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martes, 10 de octubre de 2017

Andalucía, líder en desempleo y a la cola en PIB por habitante

https://www.publico.es/economia/andalucia-lider-desempleo-cola-pib-habitante-seis-anos-moreno-bonilla.html

 

Andalucía, líder en desempleo y a la cola en PIB por habitante tras seis años de Moreno Bonilla

Raúl Bocanegra, 28 de enero de 2025

 

Los datos de la Encuesta de Población Activa en Andalucía tienen una cara A, que muestran que en efecto el desempleo descendió a lo largo del año 2024, en consonancia con el ciclo económico general en todo el Estado. Además, la así llamada tasa de paro, que a finales de 2024 era del 15,76%, sólo ha sido menor en los años previos a la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, cuando estuvo en el 13%. Entonces, la tremenda crisis que produjo destruyó cientos de miles de puestos de trabajo.

Sin embargo, la cara B de los datos también es real y existe: después de seis años de gabinetes conformados por Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), Andalucía es, de las 17 Comunidades Autónomas, la que tiene la tasa de paro más alta. También es la última en PIB por habitante, según la contabilidad regional del INE, dos indicadores muy relevantes en el análisis económico.

Cuando el PP entró en el Gobierno, en enero de 2019, después de 37 años de ejecutivos y políticas económicas dirigidas por el PSOE, Andalucía estaba ya en los últimos puestos: ocupaba el puesto 16 en desempleo —solo superada por Extremadura— y el último en PIB per cápita. Ni aquellas políticas ni las de ahora, por tanto, han logrado la convergencia económica. En términos relativos, Andalucía sigue estando donde estaba, un poco peor.

Para cierta escuela de pensamiento económico, ello es debido a que la estructura productiva, en el fondo, más allá de giros hacia la izquierda o hacia la derecha, o de políticas fiscales, es la misma. "El que [Andalucía y Extremadura] estén un poco por delante o un poco por detrás no es relevante. Lo importante es que con el PP hemos continuado la senda del extractivismo, agrícola, turístico y minero y eso continúa empobreciéndonos, como ya lo viene haciendo desde hace muchas décadas", considera el profesor Manuel Delgado Cabeza, que ha dedicado buena parte de su vida a entender las circunstancias de Andalucía y de responder a una pregunta que puede parecer sencilla: ¿cómo es que en una tierra tan próspera como Andalucía abunda la pobreza?

"Seguir fomentando esa dedicación —añade Delgado Cabeza— que profundiza nuestra condición de exportadores de naturaleza a cada vez más baja remuneración en términos relativos no solo nos mantiene a la cola de todas las clasificaciones sino que acentúa nuestra condición de subalternos cada vez con menos capacidad de decisión en todos los ámbitos".

 

Los datos

Estos son los datos que muestran esa cara B y que ubican a Andalucía a la cola, extraídos de la EPA y de la Contabilidad regional del Instituto Nacional de Estadística. La tasa de paro al cierre de 2018 era en Andalucía del 21,26 —la del Estado estaba entonces en el 14,45—. Al cierre de este año pasado, 2024, había descendido hasta ese 15,76 —la española hasta el 10,61—, pero en el primer puesto. La siguiente comunidad con una tasa de desempleo más alta es Extremadura, en el 15,26.

A finales de 2018 era al revés. La tasa en Andalucía era del 21,26 y la de Extremadura, superior, del 23,10. Eran entonces las dos únicas por encima del 20, como ahora son las dos únicas por encima del 15. Ambas, con sus particularidades, tienen una estructura económica con similitudes.

Si se atiende al baremo de PIB por habitante, Andalucía es otro año más la última de la fila —de las 17 Comunidades Autónomas, excluyendo Ceuta y Melilla—. Así, el PIB per cápita en Andalucía en 2023 fue de 23.218 euros, según el INE, mientras que el de Extremadura fue ligeramente superior, de 23.604 euros. En 2016, Andalucía estaba por delante: 17.865 por 17.616 euros.

 

Capitales extranjeros e ideario neoliberal

El recetario del PP de Moreno Bonilla, que profundiza en el camino ya explorado por los socialistas, por tanto, no ha logrado en estos años que la Comunidad despegue, según el análisis que se hace desde esas  posiciones económicas críticas: "La política económica neoliberal de la Junta de Andalucía presenta a la atracción de capitales extranjeros como la mejor forma de dinamizar la economía. Este discurso se basa en la idea de que la inversión genera empleo. Sin embargo, la entrada de inversión extranjera directa se traduce más bien en lo contrario", expone el economista Óscar García Jurado.

"Las operaciones de compra de empresas ya existentes —agrega— y la formación de compañías conjuntas predominan sobre la creación de nuevas empresas, por lo que asistimos a un mero cambio de la propiedad empresarial. El propósito de esta inversión tiene que ver con los bajos costes labores y con ganar competitividad a costa de reducir el coste de la fuerza de trabajo y disfrutar de una normativa lo menos estricta posible respecto a los destrozos medioambientales que origina".

"En Andalucía el desempleo y la precariedad son características seculares de una economía con una estructura productiva diferente a la del conjunto del Estado. La economía andaluza es eso, andaluza, y tiene muy poco que ver con la catalana, la gallega o la vasca", remacha García Jurado.

 

Coyuntura positiva

Si se combina la cara A y la cara B del desempleo en Andalucía, emergen, por ejemplo, datos como estos: el 9,48% de los hogares andaluces tiene a todos sus miembros en paro (cara B), lo que supone 0,5 puntos menos que hace un año (cara A).

Para Inma Nieto, portavoz de Por Andalucía, "Moreno Bonilla presume de que la economía andaluza es la locomotora de España y va bien, pero esto sucede porque se aprovecha de una coyuntura general del país que es positiva. Sin embargo, eso no se corresponde con la realidad que vive la gente Andalucía tiene la cifra de paro más alta del país, el PIB por habitante más bajo y las mayores tasas de desigualdad”.

"Moreno Bonilla y el PP —agrega Nieto— dicen que la economía va bien porque hay muchas exportaciones y las grandes empresas están ganando mucho dinero, algo que en parte es fruto de sus propios recortes, hay empresas ganando mucho dinero por su privatización de la sanidad, de la educación o de los servicios sociales, mientras que la ciudadanía tiene que pagar por estudiar, por acceder a una cita médica o no puede acceder a una vivienda. En resumen, la política económica de Moreno Bonilla es la de recortar los impuestos a los ricos, y llenarles los bolsillos, mientras la desigualdad aumenta".


jueves, 11 de mayo de 2017

Otro 4D en Andalucía: bolsas de paro estructural, de miseria y de pobreza

https://www.publico.es/politica/4d-andalucia-bolsas-paro-estructural-miseria-pobreza.html

 

https://www.youtube.com/watch?v=tdVWRRIQzGs

 

https://www.youtube.com/watch?v=2Zt78oz0omk

https://www.youtube.com/watch?v=5ovJh1MvMyI

 

Otro 4D en Andalucía: bolsas de paro estructural, de miseria y de pobreza

Raúl Bocanegra, 4 de diciembre de 2023

Un 4 de diciembre de 1977, dos años después de la muerte del dictador y aún sin Constitución, se produjeron las masivas manifestaciones –con su dosis de injusticia: ahí está la muerte impune de Manuel José García Caparrós– que transformaron el proceso de consecución de la autonomía y de algún modo, también, cómo se piensa Andalucía a sí misma.

