LOS ESPAÑOLES SOMOS MÁS BAJOS POR CULPA DE LA GUERRA CIVIL Y LA AUTARQUÍA DE FRANCO
David
Barreira, 19 de febrero de 2024
La Guerra Civil fue
un desastre mayúsculo para la población española, a excepción de un puñado de
privilegiados del bando vencedor. En el plano humanitario, el volumen global de
pérdidas humanas se sitúa, según las últimas investigaciones, entre un mínimo
de 651.000 y un máximo de 735.000 muertos en todas sus categorías
—combates, bombardeos, represión en la retaguardia, hambrunas o enfermedades—,
lo que representa entre el 2,63% y el 2,97% de los habitantes registrados en
1936. A ello cabría sumar un desplome de la tasa de natalidad —se calcula que
durante el trienio bélico hubo alrededor de medio millón de niños "no
nacidos"— y el incremento espectacular en el número de exiliados. En el
plano económico, es probable que el PIB nacional se desplomara un 20% entre 1935 y
1940.
Durante
los años de guerra y la inmediata posguerra, la mayoría de la población
experimentó un fuerte retroceso de sus condiciones de vida y de bienestar. Así
lo relató una niña madrileña: "Todo el día soñaba con la comida. Mi madre perdió 40
kilos y mi abuelo murió de desnutrición. Hablábamos siempre de lo que nos
gustaría comer, si pudiéramos. Mi hermana y yo con las amigas jugábamos a
recordar cómo era un buen cocido, cómo tomar unos huevos". El sistema de
racionamiento implantado por el régimen franquista perduró
hasta 1952. El empeoramiento de las condiciones de trabajo y la disminución de
los salarios contribuyeron también a acentuar la miseria.
Las
profundas secuelas nutricionales provocadas por la contienda y la autarquía se
pueden extraer asimismo de indicadores antropométricos como la altura o el tamaño del tórax de
las personas que vivieron y crecieron en esta época. En ello se centra un
revelador estudio publicado por Javier Puche y Francisco J. Marco-Gracia, investigadores del
Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Zaragoza y del Instituto
Agroalimentario de Aragón, en la revista científica Biodemography and Social Biology.
La fuente principal
del trabajo, que se centra en el caso concreto de la Comunidad Valenciana, son
los expedientes de reclutamiento militar de 128.957 quintos alistados entre los reemplazos militares de 1910 y 1975 (cohortes
nacidas entre 1890 y 1955) de nueve municipios de la región. Las
principales conclusiones muestran que el porcentaje de reclutas cortos de talla
—aquellos que medían 1,55 metros o menos, la altura mínima exigida desde 1870 para entrar en el Ejército—
aumentó entre las levas de 1937 y 1942 (del 3,4% al 5,1% respectivamente) y que
entre los nuevos soldados de 1937 y 1943 el perímetro torácico medio cayó 2,1
centímetros.
"Creo que la
mayor aportación de esta investigación es la demostración de que todos los
indicadores de bienestar biológico a los que tenemos acceso (estatura,
incluyendo el número de sujetos cortos de talla, perímetro torácico y,
ocasionalmente, peso, y con ello el índice de masa corporal) muestran que el shock de la Guerra
Civil tuvo un impacto tan negativo en el bienestar biológico de
los individuos que costó alrededor de dos décadas volver a la tendencia positiva que
se venía desarrollando desde mediados del siglo XIX", explica Marco-Gracia
a este periódico.
Los datos
recabados por los investigadores indican que para los nacidos entre 1920 y 1925
(reemplazos de 1941 y 1946) se incrementaron las posibilidades de ser corto de talla entre
un 13-15% y un 22% respectivamente. Es decir, los jóvenes nacidos a principios
de la década de los veinte fueron por lo tanto los más afectados por la caída
del bienestar biológico como consecuencia de la Guerra Civil. En cuanto al
tamaño del tórax, el caso de la Comunidad Valenciana desvela que el
perímetro medio de los mozos para los reemplazos militares de 1937 a 1942
disminuyó en 2,5 centímetros. Los más afectados fueron los que provenían de las
clases sociales más bajas.
Aunque los
historiadores han demostrado que la contienda obligó en ambos bandos a reclutar
jóvenes que no tenían edad para ir al frente —ahí está el famoso caso de la Quinta
del Biberón—, Puche y Marco-Gracia han estandarizado las
alturas para compensar la diferencia que habría entre el momento del tallado y la edad reglamentaria de 21 años.
