Lengua Castellana y Literatura. Según una investigación del diario El Mundo los criterios en corrección ortográfica varían significativamente de una comunidad a otra: “Baleares contempla la posibilidad de aprobar con 13 faltas de ortografía; Asturias no especifica; Extremadura y Castilla-La Mancha suspenden el examen, pero sólo si hay más de cinco errores. Castilla y León quita 0,25 puntos por falta y 0,50 por tilde mal puesta, pero únicamente a partir de la décima. Las pautas de corrección más duras son las de Cataluña (que descuenta 0,1 por cada error “sea del tipo que sea sin limitación”) y la Comunidad de Madrid -0,5 puntos)”, afirma este diario.

En este sentido la ministra Celaa señaló que "si en un sitio una falta ortográfica se puntúa de manera muy negativa hasta descontar equis puntos, y en otro no, esa diferencia se puede corregir y creemos que las comunidades autónomas estarán en disposición de aunar criterio”, dijo el pasado miércoles, después de subrayar que “la selectividad funciona bien” y que no está en los planes de Gobierno modificar el examen hacia una prueba única: "Si por única entendemos exacta no, no es necesario, sería un empobrecimiento del currículo".

En la misma línea se manifestó la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE): "Consideramos que la EvAU es una prueba de acceso a la universidad que funciona bien y que, por ese motivo, cualquier intento de cambiarla debería hacerse desde el más amplio consenso educativo y tras un riguroso análisis de la realidad”. La CRUE recuerda que cada comunidad autónoma decide, dentro de unos márgenes "muy tasados", qué examen concreto pone, y añade que "no hay ningún informe académico que sostenga con datos contrastados que hay pruebas más fáciles que otras”, decía en un comunicado.

Sin embargo, un mes antes, el rector de la Universidad de Córdoba y nuevo presidente de la CRUE, Juan Carlos Gómez Villamandos, se mostró partidario de implantar una prueba de acceso a la universidad común en todas las comunidades autónomas para asegurar la "igualdad de oportunidades" de todos los estudiantes españoles. Una opinión que desdijo la última semana.

“Si en el CRUE hubiera más mujeres esto funcionaría mucho mejor, nosotras somos más técnicas, atendemos a los datos y solucionamos. Pero no nos hacen ni caso, y encima insisten con que no tenemos datos científicos que avalen esas diferencias. Que lean mi investigación y que acepten reunirse con nosotras”, le dice a Público, Cristina Rueda.

Cuando las notas dependen del código postal

La CRUE es precisamente la que plantea un problema de fondo que va más allá de esos tres días de examen, y es el de hasta dónde el nivel socioeconómico de los alumnos influye en los resultados y genera una desigualdad estructural. “Las diferencias que pueda haber en los resultados de la EvAU no se explican por la mayor o menor dificultad de las evaluaciones, sino por otro tipo de condicionantes socioeconómicos”.

Según una investigación del eldiario.es, en la Comunidad de Madrid las cifras confirman esta teoría. “Los alumnos de los centros ubicados en zonas de mayor nivel socioeconómico obtienen mejores resultados para poder acceder a las carreras que desean”. Fue la conclusión que llegó este periódico tras analizar los datos de las notas medias de la PAU de 295 centros del municipio de Madrid entre 2013-2017. Las diferencias se acentúan entre los colegios concertados y los públicos (mejor nota para los primeros) y esa desigualdad disminuye si los colegios públicos y concertados se encuentran en un barrio de mayor renta.

Si le preguntamos a Gema Soto, miembro de la Plataforma por la Defensa de la Educación Pública de Vallecas y vicepresidenta del AMPA del IES Villa de Vallecas, las conclusiones son idénticas: “Ahora se habla mucho de la selectividad pero todos los días asistimos a una diferencia de trato abismal entre los institutos públicos y los concertado y privados. Diferencia de recursos, de ratio de alumnos por aula, de miles de cosas que provocan una desigualdad enorme en función del barrio y del colegio al que vaya tu hijo. Eso me parece mucho más grave que el tipo de examen para entrar a la universidad”. Dicho esto, Soto se manifiesta partidaria de un examen único: “Si hay distrito único para acceder a universidades de toda España, el examen también debería ser único”, dice tajante.

