lunes, 30 de septiembre de 2019

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Monopolios

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https://blogs.elconfidencial.com/espana/postpolitica/2019-09-29/ana-botin-tecnologicas-bancos-data-concentracion_2260188/

El Holocausto

EL HOLOCAUSTO 02/06 "Decisión"

4º A



Historia de España, Vicens Vives, 2011

FALTA 374, 418, 429, 430

PRESENTES 372, 373, 384, 385, 386, 387, 388, 389, 392, 393, 417, 428, 431

5. Autarquía y racionamiento

La victoria de Franco en la Guerra Civil tuvo unas repercusiones económicas muy negativas. A corto plazo, sumió en el hambre y la miseria a muchos españoles. A largo plazo, consolidó una economía poco competitiva que dificultó en gran medida la reconstrucción y el crecimiento económico de la postguerra.

5.1. La autarquía y sus efectos (1939-1959)

Uno de los principales objetivos de la primera etapa del franquismo fue conseguir la autosuficiencia económica (autarquía). Para ello se fomentó una política económica que propugnó el aislamiento del exterior y la sustitución del libre mercado por la intervención del Estado en la economía, justificando esta política con un discurso fascista y patriótico.

La política autárquica tuvo tres grandes ámbitos de actuación. El primero fue la reglamentación del comercio exterior. De este modo, las importaciones y las exportaciones pasaron a estar completamente controladas por el Estado, y era necesaria una autorización administrativa para realizarlas. Con esta medida se limitaban al máximo los intercambios con el exterior, reduciendo las importaciones a los productos considerados imprescindibles. El resultado de estas restricciones fue el encarecimiento de los productos que el Estado debía importar (por ejemplo, el petróleo) y una gran escasez de bienes de consumo. El desabastecimiento afectó también a las materias primas (a lo largo de la década de 1940, las importaciones de algodón fueron tan sólo algo más de la mitad de las de 1935) y al suministro eléctrico, lo cual provocó un notable descenso de la producción industrial.

El segundo ámbito de actuación fue el fomento de la industria, sobre todo la de interés estratégico, con el fin de asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. Una serie de leyes y medidas favorecieron la creación de empresas públicas, así como la nacionalización de sectores considerados indispensables. También se fomentó el desarrollo de las industrias de bienes de equipo, que recibieron una considerable y continuada ayuda pública, lo cual generó un elevado gasto público que tuvo importantes efectos inflacionistas. Así pues, en 1941 se nacionalizaron todas las compañías de ferrocarriles y se creó la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE). En 1945 se procedió a la nacionalización de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE).

En el año 1941 se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI), destinado a promover la nueva política industrial. El INI impulsó la creación de numerosas empresas públicas, cuyo objetivo era producir los bienes que el sector privado no fabricaba por falta de rentabilidad o por excesivos gastos de inversión. El Estado priorizó las inversiones en sectores vinculados a los intereses de la defensa militar (hidrocarburos, vehículos de transporte, construcción naval, siderurgia, etc.), y en esta primera década del franquismo se crearon las principales empresas del grupo: Iberia (1943), Banco Exterior de España (1943), Endesa (1944), Enher (1946), Ensidesa (1949) y Seat (1950).

 El tercer ámbito del intervencionismo estatal afectó al sector agrario, que vio cómo el Estado regulaba la producción, la comercialización, los precios y el consumo de la mayoría de sus productos. Los bajos precios oficiales (sobre todo de los cereales, las legumbres, el vino, el aceite y las patatas) provocaron un descenso de la producción. También disminuyó considerablemente la productividad por hectárea, que llegó a situarse en la década de 1940 a niveles de principios del siglo XX.

El resultado de la política autárquica fue un profundo estancamiento económico caracterizado por el colapso del comercio exterior, por un notable descenso de los niveles de producción y consumo, y por una considerable disminución del nivel de vida de la población. Además, supuso un freno a las tendencias modernizadoras de la economía española iniciadas a principios del siglo XX y comportó una ampliación de las diferencias con los niveles de bienestar de los países de Europa occidental. Así, mientras la mayoría de los países afectados por la Segunda Guerra Mundial tardaron entre 5 y 8 años en recuperar los niveles económicos de 1939, España, tras la Guerra Civil, tardó 15 años para alcanzar los niveles de 1935.

