https://www.youtube.com/watch?v=BgRIG2jWxr4
https://www.youtube.com/watch?v=jHP2m7kuLTA
https://www.youtube.com/watch?v=HWK9fDvrW50
Nazis contra el arte
degenerado
Diego
Cuevas, julio de 2017
Al
pintor y escultor alemán Max Beckmann (1884-1950) la gente suele acomodarlo
entre las filas del movimiento expresionista pero lo cierto es que cuando el
propio artista observaba que llovían sobre él ese tipo de etiquetas optaba por
sacudírselas rápidamente de los hombros y acelerar el paso sin mirar hacia
atrás. La figura de Beckmann, autor de Retrato familiar (1920), El
sueño (1921) o La noche (1919) gozó de un reconocimiento
considerable en la Alemania de la República de Weimar, aquel inestable régimen
político que tuvo lugar tras la derrota del país en la Primera Guerra Mundial.
Durante ese periodo, el artista impartió clases en la selectísima escuela Städelschule de Fráncfort del Meno,
recibió la medalla de oro de la ciudad de Düsseldorf, observó cómo sus pinturas
se acomodaban en la Nationalgalerie
de Berlín y en general provocó genuflexiones allá por donde tuvo a bien
pasearse. Hasta que Adolf Hitler llegó al poder y el gobierno señaló con un
dedo al artista acusándolo a gritos de ser un bolchevique cultural, lo apartó
de la docencia y confiscó su obra. En 1937 más de quinientas piezas con la
firma de Beckmann habían pasado de ocupar sitios privilegiados en los museos
alemanes a ser utilizadas como tope de puerta en los despachos del gobierno
nazi. Poco después, la administración del Führer
se encargó de designar a un pintor profesional para repasar la producción de
Beckmann y realizar una selección de piezas notables con el objetivo de
celebrar una exposición en Múnich, los nazis pretendían agarrar los mejores
ejemplos de la obra que condenaban para presentárselos al público. Y el
escenario para llevar a cabo aquel brillante plan sería la Entartete Kunst (Arte degenerado), una exhibición con un objetivo
opuesto al de cualquier otra: ser un greatest
hits del arte a evitar donde el público visitante se dedicase a condenar lo
expuesto en lugar de admirarlo.
República de Weimar: fue el régimen político y, por extensión, el periodo histórico que tuvo lugar en Alemania tras su derrota al término de la Primera Guerra Mundial y se extendió entre los años 1919 y 1933. El nombre de República de Weimar es un término aplicado por la historiografía posterior, puesto que el país conservó su nombre de Imperio Alemán. La denominación procede de la ciudad homónima, Weimar, donde se reunió la Asamblea Nacional constituyente y se proclamó la nueva constitución.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-10-18/philip-kerr-todo-es-posible-en-berlin-118_2287823/
Liza Minnelli & Joel Gray | Money Money (From Cabaret) [Sub. Español/Lyrics]
Cabaret - Tomorrow Belongs To Me - ENG & ESP Subs
https://en.wikipedia.org/wiki/Peter_K%C3%BCrten
M, el vampiro de Düsseldorf 1931 Restaurado Español Fritz Lang
Babylon Berlín (Movistar) - Tráiler español (HD)
Zu Asche, Zu Staub (Psycho Nikoros) - Fragmento - Subtítulos en español
Josephine Baker - Dancing Up A Storm in 'The Charleston' (1926-27)
Genuflexión: Acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de reverencia.
Bolchevique cultural
Bolchevismo: esta palabra se usa como sinónimo del comunismo soviético, es decir del sistema política y de la ideología de la URSS.
Führer: es una palabra alemana
que significa “líder” (Der
Führer, el líder o el guía). Su significado en el caso de Adolf Hitler es el
de Guía del Pueblo Alemán espiritual y políticamente. Este fue
el título elegido por Hitler después de que en Alemania se estableciera el
Führerprinzip, el Principio de Liderazgo, según el cual el Líder era el único
responsable de concentrar todos los poderes en su persona, encarnar al Estado y
ser jefe del partido único, en este caso del Partido Nazi.
Entartete Kunst
El
pintor encargado de seleccionar la alineación ideal de la Entartete Kunst se llamaba Adolf Ziegler y, además de tener nombre
de copia pirata del Führer, también era el artista favorito del líder nazi. A
Ziegler el Gobierno alemán le asignó un equipo de cinco personas para peinar
los museos del país dando caza al arte sospechoso de ofender al régimen como
quien sale a atrapar pokémones. Tras la batida, la cuadrilla regresó con el
maletero repleto de piezas representativas del cubismo, el expresionismo, el
arte abstracto o el surrealismo. Una selección que dejaba claro que Hitler y
compañía le tenían tirria a todo lo que vendría a ser el arte moderno de la
época. Con el material incautado Ziegler se las apañó para seleccionar
seiscientas cincuenta obras (entre las que figuraban pinturas, esculturas o
libros de más de un centenar de artistas diferentes) y montar en tan solo dos
semanas la muestra Arte degenerado inaugurada en Múnich durante julio de 1937.
