jueves, 14 de septiembre de 2023

Uno de cada cuatro no terminará el instituto, y no es una maldición

https://ctxt.es/es/20230901/Firmas/44038/Rafael-Poch-Giulio-Amato-OTAN-dc9-Ustica-operacion.htm

https://ctxt.es/es/20200115/Firmas/30593/iran-avion-ucraniano-derribado-misil-disculpas-rafael-poch.htm


 850 palabras

Lo que sabes de la guerra de Marruecos es lo que Primo de Rivera quiso contarte

 

ALFREDO GONZÁLEZ RUIBAL

 

Arqueólogo y etnoarqueólogo especializado en investigación de la arqueología del pasado contemporáneo

 

12/09/2023

 

Todos sabemos más del pasado que lo que hemos estudiado en la escuela. El conocimiento histórico nos llega por medios de comunicación, películas, visitas a museos o historias familiares. Y aunque la guerra de Marruecos nos queda lejos, tuvo el suficiente impacto en la sociedad española como para que todavía permanezca en el recuerdo colectivo. Un par de nombres, al menos: Annual, Alhucemas.

A grandes rasgos, la historia que ha prevalecido sobre los últimos años de la guerra del Rif (1911-1927) es la siguiente: la corrupción e ineptitud de los políticos y algunos líderes militares prolongó un conflicto impopular hasta la derrota de las tropas españolas en Annual en 1921, con cerca de 10.000 muertos. Tras el golpe de Primo de Rivera en 1923, hubo un giro estratégico decisivo. Su hito más importante fue el desembarco de Alhucemas dos años después, la primera operación anfibia de la guerra contemporánea. Para inicios de 1927, el territorio rifeño había quedado "pacificado". Fue un triunfo de la estrategia militar, la pericia de un ejército renovado y el valor de unos soldados en su mayoría profesionales.

Una historia épica de superación salvo por un detalle. Que no es del todo cierta. Es realmente la historia que Miguel Primo de Rivera y su gobierno quisieron contar y que Franco convertiría en oficial, con él de protagonista, tras la Guerra Civil. Desde hace más de dos décadas, la investigación ha dejado claro que la historia es bastante más compleja y menos épica.

La historiadora Susana Sueiro, por ejemplo, demostró documentalmente que el dictador nunca tuvo una estrategia clara sobre Marruecos. Fue improvisando sobre la marcha. Y, de hecho, su primera opción fue abandonar el protectorado. Se alineaba así con el sentir popular, que detestaba una guerra absurda y con costes humanos y económicos inasumibles. Por eso, durante el primer año y medio de directorio militar, lo que hubo en el Rif fue una retirada. El objetivo era reducir la presencia española en la colonia y evitar el despilfarro de vidas y dinero.

Primo de Rivera no solo no tenía clara la estrategia, sino que barajó opciones radicalmente incompatibles. El desembarco de Alhucemas era una de ellas. Otra, cambiar el Rif por Tánger o Gibraltar. Otra, ofrecerle a Abd El-Krim una autonomía en la mayor parte del protectorado que equivalía en la práctica a la independencia. Durante 1924 siguió tratando de encontrar una solución negociada al conflicto. Si finalmente optó por la vía militar no fue por convencimiento, sino por las circunstancias: la continua presión de los rifeños y sus ataques a territorio colonial francés, que motivaron la reacción del país vecino, hasta entonces reacio a colaborar con España.

Por otro lado, la guerra siguió siendo costosísima en términos materiales y humanos durante la dictadura. La retirada de fines de 1924 causó miles de muertos en las filas españolas y el coste económico de la ocupación siguió siendo exorbitado: en 1930, y sin guerra, 300 millones de pesetas anuales, el triple de lo que Primo de Rivera tenía previsto gastar. ¿Por qué no dio lugar a los escándalos públicos y resistencias populares de años anteriores?

