Pablo Outeiral. Sitio de Lleida, 1647. Las batallas en las trincheras eran feroces. El portugués Gregorio Brito realizó muchas incursiones para impedir las obras de asedio. Para ello, formó una compañía de soldados, todos ellos veteranos y muchos de ellos oficiales. Estos hombres no estaban armados con picas y mosquetes, sino con carabinas, pistolas, rifles, alabardas, espadas, más adecuados para luchar en el estrecho espacio de las trincheras. Las actividades de este destacamento, caracterizadas por sus inesperadas y efectivas salidas, dieron lugar a una curiosa opinión sobre Brito entre los soldados franceses, que comenzaron a difundir el rumor de que "por la noche, transformado en lobo, caminaba entre las trincheras, encontrando lugares donde se debían hacer salidas". Tal vez esta leyenda surgió debido a la presencia de perros callejeros en terreno neutral, o tal vez, como se muestra en el dibujo, los atacantes estaban acompañados por un perro parecido a un lobo.
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