Cada aniversario del 4D se plantean las mismas preguntas: ¿Disminuye la desigualdad, se produce la convergencia de Andalucía con el Estado, remiten las bolsas de pobreza?

Y las respuestas, en un nivel de intensidad u otro, son también siempre las mismas. Nadie discute que hoy Andalucía, tras más de 40 años de autonomía, es una comunidad que tiene dosis de autogobierno, una importante red de colegios, institutos y universidades públicas; centros de salud –hoy en crisis por las presiones del capital, sobre todo en las zonas rurales– y hospitales, y un dinamismo creativo y socioeconómico indudable.

Sin embargo, respecto a otras zonas del Estado y a las regiones y nacionalidades de la UE, los informes oficiales y los que elaboran las ONG e institutos privados narran una y otra vez la misma historia. Es el cuento de nunca acabar, uno en el que los barrios más pobres de todo el Estado están en capitales andaluzas (10 de 15, según el INE) y en el que el diferencial con otros lugares –según el indicador que se elija– se mantiene, aumenta o se reduce, pero a velocidad inadecuada.

Se perpetúa así la desigualdad y persiste también la dualidad interna, aquella que cantaba Pata Negra ("hay dos Sevillas, la de los turistas y en la que vive la gente") en el Rock del Cayetano. Las bolsas de paro, la pobreza y en los casos más extremos, la miseria, continúan ahí, como un elemento estructural de la comunidad (miles de jornaleros y temporeros viven en chabolas), que va unido en estos años a la autonomía, al funcionamiento de la Junta de Andalucía en su sentido más amplio, tanto con las administraciones socialistas de antaño como con las neoliberales del PP, que ya lleva un lustro en el Gobierno, hoy.

"En términos absolutos, algo más de tres millones de personas residentes en Andalucía –eso sí, unas 233.000 personas menos que el año pasado–, están en riesgo de pobreza y/o exclusión social. El Arope [la tasa que mide la pobreza] femenino llega al 37,3%, cifra que se mantiene en tres puntos porcentuales superior a la de los hombres", según recoge el último trabajo de la Red Andaluza contra la Pobreza.

"Tanto la Murga de los currelantes de Carlos Cano como algunos escritos de Blas Infante de hace más de un siglo siguen aún plenamente vigentes. Pueden servir perfectamente para el hoy. La situación estructural, comparativamente, sigue siendo parecida", afirma el antropólogo Isidoro Moreno a Público.

Así dice la letra cantada por Cano: "S'acabe el paro y haiga trabajo, escuela gratis / medicina y hospital / pan y alegría nunca nos falten. / Que güervan pronto los emigrantes / haiga cultura y prosperiá".

Andalucía, tan grande y diversa como cualquier país, con 8,5 millones de habitantes, tiene, en efecto, una tasa de población en riesgo de exclusión más alta que España y la media de la UE y las tasas de paro estructurales –que en estos años desciende– siempre van por encima de la media del país. Son asuntos endémicos.

"Considerando el umbral nacional de pobreza, en 2021 en Andalucía hay un 12% más de población en riesgo de pobreza que la media de España y un 15% más que la media de la Unión Europea", recoge el V Informe del Observatorio de Desigualdad de Andalucía.

"Y Andalucía –añade este trabajo– está a la cabeza de la pobreza [tasa Arope 2021] entre las Comunidades Autónomas de España, casi triplicando las tasas de Navarra o el País Vasco".

La Red Andaluza contra la Pobreza recoge que la curva, el diferencial, ha ido decreciendo desde el año 2015. Sin embargo, "la mejora desde 2015 tampoco es suficiente para cumplir con la contribución que tiene que realizar Andalucía para conseguir los objetivos marcados por la Agenda 2030 –reducir a la mitad la tasa Arope que registraba en 2015– y deberían haber salido unas 240.000 personas más del riesgo de pobreza y/o exclusión social".

 

20 años de comisionado en el Polígono Sur

¿Qué se ha hecho en estos años desde las administraciones públicas? ¿Sirve para algo el esfuerzo público? Han pasado 20 años desde que se puso en marcha el Plan Integral para el Polígono Sur en Sevilla, el barrio más desfavorecido del país, según el INE, que arrancó con mucha fuerza, pero fue perdiendo fuelle con los años. "Las dos crisis [la caída de Lehman y la pandemia] han afectado mucho. Yo llegué en 2013, en plena crisis, y en 2014 nos quedamos sin un solo programa público de empleo", afirma a Público Mar González, excomisionada del Polígono.

"Hay un tema, un error de fondo. Considerar que el Polígono Sur es un problema interno exclusivamente. No es un territorio que esté en el espacio sideral. Esa zona se planificó como un gueto y ha tenido la función de tener a gente ahí, a gente a la que no querían tener en otro sitio. La perversión de fondo es esa. La gente que ha podido salir, ha salido de ahí, la degradación era constante", afirma el antropólogo Moreno.

"A Polígono Sur le vino absolutamente mal la crisis financiera. Se sufrió en todas partes, pero en la parte más vulnerable de la sociedad fue peor. No hemos recuperado los niveles pre Lehman. La gente que cayó en la exclusión severa sigue ahí. Eso pasó no solo en Polígono Sur, también en muchos otros barrios. Se ha hecho muchísimo, pero no se ha tenido el apoyo, ni la constancia ni la contundencia en la apuesta que se necesitaría. Tampoco hay que inventar mucho más. En el Polígono Sur se han ensayado las mejores políticas de inserción social, pero se han dejado caer", agrega la excomisionada González.

 

Los datos de la Red contra la Pobreza confirman que, aunque la curva desde el año 2014 es buena, con un repunte tras la pandemia, aún no se ha recuperado el nivel de desarrollo anterior a la caída de Lehman Brothers, ya no en comparación con otros lugares, sino en términos absolutos. Así dice el trabajo: "A pesar de esta mejora, Andalucía está lejos, todavía, de retornar a los niveles anteriores a la gran recesión. [...] El Arope [...] aún se mantiene 4,4 puntos porcentuales por encima del registrado en 2008, lo que supone, por tanto, un incremento cercano a las 468.000 nuevas personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social en el conjunto del período".

 

Efecto redistributivo del Estado

Estos males no son irresolubles. Un estudio del Gobierno de España, que analiza los componentes de los indicadores de pobreza entre 2014, sostiene lo siguiente: "La diferencia de las tasas Arope entre comunidades llega a los 28 puntos. Si se toma en cuenta la reducción ocasionada por las transferencias sociales de las administraciones, la tasa de pobreza en España se reduce en 9,5 puntos, mientras que en la UE se consigue una reducción de 9,4 puntos".

Es decir, que a pesar de las lógicas que produce la economía capitalista, el Estado tiene capacidad de redistribuir. ¿Por qué, por tanto, persisten esas bolsas de pobreza en Andalucía? ¿Es posible en esta economía lograr una integración, reducir la extrema pobreza, o exigiría un esfuerzo tan grande que lo haría imposible?

González cree que sí, que hay solución. "Si se quisiera, se podría. Si se creyera que las desigualdades lastran el crecimiento, como indica el FMI, podría hacerse. Esto tiene solución, si realmente es prioridad de las administraciones. En una comunidad como Andalucía debería ser la prioridad número uno. Pero hay que ser constante y contundente, persistir en el trabajo, continuar y no dejar caer los programas que funcionan", afirma.

