HISTORIA DEL ARTE, Santillana, 2023
17. EL ARTE
DEL SIGLO XX A PARTIR DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
1. Segunda mitad del siglo XX: el arte en una
encrucijada
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) supuso una
división no solo en el transcurso del siglo XX, sino también en la historia de
la humanidad. Las potencias mundiales se concienciaron de la necesidad de
evitar de nuevo un conflicto bélico de tal magnitud: nace así la Organización
de las Naciones Unidas (ONU).
Esto no impidió que se mantuviera un clima de tensión
extrema en las décadas siguientes, durante la llamada Guerra Fría. Estados Unidos
y la Unión Soviética concretaron una política de bloques con la cual trataban
de extender su hegemonía sin recurrir al conflicto bélico. Hacia los años 80 se
inició el acercamiento entre bloques, que culminó entre 1989, con la caída de
los regímenes soviéticos de la Europa del Este y el derrumbe del Muro de
Berlín, y 1991, con la disolución de la Unión Soviética. Paralelamente, los
países europeos trataban de encontrar su lugar en el nuevo tablero geopolítico
originado tras la guerra. Lo hicieron, desde 1992, como comunidad
internacional, con la fundación de la Unión Europea.
La Segunda Guerra Mundial transformó la geopolítica,
la sociedad, la cultura y el arte. La guerra, la barbarie del Holocausto y el
lanzamiento de las bombas atómicas marcaron la consciencia colectiva mundial en
esos años. ¿Cómo buscar la belleza, el placer estético, en el arte después del
horror absoluto? Esta pregunta se instaló en las artes plásticas durante los
años posteriores a la guerra. Los creadores respondieron desde sus propuestas
artísticas: las diferentes corrientes optaron por la deshumanización, la
desmaterialización y la evasión de la realidad. A partir de la difusión
internacional del Movimiento Moderno, la arquitectura fue abandonando sus
rigurosos preceptos en busca de una mayor adaptación al contexto.
El ascenso del nazismo, la guerra y las condiciones
económicas y políticas posteriores causaron un éxodo masivo de artistas desde
París, la gran capital del arte de vanguardia, a Nueva York. Así, las grandes
novedades artísticas, especialmente desde los años 60, aparecieron en Estados
Unidos.
DIMENSIÓN POLÍTICA DEL ARTE
Cuando gobierno y arte van de la mano
Los regímenes totalitarios hicieron uso de la
arquitectura de raíces históricas y de la pintura y escultura figurativas
tradicionales para difundir sus conceptos y vincularse con tradiciones
culturales que les legitimasen.
El régimen fascista italiano, por ejemplo, trató de
identificarse con el Imperio romano con piezas de aspecto clásico dotadas de
cierto aire de modernidad, como algunas obras de Marino Marini, a la vez que su
arquitectura mantuvo vínculos con el Movimiento Moderno, como se ve en los trabajos
de Giuseppe Terragni.
El nazismo alemán también recurrió al modelo clásico
para ensalzar la denominada raza aria: es paradigmático el documental Olympia (1938), de la cineasta
Leni Riefenstahl, donde los atletas son captados como esculturas grecorromanas.
El régimen de Hitler trató de cortar de forma clara y definitiva el desarrollo
de la activa vanguardia alemana, considerándola «arte degenerado» y prohibiendo
su realización.
En la Unión Soviética de Stalin se impuso como
lenguaje oficial el denominado «realismo socialista». Formalmente ligado con
los grandes maestros del realismo ruso del siglo XIX, a nivel temático se
centra en la representación de las principales figuras políticas y científicas
del país, y en ensalzar a las bases del Estado: las personas obreras y las
campesinas. Destacan sus grandes monumentos públicos, como el Obrero y
koljosiana.
2. Continuidad e
innovación en arquitectura
Tras la Segunda Guerra Mundial, el Movimiento Moderno o Estilo Internacional siguió teniendo
gran presencia en la arquitectura. Sus características formales se asimilaron
como el lenguaje más común de la arquitectura, pues podían dar respuesta al
contexto europeo de posguerra en un momento en que se precisaba reconstruir
prácticamente todo el continente. Las
formas geométricas, las superficies
lisas y las motivaciones
sociales que impulsaban esta tendencia posibilitaron su adaptación.
A la vez que el Estilo Internacional se
institucionalizaba, surgían dos vías claras de renovación y cambio:
• Una corriente que seguía las directrices del
movimiento, pero adaptándolo a su
propio lenguaje y a cada situación. Van der Rohe, Wright o Le Corbusier
plantearon proyectos en los que acomodaron o modificaron a su antojo los rasgos
singulares del estilo para crear obras singulares.
