Mostrando entradas con la etiqueta Velocidad lectora 2º ESO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Velocidad lectora 2º ESO. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de octubre de 2023

¿Cuánto han crecido los españoles en los últimos cien años?

 

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2016/07/27/paises-alta-poblacion/00031469615109533965143.htm

 

¿Cuánto han crecido los españoles en los últimos cien años?

 

La estatura de los habitantes de las diferentes zonas del planeta puede revelar información sobre las condiciones de vida de ese lugar. El estudio A century of trends in adult human height,  elaborado por investigadores de todo el mundo y publicado por eLife, hace un análisis a través de datos recopilados en diferentes informes sobre la altura de los nacidos entre 1896 y 1996 en 200 países. Las diferencias de estatura no se corresponden, según la investigación, a factores genéticos exclusivamente y también intervienen otras causas relacionadas con el entorno y la salud en la infancia y juventud. 

El estudio, coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sitúa a los hombres holandeses como los más altos del mundo con 1,83 de media, en contraste los de Timor Oriental que apenas llegan al 1,60. En el caso de las mujeres,  las nacidas en Guatemala son las que tienen la media de estatura más baja con 1,49 metros, mientras que las letonas superan el 1,68 y son las más altas a nivel mundial. Además, los hombres son, por término medio, más altos que las mujeres en todos los países del mundo por unos 12 centímetros.

La variación de las estaturas en los diferentes países durante los 100 años que abarca el estudio varía considerablemente en función del país. Las mujeres de Corea del Sur y los hombres de Irán son los que más han aumentado de estatura desde 1896, en 20,2 centímetros y 16,5 respectivamente. No obstante, en España la altura media también se ha incrementado significativamente. La masculina ha aumentado en 14 centímetros, por lo que la media llega al 1,76. En el caso de las mujeres la estatura promedio es de 1,63, subiendo en 12 centímetros desde 1896. 

Pero el incremento no es constante en todos los estados. La talla media se ha estancado en los países occidentales y con mayores ingresos, como los del norte de Europa o Estados Unidos, que durante años encabezó el ranking de los más altos pero ya ha sido superado por varias naciones europeas tras experimentar el menor incremento entre los países desarrollados. Además, la estatura de los adultos ha disminuido o continúa siendo la misma en muchos países de África subsahariana. 

De este modo, hay sobre 20 centímetros de diferencia entre las mujeres y hombres más altos y bajos en el mundo. Esto pone de manifiesto contrastes entre países con respecto a las condiciones de vida, ya que la estatura está determinada, según recoge el informe, en parte por la genética pero también por las condiciones de vida. La malnutrición durante la infancia y juventud o padecer enfermedades graves durante esas etapas del desarrollo desembocará en adultos menos altos. 

El estudio también relaciona una mayor estatura con una vida más larga, menos posibilidad de padecer enfermedades del corazón y las mujeres altas tendrán menos complicaciones durante el embarazo. El análisis establece, así mismo, vínculos entre más estatura y el éxito profesional o educativo, pero también con mayor probabilidad de padecer ciertos tipos de cáncer.  


Esquemas: Numerado

                  Llaves -vertical

                              -horizontal

                   Radial

                   Diagrama de Flujo

                   Línea del tiempo

                   Mapa conceptual

domingo, 19 de diciembre de 2021

De particular a particular

 

De particular a particular

 

04/03/2012 00:00

Todavía hay quien supone que fumar en pipa le convierte en intelectual. Es una presunción ilimitada ahora que hay individuos que desean ser amortajados en chándal. Es como si hubiesen pasado siglos desde que la última voluntad de algunos consistió en ser enterrados con hábito de ermitaño. Incluso hubo un tiempo en que los adolescentes leían a escondidas y eso les llevaba a aspirar a ser Robinson Crusoe o Sherlock Holmes, vivir en la copa de un árbol, navegar por mares remotos o indagar los grandes misterios del universo. Entonces fumar en pipa era un atributo de hombres pensativos, un poco solitarios, digamos que artistas. Fumaban en pipa algunos profesores, en muestra de una capacidad reflexiva que no estaba al alcance de la masa adolescente que a lo sumo consumía cigarrillos rubios en los lavabos del patio de recreo. La pipa era indicativo de madurez, de ciertas cualidades mentales, de un ser muy a su modo sereno e inteligente.

¿Cómo soñar sin leer? Al leer uno encontraba el camino para desear ser el capitán Nemo, héroe templario, centurión romano o explorador de fosas volcánicos sin fondo. En algún momento aparecían las ideas, las formas de conocimiento y la experiencia leída de lo que es historia. Pasábamos, es un decir, de Peter Pan a Julio César. Leíamos unas primeras biografías y algunos textos accesibles sobre el pasado de Grecia y Roma, sobre Carlos V o Lincoln. Uno navegaba por el Amazonas en canoa y se oía el chasquido de los cocodrilos deslizándose en busca de su presa. Descubrimos que había seres desgraciados habitando entre las gárgolas de Notre Dame. Y así fuimos siendo lo que teníamos que ser. La lectura algo tiene que ver con la cuestión del sentido de la vida. También tiene que ver con la madurez sobre todo si la alternativa no es otra que el infantilismo de la PlayStation.