La excomisionada hace recuento de los esfuerzos y de algunos éxitos: "En lo urbanístico [el Polígono Sur] ha avanzado muchísimo en estos 20 años. Ahora mismo está ordenado urbanísticamente. Está bien asfaltado, donde antes había espacios baldíos, hoy hay equipamientos, plazas, parques, espacios culturales. No es ni de lejos lo que era hace 20 años. Han avanzado los servicios, sin duda. Correos o Tussam no llegaban a todo el barrio. La Policía local no entraba. Lipasam solo estaba en una parte. Esos servicios de derechos básicos de ciudadanía están hoy garantizados".

En el barrio hay un centro de salud nuevo, otro renovado, ocho colegios públicos de infantil y primaria y tres institutos (y otro adscrito per fuera del barrio). "Si miramos los equipamientos, el Polígono Sur sin duda ha mejorado mucho. Además, se impulsaron en estos 20 años muy buenas prácticas de trabajo colaborativo en red, que es imprescindible. Allí no puedes trabajar a solas, es decir, para avanzar en salud, tienes que ir de la mano del personal de educación. Y de la misma manera para llegar al empleo desde la exclusión severa, hay que hacer un camino de la mano de la intervención de calle y del sistema educativo. Todo esto se impulsó y buena parte se ha perdido. Ha habido discontinuidades y ha cambiado la apuesta. Cuando no avanzas y paras un programa, se retrocede años".

"¿Se puede resolver solo con una apuesta desde Andalucía o de los ayuntamientos donde están estos barrios? –se pregunta González–. Probablemente no. Las tres administraciones deben trabajar conjuntamente; si no, es imposible. Y se debe persistir en el tiempo. Esto tiene que estar fuera de la pelea política".

 

Ciudadanos con menos derechos

"Las administraciones –prosigue la excomisionada en el Polígono Sur– permiten allí lo que no se permite en otros barrios. Por ejemplo, los cortes de luz, que se atajan sin dilación en otros barrios. Se permite que haya vivienda pública para usos no residenciales. Se cultiva marihuana. Eso pasa en otro barrio y se corta de inmediato. Es asumir la excepcionalidad y asumir que hay ciudadanos con menos derechos que otros. En este país, no se disfruta de los mismos derechos de ciudadanía en todos los barrios".

González deja, además, la siguiente reflexión en su conversación con Público: "Cuando el Estado deja de atender las necesidades de la gente, la gente cae en la desesperanza, y cuando pierdes la esperanza pierdes la capacidad de lucha. Eso está pasando de nuevo, con el agravante de que tuvieron esperanza, pero ahora mismo hay una falta de respuesta de las administraciones". Esto se ve con claridad votación tras votación: la abstención es masiva en el Polígono Sur.

"Es un paradigma de lo que es Andalucía", tercia Isidoro Moreno. "Esto no es casual –añade–. Esto tiene que ver con el papel que tiene Andalucía, de colonia interna de España. Hay expresiones muy turísticas, pero hay una realidad social y unas desigualdades tremendas. Si se sale de los centros de las ciudades, de los parques temáticos, si se va al extrarradio, hay desigualdades tremendas, que se han agudizado, incluso en la esperanza de vida. En el Polígono Sur y en otros barrios", afirma Isidoro Moreno.

La desigualdad existe también dentro del mismo Polígono Sur, en el que hay zonas más extremas. En el barrio hay dos centros de salud. "La diferencia en esperanza de vida entre uno y otro está entre seis y ocho años", afirma González.

Las raíces de la desigualdad

El catedrático Manuel Delgado Cabeza, que ha dedicado su vida a estudiar la economía andaluza, coincide en que el asunto tiene hondas raíces. "Dentro de esta economía, a Andalucía se le asigna una función que entraña un deterioro ecológico y social permanente. La dedicación a las tareas peor remuneradas de Andalucía genera pobreza y exclusión y estos barrios son el resultado extremo de estas dos lacras que padecemos".

"Las soluciones que se plantean –añade– son solo paliativas y estos barrios son la marginación dentro de la marginación de Andalucía. Si no se plantea una transformación de Andalucía, un tránsito que la saque de su situación de sirvienta de otras economías, sus barrios seguirán siendo una segregación dentro de la dependencia".

"En ese sentido, se cronifica la enfermedad. Se hace algo que tiene algún alivio temporal, pero de fondo continúan los mismos males", remacha el catedrático.

El Observatorio de la Desigualdad recoge en su V informe lo mismo, un análisis similar: "Los rasgos característicos de la economía andaluza –desarticulación sectorial, escaso desarrollo industrial, incapacidad para generar suficiente número de empleos– son los propios de ámbitos de economía dependiente que sirven a las exigencias de acumulación de los espacios centrales".

"Eso ha hecho de Andalucía una de las regiones más pobres y menos desarrolladas de España, con un bajo nivel de renta por persona o por familia (sólo por delante de Extremadura según los datos de renta de 2020) y con un alto índice de desigualdad interna (según el índice de Gini para 2020 sólo la Comunidad de Madrid supera en desigualdad a Andalucía en el conjunto de la España peninsular; pero, además, mientras en Madrid se debe a una concentración de la riqueza, en Andalucía está relacionada con una mayor presencia de pobreza)", se lee en ese mismo trabajo.


miércoles, 8 de marzo de 2017

Testimonio de los "piratas" de la emigración

TALLER DE CULTURA ANDALUZA N. º 2.12

Testimonio de los “piratas” de la emigración

Un grupo de trabajadores de la construcción, que emigraron hacia Alemania de forma clandestina, nos relatan algunas de sus incidencias y dificultades durante su estancia en dicho país.

Éstos, que tuvieron que vivir su condición de “trabajadores ocultos”, nos dicen las ventajas e inconvenientes que les supuso esta situación.

- Nosotros, en el año setenta y uno, estuvimos en Alemania sobre cien o ciento cincuenta personas del pueblo, que habíamos entrado clandestinamente, pues pasamos la frontera como turistas y estábamos trabajando. Buscamos a un contratista, que por regla general eran italianos, y nos dio un trabajo, como allí se dice, de “piratas”, sin derechos de ninguna clase: nada más ajustábamos la hora a tantos marcos y echábamos una cantidad de horas que luego nos liquidaba y asunto terminado.

- ¿Por qué no os fuisteis por medio del IEE?

- En ese año había muy pocos contratos de trabajo por medio del IEE, aparte que se cobraba muy poco, porque en ese tiempo se estaba cobrando alrededor de 900 marcos al mes en cualquier fábrica o en la construcción, y los que estábamos así (“libres”) podíamos sacar de cuatrocientos cincuenta a seiscientos marcos los que éramos albañiles y de trescientos a trescientos cincuenta los peones; esto por semana.

- Y si os cogía la policía, ¿qué pasaba?

- Nos metían en la cárcel hasta que se presentara el cónsul. Había que llamarlo, que respondiese y que viniese a ver lo que pasaba; entonces nos mandaban para España con el billete pagado hasta Barcelona o Madrid. Además venía un policía alemán conduciendo la expedición hasta una de estas capitales y luego te dejaban ahí sin más ni más. Además, si tenías algún dinero la policía te lo quitaba allí, en Alemania, y se han dado casos de personas de estar hasta tres meses en la cárcel de Alemania porque el cónsul no aparecía.

- ¿Qué peripecias habéis tenido que sufrir para poder pasar clandestinamente la frontera como emigrantes?

