LA POLÍTICA INTERIOR DE LOS REYES CATÓLICOS
COLOREA
Las ilustraciones de portada muestran a la derecha un
cuadrillero de la Santa Hermandad y a la izquierda un caballero de la orden de
Santiago.
-pinta con cera o lápiz azul claro la hoja de la espada
del caballero y su armadura; que incluye las defensas de pies y piernas, las de
manos y de brazos, y el casco con la defensa de la barbilla. No colorees el
manto que originalmente era blanco y sobre el que se ve la cruz de Santiago con
un terminación en forma de espada.
-pinta con cera o lápiz castaño la ballesta del
cuadrillero, en rojo sus calzas [medias] y en verde las mangas de su ropa interior.
El reinado conjunto de los Reyes Católicos (1479-1516)
hizo surgir una monarquía autoritaria en Castilla, aunque en la Corona de
Aragón sólo se instalaron algunas de las características de ésta. Fernando e
Isabel se propusieron imponer en sus reinos la autoridad real por encima de
cualquier otro poder y eso lo consiguieron en Castilla reformando sus
instituciones y creando otras nuevas. En cambio en la Corona de Aragón
continuaron vigentes las instituciones procedentes de la Edad Media con unas pocas
modificaciones.
LA MONARQUÍA AUTORITARIA EN CASTILLA
Cuando Isabel subió al trono de Castilla, en el reino
existía una situación de anarquía y desorden causada por la guerra civil entre
ella y su sobrina Juana, la hija de su hermano el difunto rey Enrique IV. En el
campo proliferaban los bandidos; en las ciudades, distintos bandos formados por
familias nobles se disputaban el poder, y los nobles más importantes resolvían
sus diferencias con guerras privadas.
Para poner fin a la situación arriba descrita Isabel usó
la Santa Hermandad, una antigua liga para la autodefensa formada por más de
cien ciudades castellanas. Desde 1476 la Santa Hermandad pasó a actuar en todo
el reino y fue usada para controlar el poder de la nobleza y para perseguir a
los malhechores y bandidos rurales. Desde 1487 también fue instituida en la
Corona de Aragón. Anualmente la Santa Hermandad suministraba a los reyes un
ejército de dos mil jinetes, siendo los gastos de cada soldado pagados por cien
familias. Estas tropas estaban organizadas en cuadrillas y se llamaba a sus
integrantes cuadrilleros, este nombre viene de la palabra “cuadrillo”, que
designaba una flecha corta y pesada con una punta de hierro de forma piramidal,
que se usaba en la ballesta, arma muy común en la Santa Hermandad. Durante la
guerra de Granada la Hermandad llegó a proporcionar 10.000 jinetes al ejército
real. Después de 1498, tras conseguir realizar con éxito sus objetivos, la
Santa Hermandad perdió mucho poder.
Para obtener dinero con el que pagar la Hermandad y el
ejército de la guerra civil y de la de Granada los reyes mantuvieron las Cortes
(en Castilla, Aragón, Cataluña, Valencia), éstas eran reuniones en las que las
ciudades, a cambio de poder presentar sus quejas al monarca, aprobaban pagar
cantidades en metálico a la monarquía. Como otro modo de aumentar sus ingresos
los reyes se convirtieron en maestres[1]
de las órdenes religioso-militares [Esto se explica en un apartado posterior].
Por su parte los grandes nobles perdieron poder e
influencia sobre los reyes al crear éstos un sistema de consejos (Consejo de
Castilla o Consejo Real, Consejo de Aragón, Consejo de la Inquisición, Consejo
de las órdenes militares[2],
Consejo de Navarra), formados por juristas [expertos en leyes] escogidos y
pagados por el rey. Cuando los monarcas necesitaban asesoramiento sobre un tema
acudían al consejo correspondiente en vez de a los nobles más importantes del
reino.
El crecimiento del poder real se basó sobre todo en un
ejército profesional y permanente creado durante la guerra de Granada. Este
ejército estaba armado con la tecnología más moderna, como los 179 cañones de
los que disponía en el año 1495, y preparado para actuar durante todo el año,
incluso fuera de la península ibérica como se vio en las guerras de Italia[3].
A partir de ese momento el ejército real fue mucho más numeroso que cualquier
mesnada feudal reclutada por un noble o un grupo de nobles. El ejército real
sólo debía obediencia al soberano que le pagaba su salario.
En 1494 Isabel I de Castilla estableció un tribunal real
al norte del río Tajo y otro al sur. Para la zona norte de Castilla estaba la
Real Audiencia o Cancillería de Valladolid, en 1500 se estableció la Real
Audiencia o Cancillería de Granada para la parte sur del reino de Castilla. Las
cancillerías eran tribunales formados por varios jueces nombrados por el rey.
La finalidad de estas instituciones era quitar a los señores feudales la
capacidad de controlar la justicia en sus territorios. Muchos asuntos sólo
podían ser juzgados por las cancillerías y, para los casos más cotidianos, se
podía reclamar contra la sentencia del tribunal de un señor feudal en la
cancillería de Valladolid o en la de Granada.
Para controlar mejor el gobierno de las ciudades
castellanas se reforzó la figura del corregidor. El corregidor era un oficial
real que supervisaba la actuación de los regidores
[gobernantes] de un municipio autónomo presidiendo su ayuntamiento.
Generalmente los regidores pertenecían a la pequeña nobleza y en sus decisiones
buscaban más su propio interés, y el de su familia, que el interés general de
su ciudad o del reino.