Un evento que el Gobierno nazi acompañó con el detalle malévolo y cabrón de
montar durante el mismo mes, y en la misma ciudad, otra exposición artística
titulada Große deutsche Kunstausstellung
(La gran exposición de arte alemán) en el museo Haus der Kunst, una muestra
ideada para alabar y dar bombo a aquellos artistas que tenían el beneplácito
del régimen.
Alineación: Acción y efecto de formar o reunir ordenadamente un grupo de personas. Generalmente se usa para nombrar a los miembros de un equipo que participan en un partido concreto.
Batida: En la montería [caza de jabalíes, venados y otros animales de caza mayor], acción de batir el monte para levantar la caza.
Acción de explorar varias personas una zona buscando a alguien o algo.
Incautarse: Cuando un poder público quita una propiedad a una persona sin dar razones ni indemnización.
Incautación : Acción por la cual una autoridad le quita alguno de sus bienes a una persona.
https://profesorjuliodapenalosada.blogspot.com/2016/09/de-diosas-madre-panteones-masculinos.html
The Ghost and the Darkness, the ammunition won't fire
Las
dos exposiciones en la misma urbe eran la manera nada disimulada del Gobierno
de Hitler de enfrentar el arte que admiraban contra el que consideraban
deplorable. En La gran exposición de arte alemán el visitante podía encontrar
las obras de gente como Adolf Wissel o Arno Breker, escenas que representaban
familias alemanas idealizadas y felices, rubias chavalas arias desnudas,
paisajes germánicos de aspecto bucólico y soldados victoriosos con pinta de
anuncio. Todo ello muy bien ordenado y limpito. En cambio, en la Entartete Kunst las instalaciones tenían
un aspecto caótico y destartalado, una puesta en escena realizada a propósito
para transmitir la idea de que aquello era un outlet de arte moralmente deleznable: los cuadros habían sido
apilados o pegados a las paredes con desgana, estaban torcidos y rodeados de
grafitis que insultaban a la obra y al autor. El catálogo oficial anunciaba que
el motivo de la muestra era «demostrar las intenciones detrás de todo este
movimiento filosófico, político, racial y moral, así como las fuerzas motrices
de la corrupción que lo motivan».
http://galleria.thule-italia.com/adolf-wissel/
https://nseuropa.blogspot.com/2016/10/artworks-by-adolf-wissel.html
https://nseuropa.blogspot.com/search/label/Culture%20and%20Art
Adolf Wissel
1937 Campesinas por Adolf Wissel
1939 Familia campesina de Kahlenberg
Mein Kampf,
quiero ser artista
El
propio Hitler confesaría entre las páginas de aquel diario personal titulado Mein Kampf que había intentado
vivir exclusivamente del arte, una meta hacia la que encaminó sus años mozos
tras descubrir que era un zote para todo lo demás. Con dieciocho primaveras se
trasladó a Viena para explotar un arte propio muy inspirado por la obra de
Rudolf Ritter von Alt, un artista especializado en paisajismo cuyas paletas de
colores e interés por las estructuras arquitectónicas influenciaron de manera
notable los pinceles de Hitler. La estancia vienesa transformó al aspirante a
pintor en un cliché bohemio: comenzó a vestir raro, frecuentar reuniones de
artistas, vivir exclusivamente de noche (de manera célibe debido a que creía
que era importante llegar puro al matrimonio) y evitó buscar trabajo fijo al
considerar que él estaba por encima de todo aquello de tener un curro normal.
Rebosando ilusión y mucha confianza en sí mismo, el pequeño Adolf intentó
reservar pupitre en la Academia de Bellas Artes de Viena pero suspendió el
examen de admisión dos años seguidos, y cuando solicitó explicaciones al
profesorado del centro recibió puñaladas a cambio: según los examinadores, sus
creaciones iban muy escasas de talento y, aunque demostraba una memoria casi
fotográfica a la hora de representar edificios (uno de los profesores le
aconsejó olvidarse del dibujo y meterse a arquitecto), también dejaban claro
que era un completo incapaz a la hora de apreciar la forma humana y dibujarla
sobre lienzos. Un detalle curiosamente premonitorio si se tiene en cuenta que
aquel chaval se convertiría en uno de los personajes más faltos de humanidad de
toda la historia.
Concha Velasco - Mamá quiero ser artista
Célibe: Dicho de una persona: Soltera, especialmente por haber hecho voto de castidad.
Casto: Dicho de una persona: Que se abstiene de todo goce sexual, o se atiene a lo que se considera como lícito.
Zote: Ignorante, torpe y muy tardo en aprender.
Rudolf Ritter von Alt (1812-1905)
Hitler (1889-1945) como joven artista de los 21 a los 25 años
Durante
los años posteriores Hitler se dedicó a sobrevivir en Viena como pudo, durmió
en bancos de la calle y mendigó meriendas en hogares sociales de monjas
mientras subsistía de mala manera elaborando postales, pintando casas y
vendiendo estampas de iglesias durante las bodas celebradas en los propios
templos. La primera persona que se interesó en comprar a buen precio sus
cuadros fue un vidriero judío llamado Samuel Morgenstern en cuya tienda el
artista homeless había entrado con
tres estampas paisajísticas bajo el brazo. Desde entonces Morgenstern se
convertiría en el comprador más leal de la producción de Hitler, unas pinturas
que el cristalero utilizaba para rellenar los marcos de cuadros que vendía en
su propio establecimiento: «La experiencia me dice que es más fácil vender
marcos si ya contienen una imagen dentro», explicaba el empresario. Mucho tiempo
después, en 1938 y con el líder nazi completamente desatado a la hora de joder
a las familias judías, el Gobierno le arrebataría el negocio a Morgenstern y su
mujer, le privaría de la licencia comercial imposibilitando que pudiese
trabajar y lo condenaría a aislarse en el gueto de Litzmannstadt donde moriría,
arruinado y miserable, de agotamiento. Años más tarde los libros de
contabilidad del negocio de Morgenstern revelarían que la mayor parte de obras
con la firma de Adolf Hitler habían sido compradas por judíos que quisieron
llevarse a casa un bonito marco con paisaje dentro.
Gueto
Se
fantasea habitualmente con la idea de que si Hitler hubiese metido el pie en
Bellas Artes quizás habría abandonado por completo la carrera política, pero
dichas suposiciones son poco probables. Por una parte, porque el hombre, a
pesar de mantener amistades estrechas con varios judíos, ya había empezado a
cultivar interés por el antisemitismo y la política. Y, por otro lado, porque
como artista era la mierda: sus mejores piezas eran mediocres, sus paisajes
tenían sabor a producción amateur y
en general era un completo negado a la hora de de dibujar seres humanos (los
críticos lo achacaban a su profundo desinterés por las personas) u otros tipos
de seres vivos, como por ejemplo las plantas. A principios de 2017, en el Museo
di Salo de Lombardía, se mostró al público una pintura al óleo inédita de
Hitler durante una exhibición que pretendía estudiar la relación entre la
locura y el arte. Vittorio Sgarbi, el propio comisario de la exposición,
definiría aquel sombrío cuadro del líder nazi sin demasiadas sutilezas: «Es una
mierda que dice mucho de la psique del autor, no existe grandeza aquí, solo
miseria».
Antisemitismo
Amateur
Psique
Comisario (de exposición)
Ilustres degenerados
La
formación de artistas que desfilaron por la Entartete
Kunst resultó ser un catálogo excepcional del arte más interesante del
momento. Y poco importaba que la muestra estuviese alojada en habitaciones
cochambrosas cuando los trabajos seleccionados defendían su grandeza por sí
mismos, un detalle que resultaba gracioso de manera retorcida: Adolf Hitler, el
artista frustrado que vendió obras mediocres gracias a unos marcos hermosos,
creyó en algún momento que colocando un marco desagradable a las obras de arte
la gente acabaría aborreciéndolas y renegando de ellas. Era difícil estar más
equivocado.
