jueves, 18 de mayo de 2023

Septiembre 2017: N.º 43: Pirro (I) Un rey contra Roma

 Simulating Ancient Warfare






icono WINDOWS + tecla impr pa, 
Ir a Este equipo-Imágenes-Captura de pantalla











Julio de 280 a. C. fue una fecha a recordar para la historia de Roma y para quienes tuvieron la desgracia de ser testigos del hecho. En la llanura de Heraclea (actual Policoro, Basilicata, sur de Italia) se encontraron frente a frente el ejército romano y el de un rey venido del Epiro, Grecia continental, con la intención de forjarse un imperio por la fuerza de las armas. Entre estas había, precisamente, una que los romanos no habían visto nunca antes: el elefante de guerra. Se trataba de elefantes asiáticos, en número de dieciocho, provistos de un conductor sentado a horcajadas sobre el cuello del animal y una torre sobre las grupas en cuyo interior se guarecían soldados armados con largas picas (sarissae) y venablos con los que hostigar a quienes hallaran a su paso.

Las tropas romanas quedaron horrorizadas por la presencia de estas bestias. Pero la peor parte la llevaron los caballos de su ejército que, de hecho, transformaron su miedo en huida (Plutarco, Vida de Pirro 17.6), lo que implicó el abandono de la infantería a su suerte y, con ello, la transformación de una batalla indecisa en un clara victoria para Pirro.

En la imagen vemos un elefante epirota acosado por legionarios romanos y herido por sus venablos. La torre, de material orgánico, se fortifica mediante escudos redondos (aspides) que muestran en su interior el anagrama del rey Pirro, formado por las letras griegas Π, Υ, Ρ, constitutivas de su nombre. En cuanto a los legionarios que vemos a sus pies cabe destacar que aún no emplean la espada conocida como gladius hispaniensis, que solo se adopta tras combatir en la península ibérica durante la Segunda Guerra Púnica. Con anterioridad, sin embargo, los legionarios recurrían a espadas de tipo xiphos, modelo de hoja recta pero corta, de origen griego, y que se documenta en las necrópolis de Offida, Campovallano o Tollentino, entre otras. Asimismo, tampoco tenemos la seguridad plena de que por esas fechas las legiones emplearan el pilum, aunque no es en absoluto improbable, ya que por entonces era ya un arma muy popular entre algunos pueblos vecinos, al menos en su variante más primitiva, el pilum de engarce de cubo (en cuya base, en forma de cubo, se embutía el astil de madera). Por ejemplo, los samnitas empleaban armas similares desde fechas tan tempranas como el siglo VIII a. C. (ejemplares de Roggiano Gravina), y etruscos y lucanos hacían lo propio desde el siglo V a. C. (ejemplares de Vulci y Metaponto respectivamente). De modo que es probable que en este periodo el pilum de cubo figurara entre la panoplia empleada por los legionarios y, en todo caso, es seguro que emplearan venablos cortos con la misma función arrojadiza. Por último, la figura que vemos a los pies de la imagen se cubre con un casco de tipo Montefortino primitivo, dotado de grandes cuernos, que se inspira en los ejemplares de Pulica, Monte Tamburino y Casaselvatica (todos en Italia).









Reconstrucción de un FALANGITA DE LOS EJÉRCITOS DE PIRRO. La figura se inspira fundamentalmente en una serie de acuñaciones macedonias conocidas como la serie del “casco/escudo”, que con probabilidad se acuñaron en Pella (capital de Macedonia) durante el segundo mandato de Pirro sobre esta región (274-272 a. C.). En el reverso de esta moneda (aquí visible) se observa un escudo redondo decorado con motivos en forma de círculos concéntricos descentrados, y puntos. En el centro vemos un monograma formado por las letras griegas Π, Υ y Ρ (pi, gamma, ro) alusivas al nombre de Pirro (en griego,  Πύρρος). En el anverso de esta misma moneda se aprecia un casco de bronce de tipo pilos, con su perfil puntiagudo y reborde inferior característicos. En este caso presenta un botón cenital, tal vez para acoger una cresta o pluma. Ambos elementos de la moneda (escudo y casco) han sido empleados para formar la reconstrucción que aquí vemos de falangita epirota. Viste, además, una variante del siglo IV a. C. de la exomis o túnica griega, prenda formada por dos piezas cuadradas cosidas en los extremos. En este caso, aun pudiendo prender la exomis a ambos hombros, lo hace únicamente al hombro izquierdo, lo que permite que el brazo derecho que libre para esgrimir el arma sin embarazo alguno. A la cintura ciñe un cinturón del que pende un puñal y se arma con la larga pica o sarisa propia de las falanges de tipo macedonio, la infantería pesada combatía, de ordinario, en terreno llano y poco accidentado, por lo que generalmente no necesitaban del empleo de calzado alguno y combatían descalzos.