- Había muchos que contaban con los enlaces; precisamente han sido los que siempre han acabado peor, porque se presentaban como grupo, y no es lo mismo pasar por la frontera dos o tres que, como quiso un enlace, pasar a dieciocho en un tren sin saber de alemán ni de francés y, además, en las condiciones en que iban: esto en seguida lo notaba la Policía Belga y ésta misma se lo comunicaba a la alemana, y al llegar a la frontera les ponían el sello negro del retorno y ya con eso no podían entrar en Alemania. Entonces tenían muchos problemas, pues se tenían que colar por los pinchos, les echaban los perros y a algunos los cogía la Policía en la misma carretera y los volvía para Bélgica. Otros se han quedado cinco o seis días tratando de pasar clandestinamente y se han quedado sin dinero y sin poder ni entrar en Alemania ni regresar para España.

Nosotros, particularmente, no hemos tenido nunca problemas para pasar la frontera, puesto que lo hacíamos en grupos de dos o tres personas.

- ¿Qué problemas más grandes habéis encontrado con este tipo de emigración?

- Aparte del idioma, que ya es un problemón, el buscar un conocido que te pusiera en contacto con los contratistas para que nos diesen trabajo, pues hubo épocas, como fue en el mil novecientos setenta y uno, que cualquiera era contratista, pero después ya la Policía empezó a atacar más y muchos de estos contratistas fueron desapareciendo y sólo quedaron los más fuertes, los que tenían más dinero, y entonces necesitábamos eso, uno que enlazara con ellos. Entonces, los problemas eran primero las condiciones de trabajo y después la vivienda.

- ¿A qué os referís al decir las condiciones de trabajo?

- Que los trabajos son los peores; digamos, los que los alemanes no quieren.

- ¿De qué trabajabais?

- La mayoría de albañiles, y este problema no nos afectaba mucho, pues coges el palastre y a poner ladrillos; peor el que trabaja de peón sí, porque tenía que hacer cualquier trabajo y aceptar las condiciones que le proponía el contratista, que era “el mínimo en sueldo y el máximo en trabajo”, y el horario de trabajo era “mientras más, mejor”. Era la opinión general, es decir, que si en vez de echar diez horas trabajabas once, mejor, y como se iba por temporada y se temía que la Policía la hiciera más corta todavía, lo que se intentaba era aprovechar al máximo el tiempo de trabajo, por si la Policía te cogía que se tuviese enviado algo ya a la familia, puesto que si lo hacen a la semana de estar allí te dejan destruido por completo , pues si llevas un dinero prestado, ya no sólo tenías las “trampas” que dejaste antes de irte, sino que además la de haber pedido dinero para poder regresar; por eso se aceptaban las condiciones que fueran…

Cuando se llevaba ya algunos meses, entonces podías ya exigir algo a los contratistas: por ejemplo, que la pensión la pagaran ellos o que te subieran un marco o medio marco más en el sueldo.

La cuestión de la vivienda a los albañiles normalmente (es decir, los que trabajábamos con el palastre), por regla general, nos pagaba la pensión el contratista; pero los peones, a pesar de que ganaban menos, se tenían que pagar la pensión, las cuales también eran clandestinas, pues en Alemania en cualquier sitio tiene que dar el dueño una nota indicando la gente que tienen hospedada; como esto no se podía hacer, se alquilaban clandestinamente las habitaciones y los dueños se aprovechaban y cobraban más todavía. Si normalmente uno que estaba legalmente pagaba sesenta marcos, a nosotros nos cobraban de ciento cincuenta a doscientos marcos.

Lo que hacían generalmente con los peones era pagarles la mitad o meterlos en casas fuera de la ciudad, en el campo, que estaban en muy malas condiciones, para que fuesen más baratas, y además pagaba una parte el contratista; bueno, decía que la pagaban, pues ellos ya la tenían alquilada por un año para otros, y si normalmente en cualquier residencia pagaban doscientos marcos y les decían a los peones:”yo pongo cien marcos y tú pones otros cien”. Resulta que nosotros tuvimos ocasión de enterarnos de ese asunto y supimos que a un contratista no le costaba doscientos marcos, sino sesenta, y además en una habitación de ésta metían a tres o cuatro personas o las camas que cupiesen, mediante literas.

- ¿Esta situación crearía graves problemas además de los antes expuestos?

- Nosotros, el año mil novecientos setenta y uno, tuvimos que cambiar dieciocho veces de residencia, debido a la persecución de la Policía, y de éstas sólo tuvimos dos que se pudiera decir que estaban medio bien, es decir, habitables; las demás eran “cámaras”, como nosotros les llamábamos. Por otra parte, si nos poníamos enfermos teníamos que correr con todos los riesgos, pues no teníamos derecho a nada. Lo que pasaba es que, como a los contratistas a veces les amenazábamos con ir a la Policía si no nos socorrían cuando estábamos enfermos, tenían que ceder.

Por otra parte, como éramos muchos de Málaga y Granada, últimamente había también de Córdoba, entonces, como casi todos los que se iban eran de pueblos muy cercanos o se conocían bastante, si un contratista, cuando uno se ponía malo, no se quería hacer cargo, los compañeros le amenazaban con dejarle el trabajo, y como los contratistas se llevaban de cierto veinte y ciento cincuenta marcos de cada obrero, les interesaba pagarle al enfermo por lo menos los gastos y darle para que tuviese la comida asegurada los días que estuviese malo, para que los otros no se fueran, puesto que con lo que le daba a uno de los que estaba trabajando tenía para pagar los gastos de enfermedad; éste era uno de los medios que teníamos nosotros para hacer presión si nos accidentábamos o caíamos enfermos: la solidaridad.

Aunque esto era cuando se rompía alguno un hueso o una cosa parecida, puesto que cuando la cosa era grave, como uno que se mató, desapareció el contratista y estuvo cinco o seis días el cadáver que no se tenían datos de él; este chico era yugoslavo, que también suele haber muchos “piratas”… Nadie sabía de dónde era ni nada.

Y la última vez que estuvimos también pasó algo igual con otro yugoslavo que era encofrador. Le cayó una cercha de madera encima y se mató; entonces se buscó a unos compañeros que lo pudieran identificar; si no, se entierra allí y nadie se entera de nada…

O sea que hay bastantes problemas con los que trabajamos de esta forma.

 

Testimonio de unos vendimiadores temporeros en Francia

Hemos charlado con un grupo de trabajadores que han vuelto de la vendimia: Antonio, Silvia, Rafael, Encarnación y Ramón participan de una forma espontánea sobre el tema.

Sus intervenciones tratan de reflejar el panorama que acaban de vivir durante estos días de trabajo.

- ¿Cuánto tiempo habéis estado en la vendimia?

- Cuarenta y dos días, y solamente nos pagaron las horas que echamos, con un descuento de un siete y medio por ciento de la Seguridad Social de las horas laborales normales.

- ¿Fuiste por vuestra cuenta?

-No, mediante un contrato que le pedimos a uno del pueblo que estaba en contacto con el patrón; entonces se le escribió y éste mandó el contrato.

- ¿Cómo fuisteis?

- Hasta Granada en autocar, y como ahí no quedaba tren seguimos la ruta hasta el mismo Figueras.

- ¿Cuántos días tardasteis en llegar a la frontera?

- Dos días.

- ¿De qué pueblo de Málaga iba más gente?

