viernes, 28 de noviembre de 2014

jueves, 27 de noviembre de 2014

Economía

Bolsa de Madrid
https://www.youtube.com/watch?v=Kxb-HTFmxrM


Ley de la oferta y la demanda
https://www.youtube.com/watch?v=tvTRYBddaD4

https://www.youtube.com/watch?v=WRmnj4T6h5w


Monopolio
https://www.youtube.com/watch?v=HmInwxO_S78


CIUDADANÍA

El cuerpo de las mujeres
https://www.youtube.com/watch?v=1teAJZE1ark

Las unificaciones de Alemania e Italia




























    This is a well known caricature from the early 19th century depicting the absurdities of the tariff situation in the German Confederation prior the establishment of the Zollverein. 

    The merchant is argueing with the Lippean customs officer: "You see, officer, that I have nothing to declare, since what's in the back of the cart has not yet crossed the Lippean border, in the middle there's nothing and what's in the front is already beyond the Lippean border once again."











miércoles, 26 de noviembre de 2014

martes, 25 de noviembre de 2014

Los verdugos del franquismo en Galicia, La verdad de la Causa General





Los verdugos del franquismo en Galicia

 

Henrique Mariño, 14 de septiembre de 2017

 

Violaron a la mujer y la pasearon junto a su marido. Una vez asesinada, le cortaron los pechos. Uno de los verdugos, brazo ejecutor de la represión franquista, se los llevó a su casa. Cuando entró por la puerta, se los esgrimió a su esposa y le dijo: “Estas sí que son tetas y no las tuyas…”.

Leandro del Río Naveira, en el libro inédito Memorias dun fillo paseado, cita el nombre de aquella “mala persona, bruta y sin escrúpulos” que “tomó parte en el asesinato de mi padre, pues pertenecía al equipo de sanguinarios asesinos de Órdenes”. Manuel del Río Mandayo, primer secretario general del PSOE de Ordes, ayuntamiento y cabecera de comarca entre A Coruña y Santiago que vivía de la agricultura y la ganadería, fue paseado en octubre de 1936.

Su cadáver halló sepultura en el cementerio compostelano de Boisaca, donde cuatro meses después serían enterrados los cuerpos de once paisanos fusilados tras ser condenados a muerte en un consejo de guerra. Además de Mandayo, también serían carne de cuneta otras siete personas, lo que proporcionalmente convertiría a Ordes en el pueblo de Galicia con mayor número de paseados. Una veintena de muertos en una localidad que no llegaba entonces a los dos mil habitantes.
¿Por qué tantas víctimas en una tierra donde no hubo guerra? “La represión en Ordes se debe a la fuerte actividad y al trabajo de los partidos, sindicatos, agraristas y frentepopulistas que lucharon por los valores de la Segunda República”, explica el historiador Manuel Pazos. “A partir del 14 de abril de 1931, cuando se proclamó la Segunda República, las formaciones de izquierda se organizaron contra el caciquismo y llegó a haber delegaciones de todos los partidos, desde comunistas hasta anarquistas”.

Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones generales de 1936, “el gobierno municipal cambió de bando y comenzaron las depuraciones políticas contra el caciquismo”, añade Pazos, investigador de la represión en la comarca coruñesa y uno de los autores de Os nomes do terror (Sermos Galiza), el primero libro que revela los nombres de los verdugos de la represión franquista en la comunidad gallega.
A esa significada actividad política progresista se unió la resistencia que opusieron los republicanos ordenses al golpe militar fascista. Entre el 19 y el 24 de julio, colocaron explosivos en un puente, cavaron trincheras, armaron a la población y defendieron el pueblo con escopetas. El Comité del Frente Popular creía que las tropas rebeldes llegarían desde Santiago y protegieron la carretera de entrada a la localidad, aunque finalmente los soldados tomaron la ciudad desde A Coruña, plaza que había tardado más en sumarse a la sublevación militar, lo que despistó a los defensores.
“A más organización y resistencia, más represión. Y ésta fue brutal, durísima y proporcional a la oposición que habían mostrado”, afirma Pazos, cuyo capítulo se titula Atila en Ordes e incluye una lista de victimarios. “Si no se organizara tal resistencia en los días posteriores al golpe, quizás no hubiera habido tanta represión. Además, en otras villas la Guardia Civil la controló de alguna manera, pero aquí se encerró en el cuartel y se cruzó de brazos, mientras los falangistas y matones campaban a sus anchas. Hubo muchos civiles implicados porque tuvieron las manos libres para hacer lo que quisieron”.