Uno de los motivos es el progresivo reemplazo de soldados de leva por profesionales. Pero más importante es el hecho de que jamás se difundieron los desastres de la guerra: ni las bajas propias, ni los suicidios, ni las deserciones, ni la proliferación de enfermedades venéreas, ni el despilfarro económico. Sí en cambio, los bombardeos de poblaciones indefensas y las atrocidades contra civiles, incluidas violaciones y mutilaciones. Al fin y al cabo, se perpetraban contra africanos. Nada de lo que escandalizarse.

El historiador Alfonso Iglesias Amorín ha demostrado cómo una férrea censura y una maquinaria de propaganda no muy distinta de la de otros regímenes dictatoriales de la época consiguieron imponer un relato único y épico, al servicio de los valores tradicionales y el nacionalismo español. Desaparecieron los muertos y aparecieron los héroes.

La guerra de Marruecos se ha considerado precedente de la Guerra Civil como escenario de brutalización y violencia contra civiles y como forja de golpistas. Lo fue también como creadora de discursos.  El lenguaje exaltado que se utilizó para describir los combates en el norte de África recuerda al de los sublevados en la Guerra Civil: epopeyas gloriosas y comparaciones con el Imperio de los Austrias. Se vuelve entonces habitual el término "caudillo", aplicado a Primo de Rivera y al general Sanjurjo (futuro golpista).

El relato del conflicto colonial que crearon el régimen de Primo de Rivera primero y Franco después sigue vigente en buena medida en el imaginario colectivo contemporáneo. Un retrato de moros salvajes y vengativos derrotados por un ejército valeroso y eficiente. Y hay quien se preocupa de actualizarlo de forma más o menos sutil, con estatuas, libros y exposiciones. En el momento actual, no se me ocurre nada más peligroso que seguir alimentando, consciente o inconscientemente, mitos coloniales de hace un siglo.

 

730 palabras

Uno de cada cuatro no terminará el instituto, y no es una maldición

Isaac Rosa

12 de septiembre de 2023

Año tras año, cada septiembre viene la OCDE con su informe anual sobre educación dando ánimos a los estudiantes, y de paso a profesores y familias en el comienzo de curso: “por mucho que os esforcéis, más de una cuarta parte no acabará la secundaria”. Este martes nos lo volvió a recordar: en España, el 27% de los jóvenes no termina el bachillerato, o ni siquiera llega a cursarlo por quedarse en la ESO. Repito, que me parece que no os habéis fijado en el porcentaje, no os veo muy escandalizados: el 27% de jóvenes abandona los estudios antes de tiempo.

Como si fuera una maldición, un fenómeno de la naturaleza, o un endemismo tan español como el paro de dos dígitos, seguimos siendo los líderes europeos en abandono escolar, y ya el dato ni siquiera nos impresiona. No es algo que abra telediarios, y de hecho hay medios que al leer el informe este martes se fijaron más en otros datos (que tenemos más horas de clase que otros países, por ejemplo). Leer que tenemos un 27% de abandono escolar es como ver llover. Como saber que, pase lo que pase, nuestro paro será siempre el doble que en Europa, y que además se disparará con la siguiente crisis. E igual que pasa con el paro, aunque el dato de abandono escolar ha mejorado con los años (no hace tanto superaba el 30%), siempre es el doble que en los países de nuestro entorno (que también ellos van mejorando sus cifras).

Como aquí todo se arregla con tecnología, he leído últimamente repetidas noticias de que algunas comunidades autónomas van a probar sistemas de Inteligencia Artificial (¡oh, ah!) para detectar y prevenir el abandono escolar en los alumnos. Ya pueden ahorrarse el dinero, porque seguramente los propios profesores tienen la inteligencia suficiente para detectar qué alumnos presentan mayor riesgo de no terminar los estudios. Tanto lo saben, que los buenos docentes se esfuerzan especialmente con aquellos chavales que saben en mayor riesgo desde el primer día. Incluso a mí me llegaría mi inteligencia para detectarlos, si me diesen dos simples datos: la renta de sus familias, y el nivel de estudios de sus padres. Si además me dan el código postal, lo clavo.

