sábado, 18 de diciembre de 2021

Democracia

 

Estas son las ventajas geográficas que favorecen a Estados Unidos. Consideremos ahora nuestras ventajas políticas, que empiezan por el hecho de que nuestro Gobierno lleva siendo ininterrumpidamente una democracia durante los 230 años de existencia del país. Por el contrario, China ha tenido ininterrumpidamente gobiernos dictatoriales no democráticos durante sus 2.240 años de existencia.

¿Cuáles son las ventajas reales de la democracia o al menos sus ventajas potenciales? (Insisto en lo de “potenciales” porque, como veremos, nuestro gobierno es supuestamente democrático, pero está desaprovechando alguna de estas ventajas alejándose de la democracia real). Hoy en día, es cada vez más fácil sentirse desilusionado con el sistema democrático y hay estadounidenses que a veces envidian la dictadura china por su capacidad para tomar decisiones e implementar buenas políticas de forma ágil. No hay duda de que la toma de decisiones y la implementación de medidas requiere más tiempo en un sistema democrático que en uno dictatorial, porque la esencia de la democracia está precisamente en la consulta, la búsqueda de equilibrios y la toma de decisiones con amplios consensos (de ahí que sus procesos lleven tiempo). Por ejemplo, en China, la adopción de la gasolina sin plomo se produjo tan solo en un año, mientras que en Estados Unidos conllevó toda una década de debates y recursos judiciales. Envidiamos a China porque nos supera en la construcción de redes de transporte ferroviario de alta velocidad, sistemas de metro urbano y transmisión de energía a larga distancia. Por otro lado, los escépticos de la democracia también pueden señalar ejemplos de líderes terriblemente dañinos que llegaron al poder por medio de elecciones democráticas.

Todas estas desventajas de la democracia son reales. Sin embargo, las dictaduras acusan una desventaja mucho peor, a menudo fatal. Nadie, en los 5.400 años de historia de los gobiernos centralizados en cualquier continente, ha encontrado una forma de asegurar que esas políticas que las dictaduras permiten poner en práctica con una velocidad envidiable sean en su mayoría buenas políticas. Sólo hay que pensar en la serie de políticas terriblemente autodestructivas que China llegó a implementar con gran rapidez y cuyas consecuencias no tienen paralelismos en ninguna de las grandes democracias del primer mundo.

Entre esas políticas autodestructivas chinas se encuentran las que terminaron provocando una hambruna a gran escala entre 1958 y 1962 que produjo decenas de millones de muertos, la paralización del sistema educativo, el envío de los profesores a los campos para que trabajaran junto a los campesinos y, por último, los mayores niveles de contaminación del aire del mundo. Si en Estados Unidos la contaminación del aire llegara a alcanzar la mitad del nivel al que a menudo se llega hoy en muchas grandes ciudades chinas, los votantes indignarían echarían al gobierno en las siguientes elecciones. Pensemos también en las políticas aún más autodestructivas que los gobiernos dictatoriales de Alemania y Japón mantuvieron en la década de 1930 aun sin contar con un amplio consenso y que acabaron metiendo a estos países en una guerra que ocasionó la muerte a millones de sus ciudadanos (y eso sin mencionar a los más de 20 millones de víctimas que eran ciudadanos de otros países). Por eso Winston Churchill dijo en broma, respondiéndole a alguien que expresaba las habituales protestas por las desventajas de la democracia, que la democracia es sin duda la peor forma de gobierno, exceptuando todas las demás formas de gobierno alternativas que se han ensayado en un momento u otro de la historia.

Las ventajas que tiene el sistema democrático de gobierno son numerosas. En una democracia, los ciudadanos pueden someter a debate prácticamente cualquier idea, incluso si en un principio esta es anatema para el Gobierno en el poder. El debate y la protesta pueden terminar revelando que dicha idea era la mejor política, mientras que en una dictadura nunca se sometería a debate y sus virtudes no se aceptarían jamás. El principal ejemplo de ello que nos ofrece la historia reciente de Estados Unidos, por la tenacidad con la que nuestro gobierno se empeñó en mantener una política que se reveló errónea, y por el vigor que adquirieron las protestas contra ella, fue la decisión final que adoptó el gobierno de poner fin a la guerra de Vietnam. Por el contrario, los alemanes de 1941 no tuvieron oportunidad de debatir la locura que suponía la decisión de Hitler de invadir la Unión Soviética y declarar después la guerra a Estados Unidos estando ya en guerra contra el Reino Unido.

Otra de las ventajas fundamentales de la democracia es que los ciudadanos saben que sus ideas están siendo escuchadas y debatidas. Incluso si estas ideas no se adoptan de forma inmediata, saben que tendrán otras oportunidades de hacerlas prevalecer en elecciones futuras. En ausencia de democracia, hay más probabilidades de que los ciudadanos desarrollen una sensación de frustración y concluyan acertadamente que su única opción es recurrir a la violencia o incluso tratar de derrocar al gobierno. Saber que existen espacios pacíficos para la libre expresión reduce el riesgo de que estalle la violencia civil. Un amigo mío, cínico pero políticamente sagaz, me dijo una vez: “Lo que cuenta en una democracia es la apariencia de democracia”. Con ello, mi amigo quería decir que la apariencia de la existencia de la democracia puede ser suficiente para disuadir a los ciudadanos del recurso a la violencia, aun cuando (como es el caso en Estados Unidos actualmente) en realidad la democracia está siendo pervertida de forma menos visible.

