lunes, 27 de enero de 2014

ESO Bloque 5 La época de entreguerras Editorial Anaya

Bloque 5 La época de entreguerras (1919-1939)

Contenidos
 La difícil recuperación de Alemania.
El fascismo italiano.
El crash de 1929 y la gran depresión.
El nazismo alemán.
La II República en España.
La guerra civil española.

Criterios de evaluación
1. Conocer y comprender los acontecimientos, hitos y procesos más importantes del período de entreguerras, o las décadas de 1919 a 1939, especialmente en Europa.
2. Estudiar las cadenas causales que explican la jerarquía causal en las explicaciones históricas sobre esta época, y su conexión con el presente.
3. Analizar lo que condujo al auge de los fascismos en Europa.

Estándares de aprendizaje evaluables
1.1. Analiza interpretaciones diversas de fuentes históricas e historiográficas de distinta procedencia.
1.2. Relaciona algunas cuestiones concretas del pasado con el presente y las posibilidades del futuro, como el alcance de las crisis financieras de 1929 y de 2008.
1.3. Discute las causas de la lucha por el sufragio de la mujer.
2.1. Explica las principales reformas y reacciones a las mismas durante la II República española.
2.2. Explica las causas de la guerra civil española en el contexto europeo e internacional.

3.1. Explica diversos factores que hicieron posible el auge del fascismo en Europa.


LA II REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL EN ESPAÑA

1.    La Restauración borbónica. El sistema político

1.1. La época de la Restauración
En 1875 se restauró en España la monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón (1875-1885), hijo de Isabel II. La Restauración borbónica fue posible gracias a un doble proceso:
La actuación política de Antonio Cánovas del Castillo, el jefe del futuro Partido Conservador, que logró la abdicación de Isabel II en su hijo, y el apoyo de la burguesía y del ejército al nuevo rey, ansiosos de tranquilidad política. El 1 de diciembre de 1874, Cánovas redactó un manifiesto, que el príncipe firmó en Sandhurst[1], donde prometía un gobierno constitucional.
Un pronunciamiento militar del general Martínez Campos, el 29 de diciembre de 1874, en Sagunto. En él proclamaba rey a Alfonso XII.

Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, la Restauración se mantuvo con la regencia de María Cristina (1885-1902), ejercida durante la minoría de edad de su hijo Alfonso XIII.

1.2. El funcionamiento del sistema político
El sistema político de la Restauración se basó en dos pilares: la Constitución de 1876 y el turnismo de partidos.
La Constitución de 1876
Era una constitución moderada, pero la bastante flexible como para que cualquier partido pudiese gobernar sin necesidad de cambiarla. Establecía una amplia declaración de derechos, que podían restringirse más o menos en función del partido gobernante; la soberanía compartida entre el rey y las Cortes; y un sufragio a determinar por el partido gobernante: restringido o universal.

El turnismo de los partidos políticos
El turnismo o turno pacífico consistía en la alternancia en poder del Partido Conservador, heredero de los moderados, liderado por Cánovas del Castillo y apoyado por las clases altas; y del Partido Liberal, heredero de los progresistas, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta y sostenido por la burguesía y las clases medias urbanas.
Cuando el Gobierno se desgastaba, el rey encargaba formar nuevo Gobierno al jefe de la oposición, que convocaba y amañaba las elecciones para obtener la victoria. Para ello, recurría a trampas electorales y a la manipulación de los votos: el pucherazo, consistente en guardar en un puchero papeletas electorales que se añadían o quitaban de la urna electoral según el resultado deseado; el voto de los "lázaros" o fallecidos, que se inscribían en la lista electoral; y el voto de los "cuneros" o electores que se inscribían irregularmente en una circunscripción territorial que no les correspondía.
También se recurría a la presión sobre los electores, ejercida a través de caciques o personas de gran poder económico y social a nivel comarcal o local.

2. Los problemas políticos en la Restauración

2.1. Los problemas interiores.
El sistema político implantado durante la Restauración se enfrentó a serios problemas políticos.

