miércoles, 30 de enero de 2019

El imperio universal de Carlos V


EL IMPERIO UNIVERSAL DE CARLOS V



PRESENTACIÓN

Carlos I y su hijo Felipe II gobernaron un gran imperio durante el siglo XVI, que se extendió por Europa y América. Paralelo al desarrollo del Imperio surgió un sentimiento de comunidad entre los súbditos peninsulares de estos monarcas, los españoles. Junto al poder político fue esta una etapa de crecimiento económico y cultural. Por ello a Carlos y Felipe se les llama Austrias Mayores, para distinguirlos de sus sucesores los Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) bajo cuyos gobiernos el Imperio se fue debilitando, la economía se hundió y se vivió la Edad de Oro del arte español antes de entrar en una larga etapa de decadencia.



LA HERENCIA

Carlos (1500-1558), el hijo mayor de Juana I de Castilla (1479-1555) y de Felipe I de Habsburgo (1478-1506), recibió una gran herencia a partir de los seis años:

De su padre Felipe el Hermoso heredó:

Los dominios de su abuela paterna María de Borgoña en 1506: Luxemburgo, el Franco Condado y Flandes (también conocido como los Países Bajos).

Las tierras de la Casa de Austria o Habsburgo tras la muerte de su abuelo paterno el emperador Maximiliano de Habsburgo [1493-1519].



De su madre Juana la Loca heredó:

Los territorios de sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, a la muerte de Fernando de Aragón en 1516. Estos incluían Castilla (con Granada), Navarra, la Corona de Aragón, Sicilia, Nápoles, Cerdeña, los presidios norteafricanos y los dominios en América. En todos estos países fue nombrado rey con el nombre de Carlos I al ser el primero de ese nombre.



En 1519 logró ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico con el título de Carlos V, al haber sido precedido por otros cuatro emperadores con ese nombre[1].

Más tarde conquistó la región del Milanesado en el norte de Italia.

En 1527 su hermano Fernando de Habsburgo (1503-1564) se convirtió en rey de Bohemia y Hungría pasando a ser su fiel vasallo.



Los títulos de Carlos los podemos leer en esta pragmática o edicto que, ya como emperador, en febrero de 1521, promulgó contra los Comuneros en la ciudad alemana de Worms:

“Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Romanos Semper Augusto.

Doña Juana su madre y el mismo Don Carlos por la misma gracia Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas de Canarias, de las Indias islas y tierra firme del Mar Océano, Condes de Barcelona, señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas y de Neopatria, Condes de Rosellón y de Cerdaña, Marqués de Oristán y de Gorciano, Archiduques de Austria, Duques de Borgoña y de Brabante”.



EL PROYECTO IMPERIAL

Carlos V se veía a sí mismo como el representante de Dios (“vicarius Dei”) en la Tierra. Su función como emperador era conseguir que se estableciese la paz general entre todos los cristianos, y todos juntos emprender una nueva cruzada contra los turcos otomanos y recuperar finalmente Jerusalén. Esta idea de “monarquía universal” convenía a Carlos V porque unía en un imperio supranacional todos los territorios que le debían obediencia directa y que sólo le tenían a él como elemento común. Este compromiso de Carlos V con la unidad de la Cristiandad católica europea hizo que descuidara los asuntos peninsulares y que no prestara atención a la creación del imperio americano que sucedió precisamente bajo su reinado (conquista de México por Hernán Cortés en 1521, conquista de Perú por Francisco Pizarro en 1533), sin embargo, el oro y la plata que empezaron a llegar en gran cantidad de las Indias fueron fundamentales para poder pagar sus planes imperiales. Asimismo, fue Castilla el reino que más dinero aportó en forma de impuestos a sus empresas ultrapirenaicas.



LAS DIFICULTADES INTERNAS (1520-1523)

Cuando en 1517 llegó a la península ibérica tras la muerte de Fernando el Católico, Carlos I era un muchacho criado en Flandes, separado de su madre desde niño, y que apenas sabía hablar castellano. En los meses que permaneció en Castilla quedó claro que su prioridad era conseguir la sucesión al trono del Sacro Imperio tras la muerte de su abuelo Maximiliano de Habsburgo. El Emperador no era nombrado siguiendo una sucesión dentro de una familia, sino que era elegido por siete príncipes electores del Sacro Imperio. Carlos I competía por el trono imperial con el rey de Francia Francisco I (1494-1547), y para conseguir la elección sobornó a los príncipes electores con inmensas cantidades de dinero prestadas por la banca de los Fugger como dice esta carta de Jakob Fugger el Rico dirigida a Carlos V:

“Sin mi ayuda, Vuestra Majestad Imperial nunca habría podido obtener la corona imperial, según puedo probar con escritos de puño y letra de los delegados de Vuestra Majestad.