 

Entre las preguntas que quedan en el aire, decíamos antes, está saber hasta dónde es positivo o enriquecedor que los jóvenes dediquen un año de su vida a prepararse en exclusividad para una prueba. Saber si como sociedad hay que darle más importancia al resultado final de un examen, que a un aprendizaje sólido y pausado. Quien contesta ahora es Olivia Claudia Szalaj, minutos antes de entrar a su examen de Economía, el último que le queda para dar por cerrada su Selectividad: “Es una pena cómo está planteado 2º de Bachillerato. Todo se enfoca a la EvAU, y lo que se hace es aprender de memoria un temario, nadie se cuestiona nada, sino que memorizan los apuntes y si le haces una pregunta un poco fuera de lo estipulado no saben qué contestar. Te aseguro que tal y como lo memorizamos, se olvida en pocos días”. Nos lo dice esta joven de 17 años con una media en Bachillerato de 8,61 y que aspira a entrar en un doble grado de Turismo, Ciencia y Gestión en Ingeniería de Servicios, una carrera que se estrena este año.

Si le hacemos la misma pregunta a la catedrática Cristina Rueda, nos responde: “Por supuesto que es un sin sentido que se dedique un año a un examen antes que aprender con mejores criterios, pero si te digo la verdad, la prueba está ahí. No tenemos una formula mejor para acceder a la universidad, hay que pasarla”.




La EBAU, una prueba desigual que puede pasar factura en el año de la pandemia

Las quejas de los alumnos sobre la extrema dificultad del examen de Matemáticas II (bachillerato de ciencias) en la EBAU de la Comunidad de Madrid reabre un debate recurrente: el de si debe haber una prueba única e igual en todo el Estado para todos los candidatos. A todo ello hay que sumar este año otro factor de desigualdad: la pandemia.

 

MADRID10/06/2021 23:06 ACTUALIZADO: 11/06/2021 00:12JORGE OTERO MALDONADO@JORGEOTERO99

 

Todos los años, por el mes de junio, una media de 200.000 estudiantes se enfrenta a la temida Evaluación de Bachillerato para el acceso a la Universidad (EBAU). Y todos los años surge la misma polémica: los supuestos agravios comparativos por la mayor dificultad de algunos exámenes de la prueba en algunas comunidades autónomas respecto a otras donde presuntamente el nivel de exigencia es menor. A esto hay que añadir otro factor que puede marcar mucho el examen de este año: la pandemia. La semipresencialidad en bachillerato durante este curso que está a punto de terminar puede tener mucha influencia en el desarrollo de la prueba.

Este año ha sido la extrema dificultad del examen de Matemáticas II (bachillerato de ciencias) en la EBAU de Madrid la que ha vuelto a poner en primer plano esa sensación de injusticia generalizada que cunde entre muchos estudiantes y que ha reabierto un debate que ya es recurrente: si debe hacerse un examen único e igual de la EBAU en todo el Estado o no, sobre todo cuando en España rige el distrito único para poder elegir universidad.

Las quejas de los alumnos no han dejado de crecer en los últimos años en este sentido. ¿Hay tanta diferencia entre comunidades autónomas como para hacer aconsejable una unificación de la EBAU? ¿Se respetan los criterios de igualdad entre los diferentes territorios a la hora de evaluar y corregir un examen en el que los alumnos se lo juegan todo a una carta? ¿Puede actuar la pandemia como factor diferencial en el resultado final de la prueba?

Hay datos empíricos que avalan esa sensación de desigualdad. En 2016, la catedrática de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, Cristina Rueda, publicó un informe –el informe Manu, se llama– que luego se ha ido actualizando y que tiene bastante predicamento en el mundo académico. En dicho informe la autora afirmaba haber encontrado "diferencias abismales" entre unas comunidades y otras. Así lo explicaba a Público hace dos años: "Me encontré con datos alarmantes como que en Canarias el 30% de los alumnos sacaba un sobresaliente en el examen de selectividad de Biología, mientras que en Castilla y León, sólo un 3% conseguía esa nota en la misma materia. Unas diferencias tan grandes no las explica el azar. Los datos demostraron que sistemáticamente salían beneficiadas unas comunidades y otras más perjudicadas".

 

La ministra de Educación, Isabel Celaá, lleva dos años hablando de "armonizar" la prueba de la EBAU, pero nunca ha utilizado el verbo unificar. La ministra defiende la prueba tal como está ahora y llama a "asumir las consecuencias de un Estado autonómico" como España frente a las demandas de la oposición de una prueba única e igual para todos. La derecha también se queja de que en nueve comunidades autónomas los alumnos puedan realizar la prueba con hasta dos asignaturas suspensas, mientras en el resto de regiones han de tener todo aprobado. Como respuesta, Celaá aseguró esta semana en el Congreso que las diferencias entre comunidades autónomas en la EBAU atienden a la norma aprobada por el PP en 2016 y tienen la confianza de los profesionales. Además, la ministra dejó claro que la EBAU tiene una parte que determina el Gobierno y otra que es asumida por las comunidades autónomas que "son las que tienen competencia curricular".