Carecemos de  información iconográfica alguna para la reconstrucción de un HONDERO ACARNIENSE del ejército de Pirro. No sabemos si llevaba algún tipo de protección para la cabeza pero, en caso de hacerlo, sin duda habría sido algo poco voluminoso, acaso un gorro de tipo pilos como el que muestra esta reconstrucción, que no disminuiría la visión del portador, ni estorbaría en los violentos aspavientos propios del acto de arrojar un proyectil con honda. Al igual que en el caso del falangita, esta figura viste una túnica de tipo exomis, con el hombro derecho descubierto para mayor comodidad. Al cinto pende asimismo una daga, último recurso en caso de verse envuelto en un combate cuerpo a cuerpo con el enemigo. A la inversa que en el caso de los falangitas, que como ya se ha dicho se esperaba combatieran en terreno llano y por tanto solían prescindir de calzado alguno, en el caso de los honderos y, en general, de las tropas de infantería ligera, se las empleaba para combatir en terreno accidentado, por lo que tendían a emplear calzados más sólidos que sus homólogos, en la infantería pesada.









Reconstrucción del ATAQUE DEL JEFE ITÁLICO OPLAX (u Oplaco) AL REY PIRRO, episodio acontecido durante la BATALLA DE HERACLEA (280 A. C.). Caído, vemos la figura del monarca epirota, que viste una llamativa coraza pavonada, de un color azul intenso. A la izquierda, Oplaco, cuya montura sufre la lanzada que le propina Leónato, combatiente macedonio al servicio del rey Pirro. El episodio nos es conocido merced a varias tradiciones, de las que la más detallada es aquella de Plutarco:

He aquí que un macedonio de nombre Leónato, al ver que un guerrero italiano se lanzaba al encuentro de Pirro y le seguía continuamente los pasos a cada movimiento, le gritó: “Soberano, ¿ves aquel bárbaro que va a lomos de un caballo negro de cabos dorados? Me parece como si estuviera planeando algo grande y peligroso: tiene los ojos fijados en ti, y contra ti se dirige lleno de ardor y de furia, sin prestar atención a ningún otro. Permanece en guardia contra ese hombre” A lo que Pirro contestó: “Leónato, es imposible escapar al destino, pero ni ese ni ningún otro italiano se alegrará de tener un encuentro conmigo”. Mientras intercambiaban estas palabras, el italiano echó mano a la lanza y, aguijando su montura, se dirigió contra Pirro y con su arma hirió el caballo del rey, al tiempo que Leónato, que había acudido al encuentro, hería el suyo. Con las dos monturas en el suelo, sus hombres de confianza, rodeando a Pirro, lo pusieron a salvo y dieron muerte al italiano, quien se defendió hasta el final. Procedía del país de los ferentanos, y se trataba de un comandante de escuadrón llamado Oplaco. (Plut. Pyrrh. 16.12-16).











