http://eyewitnesstohistory.com/passage.htm
Pasaje a
América, 1750
A fines del siglo XVII, aproximadamente
200.000 personas habitaban las colonias británicas en América del Norte. El
siglo siguiente vio una explosión de su número con la población duplicándose
cada 25 años. La mayoría de estos nuevos inmigrantes eran escoceses-irlandeses,
alemanes o esclavos africanos. Entre 1700 y el comienzo de la Revolución
Americana, aproximadamente 250.000 africanos, 210.000 europeos y 50.000 convictos[1]
habían llegado a las costas de las colonias.
El pasaje a América era traicionero
desde cualquier punto de vista. Muchos de los inmigrantes eran demasiado pobres
para pagar el viaje y por lo tanto eran contratados por colonos más ricos
-vendiendo sus servicios durante un período de años a cambio del precio del
pasaje-. Apiñados en un pequeño barco de madera, rodando y balanceándose a
merced del mar, los viajeros -hombres, mujeres y niños- soportaban adversidades
inimaginables para nosotros hoy en día. Miseria era la descripción más común de
una travesía que por lo general duraba siete semanas.
"Pocos de estos escapan con
vida".
Gottleb Mittelberger era un maestro de
órgano[2] y
maestro de escuela que dejó uno de los pequeños estados alemanes en mayo de
1750 para dirigirse hacia América. Llegó al puerto de Filadelfia el 10 de
octubre. Representa a los miles de alemanes que se asentaron en Pennsylvania
durante este período. Regresó a su tierra natal en 1754. Su diario fue
publicado en este país en 1898:
"...durante
el viaje hay a bordo de estos barcos terribles desgracias, hedor[3],
vapores, miedo, vómitos, muchas clases de mareos, fiebre, disentería[4],
dolor de cabeza, calor, estreñimiento, forúnculos[5],
escorbuto[6],
cáncer, caries, y otras cosas por el estilo, todo lo cual está causado por los
alimentos y la carne que están pasados y muy salados, también por el agua muy
mala y nauseabunda[7],
así que muchos mueren miserablemente.
Añádase
a esta falta de provisiones el hambre, la sed, las heladas, el calor, la
humedad, las preocupaciones, la escasez, los sufrimientos y los lamentos, junto
con otras molestias, como por ejemplo que los piojos abundan tan
espantosamente, especialmente en los enfermos, que se pueden raspar del cuerpo.
Las desgracias llegan a su clímax[8]
cuando una tempestad ruge durante dos o tres días y noches, de modo que todos
creen que el barco se irá a pique con todos los seres humanos a bordo. En ese
momento la gente llora y reza muy lastimosamente.
Nadie
puede imaginarse los sufrimientos que las mujeres pariendo tienen que soportar
con sus hijos inocentes a bordo de estos barcos. Pocos de estas escapan con
vida; muchas veces una madre es arrojada al agua con su hijo en cuanto está
muerta. Un día, justo cuando teníamos una tempestad fuerte, una mujer en
nuestro barco, que iba a parir y no podía dadas las circunstancias, fue
empujada a través de un ojo de buey[9]
del barco y arrojada al mar, porque ella estaba lejos en la popa del barco y no
podían llevarla a la proa.
Los
niños de uno a siete años rara vez sobreviven a la travesía; y a menudo los
padres se ven obligados a ver a sus hijos sufrir miserablemente y morir de
hambre, sed y enfermedades, y luego verlos arrojados al agua. Presencié tal
miseria en no menos de treinta y dos niños en nuestro barco, todos los cuales
fueron arrojados al mar. Los padres se apenan aún más porque sus hijos no
encuentran un lugar de descanso en la tierra, sino que son devorados por los
monstruos marinos. Es un hecho destacable que los niños que aún no han tenido
sarampión o viruela generalmente los cogen a bordo del barco, y generalmente
mueren a causa de ellos.