Armados con dinamita, por aquí pasaron los mineros de Lousame, quienes habían partido de Noia para recorrer después Santiago, Ordes y A Coruña con el objetivo de frenar a los militares golpistas. A ellos se sumaron milicianos del pueblo y frentepopulistas de Compostela, quienes también se desplazaron en camiones hasta la capital provincial, aunque tuvieron que recular cuando vieron que estaba tomada. “Muchos ordenses regresaron a sus casas y otros se escondieron por temor a represalias. El régimen fascista tenía objetivos a los que liquidar para que escarmentasen, porque en Ordes hubo una revolución”.

Amparados por la Guardia Civil, falangistas y matones comenzaron entonces la persecución de izquierdistas y demócratas, sucediéndose las torturas y los asesinatos. Veinte republicanos fueron detenidos y once fusilados tras un juicio militar. “En ningún otro pueblo gallego sucedió nada igual”, se sorprende Pazos.

En realidad, hubo doce condenados, pero el médico Francisco Comesaña se salvó porque había nacido en Cienfuegos y poseía la nacionalidad cubana. Presidente de las Juventudes Socialistas Unificadas, tras penar en diversas cárceles, en 1943 obtuvo la libertad condicional y una década más tarde se exilió en Cuba. Su historia de amor con Choncha Concheiro inspiró a Manuel Rivas para escribir la novela El lápiz del carpintero, llevada al cine por Antón Reixa.

 

Si hubo víctimas, tuvo que haber verdugos

El autor de Atila en Ordes clasifica a los verdugos en función de su profesión e ideología. Había militares, curas, falangistas, políticos y matones, definidos por Pazos en el texto como “persoas violentas y paramilitares (fascistas de ocasión) que aprovecharon la impunidad para cometer atrocidades que censuraban los vecinos”.

Había un teniente coronel ferrolano que ejercía de alcalde y “permaneció pasivo ante los actos violentos”, según los ancianos del pueblo.

Había un jefe de Falange que se hacía llamar el Veintiocho porque presumía de haber matado a ese número de personas.

Había un guardia civil “que se dedicó a hacer paseos junto a los falangistas”, según testigos. “Un criminal, un terrorista, una bestia”. También el redactor del informe sobre la resistencia en la comarca que motivó que once vecinos fueran condenados a la pena capital.

Había un cura apodado el Cerdo Cebado que, no contento con esas muertes, sermoneaba en la misa de doce que había que “exterminar” a “los retoños hijos de rojos menores de dos años”. Lo escribe Naveira en sus memorias, donde señala que “entre esos menores nos encontrábamos mi hermano y yo”. Un cura “muy bruto”, “gritón” y “mala persona”, según los testigos citados por Pazos, quien matiza que “no paseó a nadie, pero cogió la escopeta desde el púlpito”. O sea, creó “un ambiente hostil” contra los miembros del Frente Popular sometidos a juicio militar: “Fue el responsable total de estas muertes”, acusa Naveira, quien lo califica como un sacerdote “sin conciencia, ni escrúpulos, ni sentimientos humanos”.

Había falangistas y matones que, además de los paseos, les rapaban el pelo a las mujeres que simpatizaban con la República y las obligaban a desfilar por el centro del pueblo a mediodía, para humillarlas ante la mayor gente posible. Lo cuenta el abogado y escritor ordense Manuel Astray Rivas en el libro Síndrome del 36: la IV Agrupación del Ejército Guerrillero de Galicia (Ediciós do Castro): “De trecho en trecho, los esbirros armados con fusiles cargados les hacían detenerse, a culatazos, para que gritaran ¡Viva Franco! y ¡Arriba España!".

"La represión fue planificada, no hubo improvisación"

El historiador Xosé Ramón Ermida es uno de los coordinadores de Os nomes do terror, un libro que saca a la luz los nombres de los verdugos de la represión franquista en Galicia. Las fuentes que han proporcionado las identidades son los testimonios directos de víctimas, testigos y represores, así como los documentos de los consejos de guerra franquistas. Ermida también es el autor del capítulo Para nós matar é unha honra, donde narra los desmanes de las escuadras negras de Falange en el interior de la provincia de Lugo.

