https://www.vozpopuli.com/opinion/cinco-anos-del-monstruo-de-wuhan.html
Cinco años del monstruo de
Wuhan
Pedro
Pablo Valero,
24 de enero de 2025
Mientras en España el Gobierno se ocupa del cincuentenario de la muerte
de Franco y
el mundo no para de hablar de Trump,
está pasando desapercibido que hace cinco años en Hubei, una de las 22
provincias de China, se decretó un inédito confinamiento que comenzó el 23 de
enero de 2020 (y acabó el 8 de abril). Algunos recordamos la reacción de
algunos opinólogos criticando el exceso de aquella medida […]
que criticaban cómo el régimen dictatorial chino se atrevía a prohibir la
movilidad a su propia población. Ni dos meses después aplaudían a rabiar el
primero (y lo hicieron igual con los sucesivos) confinamientos decretados por
Sánchez. Qué extraños fueron aquellos meses, qué atípicos y qué complicado
saber las consecuencias reales de todo aquello a nivel psicológico y social.
Sin embargo, en economía y en mercados financieros, ya con algo de perspectiva
temporal, podemos extraer varias conclusiones.
Desde un punto de vista español, el desastre económico que supuso 2020
en términos de PIB -la mayor caída dentro del mundo desarrollado- muestra
cuánta dependencia tenemos del turismo, ese sector al que hemos recurrido para
poder recuperarnos, y al que nadie le busca otra alternativa. Yo apoyo el
turismo pero ojalá no dependiéramos tanto de él y nos centráramos en
actividades de mayor valor añadido que permitan empresas más grandes que pueden
pagar mejores sueldos, que no el reguero de pymes que es la inmensa mayoría del
sistema corporativo español. También pudimos apreciar lo privilegiados que
somos de disfrutar de un
estado del bienestar como el que tenemos que permitió que
pudiéramos aguantar aquellos meses tan dramáticos. Nos costó un aumento muy
fuerte de la deuda pública que aún continúa, pero es precisamente para momentos
como aquellos para los que necesitamos esos recursos. La reflexión evidente es
que, como ya en la Biblia se decía, hay que guardar en la época de las vacas
gordas para cuando llega la de las flacas. Si con crecimiento económico como el
actual seguimos acumulando déficits presupuestarios gastando más de lo que
ingresamos, en la próxima crisis, cuando más lo necesitemos, quizás no podamos
recurrir a las mismas soluciones.
En 2020 la crisis fue global, las ayudas, que aún persisten, vinieron de
Europa, los tipos de interés bajaron tanto que hasta se emitía deuda en
negativo, cobrándole intereses al que se la quedaba… pero es posible que la
próxima recesión o el próximo evento desafortunado sea nacional, o venga en un
contexto -como pasó con la crisis de la deuda soberana no hace ni quince años-
en los que cada país tiene sus propios problemas de financiación. Si no hemos
aprendido que las deudas deben dispararse sólo en emergencias y no convertirlas
en el sistema habitual de financiar gasto corriente (el caso más claro es el de
las pensiones), porque es un
suicidio financiero, mal vamos. Un aspecto para el que sirvió
ese endeudamiento fue el evitar que se disparara en exceso la tasa de
desempleo, gracias a los ERTE. Una caída tan fuerte del PIB debería haber
disparado al 25% el paro, sin embargo esa figura permitió que muchos
trabajadores sobrellevaran con más calma el confinamiento. […]
En Europa ocurrió lo mismo, no fue algo exclusivo de aquí, y la suma de
un mayor ahorro (poco se podía consumir en confinamiento), más la tranquilidad
de no perder el empleo, sentó las bases de una fuerte recuperación posterior.
Aunque, curiosamente, en
Estados Unidos despidieron a mansalva (que yo recuerde es
la única vez que la tasa de paro de la primera potencia planetaria superó a la
española), y, en un ejercicio de dinamismo muy típico de ellos, en pocos meses
volvieron a una tasa de paro en mínimos históricos y a un mayor crecimiento
económico posterior, lo que arroja dudas sobre la idoneidad del sistema europeo
(que personalmente prefiero).
Frenar gran parte de la economía fue dramático (podía haber sido peor
sin lo bien que funcionaron nuestras cadenas de distribución, tan criticadas
por algunos) y también nos enseñó las dificultades que supone volverla a abrir,
ya que hubo problemas de suministros y se sentaron las bases para un auge
inflacionista muy grande (posteriormente alimentado por la invasión rusa de
Ucrania). No se puede acostumbrar a las redes de suministro a un determinado
flujo de bienes, reducirlo casi al mínimo por meses, y luego esperar que se
vuelva a poner en marcha como si nada. Eso tuvo consecuencias económicas
importantes que relativizan al PIB como indicador, ya que de poco sirve que éste
aumente, ante la pérdida de poder adquisitivo de las familias por culpa de la
subida de los precios. Nos enseñó muchas más cosas que no caben en un artículo,
como lo dañino que resulta el teletrabajo (a pesar de que estoy a favor) para
una economía que necesita que la gente consuma fuera de casa, y cómo en cuanto
las autoridades se dieron cuenta, lo boicotearon tras haberlo promovido.
Aprovechar las gangas del miedo
Por último, en
los mercados financieros, 2020
resultó ser el gran año de las oportunidades, al que todo
inversor le gustaría volver con liquidez y adquirir a precios ridículos
acciones, materias primas, bitcoins… los que confiaron en una recuperación
acertaron de lleno. Y creo que demuestra hasta qué punto los mercados sin
irracionales. A pesar del confinamiento en China ya citado, y de que contagios
y muertes aumentaban, hasta mediados de febrero las bolsas occidentales
siguieron subiendo con alegría, ignorando los riesgos como tantas otras veces,
y luego de repente se abrió el grifo y los excesos fueron en la dirección
contraria llegándose a operar futuros
del petróleo por debajo de cero dólares (nadie quería más
stock). Se demostró que, como inversores, siempre hay que tener una parte de
liquidez para aprovechar las “gangas” que el miedo de otros puede poner a
nuestra disposición.
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