 LA AUTARQUÍA

España es un país privilegiado que puede bastarse a sí mismo. Tenemos todo lo que nos hace falta para vivir, y nuestra producción es lo suficientemente abundante para asegurar nuestra propia subsistencia. No tenemos necesidad de importar nada (...).

-Declaraciones de Franco al periódico Candide, 1939.

 

La doctrina autárquica entiende que el mayor bienestar social y político de un Estado sólo se consigue produciendo en el interior del país la mayor cantidad de bienes consumibles. La producción entonces se estima como valor nacional, y es considerada finalidad de poder y como meta de independencia política y social. (...)

-A. de MIGUEL: Información Comercial Española, 1941.

5.2. Racionamiento y mercado negro

La rígida reglamentación de la economía autárquica conllevaba el control del mercado por parte del Estado. Los productores agrícolas estaban obligados a entregar toda la producción a un precio de tasa y la propia Administración se encargaba de vender los productos al consumidor a un precio también regulado. El resultado fue el desabastecimiento generalizado de alimentos y el racionamiento de los productos considerados de primera necesidad, que se distribuían mediante una cartilla de racionamiento, vigente entre los años 1939 y 1952.

La tasación de los precios de los alimentos por debajo de su valor comportó que muchos productores prefiriesen esconder la producción para venderla en el mercado negro, del cual obtenían unas ganancias más elevadas. El fraudulento mercado negro afectaba a los alimentos, a las materias primas y a los productos industriales, y sus precios solían ser 3 o 4 veces superior a los oficiales.

 

CARESTÍA Y OCULTACIÓN DE PRODUCTOS

El coste de los productos ha experimentado grandes elevaciones desde 1939 (…) los precios han subido al menos del 200 al 300 por ciento, descontando, como es natural, los precios optimistas y ficticios de los artículos racionados, suministrados a base de cartillas.

Informe al Ministerio de Industria y Comercio, 1946.

 

No hemos de olvidar que, si no todos, una buena parte de los productores son reacios a declarar y entregar sus cosechas totales a los organismos oficiales, y prefieren incluso seguir los riesgos de una tenencia clandestina a costa del mayor beneficio económico.

Jefatura del Servicio Nacional del Trigo, julio de 1950.

 

1. El viraje de la economía española

A mediados de la década de 1950 era evidente que las posibilidades de desarrollo económico de España, inmersa en un sistema de autarquía, estaban agotadas. Por ello se hizo imprescindible un cambio de rumbo que abriese la economía española al mundo occidental y permitiese una aceleración del crecimiento económico.

 

1.1. Los gobiernos del desarrollismo

El gobierno formado por Franco en 1957 y los que le sucedieron en la década de 1960 supusieron un profundo giro en la orientación del franquismo y marcaron la transición de una primera etapa dominada por los principios del falangismo a una segunda con un claro predominio de los llamados tecnócratas.

Esta nueva generación de políticos, algunos de ellos vinculados al Opus Dei, consideraban el crecimiento económico como la principal garantía de estabilidad social. Su perfil era más técnico que ideológico -de ahí el nombre de tecnócratas- y su principal objetivo era incorporar unos criterios de racionalidad y eficacia a la gestión del Estado que asegurasen la continuidad del régimen. Apostaban por un reformismo técnico que, sin cuestionar la dictadura, encontrase una salida a la grave situación económica y social derivada de la autarquía.

El cambio de rumbo vino propiciado por la mala coyuntura económica de finales de la década de 1950 (agotamiento de las reservas del Banco de España, subida por la inflación y fuerte desequilibrio presupuestario), por la presión de los organismos internacionales en el momento en que España acababa de salir del aislamiento y por el aumento de las protestas sociales. Además, Europa vivía una etapa de recuperación económica tras la guerra mundial y la economía española estaba dispuesta a aprovechar las condiciones favorables del mercado internacional.

 

1.2. El Plan de Estabilización

La primera acción correctora de la política económica vino de la mano del llamado Plan de Estabilización (1959). Su objetivo era poner fin al fuerte intervencionismo estatal de los años precedentes y suprimir los obstáculos a la liberalización comercial y financiera. Su actuación comprendía tres grandes ejes:

Estabilización de la economía. Para reducir la inflación existente se elevaron los tipos de interés, se limitó la concesión de créditos bancarios y se congelaron los salarios. Para limitar el déficit público se propuso una reforma fiscal que incrementase la recaudación y limitase el gasto del Estado.