Este estudio de los represores en Galicia rompe con un tabú: hablar de las víctimas, pero no revelar las identidades de los verdugos.

Es el primer trabajo de conjunto sobre la realidad de los represores en Galicia desde una perspectiva territorial y sectorial. La vocación del libro es abrir un debate para que, a partir de este estudio, salgan más trabajos similares.

¿Se han ahorrado nombres o hipótesis por temor a una denuncia?

Es una cuestión delicada. No por el conflicto que pueda generar, sino por atribuirles a personas hechos de especial gravedad, por lo que los autores han actuado de manera rigurosa. Todos los nombres están perfectamente documentados y, en el caso de dudas o versiones no suficientemente acreditadas, se ha ahorrado el nombre del verdugo.

¿Siguen los represores formando parte de las élites actuales?

Por supuesto. Los herederos y descendientes de las personas que jugaron un papel importante en la represión judicial, militar y política siguieron ocupando posiciones muy importantes tras el 79. Y lo mismo sucede en el plano económico: basta recordar las fortunas de guerra.

Ustedes descubren y prueban quiénes fueron los autores e instigadores de los asesinatos, una labor que debería haber correspondido a las autoridades, ¿no?

El problema no es que los poderes públicos no se interesasen por esto, sino que hicieron todo lo posible para que no se conociese. El historiador Dionisio Pereira, uno de los cuatro coordinadores del libro, fue procesado en 2007 tras una denuncia de los familiares del exalcalde franquista y jefe de Falange de Cercedo, Manuel Gutiérrez. Nada nuevo, porque treinta años antes, en 1978, la revista Interviú fue secuestrada por publicar un reportaje de investigación en el que se vinculaba a la familia Rosón con la represión en Galicia.

El artículo [titulado Los Rosón, el azote de Galicia] apuntaba a Antonio, presidente del Xunta preautonómica y hermano del ministro del Interior Juan José Rosón. La denuncia a Pereira [que sería absuelto] y el secuestro de Interviú son dos ejemplos de que el poder siempre ha evitado que se mostrase la otra cara de la represión: los verdugos.

Pero ha habido más causas para que campase el silencio más allá de la coerción desde el poder. Usted mismo ha comentado que el PCE ayudó a perpetuarlo tras sumarse a la política de reconciliación.

Sí, el poder intentó minar las investigaciones para meter miedo, caso de Dionisio e Interviú, pero hay más cuestiones clave que impidieron que un libro como éste no se publicase antes. Por una parte, la Transición se sustentó sobre un pacto entre los herederos políticos de los vencedores y una parte de los herederos de las víctimas. Por otra, la estrategia de reconciliación nacional retiró de la agenda política el debate de la memoria y, por extensión, de los verdugos. Eso también provocó que los intelectuales e investigadores académicos también lo hiciesen.

Ese silencio es curioso, porque en los años posteriores a la guerra civil la prensa en el exilio, desde A Nosa Terra hasta Mundo Obrero, sí publicaba nombres de represores. Y cuando vuelven a retomarse los estudios, ya en los años ochenta, sus autores son ajenos al mundo universitario.

Entre los represores había representantes de todas las facciones políticas, pero también individuos violentos sin carga ideológica que se sumaron a las milicias por diversas causas, ¿no?

Las milicias paramilitares que colaboran en la represión estaban conformadas por personas de partidos derechistas. Por ejemplo, los miembros de la Guardia Cívica de Pontevedra procedían ideológicamente de Renovación Española, Partido Agrario Español, Acción Popular y Partido Radical.

La Guardia Cívica de Pontevedra fue creada y dirigida por la Guardia Civil para que la apoyase en la represión y, entre otras actividades, para que persiguiese a los huidos, como cuenta Xosé Álvarez Castro en el capítulo Morte, tortura e corrupción. Un grupo reducido también daba palizas, paseaba a republicanos y amenazaba a familiares con gasolina.