• Otros artistas propugnan una superación de los principios del Estilo Internacional, sea a
través de la búsqueda de la pureza formal, como los brutalistas y metabolistas, o buscando nuevos lenguajes, como la escuela estadounidense.
El Estilo Internacional fue la opción dominante a
nivel mundial hasta la década de 1970, a partir de la cual fue superada por el
High-tech, la arquitectura posmoderna y el Deconstructivismo.
Hacia mediados del siglo XX destacaron arquitectos
como el finés Alvar Aalto (1898-1976),
que incorporaba formas orgánicas y materiales locales (piedra, madera) que
confieren personalidad y calidez a sus obras. (3)
2.1. La expansión del Estilo Internacional
Uno de los factores que explican la
internacionalización del Movimiento Moderno es la movilidad de sus principales
representantes. A partir de su contacto con escuelas de arquitectura de otros
países, residencias en universidades extranjeras o la realización de proyectos
por encargo de distintos Estados, difundieron las características del estilo.
A finales de los años treinta, algunos arquitectos
alemanes se exiliaron a Estados Unidos huyendo del ascenso del nazismo en
Alemania. Es el caso de Walter Gropius,
fundador de la Bauhaus. Allí realizó algunos proyectos arquitectónicos,
participando en el diseño del rascacielos de la Pan Am (1960-1963) de Nueva
York, e impartió lecciones en la Escuela de Diseño de Harvard, lo que explica
su influencia en la arquitectura estadounidense.
Mies van der Rohe también
se instaló en Estados Unidos. Su principal aportación durante estos años fueron
sus rascacielos, con fachadas totalmente acristaladas: construyó varios
edificios en Chicago siguiendo este modelo, aunque el más conocido e influyente
es el edificio Seagram.
Mientras tanto, Frank Lloyd Wright seguía desarrollando su carrera, aplicando la
voluntad de experimentación y transformación que ya se advertía en la casa
Kauffman. De estos años datan sus grandes encargos, a los que aplica una
visión personal del Estilo Internacional, y en los que no renuncia a su
denominado organicismo: se observa especialmente en el Museo Guggenheim de
Nueva York.
EN PRIMERA PERSONA
Los Guggenheim, al rescate del arte
Peggy Guggenheim (1898-1979) fue una galerista de
prestigio y una de las principales coleccionistas, mecenas y marchantes de arte
contemporáneo del siglo XX. Sobrina de Solomon R. Guggenheim, creador de la
Fundación Guggenheim, desde muy joven estuvo relacionada con el mundo del arte
moderno.
En 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial,
Peggy compró numerosas obras de artistas contemporáneos que huyeron de París
ante la amenaza nazi, y dos días antes de que los alemanes entraran en la
capital francesa huyó al campo con las piezas.
Antes, intentó que el Museo del Louvre las escondiese
en sus fondos, pero la institución decidió que no merecían ser protegidas por
ser «demasiado modernas», a pesar de que muchos artistas eran de origen judío y
sus obras eran consideradas por los nazis «arte degenerado», por lo que serían
destruidas. Entre ellas se incluían obras de Picasso, Kandinsky, Klee, Gris,
Mondrian, Miró, Magritte, Dalí, Giacometti, Brancusi o Duchamp.
Finalmente, en 1941, Peggy Guggenheim consiguió volver
a Estados Unidos y llevarse todo el arte que había atesorado. Allí abrió una
galería y se dedicó durante toda su vida a aumentar su colección.
El mercado artístico en los años posteriores a la
Segunda Guerra Mundial estuvo marcado por las circunstancias históricas. La
situación económica en la Europa de posguerra, un continente que se enfrentaba
a una intensa reconstrucción, era pésima. Pero con el reflote de la economía,
el mercado artístico se revitalizó, se recuperaron los encargos de particulares
e instituciones, y la demanda de arte se extendió a todo el conjunto de la
sociedad. A partir de entonces y en las siguientes décadas, los grandes
coleccionistas, marchantes y galerías se concentraron en Estados Unidos, lo que
motivó, en parte, el desplazamiento de la capital artística mundial a Nueva
York.