Yo no he buscado mi interés personal, ya que, si hubiese querido abandonar la casa de Austria y favorecer a Francia, habría obtenido dinero y beneficios, tal como me lo propusieron. Los perjuicios que esto le hubiera causado a Vuestra Majestad Imperial y a la casa de Austria, Vuestra Majestad los podrá juzgar con vuestro hondo juicio.”



Por todo lo anterior Carlos necesitaba grandes cantidades de dinero, y por ello antes de abandonar la península ibérica y partir hacia Alemania en 1520, donde le esperaban  para coronarle emperador, reunió unas cortes entre Santiago de Compostela y A Coruña/La Coruña para conseguir aún más dinero de sus súbditos castellanos.

Tras la partida de Carlos I se produjeron sublevaciones en el reino de Castilla (Comunidades) y de Aragón (Germanías).

Las Comunidades (1520-1521) fueron varias ciudades castellanas de ambas mesetas (Toledo, Segovia, Ávila, Burgos…) que se rebelaron contra el gobierno real. Los revoltosos eran artesanos, comerciantes, miembros del bajo clero y algunos hidalgos[2]. Los comuneros pedían que el rey nombrase a nobles castellanos para los cargos de gobierno de Castilla y no a nobles flamencos, que habían llegado acompañando a Carlos desde Flandes; que el dinero recaudado en Castilla se gastase en Castilla, y que se respetasen los derechos al trono de la reina madre Juana I de Castilla que estaba encerrada en un castillo. Lo anterior se ve en estas peticiones de los Comuneros de Burgos en 1520:

“2. Que, de conformidad con las leyes y ordenanzas del reino y con las antiguas costumbres, Su Majestad no conceda oficio ni beneficio ni mando ni pensión ni carga a los extranjeros, sino sólo a los castellanos nacidos y residentes en el reino […].

5. Que de ningún modo se pague a los extranjeros tipo alguno de suma en sus reinos […]; que Su Majestad empiece por atribuir las cargas y las pensiones de sus reinos a los castellanos antes de utilizarlas con algún otro fin.”



Los nobles castellanos más importantes, temiendo que los rebeldes se volviesen contra ellos, formaron un ejército y derrotaron a los rebeldes en la batalla de Villalar (1521). Al día siguiente sus principales dirigentes, Padilla, Bravo y Maldonado fueron decapitados.



En la Corona de Aragón la revuelta, llamada Germanía, transcurrió de 1519 a 1523. Sucedió en Valencia y Mallorca. Esta era una lucha social que enfrentaba a los artesanos y comerciantes, aliados a los pequeños campesinos, contra los nobles latifundistas. Los burgueses pedían poder acceder a los cargos municipales reservados a los nobles, y los campesinos querían que se redujesen los arrendamientos. Durante las luchas en Valencia los agermanados obligaron a bautizarse a los mudéjares que vivían en las tierras de los nobles. Finalmente, la rebelión fue aplastada por la nobleza principal.



El resultado de estas revueltas fue que, durante el resto de su reinado, Carlos I prestó más atención a la península ibérica, aprendió castellano, y buscó más el apoyo de su nobleza. De hecho, Carlos permitió a los nobles en las coronas de Castilla y Aragón mantener su poder económico como los mayores propietarios de tierras y ganados, sobre todo lanar, y también mantuvieron su poder como jueces dentro de sus feudos. Además, se mantuvo la exención del pago de impuestos para la nobleza y el clero. Quienes pagaron los impuestos que necesitaba Carlos I para sus planes imperiales fueron los villanos castellanos. Estos estaban representados en unas asambleas llamadas Cortes castellanas formadas por dieciocho ciudades “privilegiadas” que fueron convocadas quince veces. Cada vez que se reunieron las Cortes se aprobaron nuevos impuestos para el rey, los cuales fueron pagados sobre todo por los campesinos, pues muchas veces los burgueses lograron evitar ser pecheros -contribuyentes-.



LOS CONFLICTOS EXTERIORES

El proyecto de monarquía universal de Carlos V fracasó debido a la oposición que encontró dentro y fuera de la Cristiandad. Por un lado, su concepto de Imperio, que venía de la Edad Media, chocó con las naciones que empezaban a surgir. Los franceses, los ingleses, los alemanes empezaban a desarrollar la conciencia de pertenecer a una grupo más específico que la Cristiandad, la nación, en el cual…………………………….



[1] El nombre Carlos en español procede del nombre alemán Karl.
[2] Los hidalgos eran los nobles más numerosos. No eran ricos, algunos incluso eran pobres. La mayoría no tenían vasallos y para ganarse la vida trabajaban sus tierras, se enrolaban en el ejército o se convertían en funcionarios de la administración real.

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