El
carlismo
El
carlismo fue un movimiento político e ideológico surgido en la España del siglo
XIX tras la muerte de Fernando VII y que se mantuvo importante hasta los años
setenta del siglo XX.
Tras
la muerte de Fernando VII los carlistas apoyaron al candidato al trono Don
Carlos, hermano del rey difunto, frente a Isabel II, la heredera oficial.
Más
allá del conflicto dinástico los carlistas defendían el mantenimiento del Antiguo
Régimen frente a las novedades introducidas por el sistema liberal.
Aunque
hubo carlismo en toda la Península las regiones que acabaron identificadas con
este movimiento fueron las Provincias Vascongadas, Navarra y Cataluña. Esto fue
así porque en esas zonas la mayoría del campesinado apoyó a los pretendientes carlistas
y tomó las armas por ellos.
Más
allá de cuestiones ideológicas, como el rechazo a la libertad de pensamiento y
religión que traían los liberales frente a la identificación entre el reino y
la religión católica, los carlistas actuaron movidos por causas específicas.
Para
la población del norte peninsular la igualdad de todos ante la ley que traían
los liberales suponía un perjuicio. En algunas zonas, como las Provincias
Vascongadas, existía la llamada hidalguía universal, es decir se consideraba
noble a toda la población y, por ello, libre de pagar impuestos. Por otro lado,
los navarros y vascos mantenían sus fueros, respetados durante la guerra de
Sucesión, y los catalanes deseaban recobrarlos. La uniformidad legislativa, el
sometimiento de toda la población a las mismas leyes, se veía como un ataque a
los privilegios que disfrutaban.
Por
otro lado, las reformas liberales despojaron a la Iglesia de su patrimonio
territorial y la empobrecieron impidiéndole realizar su labor asistencia con
pobres, viudas, huérfanos, ancianos… que cumplía en el Antiguo Régimen. El nuevo
estado liberal no creó ningún sistema de asistencia pública para sustituir al
que tenía la Iglesia.
Los
campesinos vascos, navarros y catalanes se unieron en gran número a las filas
carlistas al disponer de mayor riqueza y libertad personal que los del resto de
la Península.
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