Los datos
son tozudos y no dejan de mostrar una realidad
demoledora de Andalucía, que
contradice a algunos discursos políticos triunfalistas. El 29% de su población
se encuentra en riesgo de pobreza y el 14,4% la sufre ya de forma severa -el
mayor porcentaje de toda España-.
Estas
cifras llevan a que sean andaluces diez de los 15
barrios españoles con menor renta por habitante,
seis de los municipios con menor esperanza de vida y 12 de los que tienen mayor
tasa de paro.
El cambio
político que se produjo en 2019, tras casi cuatro décadas de Gobierno
socialista, apenas ha variado los indicadores de pobreza de una comunidad de
8,4 millones de habitantes, la más poblada de
España.
Desde
entonces dirige la Junta el PP, primero en coalición con Ciudadanos y desde
hace un año en solitario con mayoría absoluta, y los datos estadísticos siguen situando a esta región a la cola del
país en porcentajes de población con grandes carencias y en
situación de exclusión.
Las bajadas
del impuesto de sucesiones y donaciones, del de transmisiones patrimoniales o
las deducciones del IRPF en el tramo autonómico, aprobadas por el Gobierno del
presidente Juan Manuel Moreno Bonilla, apenas
han hecho variar los porcentajes de población que vive en el umbral de la
pobreza o ya chapotea en la miseria.
Pese a ello, el dirigente popular andaluz ha hablado en
discursos señalados, como el del Día de Andalucía o el de fin de año, de una
comunidad "líder" en determinados sectores económicos, que aspira a
ser la "gran locomotora económica" de España.
El informe del pasado mes de mayo sobre el estado de la
pobreza en las comunidades autónomas, elaborado por la Red Europea contra la
Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) con datos del Instituto Nacional de
Estadística, refleja que en Andalucía hay 1.226.751 personas en una
situación de pobreza severa, es decir, que viven en hogares con unos
ingresos que no superan los 560 euros mensuales.
Esas personas representan el 14,4% de la población de la
comunidad, el mayor porcentaje de pobreza severa que se
registra en España, tras haber bajado un punto y medio respecto a
2021 y subido casi tres en relación a 2008.
Pero el mapa de la pobreza en Andalucía es mucho más
amplio. El 29,1% de su población la está rozando, ya que tiene unos ingresos
por debajo del 60% de la media. En esa situación se encuentran 2,4 millones de
personas, que suponen un porcentaje sólo superado por Extremadura, Ceuta y
Melilla, inferior en 3,2 puntos al de 2021, pero superior en dos al de 2008.
Otro indicador estadístico, la tasa Arope, que incluye la
población con carencias materiales severas y la intensidad de trabajo muy baja, amplía la onda expansiva de la pobreza a más de un tercio de la
población andaluza -el 35,8%-.
Este porcentaje, pese a haber bajado, se encuentra casi 12
puntos por encima de la media nacional y supera al de Rumanía -34,4- y Bulgaria
-31,7-, los dos países con los peores datos de la Unión Europea.
En concreto, la privación material y social
severa afecta a casi un millón de personas en Andalucía, un 1% más
que el año anterior, sobre todo para hacer frente a los gastos de la vivienda,
comer de forma mínimamente saludable, afrontar gastos imprevistos o mantener la
casa a una temperatura adecuada.
Y un dato más: desde 2019, la renta media por persona en
Andalucía ha subido de 9.160 euros a 10.703, y en todos estos años siempre se
ha situado como la tercera comunidad con los
ingresos más bajos del país. En 2021, llegó a ser incluso la
penúltima de una tabla que habitualmente cierran Murcia y Extremadura.
El empleo y los ingresos son
determinantes
El Observatorio de la Desigualdad de Andalucía (ODA), una plataforma
integrada por más de una veintena de organizaciones y por investigadores,
analiza desde 2015 los indicadores que muestran la pobreza y exclusión en la
que vive una buena parte de la población de esta comunidad.
En su
último estudio ha advertido de que en Andalucía hay ahora casi un 17% más de población en riesgo de pobreza que en la media de la UE.
Una de las características de la tasa de pobreza en Andalucía, según este
observatorio, es que el componente de ingresos familiares es el que la hace descender
en mayor medida.
El PIB por habitante andaluz es un 20% inferior a la media de España y
un 38% menor que el europeo. Y "el conjunto de variables relacionadas con
el trabajo es el que hace descender a Andalucía en los índices de calidad de
vida", de tal modo que es el que está peor valorado como indicador de
bienestar en esta comunidad.