Porque aunque parezca una maldición, un fenómeno de la naturaleza o un endemismo, no lo es. Ni siquiera es un fracaso del sistema educativo, o no solo. Sabemos de sobra que la mayoría de quienes fracasan en los estudios, no es que fracasen en el colegio o en el instituto: es que vienen ya “fracasados” de casa. Tanto como los hijos de familias ricas vienen ya “triunfados” de casa. Un estudio de hace unos meses en Cataluña, al que no atendimos como merece, decía que el porcentaje de abandono escolar entre los hijos de familias vulnerables triplica al del resto de la población.

Y decía más ese estudio: la mitad de los alumnos que abandonan se concentran en solo una cuarta parte de centros escolares, los denominados de Máxima Complejidad. Es decir, en barrios pobres, porque el abandono escolar, como tantas manifestaciones de la desigualdad social, también va por barrios. Centros que comienzan en primero de Secundaria con, pongamos, tres o cuatro clases por curso, y al llegar al bachillerato solo quedan estudiantes para llenar una clase. No digamos ya si hablamos de ciertos colectivos históricamente vulnerables como la población gitana, en la que más del 60% no acaba la educación obligatoria.

Como los endemismos sociales se alimentan entre sí, a menor nivel de estudios, más paro y menos ingresos, lo que provoca una mayor vulnerabilidad que hará que la siguiente generación tenga también mayor riesgo de abandono escolar. Ese es nuestro gran fracaso, no escolar sino social. Y me temo que eso no se arregla con la enésima reforma educativa, que siempre se presenta prometiendo reducir el fracaso escolar y mejorar la igualdad de oportunidades (¡ja!). Tanto hablar de que queremos un sistema educativo como el de Finlandia, miren en qué puesto está Finlandia en el ranking de desigualdad socioeconómica, verán qué sorpresa.

Mientras, en este comienzo de curso, habrá que seguir agradeciendo a tantas y tantos profesores que no se resignan a ver abandonar a sus alumnos como quien ve llover. Y a veces lo consiguen.



1886 palabras

Francisco Alía: "Alfonso XIII estuvo detrás del Golpe de Estado de Primo de Rivera"

13/09/2023 07:20

GUILLERMO MARTÍNEZ@GUILLE8MARTINEZ

 

Un siglo después de la sublevación militar que el rey Alfonso XII vio con buenos ojos, el experto en Historia Contemporánea Francisco Alía explica el desarrollo de la dictadura, por qué algunos militares se opusieron y cómo todo ello dio pie a la Segunda República.

Aunque llegó al poder con la promesa de renovar la política, tanto militares como sociedad civil pronto se dieron cuenta de que las cosas no iban a ser como propugnó aquel 13 de septiembre. 100 años después del fugaz golpe de Estado que trajo consigo una dictadura militar a España, el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha, autor de La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Paradojas y contradicciones del nuevo régimen (Catarata, 2023), repasa en estas líneas la llegada al poder del dictador, cómo los militares fueron su principal oposición, las promesas incumplidas que le acompañaron y cómo sus actos ayudaron a que cogiera fuerza la idea de una nueva República en España.

El desastre español de Annual en Marruecos fue clave para que la dictadura de Miguel Primo de Rivera se impusiera. ¿Cómo consiguió el militar conducir ese descontento para engrandecer su persona?

Para mí, esa fue una de las cuestiones clave que llevaron después al golpe de Estado. Annual generó un gran descontento popular y una pesadilla para los gobiernos, lo que terminó desgastando a los partidos de la Restauración. Primo de Rivera abanderó la posición abandonista de la guerra, lo que le hizo ganar muchos apoyos en la calle. Había que salir de Marruecos de cualquier forma. Todo esto se juntó con el tema de las responsabilidades militares por el desastre de Annual, que hacían que el rey se resintiera. Por eso, ciertos militares de prestigio vieron una salida en el Golpe para salvar a la Corona.