Como explica María del Carmen Morillas, presidenta de la FAPA (Federación de Padres y Madres de Alumnos) Francisco Giner de los Ríos de la Comunidad de Madrid, el asunto de una EBAU única es "complejo porque hay que distinguir entre las competencias de Educación y las comunidades autónomas". Morillas prefiere poner el foco en "la densidad del currículo educativo": "Celaá ya ha dicho que se va a trabajar en la armonización de esta prueba con la nueva ley educativa, la LOMLOE, pero el primer escollo que nos encontramos es el currículo, que es inabarcable. Hay que avanzar por ahí".

Ramón Caballero, responsable de Universidades de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), sí percibe "agravios comparativos entre las comunidades autónomas". "Hay mucha disparidad, que en algunas ocasiones es alarmante", añade el representante de CSIF. Por eso defiende una "una prueba única". "La EBAU necesita un carácter más homogéneo cuando te estás jugando algo tan importante. Hay una competencia brutal por acceder a determinadas carreras y el diseño de la EBAU, sin tener unos contenidos básicos y homogéneos, provoca una desigualdad que puede lastrar la vida de muchos estudiantes. Hay mucha frustración entre los alumnos. No nos parece justo".

Si una prueba única no fuera posible, Caballero defiende al menos avanzar "en algunas cuestiones básicas": "Contenidos asumibles para todos que justificaran gran parte de la nota, niveles de exigencia similares y mismos criterios de corrección".

El responsable de Universidades del CSIF apunta otros dos factores de desigualdad en la EBAU. Por un lado, Caballero señala "la diferencia de trato entre la enseñanza pública y la privada". "Parece evidente que los alumnos que vienen de la enseñanza privada tienen mejores resultados producto de una mayor flexibilidad durante el bachillerato. Llegan con mejor nota media a la prueba y eso perjudica a los chavales de la enseñanza pública", añade el representante de CSIF.

Caballero apunta también que "la competencia brutal entre algunas universidades para captar alumnos" implica una relajación a la hora de evaluar los exámenes en algunos territorios.

Paco García, secretario general de la Federación Estatal de Enseñanza de Comisiones Obreras (CCOO), no impondría una prueba única de la EBAU. García recuerda que las comunidades autónomas tienen capacidad para regular parte de los currículos académicos y de la propia enseñanza. Por eso, aunque cree que "sí debería haber una mayor coordinación entre las universidades para que la EBAU fuera lo más homogénea y tuviera la menor dispersión posible", afirma que una prueba única e igual en todo el país "es irreal". "Las comunidades pueden regular una parte de sus asignaturas. No tiene sentido esa lógica tan uniformizadora", concluye el dirigente sindical.

Para el Sindicato de Estudiantes, no hay debate sobre la desigualdad. "La EBAU es una prueba clasista que pretende ocultar la falta de plazas públicas en la Universidad para todos los estudiantes. Por eso se hacen estas pruebas: para que los alumnos se enfrenten en una suerte de los juegos del hambre para acceder a las pocas plazas públicas que existen. Para nosotros la EBAU no debería existir", sostiene Marina Mata, secretaria de Organización del Sindicato de Estudiantes.

Mata recuerda que "siempre hay problemas con los exámenes" y sostiene que el debate sobre la posible unificación de la EBAU "es un debate que todos los años se pone encima de la mesa para tratar de dividir a los estudiantes y enfrentarlos diciendo que unos exámenes son más faciles que otros, pero aquí la raíz del problema sigue siendo la falta de plazas públicas en las universidades españolas".

Desde la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) también apuestan por "un marco común de contenidos mínimos en la prueba de acceso", pero no creen que deba haber una prueba única de la EBAU para todo el Estado. "Las comunidades autónomas tienen que tener la capacidad de adaptar sus pruebas a los estudiantes que viven allí. No sirve una prueba única, pero nosotros somos partidarios de que se establezca un mínimo común", explica David López, portavoz de la CREUP.

