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¿Es
el sistema electoral español injusto?
Rafael Ruiz, 27 de noviembre de 2023
¿Es el sistema electoral
español injusto? Existe una corriente de opinión bastante extendida que así
parece apuntarlo, con el telón de fondo de las dificultades para armar mayorías
estables en el Congreso y el rol que juegan los partidos nacionalistas, pero
¿hasta qué punto es cierto?
En las
elecciones generales se eligen 350 diputados repartidos en 52 circunscripciones
electorales, que corresponden a cada una de las provincias de España más las
ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Además, se establece una barrera del 3%
del voto válido en cada circunscripción como mínimo para entrar en el reparto
de asientos. Esta división del territorio en
circunscripciones es un primer elemento de desequilibrio: perjudica
a partidos no mayoritarios de ámbito nacional frente a los nacionalistas o
regionalistas.
De acuerdo con la ley
electoral, cada circunscripción tiene asegurado un mínimo de escaños
independientemente de su población: dos en el caso de las provincias y uno en
el caso de las ciudades autónomas. El resto de escaños hasta los 350 se
reparten de forma (aproximadamente) proporcional según la población de cada
circunscripción. Este mínimo por circunscripción
es otro elemento que genera desigualdad: se beneficia a las provincias menos
pobladas en detrimento de las grandes.
Abundan los
casos que ejemplifican los desequilibrios que provoca nuestro sistema
electoral. Algunos paradigmáticos, como el del PACMA, que en las elecciones de
noviembre de 2019 obtuvo cero escaños con más de 228.000 votos, mientras que Teruel
Existe obtuvo uno con menos de 20.000 apoyos. O el del
“coste” de un diputado en Ceuta, menos de 13.000 votos el 23J, frente al de la
Comunidad de Madrid, que ronda los 100.000.
El objetivo del
sistema al establecer estas reglas no es otro que garantizar
la representatividad de los territorios menos poblados. Sin él,
la representación de la España vacía quedaría reducida a la mínima expresión.
Valga como ejemplo que, sin el mínimo de escaños por circunscripción, a Ceuta,
a Melilla y a Soria no les correspondería ni un solo diputado.
Entonces, ¿es justo el
sistema electoral? Esta es una cuestión subjetiva, ya que se contraponen dos
principios: el de legítima representación de todos los territorios y el de
igualdad (que un voto valga lo mismo aquí que allí).
Un
tercer elemento de desequilibrio es el método de asignación de escaños. En España se usa el método D‘Hondt, el más utilizado en nuestro
entorno y que beneficia a los partidos con mayor apoyo electoral.
En la siguiente tabla se detalla la relación entre votos y escaños obtenidos por los principales partidos en las últimas elecciones del 23J:
UPN es el
partido que mejor rentabiliza sus votos, seguido por PNV, BILDU, JUNTS, PP,
PSOE y ERC. Todos ellos, en mayor o menor medida, con una buena conversión voto
– diputado gracias a que tienen un buen resultado en todas (o gran parte de)
las circunscripciones en la que se presentan.
Del otro lado, los
partidos perjudicados son Vox, Sumar, CCA y BNG, todos ellos con un coste por
asiento superior a 90.000 votos. A estos partidos les perjudica
no conseguir representación en algunas de las provincias donde se presentan, a
pesar de sumar un buen número de votos en ellas. Y aquí llegamos a uno de los
puntos más controvertidos: el método D’Hondt castiga
especialmente a los partidos en ciertas franjas de apoyo, normalmente aquellas
por debajo del 15% en el conjunto del territorio. Varios
ejemplos: a Sumar cada diputado le ha costado 97.226 votos frente a los 63.615
del PSOE o los 51.764 de UPN. Otros casos hablan por sí solos. Ciudadanos en
abril de 2019 consiguió 57 diputados con el 15.9% y en noviembre de ese mismo
año solo 10 diputados con el 6.9%. Es decir, el ‘coste’ por diputado fue de
0,28% del voto válido en abril frente al 0,69% en noviembre, más del doble. O,
más reciente, el caso de Vox: en las elecciones de noviembre de 2019 consiguió
52 asientos con el 15.2% frente a los 33 asientos que logró el pasado mes de
julio con el 12.4%.