Liberalización interior de la economía. Se llevó a cabo a partir de la eliminación de organismos estatales interventores y de la reglamentación de los precios fijos.

Liberalización exterior de la economía. El objetivo era eliminar los obstáculos a la entrada de mercancías extranjeras y facilitar la inversión de capitales exteriores. En esta dirección, se anunció la convertibilidad de la peseta para facilitar los intercambios y se devaluó su valor en casi un 50% respecto al dólar. A cambio de estos compromisos, diversos organismos internacionales concedieron préstamos a España para hacer frente a la grave situación económica y evitar una posible suspensión de pagos. A más largo plazo, todas estas medidas pretendían incorporar la economía española a los mercados internacionales para poner las bases de un posterior crecimiento económico.

 

1.3. Los Planes de Desarrollo

Al programa de estabilización se añadió, en la década de 1960, la puesta en marcha de los Planes de Desarrollo Económico y Social. En total se promulgaron tres planes de vigencia cuatrienal (1964-1967, 1968-1971, 1972-1975) y para supervisar su funcionamiento se creó una Comisaría del Plan de Desarrollo y se nombró comisario a Laureano López Rodó. Se trataba de una planificación económica indicativa con la finalidad de impulsar desde el Estado el crecimiento de la economía española a partir de la programación de la actividad del sector público y de ofrecer información y previsión a los inversores privados.

Los planes emprendieron dos grandes líneas de actuación: las acciones estructurales, que pretendían solucionar algunas deficiencias de la industria (pequeña dimensión de las empresas, baja productividad...), y los polos de desarrollo, que intentaban reducir los desequilibrios económicos regionales mediante inversiones públicas en zonas de escasa industrialización.

En general, la planificación franquista fue un fracaso, en buena medida porque la ejecución de los planes estuvo siempre más condicionada por los rendimientos inmediatos de los grupos económicos cercanos al poder que por los intereses económicos generales. En muchos casos, los recursos de los planes se invirtieron de forma ineficaz, y además, las previsiones raramente se cumplieron.

El mayor logro de los Planes de Desarrollo residió en dotar a la iniciativa privada de infraestructuras (electrificación, refinerías de petróleo, carreteras, etc.) y materias básicas (acero, carbón, aluminio, etc.) que contribuyeron al crecimiento industrial en el marco de la favorable coyuntura económica.

2. El desarrollismo económico

Entre 1959 y 1973, España conoció un intenso período de crecimiento económico, en el que su tasa de crecimiento fue la segunda más importante entre los países de la OCDE, después de Japón. Estas elevadas cifras se explican porque la economía española partía de un nivel muy bajo, pero también porque se aprovecharon los efectos positivos de la expansión de la economía europea.

 

2.1. Una industrialización acelerada

El sector industrial actuó como motor central de la expansión de la economía española y, entre 1960 y 1973, el incremento de la producción industrial alcanzó tasas del 10% anual. Este crecimiento fue debido a la mejora de la productividad, gracias a los bajos salarios, a la importación de tecnología y a la inversión de capitales extranjeros. Paralelamente, también aumentó el peso de los sectores que fabricaban productos de bienes de equipo, una de las carencias tradicionales de la industria española. La mejora de la productividad permitió el descenso de los precios y ello favoreció las exportaciones. También estimuló la subida de los salarios que, junto a la difusión de las compras a plazos, condujeron a un gran aumento de la demanda de bienes de consumo duraderos (vehículos, electrodomésticos...).

 

Los sectores industriales que lideraron el proceso de avance y cambio tecnológico fueron la industria química, la energética, la siderúrgica, la construcción naval y el sector del automóvil. También crecieron otras industrias de bajo contenido tecnológico, pero muy competitivas dados los bajos costes laborales en España (vestido, calzado, muebles).

 

Las zonas con tradición industrial (Vizcaya, Cataluña, Asturias) continuaron su crecimiento , y también se produjo una gran expansión económica de nuevas zonas como Madrid, cuya industria pasó a representar casi un 14% del total español, lejos del 23% de la barcelonesa, pero el doble de la vizcaína. También se generaron nuevos enclaves  industriales en  Valencia, Alicante, Ferrol, Vigo, Sevilla, Cádiz, Huelva, Valladolid y Burgos.