Sus miembros procedían de varios partidos derechistas y, como puede apreciarse en la foto, en ella está retratada la burguesía de Pontevedra. Aunque, lejos del alcance del objetivo de la cámara, claro que había brazos ejecutores. Hay que recordar que, al igual que los cívicos, los Caballeros de Santiago y los de Coruña dejaron un recuerdo sangriento.

Pero volviendo a la pregunta anterior, el relato de los descontrolados tiene escaso margen de realidad. La represión fue un proceso perfectamente planificado por los militares donde no hubo improvisación. Eso se aprecia en las sacas de las cárceles, pues es necesaria una autoridad para firmar las salidas.

El libro también aborda la represión en la comarca del Morrazo, donde la Guardia Civil era la principal organizadora de las detenciones y mantenía una buena relación con las milicias y los falangistas, como señala en su investigación Dionisio Pereira.

En la represión hubo la connivencia de Falange, Guardia Civil, la patronal conservera y el clero. Basta recordar que el cura de Cangas facilitó la lista entera de los obreros que habían construido la casa del pueblo. Además, los falangistas de Cangas fueron terroríficos, como bien saben los republicanos de Sanxenxo, O Grove, Portonovo o Arcade. Fondeaban a las víctimas en las rías, por lo que los vuelos de la muerte durante la Operación Cóndor en Argentina no supusieron ninguna novedad: ya se había experimentado aquí.

Epílogo del horror

Había en Ordes un verdugo que se dedicaba a cobrar impuestos por las ferias. Una “mala persona, bruta y sin escrúpulos” que le cortó los pechos a una republicana después de matarla. El brazo ejecutor de un régimen que vestía la ropa de sus víctimas. Cuando dos hermanos huérfanos vieron que llevaba la zamarra y el calzado de su padre, decidieron tomarse la justicia por su mano. Un sábado cualquiera, lo siguieron hasta la feria de Mesón do Vento y allí evitaron que siguiese violando y asesinando con total impunidad. Su nombre, al igual que todos los que se han omitido en este texto, figura en Os nomes do terror.

Nuestra condena

NUESTRA CONDENA

 

Félix de Azúa, 2 de marzo de 2024, theobjective.com

 

Es tan acuciante lo que sucede todos los días en este país, es tan violento y va tan acelerado, que resulta cada vez más difícil recordar. Por ejemplo, recordar quiénes somos y de quién se habla cuando decimos «los españoles». ¿Quiénes son esos individuos?

Hemos olvidado, por ejemplo, que nuestras tres más insistentes locuras, desvaríos, neurosis, vicios o inconvenientes, como quieras llamarlos, son el robo, el chovinismo y la arrogancia. Así nos vieron los visitantes extranjeros, ingleses, franceses, alemanes, durante siglos. Todos coincidían en que lo peor de España eran las posadas y la gente guapa, o sea, feroz. Hay que leer una y otra vez aquel librito de Ferlosio titulado Guapo y sus isótopos.

El chulo español, antiguamente llamado «guapo», era un tipo capaz de morir antes de reconocer sus errores, su escasez, su estupidez. Aquella frase de una ministra de Sánchez: «Antes rota que doblá» es un lema perfecto para la guapura española. Esa fragilidad de espíritu que pone de manifiesto una actitud tan infantil, es signo de orgullo para el chulángano y la chulapa. Nunca darse por vencido, aunque sea a costa de machacar a los inocentes. Lo decía un personaje zafio, pero muy valorado: en España resistir es vencer, decía.

Solemos caer en las garras de estos prepotentes porque nos amparamos en el modelo. Sobre todo, algunas mujeres que se sienten más seguras en compañía de los chulos. Y ellos, cuya tiranía es, a su entender, lo natural, lo que se merecen, las usan sin compasión y se rodean de mujeres porque las saben más sumisas. Y entre ellas, tienen preferencia por las que creen haber superado su frágil carácter mediante la exageración, las que más gritan, las mandonas, esas son aquellas que más gusta de doblegar el chulo, el guapo, verlas obedientes y aplaudiendo sus fechorías. ¡Y cómo aplauden!

Y digo fechorías porque el guapo, en cuanto puede, roba. Tiene también muy aprendido que a él se le debe todo y que él no debe nada a nadie. De modo que, si puede, roba porque él se lo merece. Y si le pillan, le echa la culpa a otro, a quien sea, a su hermano o a su padre si es preciso. La mentira es su mayor defensa.