- De Alameda: de allí iban lo menos seis o siete autocares. En el pueblo se había quedado sólo los viejos para cuidar a los niños y los enfermos, y los niños que se quedaban eran de cinco años para abajo, los más mayores los llevaban para trabajar. Iban familias enteras.

- ¿Os hicieron el reconocimiento médico en la frontera?

- El reconocimiento lo estaban haciendo allí, pero como había salido la orden de que se podía hacer en el pueblo, nosotros nos lo hicimos aquí; además, nos interesaba porque mi mujer (indica Rafael) estaba embarazada de tres meses y por esto podrían poner pegas en la frontera, aunque el contrato hace referencia sólo a embarazo avanzado. A una amiga nuestra que estaba de cuarenta y tantos días la iban a volver para atrás de la frontera. Le dijeron al marido: ”A ésta la puedes llevar a pasear por las viñas“, y le mandaron un recado al patrón para que esa mujer no trabajara en la vendimia.

- Mientras estabais en la frontera, ¿presenciasteis cómo se desenvolvían los reconocimientos médicos?

- Cuando llegamos a la frontera había del orden de nueve o diez mil personas. Allí estaban entregando las convocatorias, y el que había pasado el reconocimiento en el médico de cabecera de la Seguridad Social entrega el papel que le habían dado y pasaba. Estaban acumulados en una parte de allí y por los altavoces anunciaban los nombres de cada uno para que pasasen a recoger el visado y el contrato, y un papel que se recoge allí con los derechos o parte de los derechos de lo que se debe aceptar y lo que no y las direcciones de algunos cónsules. Entonces termina esta faena y sales a toda la carrera para ver quién coge el tren, de esos que ya no se ven mucho. En la estación esta de Figueras no hay nadie ordenando la entrada en el tren, pero al salir de Irún entonces sí que hay ya para pasar a Francia. Sales del tren (o sea, un desencajonamiento), un policía aquí, otro más allá, formando un túnel, lo pasas y entonces te metes en los trenes especiales.

- ¿Especiales para bien?

- Por la radio lo escuchamos como que eran trenes especiales para bueno, pero cuando llegamos allí vimos que eran tan especiales que eran de los que no circulaban ya, creemos que no circulaban ni para la mercancía, y después tuvimos que ir sentados en las maletas en los pasillos, porque no tenían ni asientos…

- Cuando llegasteis al pueblo, ¿estaban allí los patrones esperando?

- No, cuando llegamos a Petruis tuvimos que llamar al patrón por el teléfono de la estación, el cual no respondió porque nadie cogía el teléfono, y entonces uno de los patrones que había venido a recoger a sus trabajadores pasaba cerca de donde vivía el nuestro, y éste fue el que le dio el recado de que estábamos allí y vino el hijo del patrón a recogernos.

- ¿Cuántos ibais a trabajar con este patrón?

- Del pueblo íbamos seis, lo que pasa es que se accidentó uno y entonces fuimos cinco.

- ¿Hablaba el patrón español?

- No. Lo que ocurre es que uno de los que iba con nosotros se defendía algo en francés, pues lleva ya doce años yendo a la vendimia con ese patrón.

- ¿Y el hospedaje cómo estaba?

- La casa en que nosotros estuvimos no estaba mal, pero sin lavabos y sin ducha. Era una habitación con dos camas y el water estaba compartido con las otras habitaciones. Y ésta era una de las mejores que había allí.

- ¿La comida la teníais que preparar vosotros?

- En el contrato teníamos puesto que nos daban las patatas y el vino, y si hay otras cosas, como el tomate y ajos, también, pero que ya no está dentro del contrato.

- ¿Cómo os arreglabais para cocinar?

- El trabajo empezaba a las siete de la mañana, veníamos a las doce y teníamos hora y media para cocinar y comer, aunque lo normal era una hora; a pesar de esto nos venía apretado el tiempo. Cuando teníamos que comprar nos llevaba el patrón a Pertuis a un supermercado; cuando nos quedábamos sin nada y si nos faltaba algo pequeño, como el pan, aceite, etcétera, lo comprábamos en una pequeña tienda que había en el pueblo, que era mucho más cara y se aprovechaba subiendo los precios de los artículos en un cuarenta o sesenta por ciento.

Otras veces nos preparábamos la comida por la noche y así no teníamos que venir a cocinar; comíamos en el mismo trabajo y de esta forma podíamos echar una hora más de trabajo.

- ¿Descansabais los domingos?

- No, solamente el día que llueve, y en gran cantidad, y, por tanto, no se trabaja y no se cobra. Lo que ocurre es que el patrón te marca el ritmo de trabajo; con uno de nosotros hubo un problema, pues decía el patrón que era muy lento y que tenía que trabajar más rápido, que no se podía hablar ni cantar. Otros patrones lo que hacían era separar a los españoles, poniéndole a cada uno en viñas distintas o le intercalaban un francés.

Allí hubo un problema con uno que dijo que no se hospedaba en la vivienda, pues ésta no se adaptaba a las condiciones que el contrato le decía; tuvieron que andar rápido buscando otra vivienda, y tampoco la encontraron: al final lo hospedaron en casa de un español.

Un problema que hubo muy desagradable en un pueblo de al lado fue un señor que había ido a trabajar a la vendimia, este hombre era de Valencia, y entonces tuvo una crisis nerviosa; total, que lo mandaron para España, lo metieron en el tren y lo enviaron solo para acá; a los quince días se tuvo noticia de la mujer, que reclamaba a ver porque el marido no le escribía. Meter un hombre sin saber francés, sin condiciones mentales para viajar en un vagón y decirle: “anda, vete para España”; cuando este hombre llegó a un sitio donde tenía que hacer un trasbordo, no pudo y se perdió: no llegamos a saber nada de él.

- En el viaje de regreso, ¿qué os pagaron?

- Hasta la frontera el cuarenta por ciento, y de ésta hasta la casa el veinticinco por ciento. Es decir, que te pagan hasta Barcelona y después piensan que te vengas andando; claro, al ir para allá, como les interesa que llegues pronto, te pagan todo el viaje; después ya les has servido…

- ¿Y si el otoño se presenta lluvioso?

- Allí ha habido familias que han tenido que poner dinero de su bolsillo porque se les presentó la temporada lluvia, porque si iban cinco de la familia, con la lluvia, no trabajaron más que tres; a la hora de ajustar las cuentas de trabajo, pues les sale poco, y algunos han tenido que pedir dinero prestado para poder regresar.

- ¿Cuál es el principal motivo por el que habéis ido a la vendimia?

- Si a la vendimia se va es por la necesidad, es porque llevábamos seis meses en el paro y estábamos desesperados.

- Hay por ahí un escritor que dice que el andaluz emigra por aventura, ¿qué opinas al respecto?

- Ese escritor podría verse con una cuadrilla de chiquillos y que lleve un año o año y medio en paro, como amigos que tenemos aquí en Málaga, a ver si se emigra por aventura o por necesidad, o porque se puede dar una vueltecita por el extranjero…

 

La vivienda de los emigrantes en Europa

Es uno de los aspectos más escandalosos de la estancia del emigrante. Con distintos nombres (según el idioma), pero con condiciones similares, los trabajadores viven en barracas, pabellones, cuartos de alquiler, etc., en un estado inhumano y pagando elevados alquileres.

Las denominadas “residencias” suelen ser habilitadas por las empresas, cuyo principal objetivo no es más que tener al trabajador más cerca de la fábrica y, por tanto, más controlado. Generalmente suelen estar emplazadas junto al centro de producción, es decir, alejadas de los centros urbanos. Con esta medida los empresarios obtienen ciertas ventajas, y es que parte del dinero que pagan en salarios vuelve a ingresar en concepto de arrendamiento.