Reconstrucción del momento de la batalla de Ásculo (279 a. C.) en el que las tropas tarentinas conocidas como LEUKASPIDES (1) (literalmente, “escudos blancos”, por el color elegido para pintar sus escudos) ceden ante el empuje de las TROPAS ALIADAS (2) del ejército romano y huyen en desbandada, provocando con ello la ruptura de la línea de batalla epirota. Hemos representado a los leukaspides como thureophoroi, esto es, portando el escudo oval, thureos propio del área itálica y no como falangitas. A su derecha, las tropas ACARNIENSES (3) mantienen su cohesión y resisten el embate del enemigo, en su caso TROPAS LATINAS (4) aliadas igualmente a Roma. Los acarnienses se arman al estilo hoplita, aunque con lanzas algo más largas a las ordinarias, tal y como habría introducido el general ateniense Ifícrates, pero sin llegar a ser las larguísimas sarisas de las falanges de estilo macedonio. Más abajo se aprecia un contingente de CABALLERÍA EPIROTA (5) que, alarmado por la derrota de los tarentinos, acude al lugar a fin de intentar restaurar el orden de la línea. Por las referencias de Época Moderna sabemos que los primeros en huir en una formación de combate no son aquellos que se hallan en las primeras líneas sino, al contrario, quienes forman en retaguardia. Suelen ser por tanto las líneas traseras de una unidad en combate las que entran primero en pánico y comienzan la retirada, seguidas después del resto de combatientes. Es por ello que en la imagen vemos tropas tarentinas que combaten aún al enemigo, sin saber que buena parte de su contingente ha iniciado ya la huida desordenada. Las tropas aliadas y latinas se arman conforme al modelo itálico, en el que predominan los venablos y la espada. La densidad de sus unidades es, asimismo, algo menor que en el caso de los griegos, y emplean escudos tanto de tipo ovalado, con espina central, como circulares, pues ambos se documentan en la iconografía del periodo (por ejemplo, el scutum ovalado aparece en los bronces de tipo aes signatum).






Reconstrucción del aspecto que pudo ofrecer el rey PIRRO DE EPIRO cuando combatió en la batalla de Heraclea (280 a. C.). Conforme al testimonio de las fuentes (Plut. Pyrrh. 16.7-9; Dion. Hal. XIX.12.6), vistió una CORAZA DE HIERRO que se interpreta aquí, por primera vez, reconocible gracias a un tratamiento de su superficie mediante la técnica del pavonado, por tanto de color azul intenso, metálico. Como era habitual en la región epirota, la coraza presentaría, además, epómides (hombreras) y apliques de oro que contrastarían sobremanera sobre la superficie azul. Bajo la coraza viste una túnica probablemente de lino de cuyos extremos penden tiras de lino encolado o lengüetas (pteruges) destinadas a proteger partes sensibles y, a la vez, dar amplia movilidad a las extremidades. Con la mano sujeta una LANZA dotada de moharra de hierro y regatón de bronce para equilibrar el peso e hincar el arma al suelo en caso necesario. La ausencia de grebas en la región epirota permite suponer que nuestro personaje no estaría equipado con ellas, pero sí calzaría botas altas de cuero atadas con cordones, y muy aptas para la equitación, como las documentadas en varias representaciones iconográficas entre las que destacan las pinturas de una tumba de guerrero de Paestum, excavada en 1854. Las fuentes escritas detallan que Pirro llevaba una CLÁMIDE PÚRPURA, emblema de la dignidad real de su portador. Su cabeza presenta un singular CASCO DE TIPO FRIGIO-CALCÍDICO con cresta y aletas metálicas, además de dos plumas blancas como distintivo de su rango militar. De su cintura pende una ESPADA GRIEGA de tipo kopis, dotada de una hoja curva de un único filo y característica de la caballería, inspirada en el ejemplar de la tumba tracia de Golyamata Mogila. En segundo plano se aprecia su montura, un caballo de dimensiones menores de las actuales, con una COLETA EN LA FRENTE característica de las representaciones de finales del siglo IV a. C.  inicios del III a. C., inspirado en las esculturas de Lisipo de Sición (por ejemplo, los caballos de bronce de una cuádriga conservada actualmente en la basílica de San Marcos, Venecia). Asimismo, presenta la cola atada, también característica de esta tradición lisipea, un freno de hierro con riendas para su gobierno de color rojo, y cubre su hocico con una MUSEROLA o BOZAL DE BRONCE propia del área de interacción del reino epirota de la época de Pirro, es decir, desde Macedonia hasta la Italia meridional, llegando incluso a la península ibérica.




