Trump también destroza el
mercado laboral estadounidense
El
motor laboral estadounidense, durante años la envidia del mundo desarrollado,
empieza a dar señales de griparse. En agosto, la economía apenas generó 22.000 empleos, el cuarto
informe débil consecutivo. Peor aún, las revisiones mostraron que en junio el
país perdió 13.000 puestos de
trabajo, el primer retroceso neto desde diciembre de 2020. La
tasa de desempleo subió al 4’3%,
su nivel más alto en cuatro años.
Lo
que parece un mal mes es, en realidad, un síntoma más profundo: el modelo económico de Donald Trump está chocando
contra sus propias contradicciones. Sus políticas de tipos de
interés elevados, combinadas con aranceles expansivos y un endurecimiento
migratorio sin precedentes, han creado una tormenta perfecta para las empresas,
que ahora dudan en contratar e incluso empiezan a recortar.
Industria en caída libre
El
golpe más visible está en la industria, sector que el presidente prometió
resucitar con aranceles protectores y generosas subvenciones. Este año, las fábricas
han destruido 78.000
empleos, contradiciendo la retórica trumpista de un
renacimiento industrial. En la práctica, los aranceles han encarecido insumos y
desatado represalias comerciales, mientras que la fortaleza del dólar encarece
las exportaciones. El resultado es una industria menos competitiva y con menor
capacidad de absorber mano de obra.
Política monetaria, el chivo expiatorio
Ante
los malos datos, Trump ha intensificado sus ataques contra el presidente de la
Reserva Federal, a quien apoda “Jerome “Too late” Powell”. La narrativa presidencial es clara: la Fed se equivoca al no recortar
tipos de forma agresiva. Pero la realidad es más compleja. Hasta hace unas
semanas, Powell temía que la rebaja de tipos alimentara la inflación derivada
de los aranceles. Ahora, con un mercado laboral que se deteriora, el riesgo se
ha invertido: la prioridad es sostener el empleo.
Los
mercados descuentan que en septiembre habrá un recorte significativo de tipos. No obstante, la pregunta crucial es si un alivio monetario será
suficiente para contrarrestar el doble lastre de la guerra comercial y el
cierre de las compuertas migratorias, que han reducido tanto la demanda como la
oferta de trabajadores.
Factor inmigración
En
teoría, menos inmigrantes debería significar más oportunidades para los
trabajadores nativos. En la práctica, la política de Trump ha generado
rigideces en sectores que dependían de mano de obra extranjera (agricultura,
construcción, hostelería) y ha elevado los costes laborales sin traducirse
en mayor contratación.
El resultado es un mercado laboral más
estrecho y desequilibrado, incapaz de absorber choques externos.
La política de los
números
Más allá de la economía, el empleo es
terreno de alto voltaje político. El presidente despidió recientemente a la
jefa de la Oficina
de Estadísticas Laborales (BLS), después de que publicara datos
poco favorables. La decisión, junto con los recortes presupuestarios en la
agencia, ha sembrado dudas sobre la independencia
estadística del país. Trump insiste en que los “verdaderos
números” se verán dentro de un año, cuando promete un auge sin precedentes.
Pero la fe en estadísticas maquilladas rara vez calma a los mercados o a los
votantes.
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