El material con que están construidas estas “residencias” suele ser el típico de barracones o pabellones. A veces son edificios viejos e incluso, en algunos casos, se ha llegado a utilizar como viviendas barcos que ya estaban imposibilitados para navegar.

El “paternalismo” de la patronal llega a alcanzar su mayor grado cuando a los trabajadores se les imponen, además, las condiciones de vida: fijación de visitas, prohibida la entrada de visitantes, llamar la atención por llegar tarde, prohibir a los inquilinos que se lleven comida a los cuartos, vigilar a los obreros que están de baja si realmente están enfermos, etcétera.

Por supuesto, las condiciones urbanísticas no suelen ser más favorables que en el interior de dichos pabellones o barracas: alumbrado insuficiente, carencia de alcantarillado, pocas comunicaciones con el mundo exterior a la empresa, etcétera.

Cuando el hospedaje se realiza en pensiones particulares, los medios de habitabilidad notan cierta mejoría, a costa, eso sí, de alquileres más caros. En éstas se suelen alojar a gran número de emigrantes de condiciones que para los nativos serían inadmisibles. El negocio resulta mayor si la renta se multiplica por tres o cuatro. De esta forma se llega a situaciones de hacinamiento en que los dormitorios se encuentran llenos de camas o literas y en que las instalaciones sanitarias no guardan ninguna relación con el número de inquilinos.

Las mujeres que trabajan en el servicio doméstico suelen dormir en alguna habitación que los dueños de la casa le proporcionan para tal fin y que, en cierta forma, guardará algún calor familiar, que no hará más que recordar permanentemente el que se dejó allá en su tierra.

Cuando es el caso del matrimonio, el problema se agrava, ya que se tienen que meter a veces a alquilar pisos en situaciones casi ruinosas o a pagar alquileres sumamente elevados que les permita poder tener al menos cierta intimidad.

Se han dado casos en que, por necesidades económicas, el esposo estaba viviendo en la residencia donde trabaja y la esposa en la casa donde realiza las tareas domésticas; no hay que decir los problemas que esta situación ha supuesto para el matrimonio.

 

EL TIEMPO LIBRE

El ocio, que ocupa un papel importante como relajador de tensiones en las sociedades modernas, no es disfrutado por los emigrantes, que, debido al agotamiento, al tiempo dedicado a escribir a los familiares, las tareas domésticas, etc., se ven imposibilitados para poder “cultivar el espíritu”. La falta de medios económico le impedirá, además, tener acceso a ciertas parcelas de la cultura. Por otra parte, no hay que olvidar que su deseo es regresar, lo que también le frenará ciertas posibilidades de integración social.

El tocadiscos, el cassette y la radio le suministrarán las canciones cargadas de tópicos y mal llamadas “canción española”, con abundante falso patriotismo y exaltación de unos adulterados valores propios; seguirá cumpliendo la función de control ideológico, que en algunos casos quedó interrumpido al salir del país.

 

LA SITUACIÓN LABORAL

El hecho de poder permanecer durante unas semanas en el pueblo o en la barriada de la ciudad con un flamante automóvil, ante la envidia o admiración de sus antiguos compañeros o vecinos, no saldará las numerosas horas de trabajo realizadas para adquirirlo. Hoy en día esta estampa no causa sensación, por razones obvias, pero en los pasados años sesenta sí que tenía efectividad.

Si el emigrante conseguía desprenderse de parte de sus ahorros para realizar alguna compra de importancia, generalmente iba destinada a este medio de transporte. Evidentemente, existen una serie de razones para tal actitud. El automóvil mejoraba la posibilidad de venir de vacaciones y, por otra parte, reflejaba una cierta forma de “triunfo” por parte de los trabajadores, al mostrar a sus paisanos que se había elevado por encima del estado de miseria en que ellos se encontraban.

Detrás de estas vacaciones habrán quedado unas agotadoras jornadas de trabajo, unas condiciones de existencia duras y una serie de problemas que, a pesar de su reverso de “confortabilidad” manifestado con los típicos artículos de la sociedad consumista, no es cuestión de dejar de lado. 

La emigración, que de por sí es una forma de alineación (sobre todo cuando se produce por razones económicas), alcanza su máximo exponente cuando ésta se materializa en las relaciones de producción. 

La contratación, cuando se realiza mediante un escrito (dado que el trabajador, para permanecer en cualquier país, tiene que tener dos permisos: el de residencia y el de trabajador, y este último se justifica con el primero), se suele realizar en condiciones más bajas y peor remuneradas que el trabajador nativo.

En cuanto a la organización de la producción, el emigrante será el “peón” de adaptación a cualquier sección, según la exigencia de la misma.

 

La noche de los generales, escena de la fábrica
Coyotes en México, enlace de inmigrantes ilegales
"piratas", ilegales, sin papeles
Emigrantes turcos en Alemania
Piso patera, sistema de camas calientes

jueves, 23 de junio de 2016

Andalucía no levanta cabeza: la menor esperanza de vida y la pobreza más severa de España



Los datos son tozudos y no dejan de mostrar una realidad demoledora de Andalucía, que contradice a algunos discursos políticos triunfalistas. El 29% de su población se encuentra en riesgo de pobreza y el 14,4% la sufre ya de forma severa -el mayor porcentaje de toda España-.

Estas cifras llevan a que sean andaluces diez de los 15 barrios españoles con menor renta por habitante, seis de los municipios con menor esperanza de vida y 12 de los que tienen mayor tasa de paro.

El cambio político que se produjo en 2019, tras casi cuatro décadas de Gobierno socialista, apenas ha variado los indicadores de pobreza de una comunidad de 8,4 millones de habitantes, la más poblada de España.

Desde entonces dirige la Junta el PP, primero en coalición con Ciudadanos y desde hace un año en solitario con mayoría absoluta, y los datos estadísticos siguen situando a esta región a la cola del país en porcentajes de población con grandes carencias y en situación de exclusión.

Las bajadas del impuesto de sucesiones y donaciones, del de transmisiones patrimoniales o las deducciones del IRPF en el tramo autonómico, aprobadas por el Gobierno del presidente Juan Manuel Moreno Bonilla, apenas han hecho variar los porcentajes de población que vive en el umbral de la pobreza o ya chapotea en la miseria.

Pese a ello, el dirigente popular andaluz ha hablado en discursos señalados, como el del Día de Andalucía o el de fin de año, de una comunidad "líder" en determinados sectores económicos, que aspira a ser la "gran locomotora económica" de España.

El informe del pasado mes de mayo sobre el estado de la pobreza en las comunidades autónomas, elaborado por la Red Europea contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) con datos del Instituto Nacional de Estadística, refleja que en Andalucía hay 1.226.751 personas en una situación de pobreza severa, es decir, que viven en hogares con unos ingresos que no superan los 560 euros mensuales.

Esas personas representan el 14,4% de la población de la comunidad, el mayor porcentaje de pobreza severa que se registra en España, tras haber bajado un punto y medio respecto a 2021 y subido casi tres en relación a 2008.

Pero el mapa de la pobreza en Andalucía es mucho más amplio. El 29,1% de su población la está rozando, ya que tiene unos ingresos por debajo del 60% de la media. En esa situación se encuentran 2,4 millones de personas, que suponen un porcentaje sólo superado por Extremadura, Ceuta y Melilla, inferior en 3,2 puntos al de 2021, pero superior en dos al de 2008.