Un estudio de Oxfam apunta precisamente al sistema
productivo imperante como uno de los principales motivos de la desigualdad que
arrastra esta comunidad, con un mercado laboral poco industrializado con el
empleo precario y poco remunerado, en su mayoría del sector servicios, que al
final de la vida profesional se traduce, además, en pensiones bajas.
María José Blázquez, geógrafa que ha participado en la
elaboración de varios informes del Observatorio de la Desigualdad, considera
que hay "razones muy profundas de estructura económica" detrás
de los datos que año tras año sitúan a Andalucía a la cabeza de España en los
indicadores de pobreza.
No en vano, 12 de los 15 municipios españoles con mayor
tasa de paro en 2022 eran andaluces, con índices de desempleo de entre el 21 y
el 29,3%, según el INE.
"Las altas tasas de paro hacen bajar los índices
multifactoriales que miden la calidad de vida y el bienestar. Y aquí esas tasas
son más altas que la media de España -siete puntos por encima- y triplican las
de la UE", precisa.
El informe del Observatorio incluye un cuadro semáforo en
el que se aprecia la evolución de cada uno de los indicadores sobre desigualdad
a lo largo de los años, desde 2010 hasta 2021.
En los que miden la exclusión social y la pobreza, todos
están en rojo, es decir, han empeorado en la última década. En amarillo -ni
mejor ni peor- hay cinco, entre ellos, la renta media por unidad de consumo y
la población con trabajo en situación de pobreza.
Por último, en verde se encuentran uno referido a la brecha
salarial de género y todos los indicadores de educación, que registran mejoras
significativas en las tasas de abandono escolar, aunque aún está en el 17%, y en
la de jóvenes que ni estudian ni trabajan.
"Hemos mejorado en algunos indicadores, pero seguimos
estando siempre por debajo de la media europea y española", explica
a Público María José Blázquez. Eso ha impedido,
según esta geógrafa, que después de haber recibido millones de euros en fondos
europeos, Andalucía aún no haya conseguido converger con la UE, ni con otras
partes de España, aunque haya dejado de ser una región Objetivo 1.
Cerca de medio millón de niños afectados
La infancia es una de las más afectadas por las altas tasas
de desigualdad que arrastra Andalucía. Un 29,4% de los menores de 18 años que
viven en esta comunidad, o sea, 454.379 niños y niñas, se
encuentran en situación de pobreza.
Este porcentaje supera la media nacional, que está en el
27,8%, según la organización Save the Children, que ha extraído los datos de la
última Encuesta de Condiciones de Vida del INE.
Además, la tasa de pobreza severa infantil
se sitúa en el 15%, casi la misma que en 2021, mientras que la
carencia material grave ha aumentado más de dos puntos y alcanza al 13,6% de
los menores andaluces.
"Uno de los aspectos más alarmantes es el incremento
significativo de los niños, niñas y adolescentes que no tienen acceso al menos
a dos raciones de carne, pollo o equivalente a la semana", subraya Save
The Children.
La responsable de Políticas de Infancia de esta
organización en Andalucía, Ana Sánchez, señala que estos datos tienen
consecuencias directas en todos los ámbitos de la vida de los niños: en su
crecimiento, en su rendimiento escolar y en su futuro como adultos.
"Condiciona el futuro de la infancia y del resto de su
vida. Cargan con una mochila mucho más pesada", explica a este periódico.
Tres de cada diez niños viven en una
infravivienda en Andalucía y
un 20% en hogares que soportan sobrecargas financieras que, según esta entidad,
obligan a las familias a detraer dinero de otros gastos, entre ellos los
escolares y del cuidado de la infancia, para mantener una casa.
"Debería ser algo inaceptable como sociedad que casi
un tercio de los niños y niñas estén en situación de pobreza", recalca Ana
Sánchez.
La situación se torna aún peor en el caso de las familias monomarentales, que sufren en mayor grado
situaciones de riesgo de pobreza y exclusión social, según la portavoz andaluza
de Save The Children.
Si, en general, tener hijos supone un factor de riesgo
económico para caer por ese desfiladero, el peligro aumenta notablemente cuando
es una mujer sola la que tiene que sacar adelante a una familia.
"Están más expuestas por la precariedad laboral y por
la falta de políticas y ayudas públicas para apoyar a estas familias",
apunta Sánchez. Por esa razón, Save The Children considera esencial que se mejore
el sistema de las ayudas a las familias con niños y niñas.