El segundo capítulo se titula "El golpe de Estado Real". Aquello pasó el 13 de septiembre de 1923, del que ahora se cumplen 100 años. ¿Qué ocurrió exactamente ese día?

 

Fue un golpe de Estado muy atípico, fácil y sencillo. Un capitán general declara el estado de guerra en Catalunya y así consigue que se derrumbe el sistema político vigente desde 1874. Primo de Rivera llamó a las principales autoridades civiles y militares de Catalunya, les anunció el golpe y lo avisó a la prensa, desde donde lanzó un comunicado. Eso bastó para que triunfara esta extraña sublevación.
Yo concluyo que, si no hubiera estado el rey detrás, el golpe no se hubiera producido así. No tenemos pruebas contundentes de ello, pero sí demasiados indicios. Es imposible que alguien con tan pocos apoyos militares como Primo de Rivera haga triunfar un golpe por sí solo, cuando son fenómenos súper complejos, como prueban las sublevaciones de 1932 y 1936.

Al estar el rey Alfonso XIII implicado, todo es mucho más sencillo, porque la cúpula militar le debe obediencia. Es lo que ocurrió el 23-F de 1981, que todo el mundo estaba mirando a la Casa Real.

En un momento dado, Primo de Rivera abandona su propio abandonismo en referencia a la guerra de Marruecos. ¿Fue su única contradicción?

La dictadura fue muy popular en los primeros años, con la gente de izquierdas excluida y cuyo sistema hacía muy difícil conseguir diputados a los partidos que no hubieran protagonizado el turnismo anterior. Esta popularidad le abandonaría al dictador por todas las contradicciones que tenía.

Renegó de la gran mayoría de los compromisos a los que se había adherido para conseguir el poder.

Unos y otros le abandonaron, sobre todo a partir de 1926, cuando se conforma la oposición política y militar a la propia dictadura. Cae víctima de sus propias contradicciones: ni abandona Marruecos ni respeta la lengua en Catalunya, por poner dos ejemplos. Así perdió todo crédito político ante sus propias mentiras.

¿Cómo definiría a Primo de Rivera desde la perspectiva social? ¿Se podría decir que era campechano?

Él era andaluz, jerezano, y muy dicharachero. Bajaba del Palacio de Vistalegre, en Cibeles, Madrid, y hablaba con unos y otros en Gran Vía. También tenía cierta vida nocturna. Era chistoso, aunque la gente le empezó a ver con menos gracejo según pasaban los años. Se podría decir que era populista. A cada uno le decía lo que quería oír, aquello que más rédito político le granjeara en el corto plazo. Eso fue lo que le condenó después cuando empezaron a ver que todas sus promesas se esfumaron rápidamente.

Hablamos de una dictadura militar algo atípica, con un rey en el poder y la colaboración del socialismo. ¿Cómo fueron los equilibrios de Primo de Rivera para que no se viniera abajo su directorio militar?

No hay que olvidar que Primo de Rivera era una persona lista, y por eso quiso hacerse con el elemento obrero desde el principio. Con la CNT en el exilio e ilegalizada durante la dictadura, encargó a la UGT ciertas cuestiones sociales orientadas a la mejora de los obreros. En realidad, el PSOE y la UGT decidieron esperar para ver por donde salía el nuevo régimen, pero cuando quisieron darse cuenta ya se vieron sumergidos en los ofrecimientos del dictador.

La UGT pensaba que podía sacar más colaborando con el régimen que poniéndose en contra de él. A la vez, Primo de Rivera obtenía cierta estabilidad debido al colaboracionismo de parte del PSOE y casi toda la UGT. Estas organizaciones le dieron más equilibrio al sistema que sus propias instituciones, como el partido que creó, Unión Patriótica, o el Somatén, una entidad catalana de carácter parapolicial.