Otro indicador estadístico, la tasa Arope, que incluye la población con carencias materiales severas y la intensidad de trabajo muy baja, amplía la onda expansiva de la pobreza a más de un tercio de la población andaluza -el 35,8%-.

Este porcentaje, pese a haber bajado, se encuentra casi 12 puntos por encima de la media nacional y supera al de Rumanía -34,4- y Bulgaria -31,7-, los dos países con los peores datos de la Unión Europea.

En concreto, la privación material y social severa afecta a casi un millón de personas en Andalucía, un 1% más que el año anterior, sobre todo para hacer frente a los gastos de la vivienda, comer de forma mínimamente saludable, afrontar gastos imprevistos o mantener la casa a una temperatura adecuada.

Y un dato más: desde 2019, la renta media por persona en Andalucía ha subido de 9.160 euros a 10.703, y en todos estos años siempre se ha situado como la tercera comunidad con los ingresos más bajos del país. En 2021, llegó a ser incluso la penúltima de una tabla que habitualmente cierran Murcia y Extremadura.

 

El empleo y los ingresos son determinantes

El Observatorio de la Desigualdad de Andalucía (ODA), una plataforma integrada por más de una veintena de organizaciones y por investigadores, analiza desde 2015 los indicadores que muestran la pobreza y exclusión en la que vive una buena parte de la población de esta comunidad.

En su último estudio ha advertido de que en Andalucía hay ahora casi un 17% más de población en riesgo de pobreza que en la media de la UE. Una de las características de la tasa de pobreza en Andalucía, según este observatorio, es que el componente de ingresos familiares es el que la hace descender en mayor medida.

El PIB por habitante andaluz es un 20% inferior a la media de España y un 38% menor que el europeo. Y "el conjunto de variables relacionadas con el trabajo es el que hace descender a Andalucía en los índices de calidad de vida", de tal modo que es el que está peor valorado como indicador de bienestar en esta comunidad.

Un estudio de Oxfam apunta precisamente al sistema productivo imperante como uno de los principales motivos de la desigualdad que arrastra esta comunidad, con un mercado laboral poco industrializado con el empleo precario y poco remunerado, en su mayoría del sector servicios, que al final de la vida profesional se traduce, además, en pensiones bajas.

María José Blázquez, geógrafa que ha participado en la elaboración de varios informes del Observatorio de la Desigualdad, considera que hay "razones muy profundas de estructura económica" detrás de los datos que año tras año sitúan a Andalucía a la cabeza de España en los indicadores de pobreza.

No en vano, 12 de los 15 municipios españoles con mayor tasa de paro en 2022 eran andaluces, con índices de desempleo de entre el 21 y el 29,3%, según el INE.

"Las altas tasas de paro hacen bajar los índices multifactoriales que miden la calidad de vida y el bienestar. Y aquí esas tasas son más altas que la media de España -siete puntos por encima- y triplican las de la UE", precisa.

El informe del Observatorio incluye un cuadro semáforo en el que se aprecia la evolución de cada uno de los indicadores sobre desigualdad a lo largo de los años, desde 2010 hasta 2021.

En los que miden la exclusión social y la pobreza, todos están en rojo, es decir, han empeorado en la última década. En amarillo -ni mejor ni peor- hay cinco, entre ellos, la renta media por unidad de consumo y la población con trabajo en situación de pobreza.

Por último, en verde se encuentran uno referido a la brecha salarial de género y todos los indicadores de educación, que registran mejoras significativas en las tasas de abandono escolar, aunque aún está en el 17%, y en la de jóvenes que ni estudian ni trabajan.

"Hemos mejorado en algunos indicadores, pero seguimos estando siempre por debajo de la media europea y española", explica a Público María José Blázquez. Eso ha impedido, según esta geógrafa, que después de haber recibido millones de euros en fondos europeos, Andalucía aún no haya conseguido converger con la UE, ni con otras partes de España, aunque haya dejado de ser una región Objetivo 1.

Cerca de medio millón de niños afectados

La infancia es una de las más afectadas por las altas tasas de desigualdad que arrastra Andalucía. Un 29,4% de los menores de 18 años que viven en esta comunidad, o sea, 454.379 niños y niñas, se encuentran en situación de pobreza.

Este porcentaje supera la media nacional, que está en el 27,8%, según la organización Save the Children, que ha extraído los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE.

Además, la tasa de pobreza severa infantil se sitúa en el 15%, casi la misma que en 2021, mientras que la carencia material grave ha aumentado más de dos puntos y alcanza al 13,6% de los menores andaluces.

"Uno de los aspectos más alarmantes es el incremento significativo de los niños, niñas y adolescentes que no tienen acceso al menos a dos raciones de carne, pollo o equivalente a la semana", subraya Save The Children.

La responsable de Políticas de Infancia de esta organización en Andalucía, Ana Sánchez, señala que estos datos tienen consecuencias directas en todos los ámbitos de la vida de los niños: en su crecimiento, en su rendimiento escolar y en su futuro como adultos.

"Condiciona el futuro de la infancia y del resto de su vida. Cargan con una mochila mucho más pesada", explica a este periódico.

Tres de cada diez niños viven en una infravivienda en Andalucía y un 20% en hogares que soportan sobrecargas financieras que, según esta entidad, obligan a las familias a detraer dinero de otros gastos, entre ellos los escolares y del cuidado de la infancia, para mantener una casa.

"Debería ser algo inaceptable como sociedad que casi un tercio de los niños y niñas estén en situación de pobreza", recalca Ana Sánchez.

La situación se torna aún peor en el caso de las familias monomarentales, que sufren en mayor grado situaciones de riesgo de pobreza y exclusión social, según la portavoz andaluza de Save The Children.

Si, en general, tener hijos supone un factor de riesgo económico para caer por ese desfiladero, el peligro aumenta notablemente cuando es una mujer sola la que tiene que sacar adelante a una familia.

"Están más expuestas por la precariedad laboral y por la falta de políticas y ayudas públicas para apoyar a estas familias", apunta Sánchez. Por esa razón, Save The Children considera esencial que se mejore el sistema de las ayudas a las familias con niños y niñas.

"En Andalucía tienen que mejorarlas para que sean más ágiles, menos burocráticas, y deberían situar el interés superior del menor en todas las políticas", afirma su portavoz regional.

"Tendrían que reflexionar sobre lo que están haciendo, si están invirtiendo lo suficiente cuando ha subido un punto y medio el porcentaje de menores que están en situación de pobreza en esta comunidad", advierte.

La población andaluza muere dos años antes que la media española

La esperanza de vida es otro de los indicadores en los que Andalucía se mantiene en el furgón de cola. Según los últimos datos del INE, la población de la comunidad andaluza es -sin contar Ceuta y Melilla- la que tiene una menor esperanza media de vida en ambos sexos (81,49 años), tres menos que la de Navarra, que es la más alta con 84,28 años, y casi dos menos que la media nacional, situada en 83,07.

El proyecto Indicadores Urbanos del INE refleja, además, que de los 15 municipios españoles con una menor esperanza de vida, 10 son andaluces, entre ellos cuatro capitales de provincia (Málaga, Cádiz, Huelva y Almería) y La Línea, farolillo rojo, con 79,3 años de esperanza media, la más baja del país.