La oposición al turnismo
Partidos políticos como el republicano, el carlista o el socialista no aceptaron el funcionamiento del sistema electoral fijado en la Constitución de 1876.
El partido republicano estaba dividido en varias tendencias, dirigidas por Castelar, Pi y Margall, Ruiz Zorrilla y Nicolás Salmerón. Todas ellas proponían un modelo de Estado republicano.
El partido carlista se levantó en una nueva guerra contra Alfonso XII. Sus núcleos en el Maestrazgo, la Seo de Urgel y el norte fueron vencidos por el Ejército.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue fundado por Pablo Iglesias en 1879, y se consolidó gracias al auge alcanzado en la época por el movimiento obrero.

El movimiento obrero
Cobró fuerza tras el reconocimiento de los derechos de reunión y de asociación por la Constitución de 1876 y la promulgación de la Ley de Asociaciones de 1887.
El socialismo se difundió tras la fundación de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888. Arraigó sobre todo en Madrid, el País Vasco y Asturias. El anarquismo, por su parte, fundó en 1881 la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)[2]. Se difundió especialmente entre los obreros industriales catalanes y el campesinado andaluz.
Los regionalismos y los nacionalismos
Surgieron como reacción frente a la política centralista de la Restauración.
El nacionalismo catalán reivindicó su idioma como lengua oficial, la existencia de partidos políticos y de tribunales catalanes, y la autonomía de Cataluña. En 1892 proclamó sus propuestas en las Bases de Manresa[3], formuladas por Prat de la Riba.
El nacionalismo vasco, impulsado por Sabino Arana, fue católico y conservador y defendió sus fueros y tradiciones. En 1897 se fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
El nacionalismo gallego buscó la solución a los problemas económicos y sociales.

2.2. La "crisis del 98". Un problema exterior con repercusiones internas
La pérdida de las últimas colonias españolas se inició con una insurrección en Cuba en 1895, el llamado "grito de Baire"; y otra en Filipinas en 1896. Estuvieron causadas por el descontento económico y la negativa española a concederles cierta autonomía.
Los rebeldes contaron con el apoyo de Estados Unidos. Este país declaró la guerra a España tras la voladura del acorazado americano Maine en el puerto de La Habana en abril de 1898, al considerarla un sabotaje español.
La guerra se desarrolló en el Pacífico (Filipinas) y en el Atlántico (Cuba y Puerto Rico). En los dos escenarios, las flotas españolas fueron destrozadas por los estadounidenses. España tuvo que firmar el Tratado de París en 1898, donde reconoció la independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
La guerra ocasionó la muerte de 50.000 combatientes y perjudicó a las exportaciones españolas. Además, provocó una honda crisis moral e ideológica y propició el nacimiento del regeneracionismo, un movimiento intelectual y político que pretendía acabar con la corrupción política y solucionar los graves problemas que padecía el país.

3. Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera

3.1. El reinado de Alfonso XIII
Alfonso XIII accedió al trono en 1902 en un ambiente político caracterizado por la crisis del sistema canovista, la influencia regeneracionista y la desaparición de Cánovas (1897) y de Sagasta (1903). En su reinado, se suelen distinguir dos etapas, separadas por la crisis de 1917.

El mantenimiento del turno de partidos (1902-1917)
Hasta 1917 se mantuvo la alternancia bipartidista entre el Partido Conservador, dirigido por Antonio Maura, y el Partido Liberal, a cuyo frente se situó José Canalejas. Ambos emprendieron una política regeneracionista, que intentó sin éxito acabar con el caciquismo e implantar ciertas mejoras sociales.
El principal problema del período fue la guerra de Marruecos. El Tratado de Algeciras (1906) dividió Marruecos en dos protectorados: uno francés, al norte; y otro español, al sur.
La ocupación española de su protectorado provocó una guerra con los habitantes del Rif[4] que, en 1909, obligó a movilizar a los reservistas[5], en su mayoría padres de familia. Este hecho originó violentos disturbios en Barcelona, conocidos como la Semana Trágica. Su dura represión por el Gobierno conservador de Maura llevó a los liberales a romper su pacto de turno con él.