 

-La empresa Seat fue inaugurada en 1952 y se convirtió en un símbolo de la nueva industrialización franquista. El modelo Seiscientos, que se produjo entre 1957 y 1973, fue el automóvil más popular de la década de 1960.

 

LOS PLANES DE DESARROLLO

Primer Plan de  Desarrollo, enero de 1964

El Plan de Desarrollo […] instrumenta una amplia e intensa acción del Estado a favor de las zonas geográficas menos desarrolladas con el fin de conseguir una mayor aproximación entre los niveles de renta de las distintas regiones españolas. Dicha actuación estatal se realiza principalmente a través de un doble orden de actuaciones: las encaminadas a la mejora agraria y las del fomento de la industrialización.

El mayor esfuerzo económico se emplea a favor de la mejora agraria, ya que en el programa de inversiones públicas del Plan de Desarrollo se destinan más de sesenta y ocho mil millones a las obras de transformación en regadío y colonización, concentración parcelaria, conservación de suelos, repoblación forestal, mejora ganadera y otras inversiones para el fomento de la productividad agraria.

Para acelerar la industrialización, el Plan prevé el establecimiento de polos y polígonos. Mediante los primeros se trata de crear importantes núcleos industriales impulsando unas concretas actividades económicas y sociales. […] Mediante los polígonos, la acción del Estado se extenderá asimismo a aquellas poblaciones que, aun sin reunir las condiciones indispensables para crear en ellas polos de desarrollo o de promoción, permitan el establecimiento de industrias.

 

2.2. La reconversión de la agricultura tradicional

Las transformaciones económicas de España en la década de 1960 provocaron la crisis de la llamada agricultura tradicional. Esta se sustentaba en la abundancia de mano de obra, en los bajos salarios y en la adecuación de la oferta a las necesidades de un mercado poco extenso y poco diversificado en sus necesidades alimenticias. Además, un amplio minifundismo subsistía con grandes dificultades al lado de grandes latifundios en manos de propietarios absentistas que regentaban unas explotaciones insuficientemente trabajadas y con una escasa productividad.

Las nuevas oportunidades de trabajo que ofrecía la industria estimularon el éxodo rural y el descenso de la mano de obra campesina hizo aumentar los salarios. Los empresarios agrícolas, para mantener o mejorar sus ganancias, iniciaron un proceso de mecanización y de uso de abonos químicos que comportaron una intensificación de los cultivos. Esta iniciativa redujo aún más la ocupación en el campo y provocó una mayor emigración. Por otro lado, la mejora de la renta de la población conllevó una diversificación de la demanda de comestibles: el consumo de cereales y legumbres disminuyó en favor de los productos ganaderos y hortofrutícolas (leche, carne, verduras...), generando un desajuste entre la oferta y la demanda de productos agrarios.

Desde el gobierno se estimuló la concentración parcelaria y se promovió la construcción de nuevos regadíos. Todo este proceso cambió radicalmente el aspecto del campo español: la población activa agraria disminuyó en casi dos millones de personas y muchas pequeñas explotaciones desaparecieron, a la vez que las empresas agrarias mejoraban sus sistemas de producción y su productividad.

 

Indicadores

1960

1976

Número de tractores 

36.845

400.928

Consumo de fertilizantes (en t)

242.824

747.702

Población activa en el sector primario (en %)

40,2

20,9

Producción agraria total (en miles de millones de ptas)

220

1.025

Concentración parcelaria (en miles de ha)

243

4.538,2

Productividad del sector agrario (índice 100 = 1964)

92,3

480

 

Fuente: Anuario de Estadística Agraria, 1989.

 

2.3. El avance del sector terciario

En la década de 1960 se produjo un considerable aumento del peso de los servicios en el conjunto de la economía española. En la terciarización de la economía influyeron notablemente un intenso proceso de urbanización, el aumento de las redes de distribución y comercio, la mejora de los medios de transporte y de comunicación y, con un peso muy específico, el turismo.