Francisco Viciana, demógrafo del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, epidemiólogo y profesor de Salud Pública en la Universidad de Sevilla, ha estudiado en profundidad las estadísticas de la esperanza de vida en esta comunidad, sobre la que hizo su tesis doctoral además.

Su conclusión es que el pasado, el bagaje histórico, puede estar detrás de los datos que sitúan a esta región con los peores resultados.

Según Viciana, el análisis estadístico le ha permitido observar que las tendencias de esperanza de vida se mantuvieron constantes en Andalucía durante el pasado siglo, convergiendo con las del resto de España, salvo en dos etapas muy concretas: durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra, y a mediados de los años setenta, cuando se volvió a distanciar de la media del país.

El análisis de los datos le permitió a este experto comprobar que el descenso de la esperanza de vida en la década de los setenta empezó a afectar más a las mujeres y a las personas mayores de 50 y 60 años.

"Eso me llevó a sospechar que en esas diferencias tienen mucha importancia la salud que depende del bagaje histórico de la persona, que impacta desde una temprana edad y que a largo plazo puede causar una serie de patologías, aumentando la fragilidad personal", explica a Público.

El origen podría estar en las hambrunas que en 1941 y 1946 asolaron Andalucía, sobre todo en la parte oriental, a causa de unas fuertes sequías que dejaron sin cosecha a una población ya extenuada por los desastres de la Guerra Civil.

Sin grano para producir pan, sin salarios para los jornaleros en una tierra de latifundios, el hambre se extendió como la peste y causó una gran mortalidad, además de dejar muy debilitada la salud de miles de personas.

"Por ejemplo, las enfermedades asociadas a la diabetes pueden estar influenciadas por deficiencias nutritivas a edades tempranas. Muchos pensamos que la calidad de vida, la salud, está inducida por nuestro pasado, por nuestro bagaje histórico personal", dice Francisco Viciana.

Otro dato que aporta este epidemiólogo y demógrafo es el que proporciona el estudio comparativo de la esperanza media de vida de la población andaluza que emigró a otras comunidades, de acuerdo con el cual es mayor que la de la que permaneció en su lugar de origen, pero, al mismo tiempo, menor que la de la de la población del lugar donde se asentó, Catalunya y Madrid fundamentalmente.

En el caso de las mujeres, Viciana sostiene que las desigualdades de género, más acentuadas en esta parte de España históricamente, pueden haber incidido en la menor esperanza de vida media que registran las andaluzas con respecto a las mujeres de otras comunidades autónomas.

De esta forma, según su teoría, el reparto de roles en la familia meridional y el sometimiento de las mujeres en tiempos pasados pudo haber sido determinante para una mayor merma de su salud.

Diferencias "intolerables" entre barrios de una misma ciudad

La esperanza de vida también tiene un claro componente espacial y social, porque cambia incluso de un barrio a otro en una misma ciudad. En Sevilla, la diferencia llega a ser de hasta casi nueve años entre Santa Clara, una de las zonas más ricas de la ciudad, y el Polígono Sur, el barrio de España con la menor renta media por habitante, según el Observatorio de la Desigualdad de Andalucía.

Este organismo en su último informe ha puesto el foco en la situación de los doce municipios con más de 100.000 habitantes que hay en esta comunidad.

"El rasgo más evidente de marginación es que la esperanza de vida en los barrios excluidos sea mucho menor que en los barrios de clase media, con una clara correlación entre pobreza y mortalidad", afirma el Observatorio de la Desigualdad.

Inmaculada Caravaca, geógrafa y coordinadora del último informe del Observatorio, asegura que las desigualdades "más graves e intolerables" son las que se producen dentro de las grandes ciudades de la comunidad andaluza.

"Desgraciadamente, en Sevilla están los barrios más pobres de Europa -seis de los 15 con menor renta por habitante de España, según el INE- y no se es consciente de las diferencias tan impresentables que hay entre la población. Están pasando cosas muy cerca nuestra que son insostenibles", se lamenta.

El último informe del Observatorio señala que Sevilla, con una población decreciente que se sitúa en torno a los 680.000 habitantes, es la ciudad andaluza que presenta una mayor desigualdad urbana, con unas rentas cuatro veces más altas en los barrios más ricos que en los más pobres.

"Las grandes diferencias en bienestar en el caso del municipio de Sevilla no se deben a la existencia de sectores urbanos donde se concentre de un modo especial la riqueza -como ocurre en Barcelona, Madrid o Málaga-, sino ante todo a la presencia de los barrios más desfavorecidos de España", se precisa en el documento.

La geógrafa María José Blázquez argumenta que en las ciudades de Andalucía se proyecta una "segregación espacial" por razones económicas que no se produce en las ciudades del norte de Europa más desarrolladas e igualitarias.

"Aquí se proyecta mucho la desigualdad en las ciudades, por razones socioeconómicas. Hay guetos de pobreza, que es lo que caracteriza a Andalucía, en los que las diferencias son muy importantes y eso se proyecta en los espacios de las ciudades", explica.

A juicio de Francisco Viciana, sería necesario investigar en mayor medida cómo afecta el contexto social y espacial a la salud de la población, para así poder determinar las razones por las que las poblaciones de localidades del Campo de Gibraltar en la provincia de Cádiz o barrios como el Polígono Sur en Sevilla tienen una esperanza de vida menor al nacer.

El colchón que proporciona la familia

El indicador en el que Andalucía suele obtener los mejores resultados cuando se analizan los niveles de pobreza es el que mide las redes de apoyo social de sus habitantes. De acuerdo con el índice Better Life Index, Andalucía ocupa los primeros puestos al valorar la pertenencia a la comunidad.

"La pertenencia a un grupo social o una comunidad fuerte puede brindar apoyo social durante los momentos buenos y malos, así como facilitar el acceso a empleo y otras oportunidades materiales", asegura el Observatorio de la Desigualdad. 

"La persistencia en Andalucía y España de un modelo familiar basado en la ayuda mutua está compensando los efectos del desempleo y la pobreza, y está contribuyendo a disminuir los efectos de la exclusión social", continúa dicho organismo.

Según María José Blázquez, la estructura familiar más clásica que predomina en territorios como Andalucía suple las carencias económicas y asistenciales que en otros países se proporciona desde las estructuras del Estado, y por eso es en el indicador donde más alto puntúa esta comunidad.

No obstante, no hay que olvidar que en un mundo globalizado la dependencia de lo que ocurre en otras partes del mundo se acrecienta cada día.

La observación de los indicadores de Arope en Andalucía muestra, por ejemplo, que su tendencia ha estado muy condicionada por dos eventos a escala mundial: la crisis económica que empezó en 2008 y la pandemia de la covid.

Según el análisis del Observatorio de la Desigualdad, entre 2008 y 2014 el porcentaje de personas en riesgo de exclusión en la comunidad andaluza fue creciendo hasta suponer un tercio de su población.

Luego, ese porcentaje fue bajando hasta que en 2021 volvió a aumentar, con un incremento de más de tres puntos porcentuales y unos valores próximos a los años posteriores a la grave crisis de 2008.

El análisis de los indicadores de pobreza también muestra que hay una clara división entre el norte y el sur de España. Las comunidades situadas al norte de Madrid mantienen tasas de pobreza y exclusión social muy cercanas o similares a las de los países europeos más avanzados, mientras que las del sur registran tasas muy elevadas, por encima de la media nacional y alejadas de la media comunitaria.