La crisis del sistema canovista (1917-1923)
En 1917 se produjo una grave crisis que tuvo una triple dimensión:
Militar, en la que el Ejército reclamó la subida de salarios y el ascenso por antigüedad y no por méritos de guerra.
Política, cuando una asamblea de parlamentarios catalanes exigió un Estado descentralizado con autonomías.
Social, en la que los partidos y sindicatos de izquierda convocaron el 13 de agosto una huelga general para protestar por la subida de precios y derrocar al Gobierno.
Solucionada la crisis, entre 1919 y 1923, el deterioro político obligó a formar gobiernos de concentración[6] integrados por personalidades de los distintos partidos. Estos gobiernos apenas duraban en el poder, y tuvieron que hacer frente a numerosos problemas internos y externos.
En el interior, aumentó la conflictividad social, en respuesta a la crisis económica que siguió a la Primera Guerra Mundial y a la influencia de la Revolución Rusa. Ambas provocaron violentos enfrentamientos entre obreros y patronos y numerosas huelgas.
En el exterior, se produjo el Desastre de Anual en la guerra de Marruecos (1921), una derrota militar que causo 10.000 muertos y provocó una enorme conmoción en la opinión pública.

En esta situación, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 e impuso una dictadura con el apoyo del rey.

3.2. La dictadura y el fin de la monarquía
La dictadura de Primo de Rivera pasó por dos etapas, diferenciadas por la composición del gobierno.
El directorio militar (1923-1925). En esta etapa, Primo de Rivera suspendió la constitución, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos, reprimió el movimiento obrero y derrotó a los marroquíes tras el desembarco de Alhucemas (1925).
El directorio civil (1925-1930). La victoria militar en Marruecos y la bonanza económica de los años veinte ayudaron a Primo de Rivera a perpetuarse en el poder hasta 1930.

En enero de 1930, Primo de Rivera dimitió, acuciado por la crisis económica de 1929, el incremento del paro y del movimiento obrero, los problemas nacionalistas, y el rechazo de muchos intelectuales.
Alfonso XIII intentó entonces volver al sistema parlamentario con los gobiernos del genera Dámaso Berenguer, primero, y del almirante Aznar, después. Pero el desprestigio del rey por su apoyo a la dictadura, hizo que en las elecciones municipales de 1931 triunfasen los republicanos en las grandes ciudades. En estas circunstancias, el rey abandonó el país, y el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República.

4. La Segunda República. De 1931 a 1933

4.1. La República y la Constitución de 1931
Tras la proclamación de la Segunda República, se formó un Gobierno provisional integrado por republicanos, socialistas y nacionalistas que convocó elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1931.
Estas dieron mayoría a los partidos de izquierda, que redactaron una nueva constitución.

La Constitución de 1931
Establecía una amplia declaración de derechos (expresión, reunión y asociación), la soberanía popular, la división de poderes, el sufragio universal masculino y femenino, la autonomía regional reflejada en un estatuto de autonomía, y la separación Iglesia-Estado. Además, definía a España como una “República de trabajadores”.
Desde este momento, la evolución de la República pasó por tres etapas: el Bienio Reformista, el Bienio Conservador y el Frente Popular.
4.2. El Bienio Reformista (1931-1933)
Aprobada la constitución, Niceto Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República, y Manuel Azaña jefe de un Gobierno de coalición formado por republicanos de izquierda y socialistas.
El gobierno de Azaña puso en marcha una ambiciosa política reformista, tendente a solucionar los problemas de la sociedad de la época.
Reformas políticas. Se emprendió la descentralización política, aprobando un estatuto de autonomía para Cataluña y proyectos de estatuto para el País Vasco y Galicia.
Reforma del Ejército. Se redujo el número de oficiales del Ejército y se garantizó su lealtad a la república, jubilando con sueldo íntegro a quienes no quisieran jurarle fidelidad.
Reformas económicas. En 1932 se elaboró una reforma agraria, que expropiaba con indemnización los latifundios mal explotados y asentaba a ellos a campesinos individuales o en cooperativas.
Reformas sociales. Se mejoraron las condiciones laborales de los obreros. Para ello, se fijó la jornada laboral en 40 horas semanales, se subieron los salarios y se crearon seguros.
También se limitó la influencia de la Iglesia, autorizando el matrimonio civil y el divorcio, eliminando el pago a los sacerdotes, y prohibiendo la enseñanza a las órdenes religiosas.
Reformas culturales. Se impulsó la educación pública, creando 10.000 escuelas e incrementando el número de maestros.
Estas reformas provocaron movilizaciones tanto de la derecha, que las consideraba radicales, como de la izquierda, que pensaba que se habían quedado cortas. Ante esta situación, Azaña dimitió y se convocaron elecciones en noviembre de 1933.