¿Qué organizaciones y qué hombres formaron la dictadura? Parece que ya eran muy conocidos por los españoles.

En su manifiesto del 13 de septiembre anunció una nueva época en la política en la que se dejaría de lado el caciquismo y todo lo que era la sociedad de la Restauración. Si analizamos el texto punto por punto, veremos que casi nada se cumplió. Él quería apostar por las clases modernas, como la burguesía, los funcionarios o los profesionales liberales. Hasta entonces, en la Restauración habían sobresalido los privilegios de las oligarquías financieras y latifundistas. Pronto vio cómo ni la Unión Patriótica ni el Somatén se llenaron de estas clases sociales que pregonaba. Si lo ciframos, en torno a un 50% eran caras nuevas y la otra mitad, personajes ya conocidos en España, los viejos caciques.

Uno de los grandes avances que se vendió en la época fue la modernización económica de España. En cambio, usted asegura que ese fenómeno tan solo llegó a unos cuantos. ¿Cómo se desarrolló esta modernización económica? ¿Qué supuso?

Es verdad que España creció económicamente bajo la dictadura de Primo de Rivera, también en número de habitantes y fuentes de energía. Organizó las confederaciones hidrográficas como una novedad mundial con el fin de reutilizar el agua, lo que fue un notable avance. Por otra parte, se estaba dando un boom económico en todo el mundo en aquellos años 20 del siglo XX. Uno de sus logros es la ampliación de las carreteras y los ferrocarriles, aunque no llegaron a todas las zonas del país por igual. Ciudad Real, por ejemplo, se quedó igual que estaba antes de la llegada del dictador. Se privilegió a las zonas de costa y Madrid, zonas de turismo.

En la obra, aborda el papel de algunas potencias extranjeras. Por ejemplo, la actividad llevada a cabo por parte de Reino Unido y la pasividad que protagoniza Italia. ¿Cómo de importantes eran los países en el exterior para hacer continuar o derrocar la dictadura de Primo de Rivera?

Gran Bretaña siempre siguió su política de apaciguamiento, algo que se repitió en 1936. Eran prácticos e iban a lo suyo. Quizá no les gustaba que en España hubiera una dictadura a nivel político, pero no le causaba muchos estragos a nivel económico. Francia era el enemigo natural de España por aquel entonces, con rivalidades por Marruecos. Al final, este país ayuda a consolidar a Primo de Rivera por la alianza que mantienen en 1925 para derrotar definitivamente a Abd el-Krim en Marruecos.

Sin embargo, la Italia de Benito Mussolini esperaba mucho más del dictador. Es un contrasentido: la acción e inacción de algunas potencias extranjeras democráticas salvan a Primo de Rivera mientras que el fascismo italiano casi lo condenaba por ser demasiado tibio.

Una de las ideas que más fijación experimentan en el imaginario colectivo está relacionada con la oposición de los intelectuales a las dictaduras. ¿Se cumplió en este caso?

Los intelectuales más importantes de España alzaron su voz contra Primo de Rivera, fueron los más valientes. Ahí está Miguel de Unamuno o Vicente Blasco Ibáñez, uno de los escritores españoles más conocidos en todo el mundo en aquel momento. José Ortega y Gasset y Manuel Machado también se opusieron. En cambio, aunque muy jóvenes, los hombres y mujeres que integraban la Generación del 27 apenas se pronunciaron, quizá porque en ese tiempo sí estaba en juego su carrera posterior.

Titula el décimo capítulo "Militares contra militares". Lo hace porque fueron ellos los que, llegado el momento, coordinaron al resto de fuerzas opositoras al régimen. También fueron "los más decididos en la acción y los que más dolor causaron al dictador, por ser compañeros de armas".

