https://www.publico.es/opinion/columnas/orgasmos-misticos-orgasmos-miticos.html
Orgasmos místicos y
orgasmos míticos
Diana López Varela,
14 de noviembre de 2025, publico.es
Las mujeres podemos
corrernos dormidas. Despiertas. Solas. Acompañadas. Sentadas. Acostadas. De
lado. De frente. De espaldas. Y haciendo el pino puente. Yo pensaba que nada de
esto podría ser noticia en 2025 pero resulta que si Rosalía dice en televisión
que ella "se viene" en sueños se arma un revuelo a escala mundial y a
Broncano se le queda una cara de tonto que ni Rubiales recibiendo huevazos.
Porque de huevos va la cosa. ¿Cómo es posible que un tío adulto, heterosexual,
exitoso y sin ninguna pinta de incel pueda desconocer algo que yo creía tan
básico? Pues parece ser que no es el único. Después de la visita de la cantante
a La Revuelta, han corrido ríos de tinta virtual con reportajes, entrevistas y
reels que nos ilustran sobre el fenómeno de los orgasmos de las mujeres durante
el sueño. No es poético, como dice Rosalía, ni tampoco paranormal o místico. Es
neurofisiología: una respuesta del sistema nervioso durante la fase REM del
sueño que acaba felizmente para la afectada. Lo explica en su cuenta de Instagram
la ginecóloga Miriam Al Adib que reconoce que no todas las mujeres llegan a
sentirlo. Está bien, admitamos entonces que las mujeres que no lo han
experimentado desconozcan la existencia del orgasmo durante el sueño, lo que me
lleva a la siguiente reflexión: qué poco hablamos de sexo femenino cuando no es
en relación a un hombre. Porque ¿acaso hay alguien que no sepa que todos los
varones pueden correrse desde antes de la adolescencia mientras duermen? De las
poluciones nocturnas de los niños y sus erecciones nos advierten hasta los
pediatras, pero del placer de las niñas nada se sabe. Y así acabamos pensando
que ellas son ángeles y lo suyo, cosa divina.
Reconozco que soy una
de las galardonadas con los orgasmos en sueños y varias veces en la vida me he
despertado viniéndome, el único lujo que comparto yo con la Rosalía. El primer
orgasmo que recuerdo haber tenido durmiendo fue precisamente en la
adolescencia, y ahí se debió de quedar la cosa hasta muchos años después,
cuando estaba en la etapa final de mi embarazo. En el posparto me volvió a
ocurrir unas cuantas veces y de manera muy intensa. Francamente, yo achacaba
estos regalos divinos a la falta de sexo terrenal producto de una lactancia
feroz, pero estos días he podido enterarme de que en las mujeres adultas este
fenómeno suele ocurrir en situaciones de mucho estrés y de falta de descanso,
cuando apenas logramos alcanzar el sueño profundo. Igual que Rosalía creando,
cualquier madre reciente sabe que el sueño profundo es la auténtica fantasía sexual
que anhelamos. Así que cuando dejé la lactancia y empecé a dormir mejor, pensé
que esas experiencias me abandonarían, pero no fue así. Resulta que a partir de
los 35-40 las posibilidades de tener orgasmos dormida aumenta. Y desde que sé
esto siempre me voy a la cama ilusionada, como cualquier niño la noche de
Reyes.
Y es que un orgasmo
dormida no se olvida jamás. Lo hablaba el otro día con una amiga a la que
también le había ocurrido en varias ocasiones: el placer de correrse mientras
una duerme plácidamente, calentita, sin esfuerzos, ni cansancio añadido es un
goce mítico. La realidad, es que a muchas mujeres (ya no digamos las que somos
madres) nos cuesta alcanzar el clímax más de lo que quisiéramos, no por
disfunción ni falta de deseo, sino por cansancio y por carga mental. Muchas
veces, admitámoslo, el sexo implica renunciar a un rato más de sueño o al
simple descanso físico necesario después de jornadas de trabajo y de crianza
interminables. Y las que están sin pareja o van de cucaracho en cucaracho
teniendo que fingir seguridad u orgasmos empiezan a cansarse también, y así
estamos ante un fenómeno social que encabeza las mujeres jóvenes empoderadas
por las divas del pop: el celibato voluntario.
Yo las entiendo y me
parece una opción de lo más razonable y hasta saludable. Ahora bien, admitamos
que esto de no follar es siempre una elección personal de la que, en ningún
caso, todas las mujeres pueden disfrutar. Tampoco veo una victoria real en que
las mujeres heterosexuales tengamos que renunciar en masa a los afectos en
pareja porque la otra opción es peor. Y es que no deja de ser paradójico que
cuánto más se ha pornificado la sociedad, cuánto más violentas se han vuelto
las prácticas sexuales (con mucha prensa, eso sí) y cuánto más les han metido a
las chavalas y chavales las coreografías absurdas y humillantes de la
prostitución online, más se hayan cansado de follar y menos lo estén haciendo.
La soltería elegida y el desinterés por el sexo está aumentado drásticamente
entre las chicas de la generación Z, y tenemos un problema serio si pensamos
que abandonar el contacto íntimo solucionará la insatisfacción femenina en
cuanto al sexo en pareja, la violencia machista, o la soledad no deseada. Por
eso, la única revolución sexual que merecemos es la de la otra parte de la
población, la de los hombres que se interesan por el placer femenino aunque no
tenga nada que ver con su ego. El capitalismo se está encargando de reventar
las conexiones reales y humanas en virtud de un individualismo rampante llamado
IA o Dios, pero ninguna de esas cosas sustituirá nunca el calor de los cuerpos
que se quieren y se cuidan. Y es que sexo es muchísimo más que follar, y follar
mucho más que tener orgasmos.



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