El texto está basado en John Aberth, From the Brink of the Apocalypse, y una ilustración de la Chronica Aegidii
Li Muisis, abbatis XVIIi Sancti-Martini Tornacensis. Ex autographis.
Se sabe que el siglo XIV en sus dos
últimos tercios fue una de las etapas más oscuras de la Edad Media. La Peste
Negra, la Guerra de los Cien Años, la llamada Pequeña Edad del Hielo, las
revueltas campesinas… aquel corto periodo de tiempo es la principal razón de
que los diez siglos de la Edad Media sean vistos como una etapa oscura y
terrible de la Historia.
Fue en aquellos años de miedo y
desesperación, cuando la Peste Negra estaba empezando a matar millares, que
comenzaron a extenderse por Europa algunos movimientos de flagelantes. Procesiones
de personas que se azotaban a sí mismas para expiar sus pecados, esperando
combatir así la Peste. El primer ejemplo de flagelantes, de hecho, es muy
anterior y ocurrió en la Italia central a mediados del siglo XIII, a causa de
un año de hambruna. Mientras que el movimiento fue alabado por la Iglesia
cuando comenzó, más tarde fue visto con sospecha y a veces aun condenado como
herético. Aunque las procesiones comenzaron con independencia de cualquier
clase de control eclesiástico, estaban lejos de ser demostraciones espontáneas,
fanáticas o histéricas. De hecho, el movimiento de los flagelantes estaba bien
organizado, y así sus procesiones, que seguían rituales precisos – hasta los
azotes seguían reglas estrictas: a un flagelante no le estaba permitido matarse
o dañarse en exceso con los golpes. Generalmente los flagelantes marchaban en
parejas, a veces azotándose a sí mismos, otras veces cantando himnos, etcétera,
en procesiones que duraban 33 días y medio (un día por cada año de la vida de
Cristo). Lo que no estaba organizado era el entusiasmo mostrado ante las
procesiones por multitudes de gente, como ocurrió cuando los flagelantes
marcharon a través de Tournai/Doornik en 1349, un episodio documentado en la
flamenca Chronica Aegidii Li Muisis.
Aquí puede verse aquel episodio, con los
flagelantes, basados en una ilustración de la Chronica, marchando hacia la
catedral de Notre Dame, pasando cerca del campanario de Tournai. Los látigos
estaban hechos con un palo de madera y tres cadenas; en el extremo de cada una
había una pieza de hierro afilada con forma de X que, debido a su forma, a
veces era difícil de extraer de una herida abierta. Todos los flagelantes están
usando largas faldas blancas y sombreros y capuchas negras, siendo sus vestidos
normales guardados por sirvientes fieles
Para un ejemplo de los flagelantes, no del
todo riguroso pero sí bastante bueno y visualmente poderoso, no puede perderse
esta secuencia de El séptimo sello, la película de Ingmar Bergman https://www.youtube.com/watch?v=YpZsPzBPlEw.
https://books.google.es/books?id=4xyp-SscNBkC&pg=PR13&source=gbs_selected_pages&cad=3#v=onepage&q&f=false
http://www.eyewitnesstohistory.com/flagellants.htm
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