Esto causó un gran desgarro para Primo de Rivera. Sus propios compañeros se opusieron a él. No hay que olvidar que en el Ejército había muchas diferencias a nivel ideológico. Cuando el dictador entra en decadencia, a finales de 1925, la parte más liberal del Ejército y militares de mucho prestigio empezaron a oponerse al Gobierno de Primo de Rivera. Estos militares le reclamaban que dejara el poder, ya que en su comunicado del 13 de septiembre decía que lo ostentaba de manera provisional.

¿Cómo de importantes fueron los anarquistas y comunistas para hacer caer la dictadura?

El comunismo era una fuerza muy débil que había nacido en 1921. El anarquismo sí era más importante, pero en 1924 lo ilegalizan y sus líderes marchan a París. Yo no digo que estuvieran parados porque se dedicaban a labores de propaganda y a escribir contra el régimen en la prensa, pero no tienen una actuación muy destacada.

Es en 1926 cuando se articula la oposición de algunos militares, y ahí es donde entra el juego el republicanismo que, hasta entonces, no era muy fuerte. Uno de los resultados de la dictadura de Primo de Rivera es la aceleración de la llegada de la República a España. Al final, primero cayó el dictador y después Alfonso XIII, quien había unido sus fuerzas a Primo de Rivera.

Una vez muerto Miguel Primo de Rivera, ¿qué queda de él en los años posteriores en la política española?

Yo mantengo que no tuvo mucha trascendencia después porque prácticamente desapareció el rastro de Primo de Rivera durante la Segunda República. Su hijo funda la Falange, pero lo hace mirando más a Mussolini que a su padre. Más tarde, Franco encontró en la figura del dictador una especie de legitimación en la que basar la Guerra Civil, recordando sus ideales de orden y crecimiento que le acompañaron. Primo de Rivera murió tan poco tiempo después de dejar el poder que sí acudieron multitud de personas a su entierro, pero como político fue olvidado muy pronto.


1064 palabras

Primo de Rivera, el dictador que admiraba a Mussolini

Adela Lobo, 12 de diciembre de 2022

 

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera daba un golpe de Estado. Se alzaba así como dictador de España e inauguraba un nuevo periodo histórico basado en la propaganda, el populismo y la represión.

Alrededor de la figura del dictador de los años 20 se ha construido un relato mitificado. Para descifrar este periodo histórico, el doctor en ciencias políticas por la London School of Economics and Political Science Alejandro Quiroga publica Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación. El autor presenta un complejo retrato del dictador con el objetivo de desmitificarlo y deconstruir la imagen que el general creó sobre sí mismo. Quiroga rompe con el mito de Primo de Rivera como un dictador benevolente que no derramó sangre. El autor de la biografía de Primo de Rivera se aleja de esas interpretaciones y desentraña los aspectos más oscuros de la dictadura española de los años 20.

En los primeros días de mandato el dictador declaró el estado de guerra, que mantuvo durante dos años. Suspendió la Constitución de 1876 y disolvió las Cortes, que permanecieron cerradas. Cesó a todos los gobernadores civiles y los cambió por militares de alto rango. De esta manera, España quedaba regida por militares.

La censura y la propaganda fueron los pilares fundamentales de Primo de Rivera para sostener su régimen y vender una imagen positiva de sí mismo. "A través de la propaganda se presenta como un hombre de familia, un buen católico, una persona campechana y preocupada por el pueblo. Necesitaba remarcar este mensaje de corte populista donde el líder se vincula directamente al pueblo", explica Alejandro Quiroga a Público.

La influencia de Mussolini

El dictador español ya había declarado sus simpatías por el Duce el día del golpe de Estado. "Mussolini es la figura de liderazgo a la que está mirando Primo. En su golpe de Estado ya menciona que Mussolini es la guía de los gobiernos fuertes en Europa", explica Quiroga a Público.

Miguel Primo de Rivera y Benito Mussolini llegaron a conocerse en persona a finales de noviembre de 1923. Primo acompañaba a Alfonso XIII en un viaje regio que estaba programado antes del golpe de Estado. Durante un almuerzo en el Palazzo Venezia de Roma, Primo de Rivera equiparó fascismo y primorriverismo, argumentando que ambos eran movimientos de salvación nacional.