Otra ventaja fundamental de la democracia es que la negociación, la búsqueda de acuerdos y la capacidad de ceder son clave para su funcionamiento. La necesidad de llegar a acuerdos minimiza la posibilidad de que quienes ostentan el poder mantengan comportamientos tiránicos, mientras que en ausencia de esa necesidad podrían ignorar los puntos de vista contrarios a los suyos. Y viceversa, esa búsqueda de acuerdos también supone que una minoría frustrada consienta en no paralizar al gobierno.

Otra ventaja fundamental es que, en las democracias modernas en las que existe el sufragio universal, todos los ciudadanos pueden votar. Por tanto, el gobierno en el poder tiene incentivos para invertir en todos los ciudadanos, que así obtienen oportunidades para desarrollar su productividad, en lugar de que dichas oportunidades se le brinden únicamente a una pequeña élite dictatorial.

Además de estas ventajas generales de la democracia, Estados Unidos cuenta también con otras que derivan de la forma específica que adquiere su democracia, a saber, el gobierno federal. En un sistema federal hay funciones importantes del gobierno que están reservadas a las unidades democráticas regionales y que no son prerrogativa de un gobierno nacional centralizado. La versión estadounidense del sistema federal tiene cincuenta estados, lo que, en la práctica, a menudo significa que existen cincuenta formas simultáneas de probar soluciones distintas para el mismo problema común y, de esta forma, puede comprobarse qué solución funciona mejor. Por ejemplo, algunos estados estadounidenses permiten (Oregón) y otros prohíben (Alabama) el suicidio asistido, y unos imponen impuestos estatales altos (California) y otros bajos (Montana). Otro ejemplo: durante mi infancia en Massachusetts, en el noreste de Estados Unidos, el primer californiano que conocí me contó que California era el único estado que había adoptado una ley que permitía que los coches giraran, después de hacer una parada completa en un cruce, a la derecha estando el semáforo en rojo. En Estados Unidos, las normas de circulación son prerrogativa de cada uno de los estados, no del gobierno nacional. A mis conciudadanos de Massachusetts de principios de los años sesenta, y a los ciudadanos de los demás estados de Estados Unidos, les parecía una idea tremendamente peligrosa que sólo se les podía ocurrir a aquellos tarados californianos. Pero cuando California hizo aquel experimento y resultó ser seguro, otros estados aprendieron de California y todos terminaron adoptando la misma legislación.

Se podría aducir que el hecho de que está permitido o prohibido girar a la derecha en un semáforo en rojo después de haber detenido el coche por completo tampoco es algo tan importante como para convencernos de las ventajas de nuestro sistema federal. Un experimento reciente de mayor envergadura tuvo lugar en el estado de Kansas, cuando el gobernador Brownback sostuvo que era más importante para el bienestar de sus ciudadanos reducir los impuestos estatales que contar con un sistema bien financiado de educación pública. Así, a partir de 2012, impulsó una reducción de los ingresos fiscales estatales que obligó a realizar drásticos recortes en la educación pública. Los demás estados observaron el resultado del experimento con interés. Para 2017, los resultados de Kansas habían convencido incluso a los propios legisladores del partido político de Brownback de que los recortes en la educación pública no son una buena idea, de modo que votaron a favor de volver a aumentar los impuestos estatales. La cuestión es que la existencia de nuestro sistema federal permitió que esta idea la probara por su cuenta un solo estado y que los cuarenta y nueve estados restantes aprendieran de la experiencia.

Estas son algunas de las grandes ventajas que ofrece la democracia y de las que Estados Unidos disfruta y China no. Es la ausencia de estas ventajas lo que constituye, en mi opinión, la desventaja crucial que, por sí sola, impedirá que China llegue alguna vez a alcanzar el nivel de renta media per cápita de Estados Unidos…, siempre y cuando Estados Unidos siga siendo un país democrático y China siga siendo un país no democrático. Esto me recuerda que debo hacer hincapié en la siguiente idea: un país que se dice democrático pierde todas estas ventajas cuando su sistema democrático sufre graves infracciones; a continuación hablaremos más sobre esto. También reconozco que la democracia no es necesariamente la mejor opción para todos los países; es difícil que prevalezca en países que no cuentan con los requisitos previos de tener un electorado alfabetizado y una identidad nacional ampliamente aceptada.

Mencionaré brevemente otras dos ventajas políticos que Estados Unidos tiene a su favor, más allá de su gobierno democrático. Durante toda nuestra historia, en Estados Unidos las Fuerzas Armadas han estado bajo control civil. No ha sido así en el caso de China ni de la mayoría de los países de América Latina y tampoco lo fue (con consecuencias desastrosas) en el caso de Japón durante el período comprendido entre los años 1930 y 1945. La corrupción en Estados Unidos es relativamente baja en comparación con los niveles mundiales, aunque a ese respecto está por detrás de Dinamarca, Singapur y otra veintena de países. La corrupción es algo malo tanto para un país como para una empresa, porque las decisiones se ven condicionadas por el beneficio propio de los políticos o de los empresarios corruptos, independientemente de que se trate de decisiones perjudiciales para el país o para la empresa en su conjunto. La corrupción también perjudica a las empresas porque significa que no pueden contar con el cumplimiento de los contratos. Esa es otra grandísima desventaja de China, que tiene unos niveles manifiestamente altos de corrupción. Mientras tanto, en Estados Unidos existe un alto nivel de corrupción encubierta, porque tanto Wall Street como otras entidades e individuos ricos influyen en la política y en las acciones del gobierno por medio de los lobbies y de las contribuciones económicas a la financiación de campañas electorales. Aunque en Estados Unidos estas contribuciones son legales, las consecuencias que produce son similares a las de la corrupción ilegal. Es decir, los legisladores o los funcionarios terminan adoptando políticas o acciones que son perjudiciales para el bien público, pero beneficiosas para el donante y, en ocasiones, también para los propios legisladores o los funcionarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario