martes, 28 de junio de 2022

La vulgaridad como norma de conducta

 

La vulgaridad como norma de conducta

Rosa Elvira Caamaño Fernández

 

25 de julio de 2019

 

Hace años que no dejan de sorprenderme, en países que visito habitualmente: Italia, Francia o Inglaterra, frases cuando se dirigen a mí como “Usted es imposible que sea española porque tiene clase”, “usted es una señora a pesar de ser española”, y cuando defiendo nuestro país y nuestra cultura “Usted sabe bien lo que tienen allí” o “entre los árabes aún hay de todo, entre los españoles no”, en el sentido de que no tenemos nada bueno. Los cual atribuía a cierto resentimiento por nuestro pasado imperial. Sin embargo, últimamente, he adquirido la costumbre de ver un rato la televisión después de la siesta; a esta hora, sobre las cinco de la tarde, la programación suele consistir en producciones nacionales, series policíacas norteamericanas, algún documental ya emitido y telenovelas turcas.

De entre todo, al cambiar de canal, salen a la vista unos guapos muchachotes turcos, que además son buenos actores de amplios registros, elegantes, con clase, buenos modales, al igual que las actrices, todos bien vestidos, peinados y maquillados a la moda. Las acciones se desarrollan en ambientes bonitos, agradables, tranquilos, con buena música de fondo, la ciudad de Estambul preciosa, rodeada de bosques, amplias zonas verdes, entre el Bósforo y el armonioso vuelo de las gaviotas.

De las series americanas, aunque los actores desempeñan bien su papel, son guapos, con buenas maneras, se desenvuelven en sofisticados decorados y amplias panorámicas, con muy buena fotografía, destaca la exagerada exaltación de la violencia, en donde las víctimas preferidas, de los más sanguinarios sádicos asesinos, somos las mujeres, a las que se nos elimina de las formas más horribles y, constituyen, además, unas lecciones muy didácticas, bien descritas y gratuitas para todo tipo de maníacos, cuya imaginación no iba más allá de la brutalidad elemental.

Pero es en las producciones nacionales en las que, efectivamente, los españoles salimos muy mal parados. Aparte de la calidad ínfima de los guiones, da la impresión de que eligen a los actores más feos, mal hablados, con malos modales, ello sin mencionar sus cualidades interpretativas que se reducen a gestos exagerados, gritos, expresiones soeces y tacos. Tampoco las españolas quedamos bien vistas, porque a lo anteriormente escrito, se une el abalanzarse a cualquier cosa que se asemeje a un hombre, aunque sea del Neanderthal. Incluso llegan a pelearse por atribuirse romances e hijos con individuos, cuyo único mérito es una dudosa fama, y pondrían los pelos de punta a cualquier mujer, digamos, normal. Lo mismo ocurre con la homosexualidad masculina reducida a caricatura. Todo ello salpimentado con chascarrillos de taberna, en ambientes barriobajeros y marginales.

Podría decirse, que los programas nacionales, exageran como nota dominante la vulgaridad, convirtiendo a los personajes en fantoches. El fin de la existencia es vivir la vida, reducida a la satisfacción inmediata de sensaciones corporales y materiales. Porque otro de los mensajes es el de la obtención de riquezas, no por medio del trabajo sino de la picaresca.

Esto podría considerarse el resultado de una democracia mal entendida, que rasa por abajo, imponiendo desde todos los ámbitos la grosería y el mal gusto, o sea la decadencia de las costumbres. El impulso de las élites cultivadas, que es lo que mueve un país, desapareció. Ya no se lee a los grandes autores, la lectura, que forma el pensamiento, ha sido sustituida por la televisión como medio educativo de masas.

Ello unido al catastrofismo y la violencia del resto de la programación, no sólo pone ante el espectador español muy malos ejemplos, sino que al poder verse en cualquier país degrada la imagen de España y el concepto que de nosotros se tiene.

La influencia de los medios en la calle, también es fácil de ver en la forma de expresarse que tiene la gente, incluso los niños pequeños repiten frases mal sonantes.

Ante estas breves consideraciones ¿No sería conveniente apostar por una televisión más educativa y acorde con la realidad, que es la de una sociedad seria y trabajadora que lucha por salir adelante, y mostrar a los españoles con nuestra famosa gallardía y nobleza velazqueñas?

Y para concluir un elegante mensaje que acabo de recibir, digno del más puro Amor Cortés, del que bien podrían tomar nota los guionistas de TVE : “Saró io come un antico crociato presto a partire per il Sepolcro Santo, soltanto per baciarti la mano”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario