viernes, 27 de octubre de 2017

Mediterráneo sin cartera

Mediterráneo sin cartera

Artículo de Enric Juliana publicado en La Vanguardia, diario de Barcelona el 13 diciembre, 2014

Entre 1976 y 2014, los sucesivos gobiernos españoles se han nutrido básicamente de la España central y andaluza, con adición gallega

Vivimos en la era de la estadística. Fluyen los datos. Se cruzan, se pesan, se miden, se comparan, se relacionan y sobre ellos se erigen conclusiones, con mayor o menos fortuna. Las redes sociales aman los datos: no ocupan mucho espacio y generan movimiento. Un buen dato viene a ser como el wolframio aplicado el acero: blinda la opinión, la endurece, le afila el corte y la hace más resistente. En el gran festival de la subjetividad, en el actual mundo de la opinión a raudales, un relato con buenos datos reluce e invita a la discusión. Esta misma semana, la apertura del denominado Portal de Transparencia del Gobierno de España ha permitido contabilizar que hay 259 altos cargos que cobran más que el presidente. De inmediato la polémica: o los altos cargos cobran demasiado, o el jefe del Ejecutivo se queda corto de nómina. En este caso, los datos ayudan a defender la instauración de un baremo salarial más coherente, encabezado por el jefe del Estado y el presidente del Gobierno. Seguramente los altos cargos que más cobran no se habrán sentido cómodos viendo sus nombres en circulación. Ya circula por la red un ‘once’ con la alineación de los altos funcionarios de la Administración central mejor remunerados, entre ellos la presidenta de la Zona Franca de Vigo, lo cual no deja de ser una sorpresa.

Con mucho menos ruido y furia, esta semana también ha circulado otra estadística a la que merecería prestar atención. Una estadística sobre el lugar de nacimiento de todos los ministros españoles desde 1977 hasta la fecha. Son datos extraídos de un amplio estudio sobre los gobiernos de la democracia (“Los ministros de la democracia. Reclutamiento político y carrera ministerial de Suárez a Zapatero, 1976-2010″) obra de Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencias Políticas en la Universitat de Valéncia. Con cifras y referencias extraídas de este informe del profesor Rodríguez Teruel, el politólogo Ton Vilalta ha elaborado un interesante cuadro estadístico sobre el origen territorial de los hombres y mujeres que en el citado periodo han tenido la oportunidad y la responsabilidad de sentarse en la mesa del Consejo de Ministros. Porcentaje de ministros por comunidad, comparado con el peso demográfico de cada territorio autónomo. Son datos interesantes que desde hace unos días podemos leer en la web de ciencia política Cercle Gerrymandering, de la que Vilalta, un buen experto en política italiana, es colaborador.

Evidentemente, un Gobierno no es una coordinadora regional, ni los ministerios se adjudican por estrictas cuotas territoriales, aunque la presencia femenina es un factor al que se presta atención desde que el primer ministro socialista José Luis Rodríguez Zapatero formase el primer Gobierno paritario de la historia política de España. Después de la dimisión de la ministra de Sanidad, Ana Mato, el actual Ejecutivo sólo cuenta con cuatro mujeres, sobre un total de catorce miembros, incluido el presidente. Un Gobierno no es un muestrario regional pero algunos datos del informe Rodríguez Teruel, trabajados por Vilalta, son significativos.

La primera conclusión es harto previsible. El mayor porcentaje de ministros ha nacido en la ciudad de Madrid, capital de España, sede de los ministerios y de prácticamente todas las instituciones y organismos que configuran la Administración central del Estado. El 30 % de los ministros que tuvo España entre el primer gobierno de Adolfo Suárez y el último gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero nacieron en Madrid. Si añadimos al cómputo el actual gabinete de Mariano Rajoy, la constante se mantiene e incluso se incrementa. Siete de los 16 ministros nombrados por Rajoy hasta la fecha nacieron en Madrid. Casi la mitad.

Después de los madrileños, vienen los castellanos (12%) y los andaluces (12%). Madrid, Castilla-León y Andalucía han aportado más de la mitad de los ministros que ha tenido España desde la restauración de la democracia. Si trasladamos estos datos a un mapa, ante nuestros ojos aparecen el fuerte peso de la capital y el vasto dominio del antiguo reino de Castilla (una vez culminada la Reconquista). La periferia de raíz no castellana mejor representada en el Consejo de Ministros es Galicia, la tierra donde nació el actual presidente del Gobierno. A continuación, vienen Catalunya, el País Vasco y la Comunidad Valenciana, por este orden. El territorio que menos ministros ha aportado al Gobierno de España en los últimos 38 años es Navarra, aunque muchos seguramente aún recordarán el vigoroso paso del socialista navarro Carlos Solchaga por los ministerios de Industria y Economía. La mayor desproporción entre ministros y peso demográfico se produce en Catalunya y Castilla-La Mancha. Por el contrario, son diversas las comunidades en las que la cuota de ministros en origen supera el porcentaje de población sobre el total español. En primer lugar, ya se lo pueden imaginar: Madrid. Después, Castilla-León, Galicia, País Vasco, Asturias, Cantabria y La Rioja.