La llegada masiva de turistas supuso una elevada fuente de ingresos y el aumento de la actividad hotelera y de los servicios complementarios. El bienestar europeo y la generalización de las vacaciones pagadas para la mayoría de sus trabajadores resultaron decisivos en el “boom” turístico de la década de 1960, ya que generaron un importante flujo de turistas que encontraban en España un destino preferente por su clima cálido, abundancia de playas y de servicios, y precios baratos.

 

   Igualmente, las necesidades de financiación promovieron el crecimiento del sector bancario, que invirtió cuantiosos capitales en empresas industriales y obtuvo abundantes beneficios. Si bien, por una parte, este crecimiento se vio favorecido por la prohibición de actuar a la banca extranjera en España, por otra, la limitación de la competencia frenó la modernización del sector bancario español.

 

   El comercio internacional también conoció cambios significativos. Aumentó su volumen en cifras absolutas tanto de importaciones como de exportaciones y modificó su composición. Por primera vez, las principales exportaciones dejaron de ser los productos agrícolas y los bienes acabados pasaron a ser los mayoritarios en las ventas al extranjero. Sin embargo, la balanza comercial resultante seguía siendo negativa, ya que el valor de las importaciones superó siempre al de las exportaciones. Este tradicional déficit comercial se vio compensado por los ingresos procedentes del exterior (el turismo, las inversiones extranjeras y las remesas enviadas por los emigrantes españoles en Europa), que generaban un saldo positivo en la balanza final de pagos.

 

2.4. La dependencia del exterior

La contribución de las economías más desarrolladas de Europa fue crucial para lograr el rápido crecimiento económico. La favorable coyuntura internacional permitió abrir amplios mercados donde vender la producción, obtener energía a precios más reducidos y abastecer las tecnologías más avanzadas y de capitales para financiar las inversiones. España recibió del extranjero los recursos que permitieron equilibrar el déficit comercial generado por las importaciones de maquinaria imprescindibles para renovar la estructura productiva.

 

3. Crecimiento demográfico y cambio social

La expansión económica de la década de 1960 estimuló el crecimiento demográfico y desencadenó los mayores movimientos migratorios de la España contemporánea. Paralelamente, la sociedad española modernizó sus hábitos sociales y culturales y avanzó hacia la denominada sociedad de consumo.

 

3.1. El aumento de la población.

En la década de 1960, la población española experimentó la tasa de crecimiento anual más importante de todo el siglo, lo que permitió pasar de 30,4 millones de habitantes en 1960 a 33,8 en 1970. Este crecimiento se mantuvo elevado en el quinquenio siguiente y, en 1975, la población superó los 35,8 millones de personas. Este aumento demográfico fue consecuencia de un descenso de la mortalidad, sobre todo infantil, y de una elevada natalidad, resultado de unas mejores condiciones de vida.

Las mejores expectativas económicas contribuyeron a mantener un número de nacimientos elevado, en un momento en que el uso de métodos de planificación familiar era prácticamente inexistente y el franquismo proponía una política claramente natalista. De este modo, la tasa de fecundidad se mantuvo alta durante toda la década, situándose, en 1975, en 2,8 hijos por mujer, mientras que la mortalidad infantil pasó del 6,3% al 1,9% entre 1950 у 1970.

La pirámide de edades reflejó este boom demográfico, de manera que el número de jóvenes entre 0 y 14 años aumentó considerablemente, situándose en el 27,8% en 1970. Paralelamente, se produjo un crecimiento de la población mayor de 65 años como resultado del aumento de la esperanza de vida, que pasó de 67 a 70 años para los hombres y de 72 a 76 para las mujeres, entre 1960 y 1975.

 

3.2. Los movimientos migratorios

El crecimiento demográfico estuvo acompañado de importantes movimientos migratorios. El proceso de mecanización y modernización de la agricultura dejó sin trabajo a muchos campesinos, que vieron en la emigración la posibilidad de obtener unos ingresos que no podían conseguir en su lugar de origen. Ello dio lugar, durante la década de 1960, a un intenso éxodo rural para huir de unas condiciones de vida miserables, de la escasez de empleo y de la falta de perspectivas de futuro.