2.2. La arquitectura High-tech
En la arquitectura de los años 1950 y 1960 surgieron
distintas tendencias experimentales que destacaban el componente de progreso
técnico incorporado a sus edificios: son el Brutalismo y el Metabolismo. En
muchas ocasiones, sus audaces proyectos no llegaron a ponerse en práctica, pero
en la década de 1970 apareció una nueva corriente que siguió su estela. Es la
arquitectura High-tech (alta tecnología). Se
caracteriza por la incorporación de tecnología, incluso de la industria naval y
aeroespacial, a la arquitectura. Desde el punto de vista formal, sus valores
son los que proporciona la aplicación de esta tecnología: no se trata de
camuflar los novedosos procedimientos usados, sino de mostrarlos,
constituyéndose en el principal componente estético de sus edificios.
El edificio inaugural de esta vía es el Centro Georges
Pompidou de París, diseñado por los arquitectos Renzo Piano (1937) y Richard
Rogers (1933-2021), dos de los principales representantes de la misma. Rogers
también es autor de construcciones emblemáticas de la arquitectura High-tech,
como el edificio Lloyd's de Londres o la Millennium Dome de Greenwich.
Norman Foster (1935) es uno de los arquitectos más
prestigiosos del panorama actual, con obras como el Banco de Hong Kong y
Shangai. Seguidor de esta corriente es el valenciano Santiago Calatrava (1951),
quien no renuncia en sus obras a mezclar un tratamiento formal exquisito, casi
escultórico, con la aplicación de la tecnología más novedosa.
ESPACIOS DE CULTURA Y ARTE
El innovador Centro Pompidou
Una de las iniciativas surgidas en París para intentar recuperar su
papel de capital artística en los setenta fue la construcción de un museo de
arte contemporáneo, el Centro Georges Pompidou (llamado así por el presidente
francés que lo impulsó).
Para su realización se convocó un concurso, que ganó el proyecto de los
arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers. Estos diseñaron un espacio artístico
absolutamente innovador por su revolucionaria arquitectura y por dar respuesta
a la nueva forma de entender los museos que surgía en ese momento.
A partir de la década de 1970, los museos se conciben no solo como
lugares de exposición y acumulación, sino también como centros interactivos que
responden a nuevas funciones (actividades culturales, turismo, etc.), por lo que
requieren de mayor adaptación arquitectónica.
Piano y Rogers crearon una estructura de seis pisos sin barreras
arquitectónicas, con los accesos e instalaciones sobre las fachadas, totalmente
flexible, para que los interiores puedan alojar cualquier tipo de muestra o
actividad. En este edificio, la decoración es la propia construcción. En él los
elementos constructivos están destacados en el exterior y constituyen en sí
mismos un modo de ornamentación.
2.3. Del
Neoformalismo a la arquitectura posmoderna
Otra
de las corrientes que rechazaron las formas geométricas puras, desornamentadas
e impersonales del Estilo Internacional o Movimiento Moderno fue la arquitectura
neoformalista, que recuperaba el gusto por las estructuras simples y líneas
puras. Se desarrolló a partir de los años sesenta y se considera que su principal
exponente es el desaparecido World Trade Center de Nueva York.
La
arquitectura posmoderna tomó el testigo del Neoformalismo a partir de los años
70. Se inspiraba en la arquitectura histórica, en la propia de las distintas culturas
del pasado, sin restringirse a ninguna época concreta, incluso sin rechazar el Movimiento
Moderno. Siguiendo el pensamiento contemporáneo y sus conceptos fundamentales,
como los de disolución y deconstrucción, estos modelos no fueron seguidos por
completo, ya que los arquitectos posmodernos combinaron múltiples referencias
para crear sus obras.
Dos
de sus principales representantes son el estadounidense Robert Venturi (1925-2018)
y el italiano Aldo Rossi (1931-1997): con sus libros y escritos definen las
bases del movimiento. El primero anunció la recuperación libre del pasado y la
mezcla de referencias en la casa Vanna Venturi. Rossi se inspira no solo
en la arquitectura del pasado, sino también en la pintura metafísica para su
cementerio de San Cataldo, en Módena, Italia, iniciado en 1971.
Las
ideas fundamentales de la posmodernidad se encuentran también apuntadas en una
de las obras más representativas de la arquitectura del siglo XX, la Ópera de Sídney.
Su diseñador, el danés Jørn Utzon (1918-2008), conocía la producción de Aalto y
de Wright, y sus características se perciben en esta obra.
Destacan
como importantes representantes del Posmodernismo, y como dos de los
arquitectos españoles de mayor proyección contemporánea, Rafael Moneo (1937) y
Ricardo Bofill (1939-2022).