Augusto González, director del Instituto de Enseñanza de Secundaria Pablo Díez en Boñar (León), tira de su experiencia de más de 25 años como docente y afirma que no todos los exámenes de la EBAU tienen el mismo nivel de exigencia en todas las comunidades autónomas. Pero él tampoco haría una EBAU idéntica en todo el país; en todo caso una mixta al 50%: "Soy partidario de unificar el 50% de cada examen y establecer unas bases a nivel nacional de lo que es el currículo y así marcar un mínimo común para los alumnos, pero como cada comunidad autónoma tiene su idiosincrasia y sus peculiaridades, habría que dejar un margen de otro 50% para las autonomías. Un examen con la mitad de las preguntas iguales para todos permitiría hacer una comparación entre comunidades autónomas a nivel nacional".

El precio de la pandemia

Este viejo debate se repite en un año muy especial en el que se añade un nuevo factor de desigualdad: la pandemia y la semipresencialidad en el bachillerato durante el curso. Marina Mata hace un resumen de lo que ha sido el curso, al menos en bachillerato, y lamenta "la falta de flexibilidad" de la EBAU de este año: "El desastre se ha vuelto a repetir en las aulas. Ha habido semipresencialidad, se han mantenido las clases online, ha habido rotación de profesores por los contagios, se ha estado cerrando y abriendo aulas. Ha sido un curso desastroso y ahora se mete de nuevo presión a 200.000 estudiantes con la EBAU".

Mata asegura que este contexto de pandemia, con clase online, afecta al resultado de la EBAU: "Las clases online abren una brecha digital enorme, que en realidad es una brecha de clase. Hay alumnos que no han podido estudiar en condiciones óptimas, y a pesar del esfuerzo de los profesores no se aprende igual de forma online que de manera presencial", abunda la representante del Sindicato de Estudiantes.

María del Carmen Morillas comparte, en nombre de los padres, esa inquietud y señala que la pandemia ha actuado como hecho diferencial. "En Madrid ha habido diferencias en cuanto a la presencialidad de las clases en función del centro en el que ha estudiado el alumno y eso se puede notar en el examen. Además de la tensión y el estrés que cargamos sobre los chicos, este año hay que sumar la pandemia. Ha sido un año muy duro para ellos".



Arranca la Selectividad con pruebas desiguales en las CCAA: "Es más fácil en Canarias que en Castilla y León"

Sandra Escudero, zamorana de 21 años, se marcha el curso que viene a Eslovaquia a estudiar Medicina. El país centroeuropeo se ha convertido en la puerta de atrás para entrar en esta carrera que utilizan los alumnos a los que no les ha dado la nota en Selectividad. Hacen los primeros años en Bratislava y después piden el traslado a un campus español. Sandra acaba de terminar Enfermería en la Universidad de Salamanca con una media de un 8,5. «Hay muy pocas plazas para los ya titulados y las notas exigidas son altísimas», explica. Ella hubiera preferido estudiar Medicina desde el principio en Salamanca -es una chica estudiosa, sacó Bachillerato con matrícula de honor- pero se quedó fuera por unas décimas. Así que ha decidido recurrir a un plan B que, a cambio, le obligará a tener 10 años de vida universitaria: primero Enfermería y después Medicina vía Eslovaquia.

«El sistema de Selectividad es injusto: los exámenes son mucho más fáciles en Canarias y en Extremadura que en Castilla y León, donde son muy duros corrigiendo», lamenta Sandra. Es una queja que vienen repitiendo muchos alumnos, sobre todo los que aspiran a estudiar carreras de oferta limitada como Medicina. El llamado distrito único permite que la nota que saca un estudiante en la Selectividad de, por ejemplo, Murcia le sirva para estudiar la carrera en Navarra. No habría ningún problema si el examen fuera el mismo. Pero no lo es.

Más de 300.000 alumnos en España se enfrentan desde hoy hasta el día 14 a un examen que tiene distinto nombre (EBAU, EvAU, PBAU o PAU), distintas fechas (en Castilla-La Mancha son los primeros y en Cataluña y Galicia, los últimos), distintas tasas y también distinto nivel en función del territorio. Parte de esta heterogeneidad se pone de manifiesto en un estudio realizado por las investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid Judit Ruiz y Coral González que advierte de «diferencias sustanciales en la estructura, en los bloques de contenidos y en los criterios de corrección» del examen de Lengua Castellana y Literatura «en función de la comunidad autónoma en la que se aplica». A conclusión similar ha llegado EL MUNDO, tras analizar exámenes, notas y criterios de corrección de una asignatura común para todos los alumnos.