A lo mejor nos indujo a leer un profesor que fumaba en pipa. Eso es: la pasión de leer casi siempre sería una transferencia de particular a particular. De padre a hijo, de hermana a hermano, de un profesor a un alumno. Estas cosas funcionan poco si se quieren hacer por aspersión, como lanzando nubes de sustancia fertilizadora desde una avioneta de vuelo bajo. Es por la misma razón que en una biblioteca solo son fundamentales los libros, en su mayor abundancia, nunca excesiva, y el silencio. Lo que se llaman actividades paralelas son una pérdida de tiempo y dinero. Son el peaje de lo lúdico. La lectura, por contra, es la gran paradoja de algo perfectamente serio y a la vez profundamente divertido.

Del fracaso de nuestro sistema educativo uno de los rasgos más grotescos es que no haya sido capaz de explicar a los alumnos que el pequeño esfuerzo que representa ponerse a leer un libro tiene grandes compensaciones en relativamente poco tiempo. Son compensaciones que pueden durar una vida. Tienen un valor vital y espiritual, pero también utilitario, como haber memorizado la tabla de multiplicar. En tediosas sesiones de clase de aritmética la repetición con sonsonete de las tablas de multiplicar grababa en nuestra memoria, por un elemental efecto mnemotécnico, el dos por dos son cuatro, seguramente hasta la fecha de hoy. A veces uno duda sobre el siete por ocho o el seis por nueve pero no hasta el punto de tener que recurrir a una calculadora. No creo que tuviéramos muchos otras cosas que hacer en aquellos años de preadolescencia. El tiempo dedicado a memorizar las tablas de multiplicar era un tiempo muy bien aprovechado. Tanto como buscar palabras en el diccionario o ubicar la Patagonia en un atlas. Luego vendrían el álgebra, traducir del latín, el placer de redactar o comprender que el pensamiento podía organizarse en sistemas.

No es que en los años cincuenta fuésemos una gran generación de lectores. Saldrían uno o dos por clase. Eso ya es mucho, pero también es importante que el resto quedase en igualdad de condiciones, sabiendo leer, con un vocabulario más amplio que el actual y, dicho sea de paso, con nociones ortográficas y caligráficas más sólidas que las que depara un sistema muchísimo más caro, de más duración y universalidad. Algunos quizás se lo deban a un profesor de gramática que fumaba en pipa y tenía la capacidad de sugerir el significado perenne de la lectura. De particular a particular. Tal vez nos hiciera leer el viaje de la balsa Kon-tiki, el diario de Anna Frank, La isla del tesoro o aquella colección de cuando los grandes hombres eran niños. Luego atinamos a leer unos primeros poemas, un poco como quien entra a tientas y a ciegas en la cueva del tesoro.

Hoy vemos pasar los autobuses y la figura de alguien con la cabeza inclinada sobre un libro tiene trazos de estampa antigua. Tantas reformas educativas, tantos planes de estudio y lectura para que todos leamos menos. Han fracasado incluso los métodos de lectura que pretendían saltarse lo que se consideraban prácticas pedagógicas obsoletas y que haría falta reinstaurar ipso facto. Nos ha ido fallando aquel buen profesor que fumaba en pipa.

martes, 1 de diciembre de 2020

Los pies vendados de la reina

Si quisiera torturar a mi peor enemigo, lo obligaría a subirse a unos stilettos y andar con ellos todo
el día. Al resto de la gente le deseo la comodidad de tener los pies en el suelo protegidos por zapatos
en los que les quepan enteros. Y aunque la reina Letizia tenga el cargo institucional que tiene y sufra
la presión mediática que sufre, nada me gustaría más que verla andar con mullidas zapatillas,
anchas bailarinas, reconfortantes espardeñas o blandas venecianas. Lo bárbaro es aceptar que una
mujer, a estas alturas de la historia, en pleno siglo XXI, tenga que someterse a todo tipo de torturas
físicas por el simple hecho de ser la esposa de su marido. Un marido que se desplaza con toda la
planta bien asentada y no tiene pinta de que le duelan los metatarsos. ¿Qué extraña lógica es esa
según la cual una tiene que sacrificar hasta la salud por ser consorte? Y es que la cultura estética
dominante en Occidente es la que han impuesto los sádicos que disfrutan viendo sufrir a las
mujeres. Mediante el poderoso mundo de la moda, han cambiado nuestros gustos y preferencias
hasta el punto de que se celebra el estilo masoquista de Letizia, que es el estilo de la mayoría de las
que nacimos con un sexo tan equivocado que no podemos, según los estándares de belleza,
permitirnos el lujo de andar sin los huesos y los nervios comprimidos en esos corsés de puntera
estrecha sobre los que nos invitan a sostenernos durante jornadas enteras para transmitir una regia
apariencia de ingravidez. Qué absurdo es que tengamos que seguir con la humillación pública que
es esta sofisticada tortura inventada por hombres que no nos quieren. Busquen alguna imagen de
Manolo Blahnik y descubrirán que él suele calzar unas slippers de lo más apetecibles.

