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Conviene
ahora que hablemos de las armas ofensivas y defensivas del soldado, ya que en
esto hemos perdido del todo las antiguas costumbres; y a pesar del ejemplo de
la caballería goda, alana y huna, tan adecuadamente protegida con armas
defensivas, que debería habernos hecho comprender su utilidad, consta que en
cambio dejamos a nuestra infantería descubierta. Desde la fundación de Roma
hasta los tiempos del divino Graciano [emperador desde el 375 al 383], la
infantería siempre había estado defendida con la coraza y el casco [cataphracteis et galeis]; pero cuando la
negligencia [=descuido] y la pereza hicieron menos frecuentes los ejercicios,
estas armas, que nuestros soldados no llevaban más que raras veces[1],
les parecieron muy pesadas. Pidieron, pues, al emperador, primero, ser
descargados de la coraza y, luego, de los cascos. Habiéndose así expuesto
contra los godos, con el pecho y la cabeza descubiertos, fueron a menudo
destruidos por la multitud de sus arqueros[2];
sin embargo, ni después de tanta calamidad que alcanzó hasta la ruina de tantas
ciudades, ninguno de nuestros generales tuvo el cuidado de devolver a la
infantería las corazas o los cascos. Y así acontece que, al exponerse el
soldado en la batalla a las heridas, piense más en la fuga que en el combate.
¿Y qué otra cosa puede hacer un arquero a pie, sin casco y sin coraza, que no
puede sostener al mismo tiempo un escudo con un arco? Pero parece que la coraza
y aun el casco son pesados para el infante que no los usa sino rara vez; en
cambio, el uso cotidiano de estos los hace livianos [=ligeros], aunque hubiesen
parecido pesados al principio. Pero aquellos que no pueden soportar el peso de
las antiguas armas, deben ser obligados a recibir, en sus cuerpos
desguarnecidos, las heridas y también la muerte o, lo que es más grave y
vergonzoso, a ser hechos prisioneros o traicionar la república[3]
con su fuga. Así, evitando el esfuerzo del ejercicio, se hacen degollar
vergonzosamente como rebaños. ¿Por qué los antiguos llamaban muro [murus] a la infantería, sino porque las
legiones armadas, además de con la lanza y el escudo, también refulgían [=brillaban]
con las corazas y los cascos?
El
texto pertenece a De re militari,
una obra del escritor romano Vegecio, cuya fecha de redacción se encuentra
entre el 400 y el 500. En este libro Vegecio intenta explicar las causas de las
derrotas militares de los romanos ante los bárbaros.
Este
texto hemos de entenderlo como una exageración. Lo cierto es que la mayoría de
los soldados romanos sí llevaban cascos y corazas. Estos, así como los escudos,
lanzas, espadas, arcos y flechas se elaboraban en talleres estatales (fabricae) que dependían directamente del
emperador. Al tener que equipar a cientos de miles de legionarios la calidad
media de la producción no era muy elevada. De hecho, las espadas de los
bárbaros solían ser de mejor calidad, aunque la mayoría de estos iban armados
sólo con lanza y escudo.
[1] A pesar de lo que se
ve en las “películas de romanos” como Gladiator
lo cierto es que los legionarios romanos sólo llevaban coraza en combate o
durante sus deberes de guardia; el resto del tiempo la armadura permanecía
guardada. Lo mismo ocurre hoy en día con los chalecos antibalas que los
soldados y policías usan sólo en ocasiones de peligro, y no a todas horas,
debido a su peso e incomodidad.
[2] Los godos eran
famosos entre los pueblos germánicos por su uso del arco.
[3] La palabra “república”
(res publica) para los romanos de la
época de Vegecio era un sinónimo del Estado o del gobierno imperial porque la
República de Roma había desaparecido más de tres siglos antes (el año 27 a. C.).
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