Un avance inexorable, noviembre de 1620
Un avance inexorable, Batalla de la Montaña Blanca, noviembre de 1620
Texto basado en los libros de G.Parker, The Thirty Years War, V.Brnadic, Imperial Armies of the Thirty Years' War, S.Valzania, Wallenstein, K.Roberts, Pike and Shot Tactics 1590-1660, Ignacio and Ivan Lotario Lopez, The Spanish Tercios, 1536-1700.
En diciembre de 1620, mientras Bethlen Gabor se retiraba a sus tierras para rechazar una invasión cosaca, se levantó el asedio de Viena. El mes siguiente, el príncipe de Transilvania firmó una tregua con Fernando II, abandonando así a Federico. El emperador se las arregló para conseguir el apoyo de España (que envió a Spínola a invadir el Palatinado), de Sajonia y, sobre todo, de Baviera. Maximiliano I ofreció su ayuda y restauró la Liga Católica, dando al emperador un fuerte ejército con el que contar, pidiendo el título de elector y todas las tierras que la Liga conquistase para él mismo. Mientras el Palatinado era invadido, los imperiales y los ejércitos de la Liga recuperaron todo el territorio perdido ante los rebeldes, ciudad a ciudad. El 8 de noviembre, en las afueras de Praga, cerca de una colina de poca altura llamada la Montaña Blanca (Bílá Hora) 30.000 rebeldes y mercenarios, bajo el mando de Cristián de Anhalt, hicieron su última resistencia contra 27.000 enemigos.
Los imperiales eran mandados por el general Bucquoy (cuya victoria en Slabat debe recordar) mientras que el ejército de la Liga era dirigido por Johannes Tscaerles, conde de Tilly (uno sobre el que vas a oír hablar un montón). Usando bandas blancas como seña de identificación, gritando “Jesús María”, los ejércitos católicos combinados, formados principalmente por mercenarios, aplastaron a los defensores protestantes, que pronto se descorazonaron y huyeron por sus vidas.
En el dibujo vemos el avance de los imperiales en la típica formación de los Tercios, creada por los españoles y aplicada por los ejércitos católicos casi en todas partes. El cuadro de piqueros, profundo y no especialmente grande, está en el centro de la formación, siendo protegido por cuatro “mangas” de mosqueteros en sus ángulos. El capitán, marchando en el centro con una buena armadura corporal y una partesana, es seguido por un suboficial. El suboficial está dando órdenes a los rodeleros (o Rondartschier, soldados armados con espada, escudo y armadura) que se desplieguen delante de los piqueros para cubrir su avance del fuego enemigo.
La batalla comenzó al mediodía y antes del anochecer había acabado, después de una o dos horas en las cuales hubo poca lucha, con escuadrones protestantes retirándose completos. La rebelión fue aplastada y el reinado en Bohemia de Federico, que duró menos de un año, acabó, dando al desafortunado príncipe el apodo de “Rey de invierno”. Pero la guerra solamente había comenzado…
Alguien es dejado atrás, Mingolsheim 27 de abril de 1622
Texto basado en G. Parker, The Thirty
Years War, V. Brnardic, Imperial Armies of the Thirty Years War, G.
Santi-Mazzini, La Macchina da Guerra y en dos materiales procedentes de
Internet.
La batalla de Mingolsheim fue la primera
de una serie de batallas que sucedieron entre la primavera y el verano de 1622.
Fue un encuentro menos, aun cuando si
digo menor el lector debe considerar que más de 2.000 hombres murieron aquel
día (que es un número mucho mayor que, por ejemplo, las pérdidas americanas
durante el Desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944, solo para que el
lector se dé una idea). Von Mansfeld, que había unido sus fuerzas con Georg
Friedrich, margrave de Baden Durlarch, se estaba enfrentando al mismo problema
de siempre de ser rodeado. Tilly estaba a punto de unir sus fuerzas con Gonzalo
Fernández de Córdoba, que venía desde los Países Bajos. El objetivo de Mansfeld
era evitar ese enlace. Tilly se encontró con el ejército de Von Mansfeld cerca
de la ciudad de Mingolsheim, una aldea 20 millas al sur de Heidelberg. Los
católicos se desplegaron en el lado norte, mientras que los protestantes se
colocaron en una colina al sur. Mingolsheim fue completamente incendiada por
los de Mansfeld para retrasar el avance católico. En realidad el asalto de
Tilly fue rechazado y el mismo general católico fue herido. Sus fuerzas se
retiraron y Mansfeld ganó una victoria táctica. Pero no pudo evitar el enlace
entre Córdoba y Tilly, que produciría enormes problemas a los protestantes en
las siguientes semanas.
En el dibujo podemos ver la dotación de un
falconete observando con temor la retirada de un pelotón de mosqueteros hacia
la aldea de Mingolsheim en llamas, volviendo a las posiciones imperiales. Según
este artículo en Kriegsbuch [http://kriegsbuch.blogspot.com.es/2012/02/leaugist-army-at-battle-of-weisloch.html], Tilly tenía cuatro piezas de artillería
pequeñas y según este post sobre la batalla de Wimpfen [http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?p=640299] cuatro cañones fueron
capturados por Mansfeld.