En su libro Beauty and Misoginy, la feminista Sheila Jeffreys sostiene que solo el sesgo
etnocéntrico de los occidentales hace que no percibamos como prácticas perjudiciales las de la
belleza en esta parte del mundo. Los pies vendados de las aristócratas chinas, el engorde forzado de
las mauritanas, los cuellos estirados de las mujeres jirafa o la mutilación genital nos parecen
aberraciones propias de pueblos primitivos; pero cortar narices sanas, rellenar pechos y nalgas,
promover el hambre y las restricciones alimentarias hasta la inanición o regalar dolorosas
operaciones estéticas a menores de edad no nos escandaliza en absoluto. Los salvajes son siempre
los otros, aunque nuestros sean unos cánones de belleza perversos y tremendamente misóginos.

NAJAT EL HACHMI, https://elpais.com/opinion/2024-04-26/los-pies-vendados-de-la-reina.html

sábado, 1 de agosto de 2020

Reflexión sobre la educación en Japón

https://www.elmundo.es/opinion/2015/08/30/55e2015d46163fa55b8b4570.html



595 PALABRAS

 

REFLEXION SOBRE LA EDUCACIÓJN

Viéndose inferior a las potencias occidentales, sin recursos naturales y estancado en su desarrollo, Japón tomó en 1872 la decisión que cambiaría su destino y con el tiempo convertiría su sociedad en la más avanzada del mundo. El Código Fundamental de Educación, aprobado ese año, fue el principio de una transformación basada en la idea de que la ciudadanía era el principal recurso de la nación y que su futuro dependería de su capacidad para prepararla mejor. El modelo ha sido seguido por otros países asiáticos, modernizados en tiempo récord gracias a apuestas similares. Singapur, que en los años 60 compartía índices de desarrollo con Kenia, tiene hoy la tercera mayor renta per cápita del mundo. Taiwán, Corea del Sur y China se han sumado al club de naciones punteras que invirtieron en educación y han visto cómo sus sociedades eran transformadas en apenas una generación.

Por supuesto, también se puede hacer lo contrario: dar la espalda a la educación, limitar las posibilidades de quienes deberán sacar tu país adelante y emprender un viaje seguro hacia la decadencia. Es la opción elegida por España.

Los escolares españoles comenzarán en pocos días un nuevo curso con una ley educativa recién aprobada -la séptima en tres décadas- que los gobiernos autonómicos han decidido aplicar a su antojo y que de todas formas tiene fecha de caducidad, porque todo el mundo sabe que la oposición la derogará el día que llegue al poder.

Arranca así otro año con los profesores de colegios, institutos y universidades desmoralizados. Escuelas donde la autoridad ha sido invertida en favor de los alumnos. Modelos de enseñanza anticuados. Y una cultura educativa que arrincona la excelencia y promueve la mediocridad, que inevitablemente se extiende después a la empresa o la política. Un estudiante japonés de secundaria tiene hoy los mismos conocimientos que un graduado de universidad español, según la OCDE. No tenemos una universidad entre las 100 mejores del mundo. En matemáticas, ciencias o comprensión lectora, nuestros alumnos están lejos de los países con los que deberán competir en un mundo globalizado. España es líder en la Unión Europea en fracaso escolar, con una tasa del 21,9% que dobla la media comunitaria.

En un momento de crisis que nunca fue sólo económica, cuando más falta hacía tomar el camino japonés y poner en marcha nuestro Código Fundamental de Educación, ese gran plan sin intereses partidistas ni sectarismos, nuestros líderes han vuelto a fallar a las nuevas generaciones.

El Gobierno recortó las partidas de educación al poco de llegar al poder, impuso a las escuelas una mayor concentración de alumnos por clase -ahora dice que permitirá este año volver a los ratios de 2012-, forzó el despido de miles de profesores y dejó a niños sin libros de texto, porque sus familias no podían pagarlos. Las becas se redujeron. Y, finalmente, se optó por aprobar sin consenso una ley que ya está siendo desmontada y que siempre tuvo entre sus objetivos contentar a la parroquia propia.