De
Moneo, cuya trayectoria se encuentra vinculada con el Racionalismo, destaca su
vertiente como diseñador de espacios culturales como el Museo de Arte Romano de
Mérida, así como la ampliación del Museo Nacional del Prado.
En
obras como la Muralla Roja, Bofill no se inspira en los referentes habituales
de esta tendencia, sino en los modelos constructivos mediterráneos.
2.4. Deconstructivismo
Otra de las reacciones contra la monotonía impuesta
por la arquitectura del Estilo Internacional es el Deconstructivismo, surgido
entre finales de los años 1980 y principios de 1990.
Los representantes de esta tendencia buscan configurar
un nuevo lenguaje para la
arquitectura contemporánea rompiendo con una de las características
fundamentales de la tradición histórica, y en especial del Movimiento Moderno.
Las distintas partes del edificio se separan, se analizan individualmente y
cobran un protagonismo particular. Los diseños no ocultan las brechas y fisuras
que aparecen entre las partes, pues se resaltan como un valor añadido.
Resultan construcciones complejas, dominadas por la
asimetría, hasta tal punto que el resultado puede transmitir una sensación
caótica. En gran medida, muchos proyectos de esta corriente han permanecido
durante años como ideas irrealizables, como planteamientos utópicos, hasta que
la incorporación de los más recientes avances técnicos a la arquitectura
(nuevos materiales, uso de la informática) ha permitido su materialización.
Esta vía se mantiene aún como una de las vanguardias
más punteras en la arquitectura actual. Entre sus representantes destacan Frank Gehry (1927) y Zaha Hadid.
Zaha Hadid (1950-2016)
Zaha Hadid está considerada una de las grandes
renovadoras de la arquitectura actual. En 2004 fue reconocida con el
prestigioso Premio Prizker, el principal galardón en el mundo de la
arquitectura.
Nacida en 1950 en Bagdad, se formó en Reino Unido y
abrió su primer estudio en Londres, en 1979. Sus proyectos de los años ochenta
y noventa se caracterizan por el uso de composiciones diagonales, a base de
formas geométricas afiladas con perfiles puntiagudos. A partir de los 2000
asumen mayor predominio las formas curvas, de aspecto fluido y orgánico.
Una de sus obras más conocidas, el Centro Heydar Aliyev,
corresponde a esta fase. Fue construido en homenaje a Aliyev, presidente del
país e impulsor del proyecto.
El centro asume las funciones de museo, biblioteca y
espacio de conferencias, con distintos auditorios. Para darles cabida, Hadid
plantea un complejo de tres edificios, independientes pero conectados entre sí,
integrándose en el paisaje natural como una monumental escultura. Los tres
edificios (el más alto, de nueve pisos, se corresponde con las salas de
exposición del museo) comparten un alzado similar, a base de perfiles
ondulantes que les otorgan unidad y una apariencia de dinamismo orgánico. Se
conforman a base de paneles de hormigón y fibra de vidrio, que combinan
distintas formas cuadrangulares para adaptarse a las curvas del exterior. Los accesos
al interior se practican a través de los espacios vacíos correspondientes a los
pliegues, que se cierran con fachadas completamente acristaladas.
OBRAS
1. Obrero y koljosiana. Vera
Mújina. 1937. Centro Panruso de Exposiciones, Moscú, Rusia.
Escultura creada para la Exposición Internacional de
París de 1937.
2. Casa del Fascio. Como, Italia. Giuseppe
Terragni. 1936.
Combina un sentido de la monumentalidad clásico con un
vocabulario arquitectónico propio del Movimiento Moderno.
3. Finlandia Hall, Helsinki, Finlandia.
Alvar Aalto. 1971.
4. Edificio Seagram. Nueva York, Estados
Unidos. Mies van der Rohe. 1958.
El calculado geometrismo, la utilización de los
materiales y la atención al detalle y al efecto final hacen del edificio
Seagram un modelo a seguir en la construcción de rascacielos. Numerosos arquitectos han tratado de imitar su
aparente sencillez y aplicar recursos como la fachada de vidrio, aunque pocos
lo han logrado de forma tan magistral.
5. Exterior del edificio del Museo Guggenheim.
6. Interior del edificio del Museo Guggenheim.
7. Peggy Guggenheim con una escultura de Calder,
Londres, 1964.
8. Edificio HSBC, Hong Kong. Norman Foster. 1985.
En la estructura exterior se perciben los soportes
sobre los que se levanta y, en los laterales, las ménsulas que sustentan los
pisos.
9. Ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia. Santiago Calatrava.
2002.
