miércoles, 5 de octubre de 2016

Bizantinos según Giorgio Albertini

http://miniaturasmilitaresalfonscanovas.blogspot.com.es/2012/07/los-ejercitos-del-imperio-romano-del_13.html






In 357AD Constantius II visited Rome from April 28-May 29 and marched in a triumphal procession through the city. It’s important to remember Rome had no longer been a place Emperors needed to be for quite some time. But Constantius probably just felt he needed to show a steady hand before heading back to the East, and also maybe just wanted to see the famous city.

Going to Rome brought the Christian Emperor Constantius into the home of a pagan senatorial aristocracy which despised him, but which he largely ignored. Constantius did not offer them many high ranking positions. He seemingly wanted to reduce some tensions between the two sides though - he appointed a pagan urban prefect named Orfitus to a second term instead of the Christian Leontius. He likely did this to get some approval from the senators of Rome. Additionally, he allowed some state funds to continue going to the pagan temples.

It seems he had no interest in reviving their power or prominence though. According to Ammianus, Constantius really enjoyed seeing all the amazing pagan buildings and monuments. Constantius even added to them by sending an obelisk from Egypt that is today known as the Lateran Obelisk. Nonetheless, during this same visit Constantius had the famous Altar of Victory removed from the Roman senate.

His mixed intentions and actions seem hard to read, perhaps indicative of the religious crossroads the empire was in at the time. It’s hard to manage two large groups which are so different. However, there would be no way back for Greco-Roman paganism even with Julian the Apostate succeeding Constantius.



Justiniano I (Flavius Petrus Sabbatius Iustinianus Augustus - Φλάβιος Πέτρος Σαββάτιος Ἰουστινιανός Αύγουστος, emperador romano de Oriente, 527-565 d.C.) comprueba en el Hipódromo de Constantinopla el desenlace de la Revuelta de Nika en el 532 d.C. acompañado de su esposa, la emperatriz Teodora I. Con ellos al mando y con generales capaces como Belisario y Narsés, el Imperio alcanzó su máxima extensión territorial. Reconquistó el Norte de África (aniquilando a los vándalos), Sicilia, Córcega, Cerdeña, Malta, Islas Baleares, Italia (destruyendo el reino ostrogodo) y Sur de Hispania en su proyecto de “Renovatio Imperii Romanorum”, es decir, recuperar las provincias occidentales para el Imperio.

Tras la revuelta de Nika (que dejó 30.000 muertos en el Hipódromo y la ciudad parcialmente quemada) comenzó un gran proyecto renovador urbanístico, en el que destaca la basílica de Hagia Sophia, entre otras muchas importantes construcciones y restauraciones. Bajo su reinado la peste se cebó tanto con la población mediterránea como con la constantinopolitana, hasta tal punto que la plaga heredó el nombre del emperador (conocida como “La plaga de Justiniano” de los años 541-543 d.C.). Triboniano redactó el Código Justinianeo (Corpus Iuris Civilis) que compiló toda la legislación romana desde el siglo II al siglo VI d.C..

Ilustración de Giorgio Albertini para “The Eastern Romans 330-1461”.
Texto: Koldo Gondra.












Anemas, el guardia personal del emperador Juan Tzimisces, se adelanta y carga bravamente contra el grueso de las tropas de los rus en busca del príncipe Svyatoslav en la Batalla de Silistra en el año 971.





Basilio II Bulgaróctono (Βασίλειος Β΄ Βουλγαροκτόνος) o el "asesino de búlgaros" (emperador romano de Oriente desde el año 976 a 1025). Con él, el Imperio alcanzó la gloria militar. Aplastó el Reino Búlgaro, venció a los árabes y a los rusos. Forjó también una alianza con el príncipe Vladimir II de Kiev. Basilio II fue responsable, en gran medida, de la conversión de los rusos a la Ortodoxia Cristiana, si bien Cirilo y Metodio tuvieron mucho que ver en el proceso. También fue el precursor y fundador de la Guardia Varega.

Basilio fue un magnífico emperador militar (obtuvo al menos 3 Triunfos romanos otorgados por el Senado y varias Ovatio), buen administrador y gobernante inteligente. Era adorado por sus soldados y dormía y comía en campaña junto a ellos. Reincorporó Bugaria, Serbia y Armenia al Imperio con lo que recuperó las antiguas fronteras del Danubio tras 400 años. En Italia recuperó gran parte del territorio perdido con anterioridad para el Catepanado de Italia frente a los lombardos y los normandos. Los agricultores lo amaban por las leyes favorables que firmó para la protección de la pequeña propiedad. Subió los impuestos a la nobleza y al clero y nadie osó oponérsele.

No le gustaba la pompa palaciega y solía ir vestido con ropa militar en la Corte. Entre sus curiosidades podemos destacar que en la campaña contra los búlgaros aplastó a éstos en la decisiva batalla de Kleidon e hizo 14.000 prisioneros, mandando cegar a 99 de cada 100, dejando tuerto al restante para que pudiese guiar a los demás de vuelta..., con lo que arruinaría el Reino Búlgaro al tener que mantener a muchos ciegos. Se dice que lo hizo en un ataque de ira al enterarse de la muerte de su general favorito, Teofilacto Botaniates. El zar Samuel de Bulgaria murió de un ataque al corazón tras ver la escena de su ejército volviendo a casa.