Aunque el régimen de Primo de Rivera no era fascista como tal sí que había un fuertísimo autoritarismo. El dictador prolongó el estado de guerra, suspendió la Constitución de 1876 y disolvió las Cortes, prohibió la actividad de la oposición, desató una represión política que llevó a la detención de cientos de opositores y la censura se mantuvo durante toda la dictadura. Algunos historiadores han definido el régimen primorriverista como un periodo marcado por el liberalismo conservador, pero estas acciones del dictador se alejan mucho de eso.

De hecho, si se compara el Directorio Militar de Primo con los primeros años de Mussolini en el poder, se descubre que el régimen español era más autoritario y represivo. "Mussolini está en gobiernos de coalición y a partir del año 25 convierte aquello en una dictadura, mientras que Primo es un dictador que cierra el Parlamento desde el primer día, suspende la Constitución y utiliza el ejército para labores de represión y también de propaganda", explica Quiroga a Público.

El autor de Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación recuerda en su obra que el dictador encarceló a opositores en condiciones infrahumanas, organizó asesinatos extrajudiciales de sindicalistas a sangre fría y ordenó bombardear con armas químicas a población civil en la Guerra de Marruecos.

Además de deconstruir la imagen de dictador providencial de Primo de Rivera, Quiroga insiste en desmontar también la figura caricaturizada de este personaje histórico. Sus opositores le representaron como un general borrachín y adicto al juego. Esta imagen ha provocado que se le tratara con cierta condescendencia y se mofaran de él pero también nos ha impedido ver la cara más siniestra de este personaje.

Lo "antipolítico" como elemento movilizador de masas

Miguel Primo de Rivera poseía un discurso fuertemente populista. Tanto en sus continuas apariciones en prensa como en el Manifiesto del 13 de septiembre, el dictador señaló a los políticos como una élite corrupta que perjudicaba al pueblo.

Propagó la idea de que urgía regenerar el país y que, para ello, era necesario una nueva política que encarnaría él mismo junto a Unión Patriótica, el partido único de su régimen. Según lo definió Primo de Rivera, se trataba de un "antipartido" surgido del "pueblo sano" que no había sido contaminado por los partidos políticos restauracionistas. Potenció la idea de lo "apolítico" para presentarse como el salvador de la patria que acabaría con los problemas de la crisis de la Restauración.

Su discurso antipolítico y populista caló en una sociedad afectada por la crisis que asoló España a principios del siglo XX. Tanto fue así que cuando Primo llegó a Madrid el 15 de septiembre de 1923, los cientos de personas que lo esperaban en la estación de Atocha gritaron: "Vivas al redentor de la patria, a España, y al rey, y ¡abajo los políticos!".

Francisco Franco y Miguel Primo de Rivera

El modelo primorriverista sirvió de referente, aunque lejano, al caudillo al principio de la dictadura. Antes de que las potencias fascistas empezaran a perder la Segunda Guerra Mundial, Franco tomó elementos del modelo de gobierno de Primo de Rivera.

La influencia es ideológica y política. Los altos cargos primorriveristas volverán a tener posiciones de poder durante el franquismo. Además, el precedente de las Cortes franquistas fue la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano primorriverista que tenía la función de asesoramiento pero que no legislaba.

En los primeros años de dictadura, Franco utilizó el régimen de Primo de Rivera con un sentido propagandístico. "Al principio es la idea de Primo como el precursor del fascismo en España y la dictadura militar. Según pierden los nazis y el régimen de franco empieza a desfascistarse y darse un barniz católico, cambia la interpretación que le dan a la figura de Primo de Rivera. Luego, en los años 60 lo presentan como un gran precursor del desarrollismo económico del país y las obras públicas", explica Quiroga a Público. Y, en parte, es esta interpretación la que sigue perdurando en nuestros días.


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