El pintor alemán Franz Marc fue uno de los grandes pioneros del expresionismo. Se ocupó de fundar junto a su colega ruso Vasili Kandinski la influyente agrupación de artistas Der Blaue Reiter y en sus creaciones reinventó la naturaleza tiñendo animales con colores vibrantes en Grandes caballos azules (1911), Perro tumbado en la nieve (1911), La vaca amarilla (1911) o las espectaculares Zorros (1913) y En la lluvia (1912). En agosto de 1914 se alistó voluntariamente para combatir en la Primera Guerra Mundial y, tras demostrar que resultaba más útil empuñando pinceles que cargando armas, el ejército acabó encomendándole la labor de diseñar el camuflaje militar. Un trabajo que, como explicaría a su mujer en las cartas enviadas desde el frente, tenía bastante arte implicado: «Hoy he pintado nueve Kandinskis sobre las lonas de las tiendas de campaña. La idea es convertir a la artillería en invisible para los aviones de reconocimiento». Para lograr el camuflaje perfecto el artista había experimentado con diferentes estilos artísticos, entre ellos el de Monet, hasta descubrir que lo ideal a la hora de fusionarse con la naturaleza era combinar la técnica de Kandinski con la paleta adecuada de colores. En 1916 el Gobierno alemán elaboró una lista de artistas que estaban batallando en la guerra a los que consideraba necesario sacar del campo de batalla; Marc figuraba entre ellos, pero la mala suerte confabuló para que un pedazo de metralla lo matase en Verdún antes de que llegase la orden de su evacuación. Veinte años después, los simpáticos nazis ojearon sus obras, las etiquetaron como entarteter Künstler y requisaron ciento treinta de sus cuadros de los museos alemanes.
Metralla
A Otto Dix, otro artista que se apuntó al ejército, la Primera Guerra Mundial no llegaría a matarlo pero le provocaría pesadillas de por vida. Las creaciones de Dix, influenciadas por los horrores de la batalla, se apuntaron a la nueva objetividad y se volvieron satíricas, descarnadas y feítas a propósito. El hombre capaz de retratar a personalidades de manera excepcional en Por la belleza (1922), Retrato de la periodista Sylvia von Harden (1924) o Retrato del abogado Hugo Simons (1925), decidió compartir sus terrores bélicos a través de creaciones como Tropas de asalto avanzando bajo el gas (1924), Almuerzo en las trincheras (1924) o Lisiados de guerra (1920). Los nacionalsocialistas, al asomarse a la oscuridad de su obra, consideraron que aquello era un «sabotaje al espíritu militar de las fuerzas armadas», confiscaron doscientos sesenta de sus lienzos y encendieron la chimenea con la mayoría de ellos. Pero todo aquello no hizo cambiar de opinión a la fanbase del artista: mientras el Gobierno alemán lo exhibía en la Entartete Kunst para despreciarlo, en su ciudad natal (Gera) se exponían sus obras con orgullo para celebrar el aniversario de la urbe.
Confiscar:
https://es.wikipedia.org/wiki/Fandom
https://es.wikipedia.org/wiki/Convenci%C3%B3n_Internacional_de_C%C3%B3mics_de_San_Diego
1932 Guerra
La guerra también le dejó la cabeza como una maraca a Ernst Barlach, un escultor, escritor y grabador alemán que se alistó voluntariamente como soldado de infantería en 1916 y abandonó el conflicto a los tres meses por culpa de una dolencia cardiaca. La experiencia en el frente cambió el punto de vista del expresionista alemán y pasó de ser partidario del conflicto armado a tallar obras de potente mensaje antimilitar, llegando incluso a trolear con ellas sin ningún tipo de vergüenza: la ciudad de Magdeburgo le encargó un monumento bélico que honrase a los heroicos soldados alemanes de la Primera Guerra Mundial y el artista entregó el Cenotafio de Magdeburgo en 1929. Se trataba de una talla donde tres soldados germanos, luciendo la mirada de las mil millas, rodeaban una tumba en un cementerio junto a una viuda de luto con la cara cubierta, un esqueleto vestido como un soldado alemán y la jeta horrorizada del propio Barlach. La guasa de la pieza no sentó nada bien a los alemanes más serios y los amigos del artista decidieron esconder la estatua durante años para evitar que algún ofendido la rediseñase con un hacha. La purga artística nacionalsocialista prohibió a Barlach trabajar como escultor y mayoría de sus obras fueron confiscadas.
En
1902, un Emil Hansen con treinta y cinco veranos sobre las espaldas decidió
hacer un Johnny Knoxville y ponerse de apellido el lugar de nacimiento para
lucir nombre artístico: Emil Nolde, el pintor alemán que construyó una
envidiable obra expresionista fraguada a base de pinceladas potentes, paletas
de colores energéticas y sombras afiladas. Sus creaciones, herederas de la
pintura de James Ensor o Vincent van Gogh, transitaron a través de la temática
bíblica (El paraíso perdido, 1921), las imágenes florales (el óleo El
jardín de flores, 1908), el retrato (la litografía donde asomaba una Cabeza
con pipa de 1907 que pertenecía al propio autor) e incluso el paisajismo
más melancólico (la potente acuarela Paisaje en luz roja, 1925). Lo curioso del
caso es que Nolde era un hooligan del
partido nazi, antisemita convencido y alistado en el nacionalsocialismo danés,
que además creía que el expresionismo era un movimiento muy alemán y muy noble.