El trabajo advierte que en Canarias no se evalúan bloques de contenido, como el discurso literario o el conocimiento de la lengua, que sí aparecen en los exámenes de otras comunidades. También hay diferencias respecto a los criterios de corrección ortográfica, que este periódico ha revisado tras recabarlos de todas las consejerías. Baleares contempla la posibilidad de aprobar con 13 faltas de ortografía; Asturias no especifica; Extremadura y Castilla-La Mancha suspenden el examen, pero sólo si hay más de cinco errores. Castilla y León quita 0,25 puntos por falta y 0,50 por tilde mal puesta, pero únicamente a partir de la décima. Las pautas de corrección más duras son las de Cataluña (que descuenta 0,1 por cada error «sea del tipo que sea sin limitación») y la Comunidad de Madrid (-0,5 puntos).

 

La consecuencia de tanta disparidad es que estudiantes de unas autonomías obtienen mejores notas y, por tanto, tienen más posibilidades de acceder a plazas en universidades donde no entran alumnos que pasan por exámenes más exigentes.

«Yo me quedé fuera por una sola décima. La nota de corte más baja fue un 12,34 y saqué un 12,26. Ahora estudio 5º de Medicina en el CEU; soy afortunada por poder ir a la privada, pero tengo tres compañeros que querían ser médicos y se han tenido que meter en Psicología y Odontología», cuenta Sara Bonet. Esta madrileña de 23 años también está convencida de que «el examen es más fácil en unas comunidades que en otras»: «Cuando hice la prueba, en Madrid entraban 13 autores en Filosofía, mientras que en Andalucía sólo pedían cuatro. Los exámenes de Extremadura me hubiesen requerido un 30% menos de estudio».

Estas diferencias habrían perjudicado a más de un millar de alumnos, según calcula Cristina Rueda, catedrática de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, que denunció el problema en 2016 en el llamado Informe Manu, en el que se ponía de manifiesto el elevado porcentaje de sobresalientes en la Selectividad de regiones como Canarias, Murcia o Extremadura, que también obtenían muy buenas notas en la mayoría de las asignaturas.

Si se comparan estos resultados de la Selectividad con la evaluación que realiza la OCDE a los alumnos de 15 años (el informe PISA), se observa que los estudiantes de regiones excelentes en este ránking internacional pegan un bajón en la Selectividad, mientras que los de las autonomías rezagadas obtienen dos años más tarde resultados sospechosamente espectaculares, algo que apunta a que el examen es muy fácil o la corrección es muy generosa.

Lo que ocurre es que estas regiones a las que les va tan bien en la Selectividad fracasan durante la etapa universitaria. Del análisis de los datos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades se desprende que los alumnos canarios están a la cola en las tasas de rendimiento y de idoneidad. Es decir, no aprueban muchos de los créditos en los que se matriculan y tardan más de lo normal en terminar la carrera en el tiempo previsto. Son también los que presentan una tasa más alta de abandono de los estudios.

'TURISMO ACADÉMICO'

Las diferencias en la Selectividad causan «desigualdad», sostiene la catedrática Cristina Rueda, que advierte que, si no se cambia el sistema, las autonomías más duras acabarán rebajando los estándares de exigencia. Es lo que ha empezado a hacer Castilla y León este curso: los profesores que se encargan de determinar los contenidos de Historia han decidido reducir los 100 temas del programa a 69.

Pilar Álvarez, presidenta de la Asociación por un Acceso a la Universidad en Igualdad, apunta otro efecto colateral: el turismo académico interterritorial. «Hay padres que viven en Salamanca y, en 2º de Bachillerato, matriculan a sus hijos en institutos de Cáceres para sacar notas altas en la prueba», denuncia.

Desde la Administración no se ha tomado ninguna medida para cambiar un examen cuyo origen se remonta al franquismo. Ciudadanos es el único partido que reclama una prueba única nacional. El Gobierno ha mostrado en privado cierta sensibilidad a las denuncias y estudia introducir cambios en el modelo, según las fuentes consultadas. El mes pasado, la ministra en funciones Isabel Celaá reconoció implícitamente por primera vez que hay pruebas más fáciles que otras. Celaá dijo que la Ebau/Evau «debe tener el mismo grado de dificultad en todas las comunidades autónomas, pero eso no requiere que sea la misma prueba en todas, que sea idéntica». También ha roto el tabú, admitiendo estas «diferencias», el nuevo presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (Crue), José Carlos Gómez, que se ha mostrado a favor de la prueba común para asegurar la «igualdad de oportunidades» de todos los estudiantes.


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