Este complejo de edificios se ha convertido en el símbolo de la Valencia
moderna. Se sitúa junto al viejo cauce del Turia, en una zona de la ciudad que
se deseaba rehabilitar. Está compuesto por cuatro elementos: el Hemisfèric (un
cine IMAX y un planetario), el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, el
Palacio de las Artes Reina Sofía y el Oceanogràfic (un acuario). Todos ellos
llaman la atención por su estética escultórica y su sensación de movimiento y
ligereza. El blanco del hormigón armado y el cristal contrastan con el azul del
cielo y el agua de los numerosos estanques del recinto, en los que los
edificios se reflejan, creando hermosos juegos visuales.
10.
Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou, París, Francia, Renzo
Pianoy Richard Rogers, 1977
11.
Torres Gemelas del World Trade Center, Nueva York, Estados Unidos. Minoru Yamasaki.
1973.
12.
Casa Vanna Venturi, Filadelfia, Estados Unidos. Robert Venturi. 1964.
13.
Museo Nacional de Arte Romano, Mérida, Badajoz. Rafel Moneo. 1985.
14.
La Muralla Roja, Calpe, Alicante. Ricardo Bofill. 1973.
Ricardo
Bofill levantó este conjunto residencial utópico y experimental en Calpe. Es
una obra singular en la que confluyen maravillosamente la luz, el color y la
geometría. Sus patios y almenas teñidos de rosa, con influencia de la casbah árabe, siguen siendo hoy uno de
los hitos de la modernidad arquitectónica española del momento.
15.
Ópera de Sídney, Sídney, Australia. Jørn Utzon. 1973. Arriba:vista exterior.
Abajo:plano del edificio.
16. Exterior (arriba) e interior (abajo) del Centro
Heydar Aliyev, Bakú, Azerbayán. Zaha Hadid. 2012.
Centro Heydar Aliyev
Levantado sobre una suave colina, este singular
complejo, símbolo de la independencia y, a su vez, de los tiempos de renovación
del nuevo país, personifica, con una interpretación contemporánea, la
sensibilidad y la diversidad cultural de la nación.
Para ello, su revestimiento, al igual que el resto de
instalaciones, es de un blanco impoluto, el color de la independencia
nacional.
El Centro Heydar Aliyev se ha convertido en el punto
de referencia del Bakú moderno por su diseño innovador y de vanguardia, su
selección de materiales y su compleja ingeniería estructural espacial, de dos capas,
que oculta la estructura y que, a su vez, crea espacios libres de columnas
absorbiendo los elementos estructurales verticales en las paredes, lo que da
como resultado un edificio que, por su aparente inmaterialidad, parece
suspendido en el espacio.
17.
Edificio del Museo Guggenheim, Bilbao, Frank Gehry, 1997
18.
Interior del Museo Guggenheim
ESTUDIO DE OBRAS DE ARTE
Museo Guggenheim
1. Ficha técnica
Autor: Frank
Lloyd Wright.
Cronología: 1959.
Localización: Nueva
York, Estados Unidos.
2. Descripción y análisis
Construido completamente en hormigón armado, su forma
se inspira en elementos naturales, como la concha espiral de los nautilos, y en
edificios históricos, como los zigurats.
El cuerpo principal del edificio, la sala de
exposiciones, presenta una planta circular, y exteriormente toma la forma de un
cilindro (o de un cono truncado invertido) compuesto por distintas bandas
superpuestas. Rompe con la monotonía poligonal del entorno y, por su
forma y su llamativo color blanco, se convierte en un hito urbano indiscutible.
El interior se compone de un gran espacio circular
central, completamente vacío, cubierto por una enorme claraboya que proporciona
una potente iluminación. Por su perímetro discurre una rampa helicoidal
continua, que traza seis vueltas: los laterales interiores quedan abiertos
hacia el centro del edificio, mientras los exteriores constituyen el espacio
para la exposición de las obras.
El edificio está planteado para que el visitante
comience su visita por la parte superior. Accede a esta por el núcleo de
ascensores y escaleras dispuesto a un lado de la sala, e inicia un descenso sin
interrupciones, siguiendo el suave curso de la rampa, mientras admira las
piezas de la colección.
3. Comentario
Wright planteó un museo para instalar parte de la
colección de arte contemporáneo del magnate y mecenas Solomon R. Guggenheim.
Pero el arquitecto no se limitó a diseñar un contenedor para las obras, sino
que creó una obra que se constituye en otra pieza emblemática más de la
colección, a la manera de una gran escultura urbana. Además, su propuesta de
sala de exposiciones que permite un paseo continuo promueve una nueva
concepción de la arquitectura del museo, donde prima la relación del espectador
con las obras y con el espacio.