Un dato llama poderosamente la atención: el escaso peso político en los ministerios de Madrid de lo que mi buen amigo Josep Vicent Boira, profesor de Geografía en la Universitat de València, llama la “España del Este”. La España Oriental. Las regiones del Arco Mediterráneo. Catalunya, Valencia e Islas Baleares, junto con Murcia. Los territorios de la antigua Corona de Aragón, puesto que la actual región aragonesa tampoco ha aportado muchos ministros a la gobernación española (menos que Asturias), son poco ministeriales. Las comunidades del Arco Mediterráneo (Catalunya, Valencia, Baleares y Murcia) suman el 32,3% de la población española, producen el 33,4% del PIB, generan más del 40% de las exportaciones, lideran los ingresos turísticos, concentran el mayor número de pequeñas empresas y no contabilizan más del 15% de los ministros de la democracia. Creo que es un dato relevante que va más allá de la anécdota o de la curiosidad estadística.

Podríamos decir que las comunidades del citado Arco Mediterráneo son las que presentan –con matices en Murcia- la menor ratio de funcionarios por mil habitantes. Contribuyentes netas a la solidaridad interna española son también las comunidades que hoy presentan un mayor nivel de endeudamiento autonómico, lo cual puede deberse a dos motivos: A) La existencia de un misterioso gen mediterráneo de la deuda que predispone a los nativos al déficit. B) Las disfunciones de un laberíntico sistema de financiación del gasto autonómico que ha penalizado a las regiones mediterráneas por haber registrado una más aguda disminución de los ingresos fiscales, dada su estructura socioeconómica. Es probable que, a finales de mayo, una vez celebradas las elecciones municipales y autonómicas, ese mismo Arco Mediterráneo presente, con muchos matices y diferencias en su interior, una notable singularidad política.

Decía al principio que un Gobierno no es una coordinadora regional obligada a mantener una cierta equidad territorial. Buena parte de los ministerios suelen ser dirigidos por políticos que provienen de la diplomacia y los cuerpos superiores de la Administración central del Estado, cuya radicación y fermento se produce en Madrid. La Brigada Aranzadi es de robusta matriz castellana, con notables aportaciones vascas. (Manuel Aranzadi Irujo, fundador de la principal casa editorial de recopilaciones jurídicas y jurisprudenciales, fue uno de los pioneros del Partido Nacionalista Vasco en Navarra. Enemistado con los republicanos, tomó partido por los militares alzados en julio de 1936, rompiendo con sus compañeros del Euskadi Buru Batzar, con sede en Bilbao).

Esa es la realidad de fondo, pero por ello no deja de llamar la atención la escasa presencia, hoy mismo, de la España mediterránea en el Consejo de Ministros. En el actual gabinete presidido por Mariano Rajoy ningún ministro ha nacido en Catalunya, Valencia y Baleares. Tampoco en Aragón o en Murcia. El actual Consejo lo componen un gallego (el presidente), cinco madrileños (José Manuel García-Margallo, Juan Ignacio Wert, Rafael Catalá y Luis de Guindos), tres castellano-leonesas (Soraya Sáenz de Santamaría, Isabel García Tejerina y Ana Pastor), dos vascos (Pedro Morenés y Alfonso Alonso), dos andaluces (Cristóbal Montoro y Fátima Báñez), un canario (José Manuel Soria) y un ministro nacido en Valladolid pero afincado desde joven en Catalunya, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera política (Jorge Fernández-Díaz). Cinco ministros han nacido en Madrid y otros tres en Valladolid, las dos únicas ciudades que han tenido el título de capital de España.

Son datos elocuentes que colorean y contribuyen a explicar la actual coyuntura política. Son datos que siguen dando sentido a este mapa de 1854, que no fue dibujado por ningún cartógrafo catalanista o republicano-federal, sino por un señor de Madrid que se llamaba Francisco Jorge Torres de Villegas, miembro de la Sociedad de Amigos del País. Entre 1851 y 1857, el citado Torres de Villegas publicó en dos volúmenes un extenso atlas sobre Europa y España contempladas desde distintos ángulos geográficos, jurídicos y políticos. En el mapa que viene a continuación –mapa que escogí para la portada del libro “La deriva de España”, publicado en el 2009- se dibujaban las cuatro Españas existentes, según “el régimen especial vigente en ellas”, en referencia al derecho civil. Torres de Villegas eligió unos nombres muy explícitos, cuya resonancia sigue siendo hoy tremendamente significativa: La España Uniforme o Puramente Constitucional. La España Incorporada o Asimilada. La España Foral. La España Colonial.

Desde la restauración de la democracia, más del 75% de los ministros, incluidos los seis jefes de Gobierno que se han sucedido en la cabecera del Consejo de Ministros, han surgido de la España Uniforme o Plenamente Constitucional. La España Foral ha tenido un peso relativamente significativo, mientras que la España Incorporada o Asimilada, sigue haciendo honor a tan ilustrativo nombre. Mapas, mapas, mapas.





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