Kido Takayoshi, el ministro de educación del emperador japonés Mutsuhito y uno de los impulsores de la reforma educativa japonesa del siglo XIX, explicó la necesidad de su plan asegurando que sus ciudadanos no eran inferiores a los americanos o los europeos, salvo en que no disponían de la misma determinación para educar a su población. Tampoco un estudiante español es más torpe que un japonés: simplemente tiene la inmensa desventaja de que su educación académica está en manos de políticos incapaces de entender que es en las escuelas donde empieza a transformarse un país.


elmundo.es

DAVID JIMÉNEZ 30/08/2015

Viéndose inferior a las potencias occidentales, sin recursos naturales y estancado en su desarrollo, Japón tomó en 1872 la decisión que cambiaría su destino y con el tiempo convertiría su sociedad en la más avanzada del mundo. El Código Fundamental de Educación, aprobado ese año, fue el principio de una transformación basada en la idea de que la ciudadanía era el principal recurso de la nación y que su futuro dependería de su capacidad para prepararla mejor. El modelo ha sido seguido por otros países asiáticos, modernizados en tiempo récord gracias a apuestas similares. Singapur, que en los años 60 compartía índices de desarrollo con Kenia, tiene hoy la tercera mayor renta per cápita del mundo. Taiwán, Corea del Sur y China se han sumado al club de naciones punteras que invirtieron en educación y han visto cómo sus sociedades eran transformadas en apenas una generación.

Por supuesto, también se puede hacer lo contrario: dar la espalda a la educación, limitar las posibilidades de quienes deberán sacar tu país adelante y emprender un viaje seguro hacia la decadencia. Es la opción elegida por España.

Los escolares españoles comenzarán en pocos días un nuevo curso con una ley educativa recién aprobada -la séptima en tres décadas- que los gobiernos autonómicos han decidido aplicar a su antojo y que de todas formas tiene fecha de caducidad, porque todo el mundo sabe que la oposición la derogará el día que llegue al poder.

Arranca así otro año con los profesores de colegios, institutos y universidades desmoralizados. Escuelas donde la autoridad ha sido invertida en favor de los alumnos. Modelos de enseñanza anticuados. Y una cultura educativa que arrincona la excelencia y promueve la mediocridad, que inevitablemente se extiende después a la empresa o la política. Un estudiante japonés de secundaria tiene hoy los mismos conocimientos que un graduado de universidad español, según la OCDE. No tenemos una universidad entre las 100 mejores del mundo. En matemáticas, ciencias o comprensión lectora, nuestros alumnos están lejos de los países con los que deberán competir en un mundo globalizado. España es líder en la Unión Europea en fracaso escolar, con una tasa del 21,9% que dobla la media comunitaria.

[…]

En un momento de crisis que nunca fue sólo económica, cuando más falta hacía tomar el camino japonés y poner en marcha nuestro Código Fundamental de Educación, ese gran plan sin intereses partidistas ni sectarismos, nuestros líderes han vuelto a fallar a las nuevas generaciones.

El Gobierno recortó las partidas de educación al poco de llegar al poder, impuso a las escuelas una mayor concentración de alumnos por clase -ahora dice que permitirá este año volver a los ratios de 2012-, forzó el despido de miles de profesores y dejó a niños sin libros de texto, porque sus familias no podían pagarlos. Las becas se redujeron. Y, finalmente, se optó por aprobar sin consenso una ley que ya está siendo desmontada y que siempre tuvo entre sus objetivos contentar a la parroquia propia.

[…]

Kido Takayoshi, el ministro de educación del emperador japonés Mutsuhito y uno de los impulsores de la reforma educativa japonesa del siglo XIX, explicó la necesidad de su plan asegurando que sus ciudadanos no eran inferiores a los americanos o los europeos, salvo en que no disponían de la misma determinación para educar a su población. Tampoco un estudiante español es más torpe que un japonés: simplemente tiene la inmensa desventaja de que su educación académica está en manos de políticos incapaces de entender que es en las escuelas donde empieza a transformarse un país. […]


1.    ¿En qué año se aprobó el Código Fundamental de Educación en Japón?

2.    ¿Con qué país compartía índices de desarrollo Singapur en los años sesenta?

3.    ¿Qué otros países se han unido a Singapur en el club de naciones que invirtieron en educación?

4.    ¿Cuántas leyes educativas ha habido en los últimos treinta años?

5.    ¿Qué significa que la ley de educación recién aprobada tiene fecha de caducidad?

6.    ¿Qué dice la OCDE sobre los estudiantes japoneses?

7.    ¿Cuál es la tasa de fracaso escolar en España?

8.    ¿Qué medidas tomó este gobierno en educación cuando llegó al poder?

9.    ¿Quién fue el ministro de educación japonés que impulsó la reforma educativa del siglo XIX?

10. ¿Cómo explicó el ministro de educación japonés la necesidad de su plan?