5. La Segunda República. De 1933 a 1936

5.1. El Bienio Conservador (1933-1936)
Las elecciones de 1933 dieron el triunfo a la derecha y al centro político. El Gobierno consiguiente lo formó el Partido Radical, de centro, presidido por Alejandro Lerroux, que contó con el apoyo parlamentario de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), una coalición de partidos de derecha.
El nuevo Gobierno paralizó la mayoría de las reformas anteriores, lo que provocó un incremento de las huelgas y la movilización de los partidos de izquierda. La CEDA exigió entonces entrar en el Gobierno. Este hecho provocó la Revolución de Octubre de 1934, que alcanzó su mayor intensidad en Asturias y en Barcelona.
En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social, y sitiaron Oviedo durante dos semanas. El Gobierno reprimió duramente la revuelta con apoyo del ejército de África.
En Barcelona, el Gobierno autónomo proclamó la República catalana dentro de la República española. Tras ser sofocado el movimiento, se suspendió el Estatuto de autonomía y se disolvió la Generalitat.
El descontento de la izquierda ante la represión y el encarcelamiento de numerosas personas, los problemas económicos y los escándalos de corrupción de algunos políticos del Partido Radical (estraperlo), obligaron a convocar elecciones en febrero de 1936.
La izquierda se presentó a las elecciones unida en una gran coalición, el Frente Popular, y logró la victoria.

5.2. El Frente Popular (febrero-junio 1936)
El nuevo Gobierno, presidido primero por Manuel Azaña y después por Santiago Casares Quiroga, decretó una amnistía para los presos políticos de la revolución de 1934 y reanudó las reformas interrumpidas durante el Bienio Conservador; entre otras, la reforma agraria. Estas actuaciones ocasionaron una creciente radicalización política. En la izquierda, ganó peso el sector radical del PSOE. En la derecha, se fundó Falange Española, un partido ultraderechista creado por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador, que quería implantar un régimen fascista.
La violencia política del momento se manifestó en la llamada Primavera Trágica de 1936, una oleada de atentados y choques callejeros entre militantes falangistas, comunistas y anarquistas.
Por su parte, los sectores más conservadores del Ejército, que desde la victoria del Frente Popular conspiraban contra el Gobierno, decidieron acabar con la República mediante un golpe de Estado dirigido por el general Emilio Mola.
El asesinato en Madrid de José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, proporcionó el pretexto para la insurrección militar.







6. La Guerra Civil (1936-1939)

6.1. La sublevación militar
El golpe de Estado se inició en Melilla, Tetuán y Ceuta el 17 de julio de 1936. Al día siguiente, se extendió por toda España, donde triunfó en las zonas rurales y fracasó en las más industrializadas. El país quedó así dividido en dos zonas, la republicana y la sublevada o «nacional», y el golpe militar se convirtió en una larga Guerra Civil.
En España, la sublevación fue apoyada por los militares conservadores; los propietarios agrarios; la burguesía; y los monárquicos, los carlistas y muchos católicos. Por su parte, la legalidad republicana fue apoyada por los militares progresistas; los campesinos sin tierra; la pequeña burguesía; y los republicanos y los partidos de izquierda.
En el exterior, se quiso impedir que la ayuda extranjera a cada contendiente derivase en una guerra mundial. Con este fin, se formó un Comité de No Intervención. Sin embargo, no pudo evitar que los sublevados recibiesen ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista; y el Gobierno republicano de la URSS y de las Brigadas Internacionales, integradas por voluntarios de diversos países.

6.2. Las etapas de la guerra
El objetivo de los golpistas era tomar Madrid. Para lograrlo, enviaron contra la capital un ejército desde Navarra, dirigido por el general Emilio Mola; y otro desde África, mandado por el general Franco. Pero la resistencia encontrada a las puertas de Madrid, y la derrota en las batallas de Jarama (1936) y de Guadalajara (1937), les obligaron a cambiar de planes.
La guerra se desplazó entonces a la cornisa cantábrica (Bizkaia, Santander, Asturias), donde la dureza de los combates se reflejó en el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor, de la aviación alemana, el 26 de abril de 1937. Su incorporación permitió a los sublevados controlar importantes zonas industriales y mineras.
Después, la guerra se trasladó al Mediterráneo con la intención de dividir en dos la zona republicana. Para evitarlo, los republicanos lanzaron la ofensiva del Ebro en 1938, que causó muchas bajas en ambos contendientes. Los rebeldes vencieron, tomaron Cataluña en 1939, y entraron sin resistencia en Madrid. La Guerra Civil finalizó el 1 de abril de 1939.

6.3. La evolución republicana y nacional

La zona republicana
Se produjo una revolución social que colectivizó las tierras y las industrias y causó multitud de desórdenes; se suscitó un fuerte anticlericalismo; y se aprobó el estatuto de autonomía vasco. El Gobierno, dirigido por el Partido Socialista, recayó hasta 1937 en Largo Caballero con el apoyo de todos los partidos de izquierda.
Posteriormente, pasó a Juan Negrín, y se debilitó por la división entre los anarquistas, que querían realizar la revolución para ganar la guerra; y los comunistas, que querían ganar la guerra para hacer la revolución.

La zona nacional
‎Estaba controlada por los rebeldes, que anularon las reformas republicanas. El general Francisco Franco, que había sido nombrado «Generalísimo» de los ejércitos, concentró el poder civil y militar, unificó todas las fuerzas que lo apoyaban en un solo partido, Falange Española Tradicionalista y de los JONS, y concentró todos los esfuerzos en ganar la guerra, lo que favoreció su victoria militar.

6.4. Las repercusiones de la contienda
La guerra ocasionó unos 380.000 muertos y unos 350.000 exiliados. Destruyó campos, industrias, transportes, edificios e infraestructuras. Supuso el triunfo social de los grupos más conservadores y de la Iglesia, que apoyó a los sublevados. Además, ocasionó un empobrecimiento cultural y del arte, ante el exilio de destacadas personalidades de la cultura y el arte. Terminada la guerra civil, Franco impuso un sistema político dictatorial
Las consecuencias de la guerra
Pérdidas humanas de la guerra
       ‎
Represalias en zona sublevada.                                                                           200.000
Muertos en campo de batalla.                                                                             100.000
Por incursiones aéreas.                                                                                          10.000
Por enfermedades y desnutrición (durante la guerra).                                          50.000
Represalias en zona republicana.                                                                                      20.000
Prisioneros «rojos» muertos    por ejecución o enfermedades       de 1939 a 1943.       200.000
Total                                                                                                                                580.000

7. Población, economía y sociedad entre 1875 y 1939

7.1. La evolución demográfica
La población española pasó de 16,4 a 26 millones entre 1875 y 1939.
Las causas de dicho crecimiento fueron el inicio de un suave descenso de la natalidad y una importante disminución de la mortalidad gracias a las mejoras alimentarias y médicas. Las únicas excepciones se produjeron durante la epidemia de gripe de 1918 y la Guerra Civil.
Las migraciones interiores y exteriores se intensificaron.
El éxodo rural afectó, sobre todo, a las zonas del interior peninsular, y provocó el elevado crecimiento de la periferia y de algunas ciudades, como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Bilbao.
Las migraciones al exterior se dirigieron, especialmente, hacia América Latina. Fueron una forma de huir de la pobreza agraria y del prolongado servicio militar.

7.2. La evolución de la economía
La economía siguió la evolución económica internacional: crisis de 1786 y de 1886, felices años veinte, depresión de 1929, etc. No obstante, el desastre del 98 y la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial explican algunos rasgos coyunturales propios.
Las actividades agrarias continuaron siendo mayoristas. Los rendimientos mejoraron por la incorporación de abonos químicos y maquinaria; los regadíos se ampliaron (Plan Gasset de 1902); y en el Mediterráneo se especializaron en cultivos comerciales como cítricos, hortalizas, algodón, vino, y aceite.
Para compensar la pérdida del azúcar cubano, la remolacha azucarera se extendió por los valles del Ebro y del Duero y por la vega de Granada.
La industria se vio favorecida, primero, por la repatriación de capitales procedentes de las colonias de Cuba y Filipinas; y después, por la demanda de textiles, minerales y acero de los países contendientes en la Primera Guerra Mundial.
Desde 1880, se introdujeron las novedades de la Segunda Revolución industrial, como centrales hidroeléctricas y térmicas, e industrias automovilísticas, químicas y de material eléctrico, entre otras.
En su mayoría, las industrias se localizaron en Cataluña, el País Vasco y Madrid, aunque hubo enclaves en Asturias, Galicia, Aragón, Valencia y Cádiz.
Las actividades terciarias más importantes fueron el transporte por carretera, los nuevos sistemas de comunicación, la banca, las finanzas y el comercio.
El comercio exterior mantuvo el superávit hasta la pérdida de las últimas colonias, en 1898, en que pasó a ser deficitario, excepto durante la Primera Guerra Mundial, en la que España permaneció neutral y abasteció de productos a los contendientes.

7.3. La sociedad y sus conflictos
La clase alta. Mantuvo su hegemonía social y su alto nivel de vida. Estaba integrada por los grandes propietarios agrarios y la alta burguesía comercial, industrial y de negocios. A ellos se sumaron algunos burgueses, enriquecidos con los negocios realizados durante la Primera Guerra Mundial para abastecer a los países beligerantes.
La clase media. Se incrementó a lo largo del período, aunque representaba un escaso porcentaje de la población total. Incluía a los agricultores medios, profesionales liberales y funcionarios.
La clase baja. Vivió en la penuria económica. Estaba constituida por un creciente número de obreros industriales, que realizaron frecuentes huelgas y protagonizaron muchos tumultos callejeros; por pequeños propietarios agrarios, y por jornaleros. Estos últimos protagonizaron numerosos levantamientos, como el ocurrido en Casas Viejas (Cádiz), en 1933.

8. La cultura y el arte. Arquitectura y escultura

8.1. La Edad de Plata de la cultura
La cultura española vivió en el primer tercio del siglo XX un período de esplendor conocido             como Edad de Plata.
Las humanidades. Hubo grandes figuras en esta etapa. En literatura, pertenecieron a la generación del 98, caso de Unamuno, Maeztu, Baroja, Valle-Inclán y Azorín; al modernismo, como Juan Ramón Jiménez y Jacinto Benavente; y a la generación del 27, representada por Federico García Lorca, Rafael Alberti y Vicente Aleixandre. En filosofía, destacaron notables personalidades, como Ortega y Gasset y María Zambrano. En historia, sobresalieron Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro.
La medicina y la ingeniería. Los principales científicos fueron Jaime Ferrán, descubridor de la primera vacuna contra el cólera en 1884; y el neurólogo Santiago Ramón y Cajal. En ingeniería, Leonardo Torres Quevedo creó el primer dirigible español en 1905; e Isaac Peral el primer submarino de propulsión eléctrica en 1928.

8.2. La arquitectura y la escultura

La arquitectura
La arquitectura modernista se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX. Su principal representante fue Antoni Gaudí, que realizó edificios de formas ondulantes, decorados con motivos inspirados en la naturaleza, como rocas, formas vegetales y animales. Sus obras más conocidas son las Casas Batlló y Milá, el Parque Güell y la Iglesia de la Sagrada Familia, todas ellas en Barcelona.
La arquitectura racionalista se introdujo en España a principios del siglo XX a través de la asociación de arquitectos GATEPAC. Su figura principal fue Lluís Sert, autor del Dispensario antituberculoso. Otras obras de este grupo son la Casa Bloc (San Andrés, Barcelona) y la urbanización madrileña de El Viso.