Las zonas agrícolas de España, especialmente Andalucía, Extremadura, las dos Castillas, Murcia y Galicia, fueron las principales proveedoras de unos emigrantes que buscaban mejores oportunidades de vida en ciudades industriales españolas y europeas. Así pues, más de un millón trescientos mil españoles, la décima parte de los activos, emigraron a otros países de Europa en busca de trabajo: Francia, Alemania, Suiza y Bélgica fueron los principales destinos.

Las migraciones interiores resultaron aún más espectaculares: entre 1962 y 1973, cuatro millones de personas cambiaron de lugar de residencia.

Al igual que en las migraciones exteriores, las regiones agrícolas fueron las mayores proveedoras de emigrantes. En contrapartida, hubo un gran aumento de población en las zonas de mayor dinamismo económico como Madrid, Cataluña, País Vasco y Valencia y, dado que la mayor parte de los inmigrantes eran jóvenes, su llegada provocó un incremento de la natalidad.

Estos movimientos de población agudizaron los acusados desequilibrios demográficos y económicos entre los distintos territorios de España. Mientras las áreas más dinámicas concentraban la mayor parte de la población y conocían un intenso proceso de urbanización, otras quedaban estancadas y se despoblaban paulatinamente, sobre todo de jóvenes. Las grandes urbes industriales como Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y las ciudades de su periferia (Getafe, Cornellá, Hospitalet, Baracaldo…) crecían al borde de la saturación y recibían a miles de inmigrantes sin las infraestructuras necesarias para acogerlos. El chabolismo y la proliferación de barrios mal equipados y con viviendas precarias caracterizaron el urbanismo de aquellos años.

 

PÁGINA 389

 

Asimismo, una serie de países europeos absorbieron la mano de obra excedentaria procedente del sector agrario. Su permanencia en España habría podido dificultar el crecimiento porque el desempleo habría aumentado y la abundancia de mano de obra habría frenado la mecanización del campo. Además, las remesas de los 1,3 millones de emigrantes contribuyeron en gran medida a equilibrar la balanza de pagos.

 

2.5. Las limitaciones de la economía española

La prolongada etapa de crecimiento económico, con tasas anuales de aumento del PIB superiores a la media del resto de países europeos, comportó un incremento del 40% en la renta por habitante entre 1960 y 1975, y la mejora del nivel de vida de los españoles, que era todavía muy inferior al de las economías más avanzadas de Europa. Sin embargo, estos datos no pueden ocultar las grandes limitaciones del modelo de crecimiento económico franquista.

En primer lugar, las acciones emprendidas se polarizaron en el sector industrial y de servicios, mientras que el sector agrario era relativamente abandonado, quedando en una situación de atraso, y gran parte de su población, en el paro o la pura subsistencia. La industria española, a pesar de su crecimiento, nunca fue lo bastante potente para absorber a toda la población excedentaria procedente del sector agrario, que tuvo que emigrar.

En segundo lugar, la gran dependencia de la tecnología y de las inversiones extranjeras, no sólo implicaba un gasto importante en la compra de patentes, maquinaria, etc., sino también la supeditación a los ritmos de crecimiento y las decisiones de empresas foráneas. Lo mismo sucedía con los recursos financieros, dada la congénita debilidad y la poca competitividad del sistema financiero español, que no inició su transformación hasta mediados de la década de 1970 al introducirse en los circuitos de la banca internacional. Por último, los beneficios del crecimiento no significaron un aumento significativo del nivel de desarrollo del país, ya que el Estado no fue capaz de cumplir suficientemente su papel de redistribución, ni de impulsar la creación de infraestructuras adecuadas para dar solidez y continuidad al crecimiento. Todas estas deficiencias se pusieron gravemente en evidencia con la crisis económica de 1973.

 

PARA SABER MÁS

Algunos autores han afirmado que el franquismo retrasó "el reloj de la historia", en el campo de la Hacienda Pública. Mientras los Estados más desarrollados avanzaban hacia un sistema fiscal progresivo, en el que los ingresos procedentes de los impuestos indirectos son menores que los percibidos por los directos que aumentan progresivamente con el nivel de renta en la España franquista, el peso de los impuestos directos era muy bajo. En consecuencia, la mayor parte de la carga fiscal recae sobre los asalariados, lo cual favorecía a los sectores más acomodados.

Debido a este injusto sistema fiscal, el avance del Estado del bienestar fue más lento en España. De ese modo, los servicios públicos que recibía la población fueron mucho menores que los percibidos en otros países europeos.