Hitler no compartía esa opinión y como consideraba que todo lo moderno era
deleznable y degenerado, por muy nazi que fuese su autor, ordenó confiscar más
de un millar de pinturas de Nolde al mismo tiempo que le prohibió volver a
empuñar un pincel en público o en privado. Pero el artista se pasó esta última
orden por el forro y dedicó su tiempo libre a dibujar y esconder cientos de
piezas tituladas con sorna «Los cuadros que no fueron pintados». Estampas
realizadas en acuarela en lugar de óleo por cuestiones prácticas: si en algún
momento la Gestapo efectuaba una de sus redadas sorpresa, la mejor manera de no
parecer sospechoso era no oliendo a pintura.
Litografía
https://es.wikipedia.org/wiki/Johnny_Knoxville
https://cristinadelrosso.blogspot.com/2019/05/cuadros-pintados-que-no-fueron-pintados.html
A
Paul Klee, un alemán nacido en Suiza, no solo le ocurrió juguetear con el
expresionismo sino que también hizo manitas con el surrealismo. Aquel
atrevimiento por parte del autor de En el principio (1916), Carnaval
en las montañas (1924) o Globo rojo (1922) supuso que diecisiete de
sus obras pasasen a formar parte de la exposición depravada mientras otro
centenar acababan apiladas en los trasteros nazi. Enfermo de esclerodermia, sus
creaciones se empaparon durante los últimos años de un tono tétrico: pintó Muerte
y fuego en 1940, poco antes de fallecer y escondió dos veces la palabra Tod
(«muerte» en alemán) en el lienzo, una de ellas entre las facciones de una
calavera.
Entre
los grandes artistas homenajeados en la muestra degenerada también se
encontraban el caricaturista alemán y antinazi George Grosz que retrataba la
vida en Berlín con imágenes tan ácidas como aquel Autómatas republicanos
(1920), el surrealista Max Ernst que parió el fantástico El ángel del hogar
(1937), el escultor Edwin Scharff que talló el rostro de Anni Mewes en
1921 y las monumentales estatuas de domadores de caballos en pelotas (Rossebändiger, 1937) de
Düsseldorf, aquel Max Pechstein que hacía de voyeur Bajo los árboles (1911) y otros genios como Kandinski,
Henri Matisse, Pablo Picasso, Vincent van Gogh, Ernst Ludwig Kirchner o Edvard
Munch.
1911 Desnudos al aire libre o Bajo los árboles por Max Pechstein
1920 Autómatas republicanos de George Grosz
Gloria al arte
degenerado
En la Alemania de los años treinta nadie había oído hablar aún del efecto Streisand y por eso mismo al Gobierno no le salió bien la jugada de condenar a una tropa de artistas para menospreciarlos. La gran exposición de arte alemán fue una auténtica pifia, la visitaron cuatro gatos mientras el resto de la ciudad hacía cola para entrar en las salas donde se apilaba el Arte degenerado. La Entartete Kunst recibió más de dos millones de asistentes con hambre de degeneraciones, casi cuatro veces más que la exposición opuesta que gozaba el beneplácito de los nazis. A la hora de vender las piezas que conformaban La gran exposición nadie se dignó a pujar por ellas y, para disimular un poco lo vergonzoso del asunto, el propio Hitler compró la mayoría de los trabajos tirando del monedero del Gobierno.
Efecto Streisand
La fotografía original (del proyecto California Coastal Records Project) de la residencia en lo alto de un acantilado de Barbra Streisand en Malibú (California), que Streisand intentó suprimir en 2003
Adolf
Ziegler, el pintor encargado de hacer la selección de obras para aquella
muestra de Arte degenerado, expresó ciertas dudas sobre la campaña de Hitler
durante la Segunda Guerra Mundial y, en cuanto aquello llegó a los oídos del
Führer, un par de agentes de la Gestapo llamaron a la puerta de su casa y lo
acompañaron amablemente hasta el campo de concentración de Dachau para
agasajarle con una estancia de seis semanas en el lugar. El propio Hitler acabó
ordenado que lo dejaran en libertad y Ziegler desapareció con la cabeza gacha.
Años más tarde intentó reactivar su carrera pictórica, pero en la Academia de
Bellas Artes de Múnich le negaron continuamente un hueco al considerar que sus
logros solo habían sido fruto de tener enchufe con Hitler, y también
probablemente por todo aquello de ser responsable de una exposición destinada a
crucificar a otros artistas. Ziegler se retiró a un pueblecito de Baden-Baden y
durante los últimos años se dedicó con éxito a morirse en silencio de manera
gradual.