Lastra funeraria descubierta en 1854 en la antigua ciudad griega de Posidonia, Paestum en latín (Campania, sur de Italia) y dibujada por G. Abbate para la publicación de G. Minervini. En ella se observa una escena de COMBATE ENTRE UN PERSONAJE HEROIZADO PESTANO (DE PAESTUM) Y UN PERSA. La escena reproduce un modelo clásico llamado Iliupersis en el que el griego vence al persa, que vemos adaptarse a lo largo del tiempo para reflejar otros conflictos entre griegos y enemigos varios. En el contexto en el que se pintó esta tumba, la expansión romana hacia la Magna Grecia dividía las poblaciones de la Italia meridional entre aliados y opositores. El propietario de la tumba se presenta como claro opositor al escoger un DISCURSO ICONOGRÁFICO FILOGRIEGO (otra lastra de la tumba representa una escena de amazonomaquia o combate entre civilizados griegos por un lado y los enemigos –a punto de ser derrotados- representados como amazonas, por otro) así como los detalles en las armas del héroe vencedor: una coraza anatómica con epómides decorados en relieve, pintada en amarillo para indicar que era de bronce, un casco con carrilleras decoradas en relieve y cabello en relieve sobre la frente al estilo del peinado de Alejandro Magno, llamado anastolé. Tanto el casco como la coraza indican una voluntad de acercarse a la moda tarentina, influenciada por el factor epirota que había acudido a ayudarla contra, esa vez, Roma. El héroe de la lastra sujeta por las riendas el caballo del que ha desmontado para luchar, equipado únicamente con un protector para la frente (prometopidion) dorado. Enfatiza la condición privilegiada el tocado de plumas y tubos sobre la frente del casco. La ausencia de color en este dibujo altera nuestra percepción como lo hace la oxidación de muchas armas, que esconden o eliminan la complejidad y riqueza que confería el color y el brillo a su realidad. Este ejemplo muestra la necesidad de comprender el pasado de una forma multicolor, y no conforme al de la base con la que fueron construidos los objetos. Distintos estudios sobre cascos y corazas de bronce han demostrado la presencia de pigmentos que los decoraban, así como procesos químicos para alterar su coloración y conferirles tonalidades distintas a las que podía dar el metal de su base per se.





Robbie McSweeney

https://www.artstation.com/robbiemcsweeney?fbclid=IwAR1AULbMMc_fZ9K0u_oKIcr_i6A7Fgifjqi-eD65bKjXINK-Vd36OkA8GXs























Ancient Warfare Magazine Pirro




Zvonomir Grbasic. El desembarco del ejército de Pirro en Italia



Ángel García Pinto. Guerreros del ejército de Pirro: falangita epirota, hondero de Acarnania y jinete del escuadrón real.




Sean O'Brogain. El samnita llamado Oplaco ataca con una lanza la montura de Pirro en la batalla de Heraclea.



Radu Altean. La muerte de Pirro en Argos.



2. Ángel García Pinto. Guerreros del ejército de Pirro: falangita epirótica, eslinga de Akarnan y jinete del escuadrón real

3. Sean O'Brogain. Samnita con el nombre de Oplak ataca con una lanza del monte Pyrrhus en la batalla de Heraclea.

2. Angel Garcia Pinto. Воины армии Пирра: эпиротский фалангит, акарнанский пращник и всадник царского эскадрона.
3. Sean O'Brogain. Самнит по имени Оплак поражает метательным копьем скакуна Пирра в битве при Гераклее.
4. Sandra Delgado, Пирр посвящает галльские трофеи богине Афине в храме Афины в Итоне.
5. Radu Oltean. Гибель Пирра в Аргосе.
1. Zvonomir Grásico. El desembarco del ejército de Pierre en Italia.
2. Ángel García Pinto. Guerreros del ejército de Pirro: falangita epirótica, eslinga de Akarnan y jinete del escuadrón real
3. Sean O'Brogain. Samnita con el nombre de Oplak ataca con una lanza del monte Pyrrhus en la batalla de Heraclea.
4. Sandra Delgado, Pierre dedica trofeos galos a la diosa Atenea en el templo de Atenea en Eton.
5. Radu Oltean. La muerte de Pirro en Argos.
































No hay comentarios:

Publicar un comentario