3.3 Los cambios en la estructura social

El desarrollo de la economía industrial y la expansión del sector servicios dieron lugar a una transformación muy importante de las estructuras socioprofesionales de la población. Estos cambios supusieron la definitiva consolidación en España de una sociedad capitalista industrializada, en la que los sectores asalariados eran amplios y diversificados, al tiempo que la clase media aumentaba su peso social de manera considerable.

La distribución sectorial de la población muestra este cambio social: los activos agrícolas pasaron del 50% en 1950 al 21% en 1975,mientras que los industriales aumentaron del 24% al 38%,y los ocupados en servicios, del 25% al 41%.Esta nueva estructura fue acompañada de un crecimiento significativo del número de obreros industriales, que alcanzó en España la cifra de cuatro millones, la mitad de todos los activos asalariados, principalmente ubicados en las zonas más industriales del país(Cataluña, Madrid, País Vasco, Asturias).

El enorme cambio social en la España de la década de 1960 conllevó un incremento del volumen de las clases medias y la consolidación de la burguesía urbana. Junto a los profesionales autónomos, creció también el número de funcionarios del Estado y el de los profesionales cualificados dedicados a la gestión industrial o financiera y a las actividades terciarias.

 

DISTRUCION DE LA POBLACION  PORCENTAJE D ELA POBALCION TOTAL ESPAÑOLA

 

Región

Andalucía

Aragón

Asturias

Baleares

Canarias

Cantabria

Castilla-La Mancha

Castilla y León

Cataluña

Extremadura

Galicia

Madrid

Murcia

Navarra

País Vasco

La Rioja

Valencia

España

1950

19,9

3,9

4,2

1,3

2,8

1,4

7,3

10,2

11,6

4,9

9,3

6,9

2,7

1,4

3,4

0,4

8,3

100

1970

17,6

3,4

5,3

1,7

3,5

1,4

5

7,6

15,1

1,4

7,6

11,2

2,5

1,4

5,5

0,7

9,1

100

 

2. Crisis económica, consenso social y actitudes violentas

Durante la primera legislatura de la transición, el gobierno tuvo que hacer frente a una grave crisis económica y a las fuertes tensiones que se derivaron de las actitudes violentas de quienes pretendían obstaculizar el proceso de transición a la democracia. 

 

2.1. Un contexto de crisis económica internacional

La transición coincidió con el inicio de una crisis económica internacional desencadenada por una gran subida del precio del petróleo. La economía española sufrió con extrema gravedad la recesión a partir de 1975, cuando a los problemas económicos se sumaron la incertidumbre política y el retraso en adoptar medidas contra la crisis. El alza del precio del petróleo generó un proceso inflacionario que alcanzó tasas del 20% anual. La pérdida de competitividad derivada de la inflación hizo descender las exportaciones y, entre 1973 y 1974, el déficit de la balanza comercial se duplicó, a la vez que la balanza de pagos pasó de un superávit de 500 millones de dólares a un déficit superior a los 3.000 millones. La depreciación de la peseta, que favoreció el mantenimiento de las exportaciones, los ingresos por turismo y la inversión del capital exterior paliaron la gravedad del déficit durante los primeros años. 

La crisis energética derivó en una profunda crisis industrial que tuvo dos causas: en primer lugar, el aumento de los costes y de los precios de venta como consecuencia del elevado consumo de energía; y en segundo lugar, el elevado peso en la industria española de los bienes de consumo, la siderurgia, la construcción naval y el material de transporte, donde la crisis alcanzó proporciones más graves. En consecuencia, el paro aumentó a un ritmo anual muy elevado y alcanzó el 10% en 1979. Paralelamente, la renta anual por habitante creció algo menos del 1% en el conjunto de España, entre 1975 y 1985.

 

2.2. Los Pactos de la Moncloa y la política de consenso

En la tarea de construcción de un sistema democrático y para poder hacer frente a los problemas económicos era imprescindible un entendimiento entre el gobierno y las principales fuerzas de la oposición, de la misma manera que en paralelo se iniciaba el consenso constitucional. En este sentido, los principales partidos, firmaron los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977), que contenían una serie de acuerdos para la reforma y saneamiento de la economía y un programa de actuación jurídica y política.

