Orgullo XXL
Carlota
Corredera, 16 de mayo de 2015
Nació
Tess Munster pero su nombre artístico es Tess Hollyday, apellido de su
prometido y padre de su hijo. Tiene 29 años, pesa 120 kilos, mide 1’65 metros y
viste una talla 54. Cualquier endocrino del mundo la calificaría como paciente
con obesidad mórbida, pero para la prestigiosa agencia Milk Management ella es su nueva supermodelo. «Todavía soy esa niña
de Mississippi a la que le decían que nunca sería lo suficientemente buena».
Tess se presentó a los quince años a un casting para ser modelo de tallas
grandes y la rechazaron por tener demasiados kilos de más. Aparcó su sueño y se
hizo maquilladora profesional en Los Ángeles, donde seguía anhelando ser modelo
mientras plagaba su piel de tatuajes. Tess nunca se rindió y abrió un perfil en
Instagram, @effyourbeautystandards,
cuya traducción sería «fuera de los cánones de belleza», a través del que
denuncia la tiranía y las presiones del mundo de la moda y reivindica la
sensualidad de la gordura. Más de 128.000 seguidores siguen esta cuenta, una de
las poderosas razones por las que la agencia Milk ha decidido dar el campanazo y fichar a Tess como nuevo
referente de las mujeres rotundas y muy entradas en carnes. El perfil personal
de Tess Hollyday en Instagram es seguido por cerca de 700.000 personas. Una
muestra más de que el poderío XXL parece no tener techo en estos momentos.
Otra de las representadas por Milk
Management es Candice Huffine, una de las mayores celebridades en el mundo
de las modelos plus, que con 30 años, 90 kilos, unas medidas de 100-83-110 y
una talla 48, ha conseguido ser la imagen del mes de abril del calendario
Pirelli 2015. «Mi presencia es una señal de que las cosas están cambiando de
verdad». Para Huffine, se está viviendo un momento muy emocionante en el mundo
de la moda «que abrirá las puertas a las mujeres reales, vamos definitivamente
hacia la belleza de lo diverso». Candice es realmente una pionera en dar
visibilidad a las modelos curvy. Bajo
el titular «La belleza verdadera», Candice fue portada de Vogue Italia en 2011
junto a otros dos pibonazos: Robin Lawney y Tara Lynn. La fotografía de Steven
Meisel con tres tops rollizas en ropa interior convulsionó la industria de la
moda que no podía creer que la revista más exigente e influyente del mundo
pudiese hacer apología de cinco tallas por encima de la 38.
Una de las protagonistas de esa revolucionaria portada es Tara Lynn
(Seattle, 1982), que mide 1’75 m, roza los 100 kilos y sus medidas son
96-81-106. Viste una 46 y asegura que come de todo, que hace ejercicio y que se
mantiene sana. Después de una adolescencia llena de complejos, hoy Tara está
muy orgullosa de ser una top model extragrande aunque asegura que queda mucho
trabajo por hacer. «Sueño con el día en el que las marcas de cosmética,
accesorios o joyería contraten a todo tipo de modelos. Las lectoras agradecen
ver en las revistas a mujeres con las que se puedan identificar». Uno de los
lugares comunes a los que acuden todas estas mujeronas en sus declaraciones
públicas es el de que esperan ser la inspiración de muchas chicas con problemas
de autoestima. Como los que sufrió Crystal Renn, la considerada primera
supermodelo de tallas grandes y que, en mi en humilde opinión, es insuperable.
Crystal sufrió graves trastornos alimenticios antes de asumir que con una talla
46 se podía ser feliz y además tener éxito profesional como modelo. Protagonizó
desfiles de alta costura, decenas de portadas y fue la que abrió paso a las
demás. Pero un día Crystal se rompió de nuevo. Y pasó de una 46 a una 36. Una
talla que ella asegura que consiguió con salud. Al parecer las modelos de
tallas grandes reciben grandes presiones para no bajar de peso y mantener sus
curvas, aro por el que Renn no estaba dispuesta a pasar. Busco en Internet
fotografías de la nueva Crystal. La versión XS brilla menos que la XL. Me
parece menos bella. Al menos, a mis ojos, expectantes antes este fenómeno
curvilíneo que no para de engordar.
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