Pidió ser enterrado al lado del campo de entrenamiento de la Tagmata Imperial de caballería, en lugar del suntuoso lugar reservado a los emperadores. Sus coetáneos creían que así podría escuchar a sus ejércitos prepararse para el combate por el Imperio. Especialmente por Sicilia, cuya reconquista frente a los musulmanes se la privaría la propia muerte. En 1204 su tumba fue profanada y saqueada por los cruzados.

Ilustración de Giorgio Albertini para “The Eastern Romans 330-1461 AD”

Texto: Koldo Gondra del Campo





[La Segunda Batalla de Cannas, octubre del año 1018 d.C.]

Cuando el noble normando Osmond Drengot fue exiliado por el rey Ricardo I de Normandía por el asesinato de uno de sus parientes, Osmond y sus 4 hermanos (entre ellos Gilbert Buatère y Ranulfo Drengot) hicieron una peregrinación al santuario de San Miguel, en Monte Sant'Angelo sul Gargano en el Catepanado bizantino de Italia.

En 1016, estos normandos fueron reclutados por el noble lombardo Melus (o Melo) de Bari, quien se había rebelado contra sus señores bizantinos, pero que estaba huyendo de su enemigo. Melus aseguró a los aventureros normandos la facilidad de la victoria y la abundancia de botín y en 1017 los normandos se dirigieron hacia el sur. Se unieron a las fuerzas lombardas bajo Melus en Capua y marcharon hacia Apulia, tratando de atrapar a los romanos orientales por sorpresa. Exitoso en un encuentro anterior en mayo en las orillas del Fortore contra las fuerzas enviadas por el catepán (gobernador militar y civil del Catepanado de Italia, con Bari como capital) León Tornikio Kontoleon, se habían apoderado de todo el territorio entre Fortore y Trani en septiembre y estaban asolando Apulia.

El líder normando ahora era Gilbert Buatère y el nuevo catepán romano, Basilio Boioanes (Βασίλειος Βοϊωάννης), había reunido una fuerza masiva de reserva y un contingente de la famosa Guardia Varega enviada por el emperador Basilio II desde Constantinopla.

Ambos ejércitos se encontraron en el río Ofanto, en el mismo lugar de la derrota romana frente a Aníbal en el año 216 a.C.: Cannas. Esta segunda batalla de Cannae fue desastrosa para los lombardos, que fueron aniquilados. Melus de Bari logró escapar a los Estados Pontificios y finalmente a la corte del Sacro emperador Enrique II. Los normandos perdieron a su líder, Gilbert Buatère, y a la mayoría de su grupo. Solo 10 caballeros normandos sobrevivieron a la batalla. Entre ellos estaba Ranulfo (eventualmente el Conde de Aversa), quien 20 años después ayudó a los romanos orientales contra los musulmanes en Rometta, Sicilia.



[Ilustración - Serie emperadores]

Manuel I Comneno (Μανουήλ Α' Κομνηνός, emperador romano de Oriente, 1143-1180 ) obliga a Reinaldo de Chatillón, príncipe normando de Antioquía, a reconocer su soberanía en el año 1159.

En 1156 Reinaldo acusando a Manuel I de no haberle pagado una cuantiosa suma de dinero, decidió por ello atacar la Chipre bizantina. El Patriarca Latino de Antioquía se negó a sufragar los gastos de la expedición y Reinaldo lo torturó, lo desnudó y empapó sus heridas con miel y lo dejó al raso. Un día después el Patriarca aceptó financiar la expedición a Chipre y Reinaldo devastó la isla, saqueó y mató todo lo que quiso. Tras este inquietante suceso, el emperador Manuel I Comneno emprendió la marcha hacia el principado de Antioquía. Reinaldo optó por humillarse ante la superioridad militar imperial: descalzo y andrajoso, suplicó públicamente el perdón del emperador, postrándose ante él. En 1159 tributó al emperador y se comprometió a aceptar un Patriarca ortodoxo en Antioquía. Cuando Manuel I visitó Antioquía para visitar a Balduino III de Jerusalén, Reinaldo entró en la ciudad conduciendo la brida del caballo de Manuel, expresando así su sumisión al emperador.

Manuel fue un atípico gobernante. Destacó tanto en el campo de batalla como en la mesa de negociación. También fue capaz de discutir con cierta propiedad sobre temas teológicos. Una de sus principales curiosidades es que a pesar del fuerte pensamiento político como soberano universal que poseía hizo amistad con un gobernate rival, Conrado III, emperador del Sacro Imperio. Su gusto por lo occidental tuvo como consecuencia que en Bizancio empezasen a hacerse justas y torneos típicos del medievo en Occidente en los que, además, tomó parte.

Miguel I era sumamente pragmático pero ambicionaba más allá de sus posibilidades reales. Imaginó una invasión de Egipto y quiso derrotar a todos y cada uno de los enemigos del Imperio. Tuvo el honor de ser el último emperador (del que se tenga constancia escrita) que recibió del Senado de Constantinopla el premio del Triunfo romano en 1151 tras derrotar a serbios y húngaros.

Ilustración de Giorgio Albertini para “The Eastern Romans: 330-1461 AD”.
Texto: Koldo Gondra 














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