 

6. Desarrollo económico y cambios sociales

La instauración de un sistema democrático, el crecimiento económico de las últimas décadas, la incorporación a Europa y la consolidación del Estado del bienestar han afianzado en España una estructura económica y social propia de un país plenamente desarrollado.

 

6.1. El crecimiento económico (1985-2008)

Tras la grave crisis económica iniciada en 1973, las economías occidentales empezaron un proceso de recuperación y crecimiento, del que España participó en gran medida. En esta etapa, impulsada en buena parte por las ventajas que se derivaron de la entrada en la CEE, actual UE, España acortó sus distancias con los países más avanzados y acabó situándose como la octava potencia económica del mundo. La economía española pasó por diferentes fases:

 

Fase de crecimiento (1984-1991). Tras el proceso de reconversión industrial y de saneamiento del sector bancario llevados a cabo por el PSOE, la economía española conoció una fase expansiva con una importante reactivación de la inversión, un aumento del PIB y una sensible disminución de la tasa de paro.

Fase de recesión (1992-1997). La fase de crecimiento se agotó a partir de finales de 1992, debido principalmente a las dificultades de la economía europea por el hundimiento de la URSS, la unificación de Alemania y la recesión económica en EE.UU. El ciclo recesivo supuso la reducción de la tasa de incremento del PIB y el aumento de la inflación y de la tasa de paro: casi un millón de personas entre 1991 y 1994 (24% de la población activa en 1994).

Fase de crecimiento (1998-2008). El gobierno del PP coincidió con una etapa de recuperación mundial de la economía La bajada de los tipos de interés fomento la inversión y el consumo: la inversión aumentó un 10% y se crearon dos millones de puestos de trabajo. En la fase final, el aspecto más negativo fue la enorme subida del precio de las materias primas y los productos energéticos, sólo frenada con el inicio de la crisis financiera internacional en 2008.

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Además, asistimos a un proceso de democratización de las relaciones intrafamiliares en las que la autoridad y el control paternos así como el discurso autoritario y rígido pierden prestigio a favor de un modelo relacional más afectivo y tolerante. Este hecho, unido a la prolongación de los estudios y a la precariedad laboral, ha retrasado la edad de emancipación de los jóvenes del hogar familiar, así como la conformación de nuevas familias y la procreación.

El papel de la mujer en la sociedad ha experimentado una gran revolución, sobre todo a partir de su generalizada incorporación al mercado laboral. Los distintos gobiernos han luchado por conseguir la equiparación entre sexos, pero, aunque se han logrado importantes avances, aún queda mucho camino por recorrer. Los comportamientos dentro de la esfera de la familia siguen reproduciendo en buena medida roles tradicionales que privilegian que el varón sea el proveedor de recursos y la mujer la encargada de las tareas domésticas y el cuidado de la familia además de trabajar fuera del hogar. La sociedad también ha hecho frente en estos años al problema de la violencia contra las mujeres, tanto en el ámbito familiar como fuera de él.

El sistema educativo español ha conocido diversas modificaciones como resultado de las reformas educativas implantadas por cada uno de los distintos gobiernos de la democracia. Todo ello ha provocado una cierta inestabilidad, que unida al cambio de los valores sociales, se ha reflejado en un decaimiento del nivel educativo. La reforma más relevante ha sido la extensión de la escolarización obligatoria hasta los 16 años en una vía única (ESO), y que ha significado no sólo un enorme esfuerzo económico sino también la inclusión en el sistema educativo de grupos o sectores hasta entonces al margen. En estos años se ha logrado una plena escolarización, la práctica desaparición del analfabetismo y un mayor acceso a la universidad.

Por otro lado, la estructura del Estado se ha laicizado, lo cual ha comportado, en ocasiones, relaciones tensas con la jerarquía de la Iglesia católica, tanto por la cuestión de su financiación con recursos públicos como por la promulgación de leyes contrarias a la doctrina católica (divorcio, aborto, matrimonios homosexuales). Paralelamente, la sociedad española ha conocido un claro proceso de secularización al convertirse en civiles muchos de los actos sociales más importantes (bodas, nacimientos, entierros...). En 1970 se declaraban no creyentes el 2% de la población, en el año 2008, el 26%.