La escultura
Pablo Gargallo esculpió obras figurativas en placas planas de metal, en las que el hueco forma           parte de la composición, como La gran bailarina (1929) y El gran profeta (1933). Julio González realizó en hierro obras realistas, cubistas y abstractas, como Mujer peinándose (1931).

9. La cultura y el arte. La evolución pictórica

9.1. Impresionismo y primeras vanguardias
En pintura, el impresionismo tuvo como representante principal a Joaquín Sorolla, que pintó al aire libre las luces claras y el colorido del Mediterráneo. Sus temas más conocidos son bañistas; aunque también realizó algunos cuadros de denuncia social, como ¡Y aún dicen que el pescado es caro!
Las primeras vanguardias contaron en España con algunos seguidores del fauvismo, como Francisco Iturrino y Juan de Echevarría; y del expresionismo, como José Gutiérrez Solana. Pero las corrientes más destacadas fueron el cubismo, con Pablo Picasso y Juan Gris; y el surrealismo, con Salvador Dalí y Joan Miró.

9.2. Pablo Ruiz Picasso (1881-1973)
Sus primeras obras se encuadran en dos etapas, conocidas por el color predominante de sus obras. En la época azul (1901-1904) pintó temas tristes, con personajes alargados y cuerpos huesudos, que muestran sentimientos de pena, dolor y soledad. En la época rosa (1904-1907), pintó figuras poéticas y melancólicas, procedentes en muchos casos del mundo del circo. En 1906-1907 inicio el cubismo con el cuadro Las señoritas de Avignon. Sus obras posteriores responden a dos fases del cubismo:
En el cubismo analítico (1907-1911), los elementos del cuadro se descomponen en sus formas geométricas básicas, representadas a la vez desde varios puntos de vista y utilizando una gama de colores reducida. El cuadro resulta casi abstracto y es difícil reconocer sus elementos.
En el cubismo sintético (1912-1921), la imagen es una síntesis realizada a partir de la combinación de formas básicas, y el colorido es más brillante y variado. Ahora el tema del cuadro resulta fácilmente reconocible.

9.3. Salvador Dalí y Joan Miró
Salvador Dalí (1904-1989) realizó siempre cuadros figurativos caracterizados por un magnífico dibujo. Su originalidad reside en la temática, inspirada en el mundo de los sueños y en el subconsciente. Para la ejecución de sus obras seguía el llamado método paranoicocrítico, consistente en plasmar imágenes y asociaciones entre ellas creadas por la mente en un estado de paranoia o delirio
Joan Miró (1893-1983) realizó obras que parten de la fantasía, lo irracional y el mundo del sueño. A menudo, contienen elementos humorísticos, imágenes distorsionadas, formas orgánicas retorcidas, elementos de la naturaleza como el sol o la luna, o extrañas construcciones geométricas. Las composiciones se organizan sobre fondos planos de color y están pintadas con tonos brillantes. No fue nunca un surrealista ortodoxo y, a partir de 1940, abandonó esta corriente pictórica para desarrollar un estilo propio.

10. Andalucía entre 1875 y 1939

10.1. La Restauración y el reinado de Alfonso XIII
Andalucía desempeñó un papel esencial en el sistema político canovista, debido especialmente a la importancia que en ella tuvieron el caciquismo y el movimiento obrero.
El caciquismo fue una práctica habitual en la región, donde estuvo muy extendida la compra de votos para asegurar los resultados electorales. Una vez que la administración decidía qué candidatos habían de salir en cada distrito, estos recorrían su circunscripción junto a los caciques haciendo regalos. Cuando era necesario, se acudía al pucherazo y al voto de "lázaros" o resucitados.
El movimiento obrero, como en el resto de España, estuvo escindido en dos tendencias: la socialista y la anarquista.
El socialismo solo alcanzó cierta implantación en los centros mineros, como Linares-La Carolina y Riotinto; y entre los obreros de las ciudades. A partir de 1918 comenzó su penetración entre el campesinado. El anarquismo arraigó sobre todo entre los campesinos de Cádiz y de Málaga. Era partidario de la acción directa, llevada a cabo con métodos violentos, como demuestra la actuación de la Mano Negra, una organización secreta que actuó en la comarca de Jerez.