ESTUDIO DE OBRAS DE ARTE
Ópera de Sídney
1.
Descripción
El
conjunto se compone de distintas plataformas superpuestas sobre las que se
levantan dos edificios principales, de igual aspecto, con alzados muy parecidos
y dimensiones similares. Estos se componen de una serie de piezas de hormigón,
los denominados cascarones, con aspecto de segmentos triangulares de bóveda. Se
ordenan de forma gradual, encajados unos en otros, para definir un perfil
escalonado. En el primer estadio del proyecto estos casquetes presentaban un
aspecto más próximo a la forma de las conchas marinas, pero se fueron transformando
con el avance de la obra. También han sido comparados con las velas de un velero
hinchadas por el viento. En todo caso, su forma y disposición dotan el edificio
de una apariencia dinámica. Todo el exterior de estas piezas está recubierto
por una película de azulejos, que mantienen su color blanco brillante.
2.
Análisis
Situado
en una península que domina la bahía de Sídney, la originalidad de su alzado lo
convierte en uno de los edificios más singulares del siglo XX.
Los
edificios gemelos principales contienen los dos espacios esenciales del
complejo, el Teatro de la Ópera y la Sala de Conciertos, alojados en su centro.
Los de dimensiones más reducidas, y los edificios anexos albergan instalaciones
auxiliares y otras salas de audiciones de menor aforo.
3.
Comentario
El
proyecto de Utzon ganó en 1957 el concurso para la construcción de un gran
auditorio en Sídney. Se buscaba un edificio singular, que se convirtiese en
símbolo de la ciudad: como tal, debía tratarse de una construcción audaz e
innovadora. De hecho, la obra de los casquetes se vio complicada por lo
atrevido de las formas, y se hubo de recurrir a soluciones informáticas para
asegurar su realización. Complicaciones como esta retrasaron el proyecto y
aumentaron sus costes, complicando las relaciones entre el arquitecto y los
promotores. Finalmente, Utzon abandonó el proyecto en 1960, aunque se completó
según sus ideas.
ESTUDIO DE OBRAS DE ARTE
Museo Guggenheim en Bilbao
1. Descripción y análisis
El edificio se sitúa junto a la ría del Nervión, en el
centro del entramado urbano de la ciudad; ocupa parte de una parcela mayor,
también utilizada para la exposición de obras al aire libre. Se compone de
distintos volúmenes, distribuidos radialmente en torno a un gran atrio central.
En apariencia, se agrupan de forma desordenada, como piezas diferentes sin
conexión entre ellas. Se distingue entre los cuerpos cuadrangulares, de
perfiles rectos, construidos de piedra caliza, y los de trazos curvos y
orgánicos de apariencia dinámica, revestidos con planchas de titanio. Las
conexiones entre las distintas partes del edificio se cubren con retículas de
vidrio.
Esta distribución se traduce en un alzado escalonado
irregular, dominado por el volumen central, más alto, correspondiente al atrio.
Gehry quiso recrear una silueta que enlazase con el pasado histórico de la
ubicación del museo: remite al entorno portuario e industrial, con los perfiles
que recuerdan a barcos, peces y fábricas.
En el interior, el museo cuenta con numerosas salas
que se distribuyen en torno al atrio principal. Este ocupa todo el volumen que
se trasdosa en el exterior: es un gran silo que asciende escalonadamente hasta
la cubierta, abierta al exterior con un gran lucernario que le proporciona
iluminación cenital.
2. Comentario
La particular morfología del edificio, con sus
atrevidos muros ondulados, complicaba en gran medida el proceso de
construcción, por lo que Gehry recurrió a programas informáticos para el diseño
de la estructura. Todos los muros y techos exteriores cuentan con una retícula
interior de barras metálicas para asegurar su estabilidad y posibilitar su
edificación.
El museo es una filial del Guggenheim de Nueva York y
expone obras de la colección formada por Solomon R. Guggenheim. Su construcción
se planteó como un intento de revitalizar un barrio deprimido de Bilbao. El
museo se convirtió pronto en un hito de la ciudad, tanto por sus fondos como,
en especial, por el edificio que los alberga: desde su construcción atrae a
multitud de visitantes, lo cual da una nueva proyección a la antigua zona
industrial.
FALTAN DE LA PÁGINA A 470-483
No hay comentarios:
Publicar un comentario