La dotación era improvisada. El lector
puede ver al que apunta, sujetando el cañón, a otro soldado sosteniendo un
espontón de artillería con dos mechas y a la derecha al artillero con una
baqueta, para limpiar el cañón después de cada disparo. El cargador puede ser
el que está tirado en el suelo.
El falconete era un cañón con un calibre
relativamente pequeño – disparaba balas que pesaban desde medio kilo a dos
kilos y medio -, tristemente famoso por el destino del condotiero Juan de
Médicis, que en 1526 perdió una pierna y murió a causa de complicaciones de la
herida producidas por un disparo de un cañón lansquenete. Hay una maravillosa
película sobre este episodio (y sobre el fin de la caballería) titulada El
oficio de las armas que sugiero ver si tienen la oportunidad.
En los fríos, fríos Países Bajos, febrero de 1624
http://www.deviantart.com/browse/all/?section=&global=1&q=fritzvicari#/art/In-the-cold-cold-Netherlands-February-1624-411056237?_sid=698be66e
En los fríos, fríos Países Bajos, febrero de 1624
Texto basado en Mario Díaz Gavier, Breda 1625, Ignacio e Iván Lotario López, The Spanish Tercios, 1536-1704
Invierno, inicios de 1624.El escenario de nuestra tragedia se mueve a los Países Bajos desgarrados por la guerra. La guerra, que había comenzado antes de que cualquiera de nuestros personajes hubiera nacido, había vuelto a empezar tras doce años de tregua, en 1621. España gastó cantidades de dinero y energía increíbles contra un enemigo que, a pesar del poder de los Habsburgo, de un bloqueo al comercio marítimo y de una presión continua, parecía ser invencible.
El invierno de 1623 a 1624 fue excepcionalmente frío: ríos y pantanos se helaron, transformando el poco fiable terreno de los Países Bajos en un camino perfecto sobre el que marchar. Los españoles, bajo el mando de Lucas Cairo, gobernador de Lingen, lanzó una triple ofensiva en la zona de Groninga, capturando la ciudad y reduciendo a cenizas algunos pueblos, incluyendo (Windschoten, Schlochteren, Heiligerlee, Noordbroek and Schemda condenando así, de hecho, a morir a la población a causa de las privaciones del invierno. Aun así, la ofensiva solo obtuvo unos resultados modestos.
Cuando el sol de primavera fundiese el hielo y la nieve, se lanzaría una ofensiva en el Brabante…
Lützen 1632 La destrucción de la Brigada Amarilla
http://fritzvicari.deviantart.com/gallery/?offset=120#/art/Luetzen-1632-the-Destruction-of-the-Yellow-Brigade-320462016?_sid=22b80a65
La batalla:
La batalla de Lützen enfrentó el 6 o el 16 de noviembre de 1632 al ejército sueco del rey Gustavo Adolfo y al ejército imperial del general Wallenstein. Aunque se considera una victoria sueca porque al final los imperiales se retiraron, fue una matanza sin un claro vencedor, un buen resumen de toda la Guerra de los Treinta Años. Los suecos conquistaron la posición, pero perdieron muchos soldados y oficiales veteranos y a su rey.
La destrucción de la Brigada Amarilla:
La Brigada Amarilla, reclutada en 1624, estaba formada por veteranos y dirigida por el coronel Nils Brahe, que ya había dirigido a la brigada victoriosamente en la batalla de Breitenfeld. En Lützen la Brigada Amarilla luchó en el centro del ejército sueco. Al mediodía la brigada avanzó hacia las posiciones imperiales entre la niebla y el humo que venían de la ciudad de Lützen en llamas. La idea era tentar al enemigo para que disparase sus mosquetes primero, para conseguir que los mosqueteros propios se acercaran lo bastante para hacer una descarga. Esta vez no funcionó. Enfrente de la Brigada Amarilla había tres regimientos veteranos. Los imperiales dispararon primero, pero esperaron para poder disparar a los suecos a quemarropa. Muchos oficiales y veteranos murieron al momento, dejando a la brigada paralizada.
El dibujo:
El dibujo representa el momento en que las primeras balas de los imperiales golpean la brigada a quemarropa. Los piqueros con corazas eran desplegados delante de los mosqueteros para protegerlos del fuego enemigo, así que dibujé un montón de piqueros. Cuando supe por primera vez de la destrucción de la Brigada Amarilla fui golpeado por la idea de estos hombres marchando hacia la muerte lenta y solemnemente. ¿Qué estarían pensando? ¿Entendieron, en aquellos últimos segundos, que los imperiales iban a lanzarles un golpe devastador y que su plan había fracasado? ¿Vieron a los tres regimientos apuntándoles con sus mosquetes y esperando a que se acercasen?
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