sábado, 24 de septiembre de 2016

Así se las gastaban en el tiempo de los Jueces





Libro de los Jueces, capítulo 19

22. Mientras alegraban su corazón, los hombres de la ciudad, gente malvada, cercaron la casa y golpeando la puerta le dijeron al viejo, dueño de la casa: «Haz salir al hombre que ha entrado en tu casa para que lo conozcamos.»
23. El dueño de la casa salió donde ellos y les dijo: «No, hermanos míos; no os portéis mal. Puesto que este hombre ha entrado en mi casa no cometáis esa infamia.
24. Aquí está mi hija, que es doncella. Os la entregaré. Abusad de ella y haced con ella lo que os parezca; pero no cometáis con este hombre semejante infamia.»
25. Pero aquellos hombres no quisieron escucharle. Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la conocieron, la maltrataron toda la noche hasta la mañana y la dejaron al amanecer.
26. Llegó la mujer de madrugada y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su marido; allí quedó hasta que fue de día.
27. Por la mañana se levantó su marido, abrió las puertas de la casa y salió para continuar su camino; y vio que la mujer, su concubina, estaba tendida a la entrada de la casa, con las manos en el umbral,
28. y le dijo: «Levántate, vámonos.» Pero no le respondió. Entonces el hombre la cargó sobre su asno y se puso camino de su pueblo.
29. Llegado a su casa, cogió un cuchillo y tomando a su concubina la partió miembro por miembro en doce trozos y los envió por todo el territorio de Israel.
30. Y dio esta orden a su emisarios: «Esto habéis de decir a todos los israelitas: ¿Se ha visto alguna vez cosa semejante desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy? Pensad en ello, pedid consejo y tomad una decisión.» Y todos los que lo veían, decían: «Nunca ha ocurrido ni se ha visto cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy.»

22 Mientras ellos se alegraban[p], he aquí, los hombres de la ciudad, hombres perversos[q], rodearon la casa; y golpeando la puerta, hablaron al dueño de la casa, al anciano, diciendo: Saca al hombre que entró en tu casa para que tengamos relaciones[r] con él. 23 Entonces el hombre, el dueño de la casa, salió a ellos y les dijo: No, hermanos míos, no os portéis tan vilmente; puesto que este hombre ha entrado en mi casa, no cometáis esta infamia. 24 Aquí está mi hija virgen y la concubina de él. Permitidme que las saque para que abuséis de ellas y hagáis con ellas lo que queráis[s], pero no cometáis semejante infamia contra este hombre. 25 Pero los hombres no quisieron escucharle, así que el levita[t] tomó a su concubina y la trajo a ellos. Y ellos la ultrajaron y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana; entonces la dejaron libre al amanecer. 26 Cuando amanecía[u], la mujer vino y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su señor hastaque se hizo de día.
27 Al levantarse su señor por la mañana, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida a la entrada de la casa, con sus manos en el umbral. 28 Y él le dijo: Levántate y vámonos; pero ella no respondió[v]. Entonces la recogió, y colocándola sobre el asno, el hombre se levantó y se fue a su casa[w]. 29 Cuando entró en su casa tomó un cuchillo, y tomando a su concubina, la cortó en doce pedazos, miembro por miembro, y la envió por todo el territorio de Israel. 30 Y[x] todos los que lo veían, decían: Nada como esto jamás ha sucedido ni se ha visto desde el día en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta el día de hoy. Consideradlo, tomad consejo y hablad.

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En el versículo inferior aparece el castigo de los culpables


48. Las tropas de Israel se volvieron contra los benjaminitas, y pasaron a cuchillo a los varones de la ciudad, al ganado, y a todo lo que encontraron. Incendiaron también todas las ciudades que encontraron.

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