Por su parte, PACMA
y la CUP se quedaron sin representación a pesar de sumar
más de 165.000 y 98.000 votos respectivamente.
No siempre los
partidos nacionalistas se benefician del sistema electoral. Ahí están los números:
a CCA, BNG y la CUP les perjudica. Pero sí es cierto que es un sistema propicio
para aquellas formaciones nacionalistas que logran un resultado alto en las
provincias en las que se presenta, como es el caso de PNV, BILDU, Junts y
ERC.
Para ajustar estas
asimetrías se han propuesto algunas alternativas interesantes. Vamos a exponer
dos de ellas y a evaluar su efecto en distintos procesos electorales pasados.
Sainte-Lagüe
La primera de
las alternativas propuestas es sustituir el método de asignación de
escaños D’Hondt por el Sainte-Laguë, que beneficia a los
partidos medianos y pequeños. Este sistema, si bien está menos extendido que el
D’Hondt, sí se emplea en alguna de distintas variantes países de nuestro
entorno, como Noruega, Suecia o Alemania. En 2018 Unidas Podemos y Ciudadanos
propusieron una reforma electoral en este sentido, argumentando que es un
sistema más proporcional.
En la siguiente tabla se muestra un comparativa de los resultados del 23J con los métodos Sainte-Lagüe y D’Hondt:
Vox y Sumar serían los
grandes beneficiados al sumar 10 y 6 diputados más
respectivamente, mientras que NC y Teruel Existe conseguirían una
representación que hoy no tienen. Todo ello a costa de PP, PSOE, Junts y
PNV.
Es decir, se
prima la representación de partidos con resultados más discretos, dando lugar a
un Congreso más fragmentado y donde el peso de los grandes partidos nacionales,
PP y PSOE, se reduce en favor de Vox y Sumar.
No
obstante, la dinámica de bloques sería similar a la que tenemos hoy: PP y Vox
sumarían 170 diputados, acariciando la mayoría absoluta, pero sin posibilidad
de formar gobierno.
Entonces, ¿es más proporcional el sistema Sainte-Lagüe? En la siguiente tabla se muestran los ‘costes’ por diputado y su desvío frente al promedio en ambos métodos.
Los números apuntan a que sí lo es. En la tabla de arriba podemos comprobar como el coste votos/diputado es sensiblemente más homogéneo con el método Sainte-Lagüe.
Circunscripciones
autonómicas
Otra alternativa
propuesta sería sustituir las 52
circunscripciones actuales por 19, que corresponderían a las
comunidades y las ciudades autónomas. Este sería un punto intermedio entre la
situación actual que prima la concentración del voto a nivel provincial y el
concepto “un ciudadano un voto”, que llevaría a una única circunscripción
electoral.
El resultado del 23J con 19 circunscripciones autonómicas (respetando la suma actual de escaños por comunidad autónoma) sería:
Observamos un patrón
parecido al del modelo SL vs DH: partidos menores mejoran resultados a costa,
en este caso, principalmente del PP.
La diferencia
fundamental es que los partidos monoprovinciales (o
aquellos que tienen su principal nicho electoral concentrado en una provincia)
de comunidades autónomas
multiprovinciales pierden toda posibilidad de entrar en el
reparto de escaños, como es el caso de NC y Existe.
En todo caso, la aritmética
parlamentaria llevaría nuevamente a una situación similar
a la actual: PP y Vox sumando 167 escaños. Cerca de la mayoría absoluta, pero
sin posibilidades de gobernar.
Y, ¿cómo de proporcional es este sistema?
En este caso los
números no dejan lugar a la duda: es un sistema mucho más proporcional que el
de circunscripciones provinciales, con un desvío máximo sobre el promedio de
menos de 16.000 votos, frente a los casi 85.000.
Como conclusión
final: sí hay alternativas razonables al
sistema electoral actual para hacerlo más proporcional y a
la vez respetar el principio de representatividad de los territorios. Hemos
visto solo dos ejemplos, pero hay muchas otras alternativas. En cualquier caso, nada
hubiera cambiado en cuanto a la formación de mayorías.
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