"En Andalucía tienen que mejorarlas para que sean más
ágiles, menos burocráticas, y deberían situar el interés
superior del menor en todas las políticas", afirma su
portavoz regional.
"Tendrían que reflexionar sobre lo que están haciendo,
si están invirtiendo lo suficiente cuando ha subido un punto y medio el
porcentaje de menores que están en situación de pobreza en esta
comunidad", advierte.
La población andaluza muere dos años antes que la media española
La esperanza de vida es otro de los indicadores en los que
Andalucía se mantiene en el furgón de cola. Según los últimos datos del INE, la población de la comunidad andaluza es
-sin contar Ceuta y Melilla- la que tiene una menor esperanza media de vida en
ambos sexos (81,49 años), tres menos que la de Navarra, que es la más alta con
84,28 años, y casi dos menos que la media nacional, situada en 83,07.
El proyecto Indicadores Urbanos del INE refleja, además,
que de los 15 municipios españoles con una menor esperanza de vida, 10 son
andaluces, entre ellos cuatro capitales de provincia (Málaga, Cádiz, Huelva y
Almería) y La Línea, farolillo rojo, con 79,3 años de esperanza media, la más
baja del país.
Francisco Viciana, demógrafo del Instituto de Estadística y
Cartografía de Andalucía, epidemiólogo y profesor de Salud Pública en la
Universidad de Sevilla, ha estudiado en profundidad las estadísticas de la
esperanza de vida en esta comunidad, sobre la que hizo su tesis doctoral
además.
Su conclusión es que el pasado, el bagaje histórico, puede
estar detrás de los datos que sitúan a esta región con los peores resultados.
Según Viciana, el análisis estadístico le ha permitido
observar que las tendencias de esperanza de vida se
mantuvieron constantes en Andalucía durante el pasado siglo,
convergiendo con las del resto de España, salvo en dos etapas muy concretas:
durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra, y a mediados de
los años setenta, cuando se volvió a distanciar de la media del país.
El análisis de los datos le permitió a este experto
comprobar que el descenso de la esperanza de vida en la década de los setenta
empezó a afectar más a las mujeres y a las personas mayores de 50 y 60 años.
"Eso me llevó a sospechar que en esas diferencias
tienen mucha importancia la salud que depende del bagaje histórico de la
persona, que impacta desde una temprana edad y que a largo plazo puede causar
una serie de patologías, aumentando la fragilidad personal", explica
a Público.
El origen podría estar en las
hambrunas que en 1941 y 1946 asolaron Andalucía, sobre todo en la
parte oriental, a causa de unas fuertes sequías que dejaron sin cosecha a una
población ya extenuada por los desastres de la Guerra Civil.
Sin grano para producir pan, sin salarios para los
jornaleros en una tierra de latifundios, el hambre se extendió como la peste y
causó una gran mortalidad, además de dejar muy debilitada la salud de miles de
personas.
"Por ejemplo, las enfermedades asociadas a la diabetes
pueden estar influenciadas por deficiencias nutritivas a edades tempranas.
Muchos pensamos que la calidad de vida, la salud, está inducida por nuestro
pasado, por nuestro bagaje histórico personal", dice Francisco Viciana.
Otro dato que aporta este epidemiólogo y demógrafo es el
que proporciona el estudio comparativo de la esperanza media de vida de la
población andaluza que emigró a otras comunidades, de acuerdo con el cual es
mayor que la de la que permaneció en su lugar de origen, pero, al mismo tiempo,
menor que la de la de la población del lugar donde se asentó, Catalunya y
Madrid fundamentalmente.
En el caso de las mujeres, Viciana sostiene que las desigualdades de género, más acentuadas en esta parte
de España históricamente, pueden haber incidido en la menor esperanza de vida
media que registran las andaluzas con respecto a las mujeres de otras
comunidades autónomas.
De esta forma, según su teoría, el reparto de roles en la
familia meridional y el sometimiento de las mujeres en tiempos pasados pudo
haber sido determinante para una mayor merma de su salud.
Diferencias "intolerables" entre barrios de una misma
ciudad
La esperanza de vida también tiene un claro componente
espacial y social, porque cambia incluso de un barrio a otro en una misma
ciudad. En Sevilla, la diferencia llega a ser de hasta casi nueve años entre
Santa Clara, una de las zonas más ricas de la ciudad, y el Polígono Sur, el
barrio de España con la menor renta media por habitante, según el Observatorio
de la Desigualdad de Andalucía.