Cuando
los barcos han atracado en Filadelfia después de su larga travesía, a nadie se
le permite dejarlos excepto a aquellos que pagan su pasaje o pueden dar una
buena fianza; los demás, que no pueden pagar, deben permanecer a bordo de los
barcos hasta que sean comprados y son liberados de los barcos por sus
compradores. A los enfermos siempre les va peor, pues naturalmente se prefiere
a los sanos y son comprados primero; y así los enfermos y miserables a menudo
deben permanecer a bordo frente a la ciudad durante dos o tres semanas, y con
frecuencia mueren, mientras que si uno pudiera pagar su deuda y se le
permitiera abandonar el barco de inmediato, podría recuperarse y seguir vivo.
La
venta de seres humanos en el mercado a bordo del barco se lleva a cabo de la
siguiente manera: todos los días vienen ingleses, holandeses y alemanes
meridionales[10]
desde la ciudad de Filadelfia y otros lugares, en parte desde una gran
distancia, digamos veinte, treinta o cuarenta horas de viaje, y suben a bordo
del barco recién llegado que ha traído y ofrece a la venta pasajeros de Europa,
y eligen entre las personas sanas a las que consideran adecuadas para su
negocio, y negocian con ellas cuánto tiempo durará su servicio a cambio del
dinero del pasaje, que todavía deben la mayoría de ellos. Cuando han llegado a
un acuerdo, sucede que los adultos se obligan por escrito a servir tres,
cuatro, cinco o seis años por la cantidad adeudada por ellos, según su edad y
fuerza. Pero los muy jóvenes, de los diez a los quince años, deben servir hasta
los veintiún años.
Muchos
padres deben vender y cambiar a sus hijos como si fueran cabezas de ganado,
porque si sus hijos toman la deuda sobre ellos, los padres pueden dejar el
barco libres y sin restricciones; pero como los padres a menudo no saben a
dónde ni a qué gente van sus hijos, sucede a menudo que tales padres e hijos,
después de abandonar el barco, no se vuelven a ver durante muchos años, quizás
para el resto de sus vidas.
A
menudo ocurre que familias enteras, marido, mujer e hijos, son separados al ser
vendidos a diferentes compradores, especialmente cuando no han pagado nada del
dinero del pasaje.
Cuando
el marido o la mujer han muerto en el mar, cuando el barco ha hecho más de la
mitad de su viaje, el sobreviviente debe pagar o servir no sólo por sí mismo,
sino también por el difunto. Cuando ambos padres han muerto por la mitad del
mar, sus hijos, especialmente cuando son jóvenes y no tienen nada para empeñar
o pagar, deben hacerse cargo de su pasaje y el de sus padres, y servir hasta
que tengan veintiún años. Cuando uno ha servido el tiempo acordado, él o ella
tiene derecho a ropas nuevas al irse; y si así ha sido estipulado, un hombre
recibe además un caballo, una mujer, una vaca".
[1] Un convicto es un
delincuente condenado. En el siglo XVIII, en el Reino Unido, los delitos
menores se castigaban con la pena de prisión y, para ahorrarse los gastos del
encarcelamiento, el gobierno británico enviaba a los delincuentes convictos a
América a trabajar. Tras la independencia de las Trece Colonias los convictos
británicos se enviaron a la isla de Australia.
[2] En el siglo XVIII
un maestro de órgano tocaba y cuidaba ese instrumento, que estaba presente en
casi todas las iglesias europeas. Ese oficio estaba mejor pagado que el de
maestro de escuela.
[3] El hedor es un
olor desagradable.
[4] La disentería es una inflamación del
intestino que produce mucha diarrea acompañada de sangre. La persona que lo
sufre puede morir por deshidratación.
[5] Un forúnculo es un
grano lleno de pus.
[6] El escorbuto es
una enfermedad provocada por la falta de vitamina C cuyo principal síntoma es
que sangran las encías y se caen los dientes.
[7] Nauseabundo es un
sinónimo de apestoso. Provoca náuseas.
[8] Punto más alto o
momento más importante de un proceso.
[9] Un ojo de buey es
una ventana circular propia de los barcos.
[10] Los alemanes meridionales son los del sur de su país. El adjetivo para el norte es septentrional, para el sur meridional, para el este oriental y para el oeste occidental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario