sábado, 30 de diciembre de 2017

Demetrio Peláez - Ailolailo

Preguntoiro 21/12/17 (Virgilio Moure Rey)

http://www.elcorreogallego.es/opinion/

http://revista-digital.verdadera-seduccion.com/hay-profesores-que-son-unos-hijos-de-puta/

Nenes de conducta intachable

A casi todos los que, por edad, nos empiezan a gustar tanto o más los boleros que el rocanroll, nos pusieron más de una vez el culo como un pandero en el colegio, tema que vuelve a estar de actualidad por las medidas que están adoptando los flemáticos ingleses para evitar que los profesores sigan perdiendo autoridad en las aulas. Ciertamente, habría que rebuscar mucho para encontrar a algún ex alumno de la etapa tardofranquista que no haya recibido una colleja, un reglazo, un tirón de forellas o un capón por parte de unos docentes que no se andaban con muchos miramientos con los estudiantes golfantes o descarados. Y eso que en los años 70 la cosa ya había cambiado mucho con respecto a las décadas anteriores. Además, los que recibían leña en los colegios se cuidaban muy mucho, por lo general, de contar la copla en casa, porque eso significaba recibir otro buen rapapolvo por parte de tus padres, que daban por sentado que algo malo habrías hecho cuando don Prudencio o fray Nicanor, tan sensatos y ecuánimes ellos, te habían puesto los soplillos al rojo vivo. En las tres últimas décadas las cosas han cambiado mucho, y casi todas, reconozcámoslo, han sido para bien. De hecho, hoy sería impensable que un niño llegase a casa con la cara marcada o con un diente roto porque a un profesor se le fue la mano. Sin embargo, también es lógico adoptar medidas que impidan a los chavales más cabroncetes -y hay muchos- amedentrar a los profesores y al resto de sus compañeros a base de chulería, chantajes o la fuerza bruta, sabedores como son de que nada les ocurrirá. Los castigos no físicos deberían ser, en estos casos, ejemplares, y los padres deberían responder de tales conductas con mucha más convicción y persuasión, porque muchos se limitan a delegar toda la responsabilidad en los centros escolares. Otros, incluso, le ríen las gracias al nene o se plantan en el colegio a atizar al docente que osó levantar la voz a su indefenso hijo.
Entre el castigo físico y la nada existe una extensísima gama de grises que puede y debe utilizarse. Y en cuanto a los que aplauden que los profesores puedan volver a pegar habría que preguntarles si tal medida la aceptan también para sus propios hijos o solo para los de los demás, que este país está lleno de l­istillos con nenes de conducta intachable. Ya saben, los malos son siempre los otros.
Ahora son los profes quienes reciben collejas



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