Este organismo en su último informe ha puesto el foco en la
situación de los doce municipios con más de 100.000 habitantes que hay en esta
comunidad.
"El rasgo más evidente de marginación es que la esperanza de vida en los barrios excluidos sea mucho menor que
en los barrios de clase media, con una clara correlación entre pobreza y
mortalidad", afirma el Observatorio de la Desigualdad.
Inmaculada Caravaca, geógrafa y coordinadora del último
informe del Observatorio, asegura que las desigualdades "más graves e
intolerables" son las que se producen dentro de las grandes ciudades de la
comunidad andaluza.
"Desgraciadamente, en Sevilla están los barrios más
pobres de Europa -seis
de los 15 con menor renta por habitante de España, según el INE- y no se es consciente de
las diferencias tan impresentables que hay entre la población. Están pasando
cosas muy cerca nuestra que son insostenibles", se lamenta.
El último informe del Observatorio señala que Sevilla, con
una población decreciente que se sitúa en torno a los 680.000 habitantes, es la
ciudad andaluza que presenta una mayor desigualdad urbana, con unas rentas
cuatro veces más altas en los barrios más ricos que en los más pobres.
"Las grandes diferencias en bienestar en el caso del
municipio de Sevilla no se deben a la existencia de sectores urbanos donde se
concentre de un modo especial la riqueza -como ocurre en Barcelona, Madrid o
Málaga-, sino ante todo a la presencia de los barrios más
desfavorecidos de España", se precisa en el documento.
La geógrafa María José Blázquez argumenta que en las
ciudades de Andalucía se proyecta una "segregación espacial" por
razones económicas que no se produce en las ciudades del norte de Europa más
desarrolladas e igualitarias.
"Aquí se proyecta mucho la desigualdad en las
ciudades, por razones socioeconómicas. Hay guetos de pobreza, que es lo
que caracteriza a Andalucía, en los que las diferencias son muy
importantes y eso se proyecta en los espacios de las ciudades", explica.
A juicio de Francisco Viciana, sería necesario investigar
en mayor medida cómo afecta el contexto social y espacial a la salud de la
población, para así poder determinar las razones por las que las poblaciones de
localidades del Campo de Gibraltar en la provincia de Cádiz o barrios como el
Polígono Sur en Sevilla tienen una esperanza de vida menor al nacer.
El colchón que proporciona la familia
El indicador en el que Andalucía suele obtener los mejores
resultados cuando se analizan los niveles de pobreza es el que mide las redes
de apoyo social de sus habitantes. De acuerdo con el índice Better Life
Index, Andalucía ocupa los primeros puestos al valorar la pertenencia a
la comunidad.
"La pertenencia a un grupo social o una comunidad
fuerte puede brindar apoyo social durante los momentos buenos y malos, así como
facilitar el acceso a empleo y otras oportunidades materiales", asegura el
Observatorio de la Desigualdad.
"La
persistencia en Andalucía y España de un modelo familiar basado en la ayuda
mutua está compensando los efectos del desempleo y la
pobreza, y está contribuyendo a disminuir los efectos de la
exclusión social", continúa dicho organismo.
Según María José Blázquez, la estructura familiar más
clásica que predomina en territorios como Andalucía suple las carencias
económicas y asistenciales que en otros países se proporciona desde las
estructuras del Estado, y por eso es en el indicador donde más alto puntúa esta
comunidad.
No obstante, no hay que olvidar que en un mundo globalizado
la dependencia de lo que ocurre en otras partes del mundo se acrecienta cada
día.
La observación de los indicadores de Arope en Andalucía
muestra, por ejemplo, que su tendencia ha estado muy condicionada por dos
eventos a escala mundial: la crisis económica que empezó en
2008 y la pandemia de la covid.
Según el análisis del Observatorio de la Desigualdad, entre
2008 y 2014 el porcentaje de personas en riesgo de exclusión en la comunidad
andaluza fue creciendo hasta suponer un tercio de su población.
Luego, ese porcentaje fue bajando hasta que en 2021 volvió
a aumentar, con un incremento de más de tres puntos porcentuales y unos valores
próximos a los años posteriores a la grave crisis de 2008.
El análisis de los indicadores de pobreza también muestra
que hay una clara división entre el norte y el sur de
España. Las comunidades situadas al norte de Madrid mantienen tasas
de pobreza y exclusión social muy cercanas o similares a las de los países
europeos más avanzados, mientras que las del sur registran tasas muy elevadas,
por encima de la media nacional y alejadas de la media comunitaria.
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