"Además, debemos tener en cuenta que seguimos observando el efecto en las
siguientes cohortes. Es decir, las que sufrieron la Guerra Civil y las
privaciones posteriores, sin haber llegado a ir al frente por ser niños",
detalla el profesor de la Universidad de Zaragoza.
Recuperación más lenta
Estudios
previos han desvelado que las zonas con menores niveles de vida antes de la
Guerra Civil, como Extremadura, las dos Castillas o Aragón, todavía vieron más
condicionados sus niveles de bienestar biológico. Además, las ciudades que
dependían del campo para proveerse de alimentos se vieron más afectadas que el
medio rural, donde había más márgenes para incrementar la ingesta. El
nuevo trabajo también parece reflejar que las zonas costeras se vieron menos afectadas que las del interior,
posiblemente por el acceso directo a la proteína del pescado, un componente muy
beneficioso en la dieta.
¿Todos los
españoles se vieron afectados por la autarquía y crecieron menos?
"Posiblemente todos no, dado que las élites tenían capacidad económica
para acceder al mercado negro y asegurarse una dieta mejor. Igual que aquellos
propietarios que pudiesen autoabastecerse lo suficiente para no sufrir
privaciones", responde Marco-Gracia. "Pero la gran mayoría de los
jóvenes sí que sufrieron el efecto del conflicto y
la autarquía dado que los alimentos básicos estaban limitados y racionados por
el Estado. Si la ingesta de calorías fue inferior a la de las generaciones
previas, eso conlleva un empeoramiento de los niveles de vida biológicos que no solo afectó a los hombres
jóvenes, pero únicamente disponemos de tallado para
ellos".
La guerra moderna
inauguró un escenario de consecuencias dramáticas para el conjunto de la
población, pero el caso español, según Francisco J. Marco-Gracia, esconde una
peculiaridad: "Mientras en Europa, tras las dos Guerras Mundiales (y
muy especialmente, tras la Segunda) vemos una recuperación más rápida con
mercados que comienzan a funcionar correctamente pasado un tiempo, en España la autarquía arrastró el problema
durante más tiempo, afectando a más generaciones".
El
investigador subraya que a pesar de tratarse de un estudio de caso, su trabajo
demuestra cómo los conflictos bélicos modernos han tenido un impacto
permanente en el cuerpo de los jóvenes que la sufrieron, incluso aunque no
participasen directamente —es decir, la Guerra Civil española produjo
una generación de hombres en peores condiciones de bienestar biológico que sus
antecesores—, y refleja que, en el caso español, la autarquía, que llevó
aparejada una hambruna, todavía estiró más las privaciones y deficiencias de
los años de conflicto.
"En
conjunto, creo que este tipo de estudios (y este es uno de los pioneros en usar
indicadores antropométricos más allá de la altura) nos permiten poner el foco
de la Guerra Civil y de la autarquía en las personas corrientes y cómo lo
sufrieron, sacándolo de la visión centrada en los bandos ideológicos",
resumen. "Da igual
la ideología de las familias, si no pertenecían a la élite, es
muy posible que sufrieran privaciones alimenticias (respecto a lo que habían
vivido anteriormente) durante las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta
del siglo XX".
Otros estudios
Antes de este estudio, Francisco J. Marco-Gracia publicó
otro junto Marga López, de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde
demostraban que en el Aragón rural a comienzos del siglo XX los individuos
vinculados a partidos de izquierdas eran más bajos en promedio que los de derechas,
lo que estaría vinculado a proceder de las familias más pobres/ricas dentro del
subgrupo socioeconómico.
Ahora se encuentra inmerso en otra investigación que
analiza que la desigualdad social ante la mortalidad adulta (viven más los
de clase más alta) ha existido durante los últimos 500 en España. "Esto
contradice lo que encuentran los nórdicos, donde la desigualdad solo aparece a
finales del siglo XIX y las diferencias se ensanchan cada vez más hasta el día
de hoy, pero es coherente con todos los estudios para el sur de Europa
publicados hasta la fecha", resume. Gracias al apoyo económico de la
Fundación Ramón Areces están construyendo una gran base de datos para
ampliar el estudio.
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