Y otro rasgo que fue constantemente remarcado por los visitantes extranjeros es el apego a lo próximo, a lo inmediato, al pequeño pueblo o aldea, al lugar de nacimiento, al terruño, a lo que ahora los populistas llaman «identidad» como si ésta pudiera conocerse, asumirse y propagarse. Sin embargo, eso que suelen llamar identidad no es sino lo que los franceses llaman «el espíritu del campanario», la pasión por lo propio, por lo pequeño, por lo inmediato, lo fácil de entender.

Hace años me fascinaba un programa de la televisión de Franco en el que un autobús recorría los pueblos españoles. Cuando llegaba a una aldea, se reunía la gente y el locutor, por lo general un guapo de ciudad, les preguntaba por los asuntos de interés en aquel lugarejo. Inmediatamente hombres y mujeres se quitaban la palabra para gritar, unos que las aguas de la fuente no las hay igual en toda España, otras que las tortillas de sebo vienen de todo el mundo para comerlas. Los críos asistían serios y sombríos a la algarabía de los mayores. Luego el autobús partía hacia otro poblachón de casas arruinadas, granjas puercas y patios repletos de chatarra oxidada, para escuchar nuevamente que allí estaba la ermita más santa de la humanidad y que se habían dado ya medio centenar de curaciones milagrosas, o una poza de río donde bañarse era la gloria.

Si sumamos los tres rasgos étnicos, la chulería, el mangoneo, y la jactancia de lo local, verán ustedes cómo se cumple, una vez más, nuestra condena, lo que nos hace insoportables, lo que demuestra la inferioridad espiritual que nos atenaza desde hace siglos y que no hay modo de superar.

Y, sin embargo, yo diría que sí hay remedio. Los vasallos suelen ser honrados y serios. Lo malo son los señores, pero, sobre todo, los señoritos.

 

Cronología de la Segunda Guerra Mundial, a partir del manual de Anaya

1929 inicio de la Gran Depresión

1932 Japón invade Manchuria (creación de Manchukuo)

1933 Hitler se convierte en canciller

1935 marzo Italia invade Etiopía (Abisinia)

         marzo plebiscito en Sarre

1936 marzo militarización de Renania

          julio inicio de la Guerra Civil Española

1937 inicio de la guerra chino-japonesa

1938 marzo Alemania se anexiona Austria (Anschluss)

        octubre Alemania se anexiona los Sudetes (Conferencia de Múnich)

1939 marzo Alemania se anexiona el resto de Checoslovaquia

        abril Italia invade Albania

        mayo Pacto de acero, Eje Roma-Berlín

        agosto Pacto germano-soviético

        1 de septiembre invasión de Polonia, inicio de la II Guerra Mundial

1940 el Eje conquista Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Bélgica,                    Luxemburgo y Francia

        Ley de Préstamo y Arriendo

        batalla de Inglaterra

1941 el Eje conquista Yugoslavia y Grecia

        invasión de la URSS

        Carta del Atlántico

        ataque a Pearl Harbor

1942 organización de la Solución Final

1943 fin de la batalla de Stalingrado

        batalla de Kursk

        Conferencia de Teherán

1944 desembarco de Normandía

1945 febrero Conferencia de Yalta

        abril ejecución de Mussolini

               suicidio de Hitler

        junio creación de la ONU

        julio-agosto Conferencia de Potsdam

        agosto bombardeos de Hiroshima y Nagasaki

                   fin de la II Guerra Mundial

        noviembre Juicio de Núremberg


Los Estados Unidos en el siglo XIX

 Michelle class 
falta Ligero
giraldez no conoce land
explicar cuadro de destino manifiesto
causas riqueza usa rccursos naturales mas inmigracion mas segunda RI
NO ESTADOS VECINOS FUERTOS CANADA MEXICO NO GUERRAS

Las causas de la Guerra de Secesión 1860-1864
Causas económicas: Durante el siglo XIX se fueron desarrollando dos sistemas económicos en los Estados Unidos. La parte norte del país adoptó la Revolución Industrial y su economía se basó en una agricultura y una industria que abastecían al mercado inerno del país en constante crecimiento. La burguesía industrial y los campesinos propietarios apoyaban una política económica proteccionista frente a las importaciones, sobre todo las británicas. Los estados del sur basaban su economía en una agricultura de plantación (algodón) orientada a la exportación. Los terratenientes sureños apoyaban una política económica librecambista que les permitiera experotar a Inglaterra sus materias primas e importar los productos manufacturados donde los ofreciesen más baratos.

Causas políticas: Durante parte del siglo XIX hubo tensiones en el país sobre las competencias entre el gobierno federal (nacional) y los gobiernos de los distintos estados. Una parte de la población aproyaba un gobierno federal (central) fuerte que defendiese los derechos individuales por todo el país. Otra parte de la población opinaba que cada estado debía tener el mayor autogobierno posible y que las funciones del gobierno federal (nacional) debían ser limitadas.

Causas ideológicas: En los estados del norte surgió un fuerte movimiento antiesclavista. Este movimiento surgió por influencia de Gran Bretaña (que había abolido primero la trata y luego la institución de la esclavitud), los abolicionistas actuaron aliados a las primeras sufragistas y a los partidarios de un aumento de la democracia. En los estados del norte la esclavitud no tenía un papel económico pues la agricultura estaba orientada al autoconsumo y a los mercados locales y la industria contaba con la mano de obra barata que suponían los inmigrantes. En cambio la economía de los estados sureños dependía del trabajo de los esclavos en las plantaciones.

Las consecuencias de la Guerra Civil fueron:
- La extensión de la Revolución Industrial a todo el país y la formación de un mercado nacional. Ese mercado interno era autosuficiente pues los Estados Unidos poseían la mano de obra, los recursos naturales y la maquinaria necesarios para cubrir todas sus necesidades económicas.
- El fortalecimiento del gobierno federal (nacional) frete a los gobiernos de los estados. Ello facilitó la realización de grandes obras públicas que aceleraron el desarrollo de la industrialización.
- La abolición de la esclavitud significó una gran avance en la democratización del país. Se consolidó definitivamente el sufragio universal masculino para blancos, negros e inmigrantes naturalizados. Además se intensificó la lucha para conseguir el voto femenino. Solo quedó fuera de la esfera política la población indígena encerrada en reservas.


La consolidación de Estados Unidos como estado nación sucedió tras la Guerra de Secesión. En ese proceso fue fundamental la revolución de los transportes. Durante décadas la costa este y la costa oeste solo habían estado unidas por rutas marítimas que rodeaban el continente americano pero las rutas terrestres eran escasas a causa de las distancias, las dificultades climáticas, las Montañas Rocosas y la hostilidad de los indígenas.
Durante el gobierno de Lincoln en plena Guerra de Secesión se planeó la conexión entre NY y LA mediante el ferrocarril. La línea tardó en construirse X años. El transcontinental railroad aseguró un medio de transporte rápido, para la época, seguro (frente al clima y los ataques de los indígenas) y barato ..... billete frente a la inversión de los colonos en caravanas con caballos, bueyes, carretas...

La expansión de los Estados Unidos hacia el oeste hasta alcanzar la costa del Océano Pacífico fue un asunto demográfico antes que político. Las fronteras de los Estados Unidos se expandieron por detrás del avance de su población que constantemente se instalaba fuera de las fronteras nacionales.
 Las tres razones para estas migraciones internas fueron
- La primera razón para la emigración hacia el oeste fue la búsqueda de tierras de cultivo. El crecimiento demográfico enla costa este y la llegada de inmigrantes hizo que una parte de la población eligiera moverse en vez de quedarse en los barrios superpoblados de las ciudades costeras.
- A ello se añadió que los colonos tenían el permiso del gobierno para quedarse con toda la tierra que pudieran trabajar, y la población indígena, muy escasa y de vida nómada, no tenía la fuerza para impedirlo.
Ese movimiento migratorio hacia el oeste fue convertido en la ideología del Destino Manifiesto. Éste significaba que Estados Unidos debía ocupar todo el territorio entre los dos océanos para implantar en él los valores de la cultura occidental que encarnaba el país (racionalismo de la Ilustración, cristianismo, capitalismo industrial...). El Destino Manifiesto supondría llevar la "civilización" al oeste.
















 





Thomas Alva Edison (1847-1931)