Para pagar a la creciente cantidad de funcionarios reales
(corregidores, jueces…), y sobre todo al numeroso y bien equipado ejército
permanente, se hizo necesario para los reyes mejorar el sistema de recaudación
de impuestos. Los Reyes Católicos establecieron una Contaduría Real de
Hacienda. La finalidad de esta nueva institución era realizar un seguimiento lo
más exacto posible de los ingresos y los gastos que realizaba la monarquía. Por
un lado se intentaba obtener la máxima cantidad de dinero en metálico,
controlando que se pagaban todos los impuestos, y en la fecha correcta. Por
otro lado se procuraba saber cuánto dinero estaba disponible en cada momento
para las necesidades de los monarcas. Además se llevaba la cuenta de los
préstamos pedidos, de los intereses pendientes de pago y de las posibles
necesidades futuras.
Las nuevas instituciones (Santa Hermandad, ejército
profesional, cancillerías, corregidores, consejos…) dieron a Isabel y Fernando
un poder sobre sus súbditos como no se había visto en siglos y, además de
controlar la vida y propiedades de los habitantes de sus reinos, Isabel y
Fernando también intervinieron en sus vidas espirituales.
Dentro de la población peninsular existían minorías
religiosas como los judíos, los mudéjares y los conversos. Una parte de los
judíos y musulmanes convertidos en cristianos en la Baja Edad Media habían
seguido practicando en secreto, dentro de sus casas, los ritos religiosos de
sus antiguas religiones, pues habían sido forzados al bautismo. Eso animó a
Isabel y Fernando a instituir en la península ibérica el Tribunal de la
Inquisición.
La Inquisición era un tribunal eclesiástico que perseguía
a los cristianos que tuvieran comportamientos o pensamientos heterodoxos
(conversos que judaizaban, homosexuales, blasfemos…). Los miembros del tribunal
y todos los que participaban en el proceso eran eclesiásticos pero los castigos
eran aplicados por los funcionarios del rey (alguaciles, verdugos…).
En 1492 Isabel y Fernando, ante el creciente
antisemitismo de sus súbditos cristianos, obligaron a los judíos castellanos y
aragoneses a marcharse de sus territorios, a menos que se bautizaran como
cristianos. De ese modo una gran cantidad de individuos pasaron a convertirse
en judíos conversos, llamados “marranos” por los “cristianos viejos”, uniéndose
a los conversos que ya existían desde el siglo XIV.
Edicto de expulsión de los judíos por los Reyes
Católicos, 1 de marzo de 1492:
“En nuestros dominios
existen algunos malos cristianos que han judaizado y han cometido apostasía
contra la Santa Fe Católica, siendo causa la mayoría por las relaciones entre
judíos y cristianos. Por lo tanto, en el año 1480 ordenamos [habíamos ordenado]
que los judíos fueran separados de las ciudades […] y que les fueran
adjudicados sectores separados [de las ciudades], esperando que con esta
separación la situación existente sería remediada y nosotros ordenamos que se
estableciera la Inquisición […].
[…] De modo que
nosotros ordenamos, además, en este edicto que los judíos y judías de cualquier
edad que residan en nuestros dominios o territorios que partan […] al diez de
julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras.”
Tras la conquista del emirato nazarí y la expulsión de
los judíos, el papa Alejandro VI, en 1494, concedió a Fernando e Isabel el
título de Reyes Católicos, pues eran vistos como defensores de la fe cristiana
católica contra los infieles. Alejandro VI tuvo en general una actitud
favorable hacia Fernando e Isabel pues era originario de una familia noble
valenciana: los Borja, nombre luego italianizado en Borgia.
Una situación similar a la de los judíos se produjo en el
reino de Granada con los musulmanes vencidos. La capitulación de Boabdil,
último monarca nazarí, incluía el reconocimiento por Isabel y Fernando de la
libertad religiosa; los musulmanes podrían seguir practicando su religión si lo
deseaban. Pero desde 1494 el cardenal Cisneros empezó a forzar a los granadinos
para que se dejaran bautizar, hasta que en 1502 se decretó otra vez la
alternativa de exilio o conversión al cristianismo, esta vez para los
musulmanes. Así surgió otro tipo de conversos: los moriscos, los descendientes
de musulmanes bautizados y convertidos al cristianismo.
Para la mayoría de la población cristiana castellana
estos “cristianos nuevos” (como eran llamados los conversos desde el judaísmo y
desde el islam) suponían un peligro para la ortodoxia del cristianismo
católico. La ortodoxia es el conjunto de creencias que forman una religión;
cuando una persona o un grupo no creen en una o varias de las creencias clave
de una fe (como para los cristianos católicos la resurrección de los muertos o
que Jesús es Dios vivo) se convierten en herejes y heterodoxos.
LA MONARQUÍA AUTORITARIA EN ARAGÓN
[1] Maestre: persona
que dirige una orden religiosa-militar.
[2] Se encargaba de
administrar las tierras, castillos y riquezas de las órdenes militares.
[3] Las guerras de Italia fueron una serie de conflictos que se extendieron desde 1494 a 1559, y que enfrentaron a los Reyes Católicos, su nieto Carlos I, y su bisnieto Felipe II, a los reyes de Francia. El resultado de estas luchas fue colocar a la mayoría de los territorios italianos bajo el control directo o indirecto de los reyes de España durante más de un siglo.
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