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TEST DE LECTURA
OBJETIVOS
- Motivar a
los alumnos hacia la lectura a través del autoconocimiento de su velocidad
y nivel de comprensión lectora.
- Conocer el
nivel de comprensión y velocidad lectora de los alumnos.
- Reflexionar
sobre la importancia de la lectura y su comprensión en el rendimiento
académico.
NORMAS
DE APLICACIÓN
1.- Se entrega el texto de
Pío Baroja a los alumnos/as.
2.- Advertencias:
-“Este texto
vais a leerlo lo mejor y más rápidamente posible”
- Después
os haremos unas preguntas.
- ¡Empieza ya !
3.- Se les deja que terminen de leer toda la
página ( 652 palabras ). Se les pide que anoten el tiempo que han tardado en
leerlo, con lo que podemos tener la velocidad lectora en palabras por minuto.
4.- Para la medida de la
comprensión lectora se les dice:
- Ahora da la
vuelta a la hoja y contesta a las preguntas en CUATRO MINUTOS, pero sin volver
a mirar datos .
- Empieza ya.
NORMAS
DE CORRECCIÓN.
1.- La rapidez lectora se
valora dividiendo el número de palabras del texto (652) por los minutos que ha
empleado en la tarea. Luego se da la
calificación correspondiente que aparece en el baremo.
2.- La puntuación de la
comprensión lectora se obtiene concediendo un punto por pregunta acertad. El
total de puntos es de diez. Luego se le da la calificación correspondiente que
aparece en el baremo.
BAREMOS
DE VELOCIDAD Y COMPRENSIÓN LECTORA.
CALIFIC.
6º E.
Primaria
1º
E.S.O.
2º
E.S.O.
3º
E.S.O.
2º
BACH.
Vel.
Comp.
Vel. Comp.
Vel. Comp.
Vel. Comp.
Vel. Comp.
Sobresaliente
185
8 - 10
190
9 - 10
200
9 - 10
220
10
260
10
Notable
184
160
7
180
151
7 - 8
199
160 8
219
190 9
259
220
9
Bien (Normal)
159
135
6
150
131 6
159
141
6 - 7
189
170
7 - 8
219
190
8
Insuficiente
134
120
5
130
111 5
140
131
5
169
150
5 - 6
189
170
6 - 7
Muy Bajo
110
0 0 - 4
110
0 0 - 4
130
0 0 - 4
149
0 0 - 4
169
0 0 - 5
TEXTO
Otra de
las cosas que a mí me producía una sensación de misterio era pensar que, en un
día señalado, unos aseguraban que el día de San Juan y otros el de Nochebuena,
si se echaba un huevo en un vaso de agua a las doce de la noche, se veía un
barco con todas sus velas.
Yo
pensaba cómo podía ser esto, y aunque no lo podía comprender, me maravillaba.
Como he
dicho, los domingos íbamos al castillo de la Mota y al paseo de los Curas. El
paseo de los Curas era una explanada del castillo y nuestro lugar favorito.
Tenía una pequeña muralla y dominaba el muelle y el mar. Luego subíamos y
veíamos los cañones de la batería de la Damas y la cárcel del Macho. Allí había
una pequeña guarnición de tropa y algunos soldados. Hablábamos con éstos, y nos
daban gorriones, que llevábamos a casa; pasábamos por el cementerio de los
ingleses, en donde había enterrados también algunos militares muertos en la
primera guerra civil. Existía, asimismo, una cueva pequeña en el castillo, que
salía al mar, que desapareció al hacer el paseo ancho y asfaltado que hay
ahora. De esa cueva pequeña se contaba entre los chicos que era el asilo de un
dragón o serpiente con alas, que en vascuence se llamaba Eganzunguía o
Erenzuguea.
Por esta
época comenzamos los tres hermanos a ir a la escuela de la calle del
Campanario. El maestro era don León Sánchez y Calleja, castellano o riojano,
demasiado aficionado a educarnos a golpes de puntero. Era devoto de la máxima
clásica: “ La letra con sangre entra “.
La calle
del Campanario, defendida por una manzana de casas del viento del mar, es
solitaria, paralela a la del Angel, y tiene un arco por encima de la calle del
Puerto.
Al
parecer, la escuela de don León, que yo recuerdo como bastante pobre, era para
otros una escuela elegante y de ricos, y los chicos de las escuelas públicas
nos llamaban a nosotros los “tirillas”.
El
maestro don León, se dedicaba a pescar en el muelle.
Don León
dijo un día, a modo de pronóstico, refiriéndose a mí:
- Este
va a ser tan cazurro como su hermano.
Y
después se echó a reír, satisfecho de su anticipación.
El
empleaba la palabra “cazurro” no en el sentido de malicioso, sino de bruto.
Yo,
todavía en este tiempo, era demasiado pequeño para corretear por el puerto,
subir a las gabarras y a los lanchones. Sin embargo, entraba en los barcos con
los compañeros de clase, jugaba en el arenal de La Concha, haciendo pequeños
estanques en la arena, y me gustaba enterrar algunas cosas sin valor en
cualquier agujero y mirar cinco o seis días después si seguían allí. También
solíamos ir a un almacén de la plaza de
Lasala, en donde había sacos de azúcar terciada, y comíamos de este azúcar a
puñados, o por lo menos nos hacíamos esta ilusión.
En el
bulevar había una tienda de ultramarinos, que creo que era del empresario
Arana, que tenía una especie de gran serpiente de metal blanco con la boca
abierta.
Yo pensaba
que aquella gran serpiente era una máquina de hacer chocolate y que las
pastillas las iba echando por la boca.
El
último recuerdo que tengo de San Sebastián, de la primera infancia, es el de un
pájaro que llevamos a nuestra casa desde el castillo. Era un gavilán que nos
dieron los soldados del Macho, y que creció
y se acostumbró a estar en casa. Le solíamos llevar caracoles que se los
comía como si fueran bombones.
Al
hacerse grande, se escapaba al patio y atacaba a las gallinas y a los gatos de
la vecindad. En los días de tormenta se metía debajo de las camas, Cuando nos
marchamos de San Sebastián hubo que dejarlo. Lo llevamos un día al castillo,
nos despedimos de él, lo soltamos y se fue.
PIO
BAROJA, Memorias: Infancia, familia y juventud
CUESTIONARIO
1.- ¿ Qué se decía
que había que hacer para que se viese un barco con todas sus velas ?
2.- ¿ Qué se veía
desde el Castillo de la Mota ?
3.- ¿ Cuándo habían
muerto los militares ingleses?
4.- ¿ Por qué
desapareció la cueva del Castillo ?
5.- ¿De dónde
procedía el maestro?
6.- ¿Cómo llamaban a
los alumnos de don León?
7.- ¿Qué significado
daba don León a la palabra "cazurro"?
8.- ¿A qué jugaban
los chicos en el arenal de La Concha?
9.- ¿Dónde está
situada la tienda de ultramarinos?
10.- ¿En qué ciudad
transcurre esta historia?
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