10.2. La Segunda República y la Guerra Civil
Con la República, dio sus primeros pasos en Andalucía la reforma agraria, que atravesó por momentos de avance y retroceso: los repartos se iniciaron en 1932, se detuvieron en el Bienio Conservador, y se aceleraron durante los meses de gobierno del Frente Popular.
La conflictividad social del período se reflejó en los sangrientos sucesos de Casa Viejas, de 1933. Protagonizados por población jornalera, los anarquistas fueron reprimidos por el gobierno de Azaña, que quedó como represor.
Durante la Guerra Civil, Andalucía era clave en los planes de los sublevados. La sublevación militar triunfó en capitales como Sevilla, Granada, Córdoba, Cádiz y Huelva; otras, como Jaén, Málaga y Almería, se mantuvieron fieles a la República. Durante la contienda, el territorio andaluz estuvo dividido en dos zonas: la nacional y la republicana. Los frentes fueron estables desde 1937.

10.3. La evolución económica
El sector primario predominó durante todo este período; no obstante, la agricultura permaneció estancada debido a la pervivencia del latifundismo y al lento avance del regadío. La minería alcanzó cierta importancia en Sierra Morena, en torno a los núcleos de Linares y La Carolina; en la comarca onubense del Andévalo, y en la sierra norte de Sevilla. La industria se centró en el sector agroalimentario, ligado a la exportación de vino y aceite; y a la artesanía, para el consumo local. La expansión ferroviaria favoreció el comercio exterior, que se concentró en los puertos de Málaga y Cádiz.

10.4. El nacionalismo andaluz 
El nacionalismo andaluz hunde sus raíces en el proyecto de constitución federal para Andalucía, aprobado en 1883 en una asamblea en Antequera del ala andaluza del Partido Demócrata Republicano Federal, liderado a nivel nacional por Pi y Margall.
En 1913, durante el reinado de Alfonso XIII, nació Bética, la primera revista regionalista, y en 1915, Blas Infante publicó Ideal Andaluz. Tres años después, en 1918, se celebró la primera asamblea andalucista, la llamada Asamblea de Ronda, donde se adoptaron el escudo, la bandera y el himno de Andalucía. El proyecto regionalista, sin embargo, únicamente arraigó en una minoría de intelectuales y de burgueses.
Durante la República, resurgió el nacionalismo y, en 1933, se redactó el anteproyecto de estatuto de autonomía para Andalucía, impulsado por Blas Infante. Sin embargo, no pudo ser aprobado por la Cortes debido al golpe militar.



[1] Manifiesto de Sandhurst. Documento redactado por Cánovas del Castillo y firmado por el príncipe Alfonso de Borbón, futuro Alfonso XII, en su exilio en la academia militar de Sandhurst, en el que se mostraba dispuesto a convertirse en un rey constitucional.
[2] Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Organización anarquista fundada en 1881, tras la disolución de la Federación Regional Española, la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores. El anarquismo arraigó sobre todo en Cataluña, Andalucía, Valencia y Aragón.
[3] Bases de Manresa. Documento presentado en 1892 ante una asamblea de representantes de las asociaciones catalanistas reunidas en Manresa. En él se solicitaba el autogobierno para el Principado.
[4] Rif. Región montañosa marroquí, que formaba parte del Protectorado Español. Estaba habitada por población bereber, que se resistió ferozmente a la dominación española.
[5] Reservistas. Soldados que no están en servicio activo, pero que pueden ser movilizados en caso necesario.
[6] Gobiernos de concentración. Tipo de gobierno en el que participaron varios partidos con representación parlamentaria. Su fin es aunar fuerzas para hacer frente a una crisis o a circunstancias especialmente graves.



Editorial Anaya

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